tag:blogger.com,1999:blog-72721608599596770502024-03-15T21:43:47.016-07:00EL RINCÓN DEL CATÓLICOPor Pbro. Emerson Velaysosa Fernández.
Sacerdote diocesanoEmerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.comBlogger3462125tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-48849550059733693352016-10-14T10:01:00.001-07:002016-10-14T10:05:39.103-07:00Titulares de Vatican.va<div style="width: 510px;"><script src="http://widgets.vatican.va/w1/?l=4" type="text/javascript"></script></div>Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-38048310123039502262016-07-11T11:08:00.003-07:002016-07-11T11:08:50.363-07:00Oficina de Prensa de la Santa Sede: renuncia y nombramientos (11/07/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/07/11/RV17462_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/07/11/RV17462_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00538813.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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EI Santo Padre aceptó la renuncia presentada por el Padre Federico Lombardi, S.I., del cargo de Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Su Santidad nombró nuevo Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, a partir del 1º de agosto de este año al Ilustrísimo Dr. Greg Burke, hasta ahora Vicedirector de la misma Oficina de Prensa. Además, el Sumo Pontífice nombró Vicedirectora de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, también a partir del 1º de agosto, a la Ilustrísima Dra. Paloma García Ovejero.<a name='more'></a></div>
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Gregory Joseph Burke nació el 8 de noviembre de 1959 en Saint Louis, EEUU, en el seno de una familia de tradición católica practicante. Después de haber frecuentado uno de los liceos de los jesuitas de su ciudad, se graduó en 1983 en Literaturas Comparadas en la Columbia University de Nueva York, especializándose después en periodismo. En aquellos años entró en el Opus Dei como miembro numerario.</div>
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<br /></div>
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Trabajó en la “United Press International” de Chicago, para la agencia “Reuters” y después para el semanario “Metropolitan”, hasta que fue enviado a Roma como corresponsal del semanario “National Catholic Register”. En 1990 comenzó a colaborar con el semanario Time y se hizo corresponsal fijo de la revista que proclamó, en 1994, a San Juan Pablo II “Hombre de año”.</div>
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En 2001 comenzó a trabajar para la televisión como corresponsal desde Roma para Fox News. En 2012 fue llamado por la Secretaría de Estado para la Sección de Asuntos Generales, como Consultor para la comunicación. El 21 de diciembre de 2015 fue nombrado Vicedirector de la Oficina de Prensa Santa Sede. Además del inglés, conoce el italiano, el español y el francés.</div>
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Paloma García Ovejero nació en Madrid el 12 de agosto de 1975. Tras graduarse en periodismo en 1998 en la Universidad Complutense de su ciudad, obtuvo un master en Estudios Vascos (Jakinet / Uned, en 2001) y la especialización en Management Strategies and Communication (en la Universidad de Nueva York, en 2006).</div>
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Desde 1998 fue redactora y conductora de la “Cadena Cope, Radio Española”, con el cargo de Jefa de Redacción.</div>
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En septiembre de 2012 fue nombrada corresponsal para Italia y para la Ciudad del Vaticano, colaborando, además de para la “Cadena Cope, Radio Española”, también para otras emisoras televisivas y diversas agencias periodísticas. Además del español, conoce el italiano, el inglés y el chino.</div>
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<br /></div>
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<i>(María Fernanda Bernasconi – RV).</i></div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-11407022457136263122016-07-11T10:56:00.003-07:002016-07-11T10:56:52.160-07:00Texto y audio de las palabras del Santo Padre Francisco a la hora del Ángelus (10/07/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/07/04/OSSROM127702_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/07/04/OSSROM127702_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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<a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00538738.mp3" target="_blank">audio mp3</a></div>
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!</div>
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<br /></div>
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Hoy la liturgia nos propone la parábola llamada del “buen samaritano”, tomada del Evangelio de Lucas (10, 25-37). Esta parábola, en su relato sencillo y estimulante, indica un estilo de vida, cuyo baricentro no somos nosotros mismos, sino los demás, con sus dificultades, que encontramos en nuestro camino y que nos interpelan. <a name='more'></a>Los demás nos interpelan. Y cuando los demás no nos interpelan, algo allí no funciona; algo en aquel corazón no es cristiano.</div>
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<br /></div>
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Jesús usa esta parábola en el diálogo con un Doctor de la Ley, a propósito del dúplice mandamiento que permite entrar en la vida eterna: amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos (vv. 25-28). “Sí – replica aquel Doctor de la Ley – pero dime, ¿quién es mi prójimo?” (v. 29).</div>
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<br /></div>
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También nosotros podemos plantearnos esta pregunta: ¿Quién es mi prójimo? ¿A quién debo amar como a mí mismo? ¿A mis parientes? ¿A mis amigos? ¿A mis compatriotas? ¿A los de mi misma religión?... ¿Quién es mi prójimo?</div>
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<br /></div>
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Y Jesús responde con esta parábola. Un hombre, a lo largo del camino de Jerusalén a Jericó, fue asaltado por unos ladrones, agredido y abandonado. Por aquel camino pasan primero un sacerdote y después un levita, quienes, aun viendo al hombre herido, no se detienen y siguen adelante (vv. 31-32). Después pasa un samaritano, es decir un habitante de la Samaria, y como tal, despreciado por los judíos porque no observaba la verdadera religión. Y, en cambio él, precisamente él, cuando vio a aquel pobre desventurado, “se conmovió”. “Se acercó y vendó sus heridas (…), “lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo” (vv. 33-34). Y al día siguiente, lo encomendó al dueño del albergue, pagó por él y dijo que también habría pagado el resto (Cfr. v. 35).</div>
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<br /></div>
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Llegados a este punto Jesús se dirige al Doctor de la Ley y le pregunta: “¿Cuál de los tres – el sacerdote, el levita o el samaritano – te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. Y aquel – porque era inteligente – responde naturalmente: “El que tuvo compasión de él” (vv. 36-37).</div>
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De este modo Jesús ha cambiado completamente la perspectiva inicial del Doctor de la Ley – ¡y también la nuestra! –: no debo catalogar a los demás para decidir quién es mi prójimo y quién no lo es. Depende de mí ser o no ser prójimo – la decisión es mía –, depende de mí ser o no ser prójimo de la persona que encuentro y que tiene necesidad de ayuda, incluso si es extraña o incluso hostil.</div>
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<br /></div>
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Y Jesús concluye: “Ve, y procede tú de la misma manera” (v. 37). ¡Hermosa lección! Y lo repite a cada uno de nosotros: “Ve, y procede tú de la misma manera”, hazte prójimo del hermano y de la hermana que ves en dificultad. “Ve, y procede tú de la misma manera”. Hacer obras buenas, no decir sólo palabras que van al viento. Me viene en mente aquella canción: “Palabras, palabras, palabras”. No. Hacer, hacer. Y mediante las obras buenas, que cumplimos con amor y con alegría hacia el prójimo, nuestra fe brota y da fruto. Preguntémonos – cada uno de nosotros responda en su propio corazón – preguntémonos: ¿Nuestra fe es fecunda? ¿Nuestra fe produce obras buenas? ¿O es más bien estéril, y por tanto está más muerta que viva? ¿Me hago prójimo o simplemente paso de lado? ¿Soy de aquellos que seleccionan a la gente según su propio gusto?</div>
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<br /></div>
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Está bien hacernos estas preguntas y hacérnoslas frecuentemente, porque al final seremos juzgados sobre las obras de misericordia. El Señor podrá decirnos: Pero tú, ¿te acuerdas aquella vez, por el camino de Jerusalén a Jericó? Aquel hombre medio muerto era yo. ¿Te acuerdas? Aquel niño hambriento era yo. ¿Te acuerdas? Aquel emigrante que tantos quieren echar era yo. Aquellos abuelos solos, abandonados en las casas para ancianos, era yo. Aquel enfermo solo en el hospital, al que nadie va a saludar, era yo.</div>
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<br /></div>
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Que la Virgen María nos ayude a caminar por la vía del amor, amor generoso hacia los demás, la vía del buen samaritano. Que nos ayude a vivir el mandamiento principal que Cristo nos ha dejado. Este es el camino para entrar en la vida eterna.</div>
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<br /></div>
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<b><i>Palabras del Santo Padre después del rezo del Ángelus</i></b></div>
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<a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00538735.mp3" target="_blank">audio mp3</a></div>
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Queridos hermanos y hermanas,</div>
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<br /></div>
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hoy se celebra el “Domingo del Mar”, en apoyo del cuidado pastoral de la gente del mar. Aliento a los marítimos y a los pescadores en su labor, a menudo dura y arriesgada, así como también a los capellanes y a los voluntarios en su precioso servicio. Que María, estrella del Mar, vele sobre ellos.</div>
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<br /></div>
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Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y de tantas partes de Italia y del mundo.</div>
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<br /></div>
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Dirijo un saludo especial a los peregrinos de Puerto Rico; a aquellos polacos que han cumplido una estafeta desde Cracovia hasta Roma. ¡Buenos! Y lo hago extensivo a los participantes en la gran peregrinación de la Familia de Radio María al Santuario de Częstochowa, llegada a su 25ª edición. He escuchado también a algunos de mis connacionales que no están callados. A los argentinos que están aquí, y que hacen lío, un saludo especial.</div>
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<br /></div>
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Saludo a las familias de la diócesis de Adria-Rovigo, a las Hermanas Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre, el Orden Seglar Teresiano, a los fieles de Limbiate y a la Comunidad Misionera Juan Pablo II.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!</div>
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<br /></div>
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(Raúl Cabrera-RV)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-86254132415555258952016-07-11T10:50:00.001-07:002016-07-11T10:50:31.381-07:00Mensaje del Papa Francisco por el Bicentenario de la Independencia Argentina<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/04/11/EPA1708792_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/04/11/EPA1708792_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00538569.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Ciudad del Vaticano, 8 de julio de 2016.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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S.E.R. Mons. José María Arancedo</div>
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<br /></div>
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Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Buenos Aires</div>
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<br /></div>
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Querido hermano: En vísperas de la celebración del bicentenario de la lndependencia quiero hacer llegar un cordial saludo, a vos, a los hermanos Obispos, a las Autoridades nacionales y a todo el Pueblo argentino. <a name='more'></a>Deseo que esta celebración nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años. Con tales augurios expreso a todos los argentinos mi cercanía y la seguridad de mi oración.</div>
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<br /></div>
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De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria.</div>
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<br /></div>
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Sí, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraiza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: "éste es capaz hasta de vender a la madre"; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender... y tampoco a la Madre Patria.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Celebramos doscientos años de camino de una Patria que, en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacia la Patria Grande, la que soñaron San Martin y Bolívar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos. Por esa Patria Grande también rezamos hoy en nuestra celebración: que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones.</div>
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<br /></div>
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Con estos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los "memoriosos" de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta "cultura del descarte" que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños , fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (cf. Jl 4, 1). Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que -inspirados en esos mismos sueños- corran hacia adelante con la creatividad de la profecía.</div>
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<br /></div>
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Querido hermano pido a Dios, nuestro Padre y Señor, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Lujan que, como madre, nos cuide en nuestro camino. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí.</div>
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<br /></div>
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Fraternalmente Francisco</div>
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<br /></div>
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(jesuita Guillermo Ortiz - Radio Vaticana)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-16221148757507791242016-07-11T10:46:00.001-07:002016-07-11T10:46:33.084-07:00Texto y audio del Video Mensaje del Santo Padre para la Campaña de Caritas Internationalis por la paz en Siria (05/07/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/06/27/RV7504_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/06/27/RV7504_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00538050.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Hoy quiero hablarles de algo que entristece mucho mi corazón: la guerra en Siria, que ya entró en su quinto año. Es una situación de sufrimiento indescriptible, cuya víctima es el pueblo sirio, obligado a sobrevivir bajo las bombas o buscando vías de evacuación a otros países o áreas de Siria, menos desgarradas por la guerra: abandonan sus hogares, todo... T<a name='more'></a>ambién pienso en las comunidades cristianas, a las que mando todo mi apoyo, a causa de la discriminación que tienen que soportar.</div>
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<br /></div>
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Me gustaría hacer aquí una exhortación a todos los fieles y a todos aquellos que están comprometidos con Caritas, en la construcción de una sociedad más justa. Mientras que el pueblo sufre, una increíble cantidad de dinero se gasta para proporcionar armas a los combatientes. Y algunos de los países proveedores de estas armas también se encuentran entre los que hablan de paz. ¿Cómo se puede creer en quienes con la mano derecha te acarician y te golpean con la izquierda?</div>
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<br /></div>
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Animo a todos, adultos y jóvenes, a vivir con entusiasmo este Año de la Misericordia para vencer la indiferencia y proclamar con fuerza que ¡la paz en Siria es posible! ¡La paz en Siria es posible!</div>
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Por eso, somos llamados a encarnar esta Palabra de Dios: "Porque yo sé muy bien lo que haré por ustedes; les quiero dar paz y no desgracia y un porvenir lleno de esperanza - palabra de Dios” (Jeremías 29 , 11).</div>
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<br /></div>
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Les invito a orar por la paz en Siria y por su pueblo, en ocasión de vigilias de oración, de iniciativas de sensibilización en grupos, en parroquias y comunidades, para difundir un mensaje de paz, un mensaje de unidad y esperanza.</div>
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<br /></div>
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Que a la oración, sigan luego obras de paz. Les invito que se dirijan a aquellos que están involucrados en las negociaciones de paz, para que tomen en serio estos acuerdos y se comprometan a facilitar el acceso a la ayuda humanitaria.</div>
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<br /></div>
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Todo el mundo debe reconocer que no existe una solución militar para Siria: sólo una política. Por lo tanto, la comunidad internacional debe apoyar las conversaciones de paz para construir un gobierno de unidad nacional.</div>
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<br /></div>
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Unamos fuerzas, a todos los niveles, para asegurarnos de que la paz sea posible en la amada Siria.</div>
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¡Esto sí que será un grandioso ejemplo de misericordia y amor vivido por el bien de toda la comunidad internacional!</div>
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<br /></div>
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¡Que el Señor les bendiga y la Virgen les guarde!</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Gracias.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-9942723084605820292016-07-04T11:22:00.002-07:002016-07-04T11:22:30.249-07:00Audio y texto completo de las palabras del Papa en el rezo del Ángelus (03/07/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/30/OSSROM127600_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/30/OSSROM127600_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537827.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!</div>
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<br /></div>
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La página evangélica de hoy, tomada del décimo capítulo del Evangelio de Lucas (1-12 17-20), nos hace comprender cuán necesario es invocar a Dios «el Señor de la mies, para que envíe obreros para su mies» (2). Los ‘obreros’ de los que habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios, a los que Él mismo llamaba y enviaba «de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir».<a name='more'></a> (1) Su tarea es anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos los misioneros, que anuncian siempre un mensaje de salvación a todos, no sólo a los misioneros que van lejos, también nosotros misioneros cristianos que decimos una palabra buena de salvación. Y éste es el don que nos da Jesús con el Espíritu Santo. Y este anuncio es el de decir: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». (9). En efecto, Jesús ha «acercado» a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y ésta es la Buena Noticia que los «obreros» deben llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús, cuando envía a sus discípulos para que lo precedan en las aldeas, les recomienda: «Digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»… «Curen a sus enfermos» (5 y 9) Todo ello quiere decir que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres. Es una cosa linda ¡eh! Construir día tras día este Reino de Dios que se va haciendo. No destruir, construir.</div>
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<br /></div>
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¿Con qué espíritu el discípulo de Jesús deberá desarrollar esta misión? Ante todo, deberá tener conciencia de la realidad difícil y a veces hostil que le espera. Pero Jesús no ahorra palabras sobre esto ¡eh! Jesús dice: «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos» (3), clarísimo. La hostilidad que está desde siempre, desde el comienzo de las persecuciones de los cristianos, porque Jesús sabe que la misión está obstaculizada por la obra del maligno. Por ello, el obrero del Evangelio se esforzará en estar libre de condicionamientos humanos de todo tipo, no llevando ni dinero, ni alforja, ni calzado (cfr 4), como ha recomendado Jesús, para confiar sólo en el poder de la Cruz de Cristo. Ello significa abandonar todo motivo de vanagloria personal, de arribismo, de fama, de poder, y ser instrumentos humildes de la salvación obrada por el sacrificio de Jesús, muerto y resucitado por nosotros».</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La misión del cristiano en el mundo es una misión estupenda, es una misión destinada a todos, una misión de servicio sin excluir a nadie; requiere tanta generosidad y sobre todo elevar la mirada y el corazón, para invocar la ayuda del Señor. Hay tanta necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día. Los discípulos enviados por Jesús «volvieron llenos de alegría (17). Cuando hacemos esto, el corazón se llena de alegría. Y esta expresión me hace pensar en cómo se alegra la Iglesia, se alegra cuando sus hijos reciben la Buena Noticia gracias a la dedición de tantos hombres y mujeres que cotidianamente anuncian el Evangelio: sacerdotes, esos párrocos buenos que todos conocemos, religiosas, consagradas, misioneras, misioneros, y me pregunto, escuchen la pregunta: ¿cuántos de ustedes jóvenes, que ahora están presentes, hoy, en la plaza, perciben la llamada del Señor a seguirlo? ¡No tengan miedo! Sean valientes y lleven a los otros esta antorcha del celo apostólico que nos ha sido dada por estos ejemplares discípulos.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Roguemos al Señor, por intercesión de la Virgen María, para que no falten nunca a la Iglesia corazones generosos, que trabajen para llevar a todos el amor y la ternura del Padre celeste».</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Traducción del italiano, Cecilia de Malak – RV)</div>
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<br /></div>
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<b>Palabras de Papa Francisco después del Ángelus</b></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537826.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas,</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Expreso mi cercanía a los familiares de las víctimas y de los heridos del atentado sucedido ayer en Dacca y también del sucedido en Bagdad. Recemos juntos. Recemos juntos por ellos, por los difuntos y pidamos al Señor para convertir el corazón de los violentos cegados por el odio. (Ave María…)</div>
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<br /></div>
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Les saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos llegados desde Italia y desde diversos países. En particular al grupo de Bérgamo (Italia) guiado por el Obispo. Los bergamascos no han escatimado en la pancarta, ¿eh? ¡Se ve bien! A aquellos de Braganza- Miranda (Portugal); las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón que vienen desde Corea con algunos fieles; los jóvenes de Ibiza que se preparan para la confirmación; y el grupo de peregrinos venezolanos. También querría saludar a mis connacionales de La Rioja, del Chilecito: se ve bien la bandera ahí, ¡eh!</div>
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<br /></div>
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Saludo a algunas peregrinaciones especiales, bajo el amparo de la Misericordia: a los fieles de Ascoli Piceno, llegados a pie por la vía Salaria antigua; a los socios de la Federación Italiana de Turismo Ecuestre, llegados a caballo, algunos incluso desde Cracovia; y aquel en bicicleta y motocicleta desde Cardito (Nápoles).</div>
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<br /></div>
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Saludo finalmente a la Asociación “Migas de esperanza de Carla Zichetti”, la Familia Camiliana Laica, la Escuela materna de Verdellino, y los muchachos de Albino y Desenzano, y aquellos de Sassari.</div>
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<br /></div>
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En el Año Santo de la Misericordia me agrada recordar que el próximo miércoles celebraremos la memoria de santa María Goretti, la muchacha mártir que antes de morir perdonó a su asesino. Esta valiente muchacha merece un aplauso de toda la plaza, ¡eh!</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y a todos les deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Buen almuerzo y hasta la vista!</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Mónica Zorita-RV)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-4490452588373623892016-07-04T11:18:00.002-07:002016-07-04T11:18:38.019-07:00Texto y audio completo del video mensaje del Papa Francisco a los participantes en el 4° Encuentro Internacional de las Comunidades y Movimientos cristianos de Juntos por Europa , reunidos en Múnich, Alemania (02/07/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/05/RV15385_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/05/RV15385_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537748.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos amigos de Juntos por Europa,</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Sé que están reunidos en Múnich de Baviera muchos Movimientos y Grupos, provenientes de varias Iglesias y Comunidades, para su congreso con el título: “Encuentro - Reconciliación - Futuro”.<a name='more'></a></div>
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<br /></div>
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Tienen razón. Es hora de que nos pongamos juntos, para afrontar con verdadero espíritu europeo las problemáticas de nuestro tiempo. Además de algunos muros visibles, se refuerzan también los invisibles, que tienden a dividir este continente. Muros que se alzan en los corazones de las personas. Muros hechos de miedo y de agresividad, de falta de comprensión hacia las personas de distintos orígenes o convicciones religiosas. Muros de egoísmo político y económico, sin respeto a la vida y a la dignidad de cada persona.</div>
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<br /></div>
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Europa se encuentra en un mundo complejo y fuertemente en movimiento, cada vez más globalizado y, por eso, cada vez menos euro céntrico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si reconocemos estas problemáticas epocales, debemos tener el valor de decir: ¡necesitamos un cambio! Europa está llamada a reflexionar y a preguntarse si su inmenso patrimonio, impregnado de cristianismo, pertenece a un museo, o por el contrario, es capaz todavía de inspirar la cultura y de donar sus tesoros a toda la humanidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Están reunidos para afrontar juntos estos desafíos abiertos en Europa, y para mostrar testimonios de una sociedad civil que trabaja en red para la acogida y la solidaridad hacia los más débiles y desafortunados, para construir puentes, para superar los conflictos declarados o latentes.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La historia de Europa es la historia de un continuo encuentro entre el Cielo y la tierra: el Cielo indica la apertura a lo Trascendente, a Dios, que desde siempre ha caracterizado al hombre europeo; y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de afrontar situaciones y problemas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También ustedes, Comunidades y Movimientos cristianos nacidos en Europa, son portadores de múltiples carismas, dones de Dios para ponerlos a disposición. “Juntos por Europa” es una fuerza de cohesión, con el claro objetivo de traducir los valores, que son la base del cristianismo, en una respuesta concreta a los desafíos de un continente en crisis.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Su estilo de vida se basa en el amor recíproco, vivido con radicalidad evangélica. Una cultura de la reciprocidad significa: confrontarse, estimarse, acogerse, sostenerse mutuamente. Significa valorar la variedad de los carismas, para converger hacia la unidad y enriquecerla. La presencia de Cristo entre vosotros, transparente y tangible, es el testimonio que induce a creer.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Toda unidad auténtica vive de la riqueza de las diversidades que la componen — como una familia, que está tanto más unida cuanto más cada uno de sus componentes puede ser profundamente sí mismo sin temor. Si toda Europa quiere ser una familia de pueblos: que vuelva a poner en el centro a la persona humana, que sea un continente abierto y acogedor, que siga realizando formas de cooperación no sólo económica sino también social y cultural.</div>
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<br /></div>
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Dios siempre trae novedad. ¡Cuántas veces lo han experimentado ya en su vida! ¿Estamos también hoy abiertos a sus sorpresas? Ustedes, que han respondido con valentía a la llamada del Señor, están llamados a mostrar su novedad en la vida y así, hacer florecer los frutos del Evangelio, frutos germinados de las raíces cristianas, que desde hace 2000 años nutren a Europa. ¡Y producirán frutos aún más grandes! Mantengan la frescura de sus carismas; tengan vivo sus “Juntos”, y ¡amplíenlo! Hagan que sus casas, comunidades y ciudades sean laboratorios de comunión, de amistad y de fraternidad, capaces de integrar, abiertos al mundo entero.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Juntos por Europa? Hoy es más necesario que nunca. En una Europa de muchas naciones, ustedes testimonian que somos hijos del único Padre y hermanos y hermanas entre nosotros. Son una semilla de esperanza preciosa, para que Europa redescubra su vocación de contribuir a la unidad de todos.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-31086638596841902792016-06-30T07:15:00.002-07:002016-06-30T07:15:11.454-07:00Texto completo de la catequesis del Papa Francisco (30/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/05/27/AFP4209164_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2015/05/27/AFP4209164_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537433.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!</div>
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<br /></div>
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¡Cuántas veces, durante estos primeros meses del Jubileo, hemos escuchado hablar de las obras de misericordia! Hoy el Señor nos invita a hacer un serio examen de conciencia. Es bueno, de hecho, no olvidar nunca que la misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida. Una persona puede ser misericordiosa o puede ser no misericordiosa. <a name='more'></a>Es un estilo de vida, yo elijo vivir como misericordioso o elijo vivir como no misericordioso. Una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir la misericordia. Parafraseando las palabras del apóstol Santiago (cfr 2,14-17) podemos decir: la misericordia sin las obras está muerta en sí misma. ¡Propiamente! Lo que hace viva la misericordia es su constante dinamismo para ir hacia el encuentro de las necesidades de aquellos que están en dificultad espiritual y material. La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar, manos para levantar…</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La vida cotidiana nos permite tocar con las propias manos tantas exigencias de las personas más pobres y más probadas. A nosotros se nos pide aquella atención particular que nos lleva a darnos cuenta del estado de sufrimiento y necesidad en el que están tantos hermanos y hermanas. A veces, pasamos delante de situaciones de dramática pobreza y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada pasara, en una indiferencia que al final nos hace hipócritas y, sin que nos demos cuenta, termina en una forma de letargo espiritual que hace insensible el ánimo y estéril la vida.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hay gente que pasa por la vida, que va por la vida, sin notar las necesidades de los otros, sin ver tantas necesidades, espirituales y materiales, es gente que pasa sin vivir, es gente que no sirve a los otros. Y recuerden bien: quien no vive para servir, no sirve para vivir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Cuántos son los aspectos de la misericordia de Dios hacia nosotros! Del mismo modo, cuántos rostros se dirigen a nosotros para obtener misericordia. Quien ha experimentado en la propia vida la misericordia del Padre no puede permanecer insensible frente a las necesidades de los hermanos. La enseñanza de Jesús que hemos escuchado no permite vías de escape: Tenía hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba desnudo, prófugo, enfermo, preso y me han ayudado (cfr Mt 25,35-36). No se puede hacer esperar a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos dice esto. Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan a remangarse las mangas para aliviar el sufrimiento.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y espirituales se han multiplicado: demos, pues, espacio a la fantasía de la caridad para individuar nuevas modalidades operativas. De este modo, el camino de la misericordia será siempre más concreto. A nosotros, por lo tanto, se nos pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mirar lo esencial ¿qué significa? Mirar a Jesús. Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros. Mirar a Jesús en aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía. Estas son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente. ¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora pasamos a otra cosa…</div>
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<br /></div>
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Hace unos días el Señor me ha concedido visitar Armenia, la primera nación que abrazó el cristianismo, al inicio del siglo IV. Un pueblo que, en el curso de su larga historia, ha testimoniado la fe cristiana con el martirio. Doy gracias a Dios por este viaje, y estoy vivamente agradecido al Presidente de la República de Armenia, al Catholicós Karekin II, al Patriarca, a los Obispos Católicos y a todo el pueblo armenio por haberme acogido como peregrino de fraternidad y de paz.</div>
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<br /></div>
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Dentro de tres meses haré, si Dios quiere, otro viaje a Georgia y Azerbaiyán, otros dos países de la región del Cáucaso. He recibido la invitación a visitar estos países por dos motivos: por una parte valorizar las antiguas raíces cristianas presentes en aquellas tierras –siempre en espíritu de diálogo con las otras religiones y culturas- y por otra parte, animar esperanzas y senderos de paz. La historia nos enseña que el camino de la paz requiere una gran tenacidad y continuos pasos, comenzando por aquellos pequeños y poco a poco haciéndoles crecer, yendo el uno al encuentro del otro. Precisamente por esto, mi deseo es que todos y cada uno den su propia contribución para la paz y la reconciliación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como cristianos estamos llamados a reforzar entre nosotros la comunión fraterna, para dar testimonio del Evangelio de Cristo y para ser levadura de una sociedad más justa y solidaria. Por esto, toda la visita ha sido compartida con el Supremo Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia, quien fraternamente me ha hospedado por tres días en su casa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Renuevo mi abrazo a los Obispos, a los sacerdotes, a las religiosas y a los religiosos y a todos los fieles en Armenia. La Virgen María, nuestra Madre, los ayude a permanecer firmes en la fe, abiertos al encuentro y generosos en las obras de misericordia. Gracias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Traducción del italiano, Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-9455024088846462882016-06-30T07:09:00.001-07:002016-06-30T07:09:50.261-07:00Texto y audio de la homilía del Santo Padre Francisco en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo (29/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/29/ANSA1034079_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/29/ANSA1034079_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537213.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
La Palabra de Dios de esta liturgia contiene un binomio central: cierre -apertura. A esta imagen podemos unir el símbolo de las llaves, que Jesús promete a Simón Pedro para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no cerrarlo para la gente, como hacían algunos escribas y fariseos hipócritas a los que Jesús reprende (cf. Mt 23, 13).<a name='more'></a></div>
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<br /></div>
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La lectura de los Hechos de los Apóstoles (12,1-11) nos presenta tres encierros: el de Pedro en la cárcel; el de la comunidad reunida en oración; y – en el contexto cercano de nuestro pasaje – el de la casa de María, madre de Juan, llamado Marcos, donde Pedro va a llamar después de haber sido liberado.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con respecto a los encierros, la oración aparece como la principal vía de salida: salida de la comunidad, que corre el peligro de encerrarse en sí misma debido a la persecución y al miedo; salida para Pedro, que al comienzo de su misión que le había sido confiada por el Señor, es encarcelado por Herodes, y corre el riesgo de ser condenado a muerte. Y mientras Pedro estaba en la cárcel, «la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5). Y el Señor responde a la oración y le envía a su ángel para liberarlo, «arrancándolo de la mano de Herodes» (cf. v. 11). La oración, como humilde abandono en Dios y en su santa voluntad, es siempre una forma de salir de nuestros encierros personales y comunitarios. Es la gran vía de salida de las cerrazones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También Pablo, escribiendo a Timoteo, habla de su experiencia de liberación, la salida del peligro de ser, él también, condenado a muerte; en cambio, el Señor estuvo cerca de él y le dio fuerzas para que pudiera llevar a cabo su trabajo de evangelizar a los gentiles (cf. 2 Tm 4,17). Pero Pablo habla de una «apertura» mucho mayor, hacia un horizonte infinitamente más amplio: el de la vida eterna, que le espera después de haber terminado la «carrera» terrena. Es muy bello ver la vida del Apóstol toda «en salida» gracias al Evangelio: toda proyectada hacia adelante, primero para llevar a Cristo a cuantos no le conocen, y luego para saltar, por así decirlo, en sus brazos, y ser llevado por élque lo salvará llevándolo a su reino celestial» (cf. v. 18).</div>
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<br /></div>
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Volvamos a Pedro. El relato Evangélico (Mt 16,13-19) de su profesión de fe y la consiguiente misión confiada por Jesús nos muestra que la vida de Simón, pescador de Galilea ‒ como la vida de cada uno de nosotros ‒ se abre, florece plenamente cuando acoge de Dios la gracia de la fe.</div>
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<br /></div>
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Entonces, Simón se pone en el camino – un camino largo y duro – que le llevará a salir de sí mismo, de sus seguridades humanas, sobre todo de su orgullo mezclado con valentía y con generoso altruismo. En este su camino de liberación, es decisiva la oración de Jesús: «yo he pedido por ti (Simón), para que tu fe no se apague» (Lc 22,32). Es igualmente decisiva la mirada llena de compasión del Señor después de que Pedro le hubiera negado tres veces: una mirada que toca el corazón y disuelve las lágrimas de arrepentimiento (cf. Lc22,61-62). Entonces Simón Pedro fue liberado de la prisión de su ego orgulloso, de su ego miedoso, y superó la tentación de cerrarse a la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como ya he dicho, en el contexto inmediato del pasaje de los Hechos de los Apóstoles, hay un detalle que nos puede hacer bien resaltar (cf. 12.12-17). Cuando Pedro se encuentra milagrosamente libre, fuera de la prisión de Herodes, va a la casa de la madre de Juan, llamado Marcos. Llama a la puerta, y desde dentro responde una sirvienta llamada Rode, la cual, reconociendo la voz de Pedro, en lugar de abrir la puerta, incrédula y llena de alegría corre a contárselo a su señora. El relato, que puede parecer cómico, y que puede dar inicio al llamado complejo de Rode, nos hace percibir el clima de miedo en el que vivía la comunidad cristiana, que permanecía encerrada en la casa, y cerrada también a las sorpresas de Dios. Pedro llama a la puerta: “¡Mira!”. Está la alegría, está el miedo… “Pero. ¿abrimos, no abrimos?”. Y él corre peligro, porque la policía puede tomarlo… Pero el miedo hace que nos detengamos, ¡nos detiene siempre! Nos cierra, nos cierra a las sorpresas de Dios.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Este detalle nos habla de la tentación que existe siempre para la Iglesia: decerrarse en sí misma de cara a los peligros. Pero incluso aquí hay un resquicio a través del cual puede pasar a la acción de Dios: dice Lucas que en aquella casa, «había muchos reunidos en oración» (v. 12). La oración permite a la gracia abrir una vía de salida: del cerramiento a la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría. Y podemos añadir: de la división a la unidad. Sí, lo decimos hoy junto a nuestros hermanos de la delegación enviada por el querido Patriarca Ecuménico Bartolomé, para participar en la fiesta de los Santos Patronos de Roma. Una fiesta de comunión para toda la Iglesia, como pone de manifiesto la presencia de los Arzobispos Metropolitanos venidos para la bendición de los Palios, que les serán impuestos por mis Representantes en sus respectivas sedes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Que los santos Pedro y Pablo intercedan por nosotros, para que podamos hacer este camino con la alegría, experimentar la acción liberadora de Dios y testimoniarla a todos.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-51577841765247634892016-06-30T07:06:00.001-07:002016-06-30T07:06:24.697-07:00Texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus (29/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/19/AFP5433193_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/19/AFP5433193_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537249.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Celebramos hoy la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y su testimonio. Sobre la fe de estos dos Apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos.<a name='more'></a> Sin embargo, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan, no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1 – Lc 10,1). En cierto sentido, también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos entre sí: Pedro «un humilde pescador». Pablo «maestro y doctor», como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y caridad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pedro y Pablo vuelven hoy idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren volver a traer a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Atesoremos su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Durante la Santa Misa, en la Basílica de San Pedro, esta mañana, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación. Y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y en especial con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación llegada a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común.</div>
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<br /></div>
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A la Virgen María, Salus Populi Romani, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».</div>
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(Traducción del italiano: Cecilia de Malak – RV)</div>
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<b><i><br /></i></b></div>
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<b><i>Palabras del Papa después del Ángelus:</i></b></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537244.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas,</div>
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<br /></div>
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ayer por la noche, en Estambul, se llevó a cabo un atroz ataque terrorista que ha matado y herido a muchas personas. Recemos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos sobre la vía de la paz. Recemos todos en silencio. Ave María (…)</div>
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<br /></div>
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Se ha concluido hace poco en Roma, la Conferencia Internacional sobre las inversiones responsables de impacto social, titulada: “Hacer del Año de la Misericordia un acto de impacto para los pobres”. Que puedan las inversiones privadas, junto con aquellas públicas, favorecer a la superación de la pobreza de tantas personas marginadas.</div>
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<br /></div>
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Dirijo un cordial saludo a todos ustedes, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles individuales provenientes de Italia y de tantas partes del mundo, especialmente de España, de Ucrania y de China. Saludo a los estudiantes de las escuelas católicas de Londres y de los Estados Unidos de América, y las Hermanas USMI de Lombardía.</div>
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<br /></div>
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Mi saludo de hoy va sobre todo para los fieles de Roma, ¡en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, Patronos de la Ciudad! Por esta ocasión la asociación “Pro Loco” de Roma ha promovido la tradicional “Infiorata”, -alfombra de flores- realizada por diversos artistas y por los voluntarios del Servicio Civil. ¡Gracias por esta iniciativa y por las bellas representaciones florales! También deseo recordar el espectáculo pirotécnico que tendrá lugar esta noche en la Plaza del Pueblo, cuya recaudación irá destinada a apoyar obras de caridad en Tierra Santa y en los Países de Medio Oriente.</div>
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<br /></div>
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A todos les deseo una buena fiesta. La fiesta de los patronos de Roma. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!</div>
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<br /></div>
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(Mónica Zorita- Radio Vaticano)</div>
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<b><i><br /></i></b></div>
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<b><i>Palabras del Papa en español:</i></b></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537378.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas:</div>
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La misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida. Parafraseando las palabras del apóstol Santiago podemos decir: la misericordia sin obras está muerta por dentro.</div>
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<br /></div>
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La vida diaria nos permite palpar tantas exigencias con relación a las personas más pobres y vulnerables. Encontramos situaciones dramáticas de pobreza y parece que no nos afecta; todo continúa como si eso fuera normal.</div>
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<br /></div>
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Quien ha experimentado la misericordia del Padre no puede permanecer indiferente ante las necesidades de los hermanos. Las palabras de Jesús no admiten respuestas evasivas: tenía hambre y me has dado de comer; tenía sed y me has dado beber; estaba desnudo, enfermo, en la cárcel, era prófugo y me has asistido. No se puede dar largas a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Las obras de misericordia no son teoría, son testimonio concreto.</div>
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<br /></div>
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Doy gracias al Señor por mi reciente viaje a Armenia. Agradezco al Presidente de la República, al Catholicós Karekin II, al Patriarca y a los Obispos Católicos y a todo el pueblo armenio por acogerme como peregrino de fraternidad y de paz. Si Dios quiere, dentro de tres meses, viajaré a Georgia y Azerbaiyán. He decidido visitar estos países de la región del Cáucaso para apreciar sus antiguas raíces cristianas y alentar la esperanza y los caminos de paz.</div>
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<br /></div>
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*******</div>
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<br /></div>
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, provenientes de España y Latinoamérica. Que María, Madre de Misericordia, nos ayude a dar espacio a la fantasía de la caridad para que el camino de la misericordia sea cada vez más concreto. Muchas gracias.</div>
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<br /></div>
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(MZ-RV)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-64220257499093169722016-06-30T07:01:00.000-07:002016-06-30T07:01:20.979-07:00Texto completo del prefacio escrito por el Papa Francisco para el libro “Enseñar y aprender el amor de Dios” que recoge textos de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI sobre el sacerdocio.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2013/12/27/OSSROM8504_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2013/12/27/OSSROM8504_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537063.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando leo las obras de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI me resulta cada vez más claro que él ha hecho y hace «teología de rodillas»: de rodillas porque, antes incluso que ser un grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un hombre de paz, un hombre de Dios.<a name='more'></a> Y así él encarna ejemplarmente el corazón de toda la acción sacerdotal: ese profundo enraizamiento en Dios sin el cual toda la capacidad organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el dinero y el poder resultan inútiles; él encarna esa constante relación con el Señor Jesús sin la cual nada es ya verdadero, todo se convierte en rutina, los sacerdotes en asalariados, los obispos en burócratas y la Iglesia deja de ser la Iglesia de Cristo y se convierte en un producto nuestro, una ONG a fin de cuentas superflua.</div>
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<br /></div>
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El sacerdote es aquel que «encarna la presencia de Cristo, testimoniando su presencia salvífica», escribe en este sentido Benedicto XVI en la Carta de proclamación del Año sacerdotal. Leyendo este volumen, se ve claramente como él mismo, en sesenta y cinco años de sacerdocio que hoy celebramos, ha vivido y vive, ha testimoniado y testimonia ejemplarmente esta esencia del actuar sacerdotal.</div>
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<br /></div>
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El cardenal Ludwig Gerhard Müller ha afirmado con autoridad que la obra teológica de Joseph Ratzinger, antes, y de Benedicto XVI, después, lo sitúa en esa serie de grandísimos teólogos que han ocupado la cátedra de Pedro; como, por ejemplo, el papa León Magno, santo y doctor de la Iglesia.</div>
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<br /></div>
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Renunciando al ejercicio activo del ministerio petrino, Benedicto XVI ha decidido ahora dedicarse totalmente al servicio de la oración: «El Señor me llama a “subir al monte” a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia, más aún, si Dios me pide esto es propiamente para que pueda continuar sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que he tratado de hacerlo hasta ahora», ha dicho en el último y conmovedor Ángelus que ha rezado. Desde este punto de vista, a la justa consideración del Prefecto para la Doctrina de la Fe, querría añadir que quizás es precisamente hoy, como papa emérito, cuando él nos está impartiendo del modo más evidente una de sus más grandes lecciones de «teología de rodillas».</div>
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<br /></div>
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Porque Benedicto XVI nos sigue testimoniando, quizás ahora, sobre todo, desde el Monasterio Mater Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso, el «factor decisivo», ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que los diáconos, los sacerdotes y los obispos nunca deben olvidar, a saber, que el primer y el más importante servicio no es la gestión de los «asuntos corrientes», sino rezar por los demás, sin interrupción, con alma y cuerpo, precisamente como lo hace hoy el papa emérito: constantemente inmerso en Dios, con el corazón siempre dirigido a Él, como un amante que en cada instante piensa en el amado, haga lo que haga. Así, Su Santidad, Benedicto XVI, con su testimonio, nos muestra cuál es la verdadera oración: no la ocupación de algunas personas consideradas particularmente devotas y quizás tenidas por poco aptas para resolver problemas prácticos, para ese «hacer» que, sin embargo, los más «activos» creen que es el elemento decisivo de nuestro servicio sacerdotal, relegando así de hecho la oración al «tiempo libre». Orar no es tampoco simplemente una buena práctica para poner un poco en paz la propia conciencia, o solo un medio devoto para obtener de Dios lo que en un momento determinado creemos que sirve. No. La oración, nos dice en este libro y nos testimonia Benedicto XVI, es el factor decisivo: es una intercesión de la que tienen más necesidad que nunca tanto la Iglesia como el mundo —y tanto más en este momento de verdadero y propio cambio de época—; tienen necesidad de ella como del pan, más que del pan. Porque orar es confiar la Iglesia a Dios, con la conciencia de que la Iglesia no es nuestra, sino Suya, y que precisamente por esto él no la abandonará; porque orar significa confiar el mundo y la humanidad a Dios; la oración es la clave que abre el corazón de Dios, es la única que consigue introducir de nuevo a Dios siempre, continuamente, en este mundo nuestro, y es, a la vez, la única que consigue introducir de nuevo a los hombres y al mundo siempre, continuamente, en Él, como el hijo pródigo que vuelve a su Padre, lleno de amor por él, y no espera más que poder abrazarlo. Benedicto XVI no olvida que la oración es la primera tarea del obispo.</div>
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<br /></div>
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Y así, orar verdaderamente va de la mano con la conciencia de que el mundo sin la oración no solo pierde rápidamente su orientación, sino también la auténtica fuente de la vida: «Porque sin la vinculación con Dios somos como satélites que han perdido su órbita y caemos como enloquecidos en el vacío, no solo desintegrándonos nosotros mismos, sino amenazando también a los demás», escribe Joseph Ratzinger, ofreciéndonos una de sus tantas estupendas imágenes esparcidas en este libro.</div>
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<br /></div>
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¡Queridos hermanos! Yo me permito decir que si alguno de vosotros tuviera en algún momento dudas sobre el centro del propio ministerio, sobre su sentido, sobre su utilidad, si en algún momento le vinieran dudas sobre lo que los hombres esperan verdaderamente de nosotros, medite profundamente las páginas que se nos ofrecen en este libro, porque los hombres esperan de nosotros sobre todo lo que en este libro encontraréis escrito y testimoniado: que les llevemos a Jesucristo y que les conduzcamos a Él, al agua fresca y viva, de la que tienen sed más que de cualquier otra cosa, el agua que solo Él puede regalarnos y que ningún sucedáneo podrá nunca remplazar; que les conduzcamos a realizar ese sueño más íntimo que tienen y que ningún poder podrá nunca prometerles ver cumplido.</div>
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<br /></div>
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No es casualidad que la iniciativa de este volumen —junto con la de dar vida muy oportunamente a una Serie de libros temáticos sobre el pensamiento de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI— haya partido de un laico, el profesor Pierluca Azzaro, y de un sacerdote, el reverendo padre Carlos Granados. A ellos va mi cordial agradecimiento, bendición y apoyo por el importante proyecto, junto con el reverendo don Giuseppe Costa, director de la Librería Editrice Vaticana, que publica la Opera Omnia de Joseph Ratzinger. No es casualidad, decía, porque el volumen que hoy presento está dirigido en la misma medida a los sacerdotes y a los fieles laicos; como magistralmente testimonia, entre tantas, esta página del libro que ofrezco a los religiosos y a los laicos como una última y segura invitación a la lectura: «Casualmente he leído en estos días un relato sobre estas cuestiones, en el que el gran escritor francés Julien Green describe las peripecias de su conversión. Cuenta él cómo en el período de entreguerras vivía tal como vive un hombre de hoy, con todas las permisividades que éste se da a sí mismo; ni mejor ni peor, esclavo de los placeres, que están ahí junto con Dios, de forma que, por una parte los necesita, para hacer soportable su vida, y al mismo tiempo encuentra insoportable esa vida. Él es un hombre que busca dónde podría encontrar una salida, establece algunas relaciones. Un día va a ver al gran teólogo Henri Bremond, pero el resultado es sólo una conversación de carácter académico, planteamientos de carácter teorético, que nada le ayudan. Entonces entra en relación con dos grandes filósofos, el matrimonio Jacques y Raissa Maritain. Raissa Maritain lo remite a un dominico polaco. Él se dirige a aquél y le describe la situación de su vida desgarrada. El sacerdote le dice: ¿Y está usted conforme con esa vida? ¡No, claro que no! A usted le gustaría vivir de otro modo, ¿se arrepiente? ¡Sí! Y entonces sucede algo inesperado. El sacerdote le dice: ¡Arrodíllese! Ego te absolvo a peccatis tuis, yo te absuelvo. Julien Green escribe: Entonces me di cuenta de que, en el fondo, siempre había estado esperando ese instante, siempre había estado esperando a que en cualquier momento hubiese alguien que me dijese: Arrodíllate, yo te absuelvo; me fui a casa, yo no era otro, no, finalmente había vuelto a ser yo mismo».</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-49200458949674402602016-06-27T12:54:00.000-07:002016-06-27T12:54:26.117-07:00Texto completo de la Declaración Conjunta de Su Santidad Francisco y Su Santidad Karekin II, en la Santa Etchmiadzin, República de Armenia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/27/OSSROM127032_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/27/OSSROM127032_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536971.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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«Hoy, en la Santa Etchmiadzin, centro espiritual de todos los armenios, nosotros, Papa Francisco y el Catholicós de todos los Armenios Karekin II, elevamos nuestras mentes y nuestros corazones en acción de gracias al Todopoderoso por la continua y creciente cercanía en la fe y el amor entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica,<a name='more'></a> en su testimonio común del mensaje del Evangelio de la salvación, en un mundo desgarrado por la guerra y deseoso de consuelo y esperanza. Damos gracias a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por permitirnos reunirnos en la tierra bíblica de Ararat, que permanece como recordatorio de que Dios será siempre nuestra protección y salvación. Nos sentimos espiritualmente gozosos al recordar como en el año 2001, con motivo del 1700 aniversario de la proclamación del cristianismo como religión de Armenia, san Juan Pablo II visitó Armenia y fue testigo de una nueva página en las relaciones cálidas y fraternales entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica. Estamos agradecidos por haber tenido la gracia de reunirnos en una solemne liturgia en la Basílica de San Pedro, en Roma, el 12 de abril de 2015, donde nos comprometimos en nuestra voluntad de oponernos a toda forma de discriminación y violencia, y donde conmemoramos a las víctimas que la Declaración Conjunta de Su Santidad Juan Pablo II y Su Santidad Karekin II indicó como "el exterminio de un millón y medio de cristianos armenios, en lo que se conoce generalmente como el primer genocidio del siglo XX" (27 de septiembre 2001).</div>
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<br /></div>
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Damos gracias al Señor que hoy la fe cristiana es de nuevo una realidad vibrante en Armenia, y que la Iglesia Armenia lleva a cabo su misión con un espíritu de colaboración fraterna entre las Iglesias, sosteniendo a los fieles en la construcción de un mundo de solidaridad, justicia y paz.</div>
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<br /></div>
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Con inmensa tristeza, sin embargo, somos testigos de la inmensa tragedia que se desarrolla ante nuestros ojos, en la que un sin número de personas inocentes están siendo asesinadas, desplazadas o forzadas a un exilio doloroso e incierto, a causa de los continuos conflictos por motivos étnicos, económicos, políticos y religiosos en el Medio Oriente y en otras partes del mundo. Como resultado, minorías religiosas y étnicas se han convertido en objeto de persecución y tratos crueles, hasta el punto de que sufrir por la propia creencia religiosa se ha convertido en una realidad cotidiana. Los mártires pertenecen a todas las Iglesias y su sufrimiento es un "ecumenismo de la sangre" que trasciende las divisiones históricas entre los cristianos, y que nos llama a promover la unidad visible de los discípulos de Cristo. Oramos juntos, con la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, Tadeo y Bartolomé, por una conversión del corazón de todos los que cometen este tipo de delitos y también de aquellos que están en condiciones de detener la violencia. Imploramos a los responsables de las naciones que escuchen la súplica de millones de seres humanos que desean la paz y la justicia en el mundo, que exigen respeto a sus derechos dados por Dios, que tienen urgente necesidad de pan, no de armas. Por desgracia, también asistimos a una presentación de la religión y de los valores religiosos en modo fundamentalista, que se utiliza para justificar la propagación del odio, la discriminación y la violencia. La justificación de este tipo de crímenes sirviéndose de motivaciones religiosas es inaceptable, porque "Dios no es autor de confusión, sino de paz" (I Corintios 14,33). Por otra parte, el respeto de las diferencias religiosas es condición necesaria para la convivencia pacífica de las diferentes comunidades étnicas y religiosas. Precisamente porque somos cristianos, estamos llamados a buscar y a promover caminos hacia la reconciliación y la paz; y en este sentido, manifestamos también nuestra esperanza en una solución pacífica de los problemas que afectan a Nagorno-Karabaj.</div>
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<br /></div>
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Atentos a lo que Jesús enseñó a sus discípulos cuando dijo: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, en la cárcel, y vinisteis a verme" (Mateo 25, 35-36), pedimos a todos los fieles de nuestras Iglesias abrir sus corazones y sus manos a las víctimas de la guerra y del terrorismo, a los refugiados y a sus familias. Se trata del sentido mismo de nuestra humanidad, solidaridad, compasión y generosidad, que sólo puede expresarse adecuadamente a través de un compromiso práctico e inmediato de ayuda concreta. Reconocemos todo lo que ya se está haciendo, pero insistimos en que aún queda mucho más por hacer de parte de los líderes políticos y de la comunidad internacional para garantizar el derecho de todos a vivir en paz y seguridad, defender el estado de derecho, proteger a las minorías religiosas y étnicas, combatir el tráfico de personas y el contrabando.</div>
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<br /></div>
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La secularización de amplios sectores de la sociedad, su alienación de lo espiritual y de lo divino, conducen inevitablemente a una visión desacralizada y materialista del hombre y de la familia humana. En este sentido, nos preocupa la crisis de la familia en muchos países. La Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica comparten la misma visión sobre la familia, fundada en el matrimonio, acto de amor gratuito y fiel entre un hombre y una mujer.</div>
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<br /></div>
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Con alegría confirmamos que, a pesar de las continuas divisiones entre los cristianos, reconocemos con más claridad que lo que nos une es mucho más de lo que nos divide. Este es el sólido fundamento sobre el que la unidad de la Iglesia de Cristo se manifestará, según las palabras del Señor, "que todos sean uno" (Jn 17,21). Durante las últimas décadas, la relación entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica ha entrado con éxito en una nueva fase, reforzada por nuestra común oración y los esfuerzos conjuntos para enfrentar los desafíos contemporáneos. Hoy estamos convencidos de la importancia crucial de fomentar esta relación, comprometiéndonos a una colaboración más profunda y decisiva, no sólo en el ámbito de la teología, sino también en la oración y en la cooperación activa a nivel de las comunidades locales, con vistas a compartir la comunión plena y las expresiones concretas de unidad. Instamos a nuestros fieles a trabajar en armonía por la promoción de los valores cristianos en la sociedad, que contribuyen eficazmente a la construcción de una civilización de la justicia, la paz y la solidaridad humana. El camino de la reconciliación y de la fraternidad está abierto ante nosotros. Que el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena (Juan 16,13), nos sostenga en todos los esfuerzos genuinos para construir puentes de amor y de comunión entre nosotros.</div>
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<br /></div>
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Desde la Santa Echmiadzin hacemos un llamado a todos nuestros fieles a unirse a nosotros en la oración con la plegaria de San Nerses el Compasivo: "Glorioso Señor, acepta las súplicas de tus siervos, y cumple misericordiosamente nuestras peticiones, por intercesión de la Santa Madre de Dios, de San Juan Bautista, del primer mártir San Esteban, de San Gregorio nuestro Iluminador, de los santos Apóstoles, Profetas, Teólogos, Mártires, Patriarcas, Ermitaños, Vírgenes y de todos tus Santos en el cielo y en la tierra. Y a Ti, oh Santa e Indivisible Trinidad, sea gloria y adoración por los siglos de los siglos. Amén".</div>
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<br /></div>
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Santa Echmiadzin, 26 de junio de 2016.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-30014000903428350232016-06-27T12:52:00.004-07:002016-06-27T12:52:54.213-07:00El Papa Francisco en rueda de prensa de regreso de Armenia (27/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/26/AFP5463786_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/26/AFP5463786_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536976.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Padre Lombardi:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora damos la palabra a Alexej Bukalov, quien es uno de nuestros decanos y que –como Usted bien sabe- representa Itar-Tass por lo que la cultura rusa está entre nosotros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Ha hablado ruso en Armenia?<a name='more'></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<b>Alexej Bukalov – Itar-Tass:</b></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si, con mucho gusto. Le agradecemos siempre… ¡Gracias Santidad! Gracias por este viaje, que es el primer viaje sobre el territorio ex-soviético. Para mí era muy importante seguirlo… Mi pregunta está un poco fuera de este argumento: sé que Usted ha animado mucho este Concilio Panortodoxo, incluso en el encuentro con el Patriarca Kirill en Cuba ha sido mencionado como auspicio. Ahora Usted qué opinión tiene de este -digamos- forum? Gracias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Papa Francisco:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Un juicio positivo! Se ha dado un paso hacia adelante: no con el 100% pero un paso adelante. Las cosas que han "justificado" son sinceras para ellos, son cosas que con el tiempo se pueden resolver. Querían –estos cuatro que no fueron- hacerlo un poco más adelante. Creo que el primer paso se hace como se puede. Como los niños, cuando dan el primer paso lo hacen como pueden, primero como los gatos y luego el primer paso. Estoy contento. Han hablado tantas cosas. Creo que el resultado es positivo, el sólo hecho de que estas iglesias se hayan reunido en nombre de la ortodoxia, para mirarse a la cara, para rezar juntos y para hablar, y quizás decir alguna frase, eso es positivismo. Le agradezco al Señor. Al próximo serán más. ¡Bendito sea el Señor!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Padre Lombardi:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Gracias Santidad. Ahora pasamos el micrófono a Edward Pentin, quien representa un poco a la lengua inglesa: esta vez el National Catholic Register.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Edward Pentin - National Catholic Register:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Santo Padre, como Juan Pablo II, Usted parece ser un defensor de la Unión Europea: ha elogiado el proyecto europeo cuando recientemente ha recibido el Premio Carlomagno. ¿Usted está preocupado por el hecho de que el Brexitpodría llevar a la desintegración de Europa y eventualmente a la guerra?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Papa Francisco:</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¡La guerra ya está en Europa! Además, hay un aire de división, no solo en Europa, sino en los mismos países. Recuerde Cataluña, el año pasado Escocia... Estas divisiones no digo que sean peligrosas, pero digo que debemos estudiarlas bien y antes de dar un paso adelante para una división, hablar bien entre nosotros y buscar soluciones viables. Yo de verdad no sé, no he estudiado cuales son los motivos por los que el Reino Unido quiso tomar esta decisión. Pero hay divisiones, -creo que esto ya lo he dicho una vez; no sé dónde, pero lo he dicho…- independencias que se hacen por emancipaciones: por ejemplo todos nuestros países latinoamericanos y también países de África se han emancipado de las coronas, de Madrid, Lisboa; también en África de París, de Londres, Amsterdam, Indonesia sobre todo… Esta emancipación es más comprensible, porque hay detrás una cultura, un modo de pensar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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En cambio la secesión de un país –todavía no estoy hablando de la Brexit- pensamos en Escocia, es una cosa que ha dado nombre -esto lo digo sin ofender, usando esa palabra que los políticos usan- la “balcanización”, pero no estoy hablando de los Balcanes. Es un poco una secesión, no es emancipación, y detrás hay historias, culturas, malos entendidos; también hay tanta buena voluntad en otros. Para mí siempre la unidad es superior al conflicto: ¡siempre! Pero hay diversas formas de unidad, y también la fraternidad -y aquí sí vengo a la Unión Europea- es mejor que la enemistad o que las distancias. De las distancias -digamos- la fraternidad es mejor. Y los puentes son mejores que los muros. Todo esto debe hacer reflexionar, es verdad un país [dice]: "estoy en la Unión Europea, quiero tener cosas que son mías, de mi cultura". Y el paso -y ahí vengo al Premio Carlomagno- que debe dar la Unión Europea para reencontrar la fuerza que tuvo en sus raíces es un paso de creatividad y también "de sana desunión". Es decir, dar más independencia, dar más libertad a los países de la Unión. Pensar otra forma de unión: ser creativos. Ser creativos en los puestos de trabajo, en la economía. Hay una economía líquida hoy en Europa que hace que -por ejemplo en Italia- la juventud de 25 años para abajo no tenga trabajo: ¡el 40%! Hay algo que no va con la Unión, pero no tiremos al niño con el agua sucia de la ventana. Busquemos rescatar las cosas y recrear, porque la recreación de las cosas humanas -también de nuestra personalidad- es un camino que siempre se debe hacer. Un adolescente no es lo mismo que una persona adulta o de una persona anciana: es lo mismo y no es lo mismo, se recrea constantemente. Y esto da vida y ganas de vivir y da fecundidad. Y esto lo subrayo: hoy la palabra, las dos palabras claves para la Unión Europea son creatividad y fecundidad. Es el desafío. No sé, así pienso.</div>
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<b>Padre Lombardi:</b></div>
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Gracias Santidad. Ahora damos la palabra a Tilmann Kleinjung, que es de Adr, la radio nacional alemana. También para él, creo que es el último viaje… Estamos contentos por darle esta posibilidad.</div>
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<b>Tilmann Kleinjung – Adr:</b></div>
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Si, también yo estoy viajando hacia Baviera. Gracias por poder hacer esta pregunta. Yo quería hacer una pregunta: Usted hoy ha hablado de los dones compartidos de las Iglesias, juntas. Ya que Usted irá –en cuatro meses- aLund (Suecia) para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma. Creo que quizás es el momento adecuado para no solo recordar las heridas de ambas partes, sino también para reconocer los dones de la Reforma, y quizás también para anular o retirar la excomunión de Martin Lutero. Gracias.</div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
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Creo que las intuiciones de Martin Lutero no eran equivocadas: era un reformador. Quizá algunos métodos no eran los adecuados, pero en aquel tiempo, si leemos la historia del Pastor, por ejemplo, -un alemán luterano que después se convirtió cuando vio la realidad de aquel tiempo y se ha hecho católico- vemos que la Iglesia no era realmente un modelo a imitar: había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, apego al dinero y al poder. Y por eso él protestó. Además, era inteligente y ha dado un paso adelante justificando el por qué hacía eso. Y hoy luteranos y católicos, protestantes y todos, estamos de acuerdo sobre la doctrina de la justificación: sobre este punto tan importante él no estaba equivocado. Él ha hecho una medicina para la Iglesia, después, esta medicina se ha consolidado en un estado de cosas, en una disciplina, en un modo de creer, en un modo de hacer, en modo litúrgico. Pero luego no estaba él solo: estaba Zwingli, estaba Calvino y detrás de ellos ¿quiénes estaban? Los príncipes. “Cuius regio, eius religio”. Debemos meternos en la historia de aquel tiempo: es una historia no fácil de comprender. No fácil.</div>
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Después fueron adelante las cosas, hoy el diálogo es muy bueno, ese documento sobre la justificación creo que sea uno de los documentos ecuménicos más ricos, más profundos. Está de acuerdo. Hay divisiones, pero dependen también de las Iglesias. En Buenos Aires había dos iglesias luteranas: una pensaba de un modo y la otra de otro modo, también en la propia iglesia luterana no hay unidad. Se respetan, se aman… La diversidad es lo que quizá nos ha hecho tanto daño a todos y hoy tratamos de retomar la entrada para reencontrarnos tras 500 años. Debemos rezar juntos: ¡Rezar! Por eso la oración es importante. Segundo, trabajar por los pobres, los perseguidos, por tanta gente que sufre, por los refugiados. Trabajar juntos y orar juntos. Y que los teólogos estudien juntos, buscando... Esto es una historia larga, larguísima. Una vez he dicho bromeando: "yo sé cuál será el día de la unidad plena" ¿Cuál? El día después de la llegada del hijo del Hombre. Porque no se sabe, el Espíritu Santo hará la gracia, pero mientras tanto, rezar, amarnos y trabajar juntos sobre todo por los pobres, por la gente que sufre, por la paz y tantas otras cosas. En contra de la explotación de la gente… Muchas cosas por las cuales se está trabajando conjuntamente.</div>
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<i>(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).</i></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537006.mp3" target="_blank"><br /></a></i></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00537006.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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<b>Cècile Chambraud, de "Le Monde"</b></div>
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Santo Padre, hace unas semanas usted habló de una comisión para reflexionar sobre el tema de las mujeres diaconisas. ¿Quisiera saber si ya existe tal comisión y cuáles serían las preguntas que tendría que estudiar y que todavía están para resolver?</div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
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Había un presidente en Argentina que aconsejaba a los presidentes de otros países: cuando tú quieres que una cosa no se resuelva, haz una comisión. El primero que se sorprendió de esta noticia he sido yo porque el diálogo con las religiosas, que ha sido registrado y después publicado en el Osservatore Romano, es otra cosa, sobre esta línea, pero... Nosotros hemos escuchado que en el primer siglo había diaconisas. Pero se podrá estudiar esto, hacer una comisión. Nada más han preguntado, han sido educadas y no sólo educadas, sino que son también amantes de la Iglesia, mujeres consagradas. Yo conté que conocía a un teólogo sirio que ha muerto, el que hizo la edición crítica de San Efrén en italiano. Una vez hablando de las diaconisas - cuando yo venía, vivía en vía de la Scrofa y él vivía allí - en el desayuno hablando me dijo: “si, pero no se sabe bien qué eran, si tenían ordenación. Ciertamente existían estas mujeres que ayudaban al obispo y ayudaban en tres cosas: primero en el bautismo de las mujeres, porque era por inmersión, segundo en la unción pre y post bautismal de las mujeres, y tercero, y esto hace reír, cuando la mujer iba a ver al obispo porque el marido le pegaba: el obispo llamaba a una de estas diaconisas, la cual miraba el cuerpo de la mujer para hallar los indicios que probaran estas acusaciones.</div>
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He dicho esto, sí: ¿pero se puede estudiar? Sí, yo diré a la Doctrina de la Fe que se haga esta comisión. El día después: "¡La Iglesia abre la puerta a las diaconisas! ” De verdad, me enojé un poco con los medios porque esto es no decir la verdad de las cosas a la gente. Hablé con el prefecto de la Doctrina de la Fe y me dijo: “mire que hay un estudio que ha hecho la comisión teológica internacional en los años ochenta”. Después hablé con la presidenta, y le dije: “por favor, me puede hacer llegar una lista de gente que usted crea que yo pueda elegir para hacer esta Comisión”. Y me mandó la lista, también el Prefecto me envió la lista y ahora está ahí, sobre mi escritorio para hacer esta Comisión.</div>
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Yo creo que se ha estudiado mucho sobre el tema en los años ochenta y que no será difícil hacer luz sobre este argumento. Pero hay otra cosa: hace un año y medio, hice una comisión de mujeres teólogas que trabajaron con el cardenal Rylko e hicieron un buen trabajo, porque es muy importante el pensamiento de la mujer. Para mí la función de la mujer no es tan importante como el pensamiento de la mujer: la mujer piensa de otro modo respecto a nosotros los hombres. Y no se puede tomar una decisión buena y justa sin escuchar a las mujeres. Algunas veces, en Buenos Aires, hacía consulta con mis consultores, los escuchaba sobre el tema. Después hacía venir algunas mujeres y ellas veían las cosas con otra luz que enriquecía mucho, mucho. Y después la solución era muy, muy, muy fecunda, muy bella. Debo encontrar a estas mujeres teólogas que han hecho un buen trabajo, que se ha detenido, ¿por qué? Porque el dicasterio para los laicos cambia ahora, se rehace y yo espero un poco a que se haga para continuar este segundo trabajo, el de la diaconisa. Otra cosa: las mujeres teólogas - y esto querría subrayarlo - es más importante el modo de comprender, de pensar y de ver de las mujeres que la funcionalidad de la mujer. Y después repito lo de siempre: la Iglesia es mujer y no es una mujer soltera, es una mujer casada con el hijo de Dios, su esposo es Jesucristo. Piense sobre esto y después me dice qué piensa.</div>
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<b>Cindy Wooden, responsable de Cns, la Agencia Católica de los Estados Unidos:</b></div>
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Hace unos días, el cardenal alemán Marx en una importante conferencia en Dublín sobre la Iglesia del mundo moderno dijo que la Iglesia Católica debe pedir perdón a la comunidad gay por haber marginado a estas personas. En los días siguientes de la masacre de Orlando, muchos dijeron que la comunidad cristiana tiene que ver algo con este odio hacia estas personas. ¿¿Usted qué piensa?</div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
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Yo repetiré lo que dije en el primer viaje y también repito lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: que no deben ser discriminados, que deben ser respetados, acompañados pastoralmente. Se puede condenar, pero no por motivos ideológicos sino por motivos – digamos – de comportamiento político, ciertas manifestaciones un poco demasiado ofensivas para los demás. Pero esto son cosas que no tienen que ver con el problema: si el problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y que busca a Dios, ¿quiénes somos nosotros para juzgarla? Debemos acompañar bien, según lo que dice el Catecismo. ¡Es claro el Catecismo! Después, hay tradiciones en algunos países, en algunas culturas, que tienen una mentalidad diversa con respecto a este problema.</div>
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Yo creo que la Iglesia no sólo debe pedir a esta persona que es gay, a la que ha ofendido, sino que debe pedir excusas a los pobres también, a las mujeres y a los niños explotados en el trabajo. Debe pedir excusas por haber bendecido tantas armas.</div>
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La Iglesia debe pedir excusas por no haberse comportado tantas, tantas veces – y cuando digo “Iglesia” quiero decir los cristianos. La Iglesia es santa, ¡los pecadores somos nosotros! Los cristianos debemos pedir excusas por no haber acompañado tantas elecciones, tantas familias. Yo recuerdo de niño, la cultura de Buenos Aires, la cultura católica cerrada - yo vengo de allí.</div>
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Si había una familia divorciada no se podía entrar en su casa. Estoy hablando de ochenta años atrás. La cultura ha cambiado, gracias a Dios. Como cristianos debemos pedir disculpas, no sólo sobre esto: ¡Perdón, no sólo disculpas! ¡Perdón, Señor! Es una palabra que olvidamos. Ahora hago de pastor y hago el sermón (risas) No, esto es verdad: muchas veces está el “cura patrón” y no el “cura padre”. El cura que regaña, no el cura que abraza, perdona, conforta. ¡Pero hay muchos! Tantos capellanes de hospital, capellanes de presos, ¡tantos santos!</div>
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Pero estos no se ven, porque la santidad es “pudorosa”, se esconde. En cambio, es un poco descarada la impudicia. Es descarada y se hace ver. Hay muchas organizaciones con gente buena y gente no tan buena. O gente a la que tú das un sobre un poco gordo y miran a otra parte, como las potencias internacionales con los tres genocidios.</div>
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También nosotros los cristianos -curas, obispos- hemos hecho esto: pero también nosotros, cristianos, tenemos una Teresa de Calcuta, y muchas Teresas de Calcuta. Tenemos muchas monjas en África, muchos laicos, muchos matrimonios santos. El trigo y la cizaña. Y así dice Jesús que es el Reino. ¡No debemos escandalizarnos de ser así! Debemos rezar para que el Señor haga que esta cizaña acabe y haya más trigo. Ésta es la vida de la Iglesia. No se puede poner un límite. Todos nosotros somos santos porque todos nosotros tenemos el Espíritu Santo dentro. Pero somos - todos nosotros - pecadores. Yo el primero. ¿De acuerdo? Gracias. No sé si he respondido. ¡No sólo excusas: perdón!</div>
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<b>Padre Federico Lombardi:</b></div>
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Santo Padre, me permito hacerle yo la última pregunta y luego la dejamos en paz. Se refiere al próximo viaje a Polonia, para el cual estamos comenzando a prepararnos. Y que usted preparará en este mes de julio. Si nos dice algo sobre los sentimientos con los que va hacia esta Jornada Mundial de la Juventud en este Jubileo de la Misericordia. Y otro punto, un poso específico, es éste: hemos visitado con usted el Memorial de Tzitzernakaberd, durante la visita a Armenia y usted visitará también Auschwitz y Birkenau, durante el viaje a Polonia. He oído que usted quiere vivir estos momentos más con el silencio que con las palabras, como ha hecho aquí, quizás también en Birkenau. Por ello quería pedirle si nos quiere decir si hará un discurso allí o prefiere hacer un momento de oración silenciosa, con una motivación específica suya.</div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
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Hace dos años en Redipuglia, hice lo mismo para conmemorar el centenario de la Gran Guerra. A Redipuglia fui en silencio. Luego había misa y en la misa hice la predicación, pero eso era es otra cosa. El silencio. Yo quisiera ir a ese lugar del horror sin discursos, sin gente, solamente los pocos necesarios. Pero los periodistas seguro que estarán. (Risas) Pero sin saludar a este a este… ¡No, no! Yo solo, entrar, rezar y que el Señor me dé la gracia de rezar.</div>
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<b>Padre Federico Lombardi:</b></div>
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Gracias Santidad. Entonces la acompañaremos también en la preparación de este próximo viaje y le agradezco muchísimo por el tiempo que nos ha dedicado. Ahora descanse un poco y descanse también en el mes de julio.</div>
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<b><br /></b></div>
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<b>Papa Francisco:</b></div>
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¡Muchas gracias! De nuevo, gracias, gracias también por vuestro trabajo y vuestra benevolencia.</div>
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<i>(María Cecilia Mutual – RV).</i></div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-41045872489180605462016-06-27T12:47:00.002-07:002016-06-27T12:47:18.144-07:00Saludo de Papa Francisco durante la Divina Liturgia en la catedral armenio apostólica (26/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/26/AP3508347_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/26/AP3508347_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536821.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Santidad,</div>
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Queridos Obispos,</div>
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Hermanos y hermanas</div>
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Al coronar esta visita, que tanto he deseado, y para mí ya inolvidable, deseo elevar mi agradecimiento al Señor, junto con el gran himno de alabanza y de acción de gracias que sube de este altar. <a name='more'></a>Vuestra Santidad me ha abierto en estos días las puertas de su casa y hemos experimentado «qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos (Sal 133,1). Nos hemos encontrado, nos hemos abrazado fraternalmente, hemos rezado juntos y compartido los dones, las esperanzas y las preocupaciones de la Iglesia de Cristo, cuyo corazón oímos latir al unísono, y en la que creemos y sentimos como una. «Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza [...]. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos» (Ef 4,4-6): con gozo podemos hacer verdaderamente nuestras estas palabras del apóstol Pablo. Nos hemos encontrado precisamente en el signo de los santos Apóstoles. Los santos Bartolomé y Tadeo, que proclamaron por primera vez el Evangelio en estas tierras, y los santos Pedro y Pablo, que dieron su vida por el Señor en Roma, y que ahora reinan con Cristo en el cielo, se alegran ciertamente al ver nuestro afecto y nuestra aspiración concreta a la plena comunión. Por todo esto doy gracias al Señor, por vosotros y con vosotros: ¡Park astutsò! (¡Gloria a Dios!).</div>
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En esta Divina Liturgia, el solemne canto del trisagio se ha elevado al cielo, ensalzando la santidad de Dios; que descienda copiosamente la bendición del Altísimo sobre la tierra por intercesión de la Madre de Dios, de los grandes santos y doctores, de los mártires, sobre todo de tantos mártires que en este lugar habéis canonizados el año pasado. «El Unigénito que vino aquí» bendiga vuestro camino. Que el Espíritu Santo haga de los creyentes un solo corazón y una sola alma; que venga a refundarnos en la unidad. Por eso quisiera invocarlo nuevamente, tomando algunas espléndidas palabras que han entrado en vuestra Liturgia. Ven, Espíritu, Tú, «que con gemidos incesantes eres nuestro intercesor ante el Padre misericordioso, Tú, que velas por los santos y purificas a los pecadores»; infunde en nosotros tu fuego de amor y unidad, y «que este fuego diluya los motivos de nuestro escándalo» (Gregorio de Narek, Libro de las Lamentaciones, 33, 5), ante todo, la falta de unidad entre los discípulos de Cristo.</div>
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<br /></div>
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Que la Iglesia Armenia camine en paz, y la comunión entre nosotros sea plena. Que brote en todos un fuerte anhelo de unidad, una unidad que no debe ser «ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo» (Palabras al final de la Divina Liturgia, Iglesia patriarcal de San Jorge, Estambul, 30 noviembre 2014).</div>
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<br /></div>
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Acojamos la llamada de los santos, escuchemos la voz de los humildes y los pobres, de tantas víctimas del odio que sufrieron y sacrificaron sus vidas a causa de su fe; tengamos el oído abierto a las jóvenes generaciones, que anhelan un futuro libre de las divisiones del pasado. Que desde este lugar santo se difunda de nuevo una luz radiante; la de la fe, que desde san Gregorio, vuestro padre según el Evangelio, ha iluminado estas tierras, y a ella se una la luz del amor que perdona y reconcilia.</div>
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<br /></div>
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Así como los Apóstoles en la mañana de Pascua, no obstante las dudas e incertidumbres, corrieron hasta el lugar de la resurrección atraídos por el amanecer feliz de una nueva esperanza (cf. Jn 20,3-4), así también sigamos nosotros en este santo domingo la llamada de Dios a la comunión plena y apresuremos el paso hacia ella.</div>
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<br /></div>
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Y ahora, Santidad, en nombre de Dios te pido que me bendigas, a mí y a la Iglesia Católica, que bendigas esta nuestra andadura hacia la unidad plena.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-37436588781918665372016-06-27T12:44:00.004-07:002016-06-27T12:44:56.270-07:00Discurso completo del Papa en el encuentro ecuménico y oración por la paz en Ereván (25/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/25/AFP5458381_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/25/AFP5458381_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536787.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Venerado y querido hermano,</div>
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<br /></div>
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Patriarca supremo y Catholicós de todos los armenios,</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Señor Presidente,</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La bendición y la paz de Dios estén con todos ustedes.<a name='more'></a></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mucho he deseado visitar esta querida tierra, su País que fue el primero en abrazar la fe cristiana. Es una gracia para mí encontrarme en estas montañas, donde, bajo la mirada del monte Ararat, también el silencio parece que nos habla; donde los khatchkar —las cruces de piedra— narran una historia única, impregnada de fe sólida y sufrimiento enorme, una historia rica de grandes testigos del Evangelio, de los que son herederos. He venido como peregrino desde Roma para encontrarme con ustedes y para manifestarles un sentimiento que brota desde la profundidad del corazón: es el afecto de su hermano, es el abrazo fraterno de toda la Iglesia Católica, que les quiere y que está cerca de ustedes.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En los años pasados, se han intensificado, gracias a Dios, las visitas y los encuentros entre nuestras Iglesias, siendo siempre muy cordiales y con frecuencia memorables. La Providencia ha querido que, en el mismo día en el que se recuerdan los santos Apóstoles de Cristo, estemos juntos nuevamente para reforzar la comunión apostólica entre nosotros. Estoy muy agradecido a Dios por la «real e íntima unidad» entre nuestras Iglesias (cf. Juan Pablo II, Celebración ecuménica, Ereván, 26 septiembre 2001: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 5 de octubre de 2001, p. 14) y les agradezco su fidelidad al Evangelio, frecuentemente heroica, que es un don inestimable para todos los cristianos. Nuestro reencuentro no es un intercambio de ideas, sino un intercambio de dones (cf. Id., Carta enc. Ut unum sint, 28): recojamos lo que el Espíritu ha sembrado en nosotros, como un don para cada uno (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 246). Compartamos con gran alegría los muchos pasos de un camino común que ya está muy avanzado, y miremos verdaderamente con confianza al día en que, con la ayuda de Dios, estaremos unidos junto al altar del sacrificio de Cristo, en la plenitud de la comunión eucarística. Hacia esa meta tan deseada «somos peregrinos, y peregrinamos juntos […] hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas» (ibíd., 244).</div>
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<br /></div>
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En este trayecto nos preceden y acompañan muchos testigos, de modo particular tantos mártires que han sellado con la sangre la fe común en Cristo: son nuestras estrellas en el cielo, que resplandecen sobre nosotros e indican el camino que nos falta por recorrer en la tierra hacia la comunión plena. Entre los grandes Padres, deseo mencionar al santo Catholicós Nerses Shnorhali. Él manifestaba un amor extraordinario por su pueblo y sus tradiciones, y, al mismo tiempo, estaba abierto a las otras Iglesias, incansable en la búsqueda de la unidad, deseoso de realizar la voluntad de Cristo: que los creyentes «sean uno» (Jn 17,21). En efecto, la unidad no es un beneficio estratégico para buscar mutuos intereses, sino lo que Jesús nos pide y que depende de nosotros cumplir con buena voluntad y con todas las fuerzas, para realizar nuestra misión: ofrecer al mundo, con coherencia, el Evangelio.</div>
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Para lograr la unidad necesaria no basta, según san Nerses, la buena voluntad de alguien en la Iglesia: es indispensable la oración de todos. Es hermoso estar aquí reunidos para rezar unos por otros. Y es sobre todo el don de la oración que he venido a pedirles esta tarde. Por mi parte, les aseguro que, al ofrecer el Pan y el Cáliz en el altar, no dejo de presentar al Señor a la Iglesia de Armenia y a su querido pueblo.</div>
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San Nerses advertía también la necesidad de acrecentar el amor recíproco, porque sólo la caridad es capaz de sanar la memoria y curar las heridas del pasado: sólo el amor borra los prejuicios y permite reconocer que la apertura al hermano purifica y mejora las propias convicciones. Para el santo Catholicós, es esencial imitar en el camino hacia la unidad el estilo del amor de Cristo, que «siendo rico» (2 Co 8,9), «se humilló a sí mismo» (Flp 2,8). Siguiendo su ejemplo, estamos llamados a tener la valentía de dejar las convicciones rígidas y los intereses propios, en nombre del amor que se abaja y se da, en nombre del amor humilde: este es el aceite bendecido de la vida cristiana, el ungüento espiritual precioso que cura, fortifica y santifica. «Suplimos las faltas con caridad unánime», escribía san Nerses (Cartas de Nerses Shnorhali, Catholicós de los Armenios, Venecia 1873, 316), e incluso —hacía entender— con una particular dulzura de amor, que ablande la dureza de los corazones de los cristianos, también de los que a veces están replegados en sí mismos y en sus propios beneficios. No los cálculos ni los intereses, sino el amor humilde y generoso atrae la misericordia del Padre, la bendición de Cristo y la abundancia del Espíritu Santo. Rezando y «amándonos intensamente unos a otros con corazón puro» (cf. 1 P 1, 22), con humildad y apertura de ánimo, dispongámonos a recibir el don de la unidad. Sigamos nuestro camino con determinación, más aún corramos hacia la plena comunión entre nosotros.</div>
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«La paz les dejo, mi paz les doy; no se las doy yo como la da el mundo» (Jn 14,27). Hemos escuchado estas palabras del Evangelio, que nos disponen a implorar de Dios esa paz que el mundo tanto se esfuerza por encontrar. ¡Qué grandes son hoy los obstáculos en el camino de la paz y qué trágicas las consecuencias de las guerras! Pienso en las poblaciones forzadas a abandonar todo, de modo particular en Oriente Medio, donde muchos de nuestros hermanos y hermanas sufren violencia y persecución a causa del odio y de conflictos, fomentados siempre por la plaga de la proliferación y del comercio de armas, por la tentación de recurrir a la fuerza y por la falta de respeto a la persona humana, especialmente a los débiles, a los pobres y a los que piden sólo una vida digna.</div>
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No dejo de pensar en las pruebas terribles que su pueblo ha experimentado: Apenas ha pasado un siglo del “Gran Mal” que se abatió sobre ustedes. Ese «exterminio terrible y sin sentido» (Saludo al comienzo de la Santa Misa para los fieles de rito armenio, 12 abril 2015), este trágico misterio de iniquidad que su pueblo ha experimentado en su carne, permanece impreso en la memoria y arde en el corazón. Quiero reiterar que sus sufrimientos nos pertenecen: «son los sufrimientos de los miembros del Cuerpo místico de Cristo» (Juan Pablo II, Carta apostólica en ocasión del XVII centenario del bautismo del pueblo armenio, 7: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 2 de marzo de 2001, p. 6); recordarlos no es sólo oportuno, sino necesario: que sean una advertencia en todo momento, para que el mundo no caiga jamás en la espiral de horrores semejantes.</div>
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Al mismo tiempo, deseo recordar con admiración cómo la fe cristiana, «incluso en los momentos más trágicos de la historia armenia, ha sido el estímulo que ha marcado el inicio del renacimiento del pueblo probado» (ibíd., 276). Esta es su verdadera fuerza, que permite abrirse a la vía misteriosa e salvífica de la Pascua: las heridas que permanecen abiertas y que han sido producidas por el odio feroz e insensato, pueden en cierto modo conformarse a las de Cristo resucitado, a esas heridas que le fueron infligidas y que tiene impresas todavía en su carne. Él las mostró gloriosas a los discípulos la noche de Pascua (cf. Jn 20,20): esas heridas terribles de dolor padecidas en la cruz, transfiguradas por el amor, son fuente de perdón y de paz. Del mismo modo, también el dolor más grande, transformado por el poder salvífico de la cruz, de la cual los Armenios son heraldos y testigos, puede ser una semilla de paz para el futuro.</div>
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La memoria, traspasada por el amor, es capaz de adentrarse por senderos nuevos y sorprendentes, donde las tramas del odio se transforman en proyectos de reconciliación, donde se puede esperar en un futuro mejor para todos, donde son «dichosos los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Hará bien a todos comprometerse para poner las bases de un futuro que no se deje absorber por la fuerza engañosa de la venganza; un futuro, donde no nos cansemos jamás de crear las condiciones por la paz: un trabajo digno para todos, el cuidado de los más necesitados y la lucha sin tregua contra la corrupción, que tiene que ser erradicada.</div>
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Queridos jóvenes: este futuro les pertenece: sabiendo aprovechar la gran sabiduría de sus ancianos, deseen ser constructores de paz: no notarios del status quo, sino promotores activos de una cultura del encuentro y de la reconciliación. Que Dios bendiga su futuro y «haga que se retome el camino de reconciliación entre el pueblo armenio y el pueblo turco, y que la paz brote también en el Nagorno Karabaj» (Mensaje a los Armenios, 12 abril 2015).</div>
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Por último, quiero evocar en esta perspectiva a otro gran testigo y artífice de la paz de Cristo, san Gregorio de Narek, que he proclamado Doctor de la Iglesia. Podría ser definido también «Doctor de la paz». Así escribía en ese extraordinario Libro que me gusta considerar como la «constitución espiritual del pueblo armenio»: «Recuérdate, [Señor, …] de los que en la estirpe humana son nuestros enemigos, pero por el bien de ellos: concede a ellos perdón y misericordia. […] No extermines a los que me muerden, transfórmalos. Extirpa la viciosa conducta terrena y planta la buena en mí y en ellos» (Libro de las Lamentaciones, 83, 1-2). Narek, «partícipe profundamente consciente de toda necesidad» (ibíd., 3,2), ha querido identificarse incluso con los débiles y los pecadores de todo tiempo y lugar, para interceder en favor de todos (cf. ibíd., 31,3; 32,1; 47,2): se ha hecho «“ofrenda de oración” de todo el mundo» (ibíd., 28,2). Su solidaridad universal con la humanidad es un gran mensaje cristiano de paz, un grito vehemente que implora misericordia para todos. Los armenios, presentes en muchos países y a quienes deseo abrazar fraternalmente desde aquí, son mensajeros de este deseo de comunión (Juan Pablo II, Carta apostólica en ocasión del XVII centenario del bautismo del pueblo armenio: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 2 de marzo de 2001, p. 6). Todo el mundo necesita de su mensaje, necesita de su presencia, necesita de su testimonio más puro. Que la paz esté con ustedes.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-13947847544503692282016-06-27T12:42:00.002-07:002016-06-27T12:42:27.868-07:00Audio y texto completo de la homilia pronunciada por el Papa Francisco en la misa del 25 de junio en Armenia (25/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/25/RV17014_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/25/RV17014_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536651.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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“Reconstruirán sobre ruinas antiguas […] renovarán ciudades devastadas” (Is 61,4). En estos lugares, queridos hermanos y hermanas, podemos decir que se han cumplido las palabras del profeta Isaías que hemos escuchado. Después de la terrible devastación del terremoto, estamos hoy aquí para dar gracias a Dios por todo lo que ha sido reconstruido.<a name='more'></a></div>
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Pero también podríamos preguntarnos: ¿Qué es lo que el Señor quiere que construyamos hoy en la vida?, y ante todo: ¿Sobre qué cimiento quiere que construyamos nuestras vidas? Quisiera responder a estas preguntas proponiendo tres bases estables sobre las que edificar y reconstruir incansablemente la vida cristiana.</div>
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La primera base es la memoria. Una gracia que tenemos que pedir es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: recordar que, como dice el Evangelio de hoy, él no nos ha olvidado, sino que se «acuerda» (cf. Lc 1,72) de nosotros: nos ha elegido, amado, llamado y perdonado; hay momentos importantes de nuestra historia personal de amor con él que debemos reavivar con la mente y el corazón. Pero hay también otra memoria que se ha de custodiar: la memoria del pueblo. Los pueblos, en efecto, tienen una memoria, como las personas. Y la memoria de vuestro pueblo es muy antigua y valiosa. En vuestras voces resuenan la de los santos sabios del pasado; en vuestras palabras se oye el eco del que ha creado vuestro alfabeto con el fin de anunciar la Palabra de Dios; en vuestros cantos se mezclan los llantos y las alegrías de vuestra historia. Pensando en todo esto, podéis reconocer sin duda la presencia de Dios: él no os ha dejado solos. Incluso en medio de tremendas dificultades, podríamos decir con el Evangelio de hoy que el Señor ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1,68): se ha acordado de vuestra fidelidad al Evangelio, de las primicias de vuestra fe, de todos los que han dado testimonio, aun a costa de la sangre, de que el amor de Dios vale más que la vida (cf. Sal 63,4). Qué bueno es recordar con gratitud que la fe cristiana se ha convertido en el aliento de vuestro pueblo y el corazón de su memoria.</div>
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La fe es también la esperanza para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida, y es la segunda base de la que quisiera hablaros. Existe siempre un peligro que puede ensombrecer la luz de la fe: es la tentación de considerarla como algo del pasado, como algo importante, pero perteneciente a otra época, como si la fe fuera un libro miniado para conservar en un museo. Sin embargo, si se la relega a los anales de la historia, la fe pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos. La fe, en cambio, nace y renace en el encuentro vivificante con Jesús, en la experiencia de su misericordia que ilumina todas las situaciones de la vida. Es bueno que revivamos todos los días este encuentro vivo con el Señor. Nos vendrá bien leer la Palabra de Dios y abrirnos a su amor en el silencio de la oración. Nos vendrá bien dejar que el encuentro con la ternura del Señor ilumine el corazón de alegría: una alegría más fuerte que la tristeza, una alegría que resiste incluso ante el dolor, transformándose en paz. Todo esto renueva la vida, que se vuelve libre y dócil a las sorpresas, lista y disponible para el Señor y para los demás. También puede suceder que Jesús llame para seguirlo más de cerca, para entregar la vida por él y por los hermanos: cuando os invite, especialmente a vosotros jóvenes, no tengáis miedo, dadle vuestro «sí». Él nos conoce, nos ama de verdad, y desea liberar nuestro corazón del peso del miedo y del orgullo. Dejándole entrar, seremos capaces de irradiar amor. De esta manera, podréis dar continuación a vuestra gran historia de evangelización, que la Iglesia y el mundo necesitan en esta época difícil, pero que es también tiempo de misericordia.</div>
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La tercera base, después de la memoria y de la fe, es el amor misericordioso: la vida del discípulo de Jesús se basa en esta roca, la roca del amor recibido de Dios y ofrecido al prójimo. El rostro de la Iglesia se rejuvenece y se vuelve atractivo viviendo la caridad. El amor concreto es la tarjeta de visita del cristiano: otras formas de presentarse son engañosas e incluso inútiles, porque todos conocerán que somos sus discípulos si nos amamos unos a otros (cf. Jn 13,35). Estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan. Que los creyentes den siempre ejemplo, colaborando entre ellos con respeto mutuo y con diálogo, a sabiendas de que «la única competición posible entre los discípulos del Señor es buscar quién es capaz de ofrecer el amor más grande» (Juan Pablo II, Homilía, 27 septiembre 2001).</div>
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El profeta Isaías, en la primera lectura, nos ha recordado que el espíritu del Señor está siempre con el que lleva la buena noticia a los pobres, cura los corazones desgarrados y consuela a los afligidos (cf. 61,1-2). Dios habita en el corazón del que ama; Dios habita donde se ama, especialmente donde se atiende, con fuerza y compasión, a los débiles y a los pobres. Hay mucha necesidad de esto: se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir; se necesitan hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido.</div>
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Tal vez podríamos preguntarnos: ¿Cómo se puede ser misericordiosos con todos los defectos y miserias que cada uno ve dentro de sí y a su alrededor? Quiero fijarme en el ejemplo concreto de un gran heraldo de la misericordia divina, cuya figura he querido resaltar declarándolo Doctor de la Iglesia universal: san Gregorio de Narek, palabra y voz de Armenia. Nadie como él ha sabido penetrar en el abismo de miseria que puede anidar en el corazón humano. Sin embargo, él ha puesto siempre en relación las miserias humanas con la misericordia de Dios, elevando una súplica insistente hecha de lágrimas y confianza en el Señor, «dador de los dones, bondad por naturaleza […], voz de consolación, noticia de consuelo, impulso de gozo, […] ternura inigualable, misericordia desbordante, […] beso salvífico» (Libro de las Lamentaciones, 3,1), con la seguridad de que «la luz de [su] misericordia nunca será oscurecida por las tinieblas de la rabia» (ibíd., 16,1). Gregorio de Narek es un maestro de vida, porque nos enseña que lo más importante es reconocerse necesitados de misericordia y después, frente a la miseria y las heridas que vemos, no encerrarnos en nosotros mismos, sino abrirnos con sinceridad y confianza al Señor, «Dios cercano, ternura de bondad» (ibíd., 17,2), «lleno de amor por el hombre, […] fuego que consume los abrojos del pecado» (ibíd., 16,2).</div>
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Por último, me gustaría invocar con sus palabras la misericordia divina y el don de no cansarse nunca de amar: Espíritu Santo, «poderoso protector, intercesor y pacificador, te dirigimos nuestras súplicas [...] Concédenos la gracia de animarnos a la caridad y a las buenas obras [...] Espíritu de mansedumbre, de compasión, de amor al hombre y de misericordia, [...] tú que eres todo misericordia, [...] ten piedad de nosotros, Señor Dios nuestro, según tu gran misericordia» (Himno de Pentecostés).</div>
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Texto completo de las palabras del Papa al final de la misa</div>
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Al final de esta celebración, deseo expresar vivo agradecimiento al Catholicós Karekin II y al Arzobispo Minassian por las amables palabras que me han dirigido, así como al Patriarca Ghabroyan y a los obispos presentes, a los sacerdotes y a las autoridades que nos han recibido.</div>
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Doy las gracias a todos los que habéis participado, viniendo a Gyumri incluso de diferentes regiones y de la vecina Georgia. Quisiera saludar en particular a los que con tanta generosidad y amor concreto ayudan a los necesitados. Pienso especialmente en el hospital de Ashotsk, inaugurado hace veinticinco años, y conocido como el «Hospital del Papa»: nacido del corazón de san Juan Pablo II, sigue siendo una presencia muy importante y cercana a los que sufren; pienso en las obras que llevan a cabo la comunidad católica local, las Hermanas Armenias de la Inmaculada Concepción y las Misioneras de la Caridad de la beata Madre Teresa de Calcuta.</div>
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Que la Virgen María, nuestra Madre, os acompañe siempre y guíe los pasos de todos en el camino de la fraternidad y de la paz.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-7126504676129306542016-06-27T12:40:00.002-07:002016-06-27T12:40:19.485-07:00Discurso del Papa ante las Autoridades Políticas (24/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/24/ANSA1032188_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/24/ANSA1032188_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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Señor Presidente,</div>
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Excelentísimas Autoridades,</div>
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Ilustrísimos miembros del Cuerpo Diplomático,</div>
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Señoras y señores:</div>
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Es para mí un motivo de gran alegría estar aquí y pisar el suelo de esta tierra Armenia tan querida; visitar un pueblo de ricas y antiguas tradiciones, que ha testimoniado valientemente su fe, que ha sufrido mucho, pero que siempre ha vuelto a renacer.<a name='more'></a></div>
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«Nuestro cielo turquesa, el agua limpia, el lago de luz, el sol en verano y en invierno el fiero bóreas, [...] la piedra de los milenios, [...] los libros grabados con el estilo, que se convierten en oración» (Yeghishe Charents, Oda a Armenia). Estas son algunas de las impresionantes imágenes que un ilustre poeta vuestro nos ofrece para entender la profundidad de la historia y la belleza de la naturaleza de Armenia. En pocas palabras se expresa el eco y la hondura de la experiencia gloriosa y dramática de un pueblo y su conmovedor amor por la patria.</div>
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Señor Presidente, le agradezco vivamente sus gentiles palabras de bienvenida, que me ha dirigido en nombre del Gobierno y de los habitantes de Armenia, así como su amable invitación que me consiente devolverle la visita que usted realizó el año pasado al Vaticano, cuando participó en la solemne celebración en la Basílica de San Pedro, junto con Su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicós de Todos los Armenios, y Aram I, Catholicós de la Gran Casa de Cilicia, y Su Beatitud Nerses Bedros XIX, Patriarca de Cilicia de los Armenios, recientemente desaparecido. En aquella ocasión se recordó el centenario del Metz Yeghérn, el «Gran Mal», que azotó a vuestro pueblo y causó la muerte de una gran multitud de personas. Aquella tragedia, aquel genocidio, por desgracia, inauguró la triste lista de las terribles catástrofes del siglo pasado, causadas por aberrantes motivos raciales, ideológicos o religiosos, que cegaron la mente de los verdugos hasta el punto de proponerse como objetivo la aniquilación de poblaciones enteras. Es tan triste que -tanto en éste como en los otros dos- las grandes potencias internacionales miraban hacia otro lado. </div>
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Rindo homenaje al pueblo armenio, que, iluminado por la luz del Evangelio incluso en los momentos más trágicos de su historia, siempre ha encontrado en la cruz y en la resurrección de Cristo la fuerza para levantarse de nuevo y reemprender el camino con dignidad. Esto revela la profundidad de las raíces de su fe cristiana y el inmenso tesoro de consuelo y de esperanza que contiene. Teniendo ante los ojos los terribles efectos que en el siglo pasado causaron el odio, los prejuicios y el deseo desenfrenado de poder, espero sinceramente que la humanidad sea capaz de aprender de esas trágicas experiencias a actuar con responsabilidad y sabiduría para evitar el peligro de volver a caer en tales horrores. Que todos multipliquen sus esfuerzos para que en las disputas internacionales prevalezca siempre el diálogo, la búsqueda constante y auténtica de la paz, la cooperación entre los Estados y el compromiso inquebrantable de las organizaciones internacionales para crear un clima de confianza que favorezca el logro de acuerdos permanentes, que miren al futuro.</div>
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La Iglesia Católica desea cooperar activamente con todos los que se preocupan por el destino de la humanidad y el respeto de los derechos humanos, para que en el mundo prevalezcan los valores espirituales, desenmascarando a todos los que desfiguran su sentido y su belleza. A este respecto, es vital que todos los que confiesan su fe en Dios unan sus fuerzas para aislar a quien se sirva de la religión para llevar a cabo proyectos de guerra, de opresión y de persecución violenta, instrumentalizando y manipulando el santo nombre Dios.</div>
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En la actualidad, igual e incluso tal vez más que en la época de los primeros mártires, los cristianos son discriminados y perseguidos en algunos lugares por el mero hecho de profesar su fe, mientras que en diversas zonas del mundo no se encuentra solución satisfactoria a muchos conflictos, causando dolor, destrucción y el desplazamiento forzado de poblaciones enteras. Es indispensable, por tanto, que los responsables del destino de las naciones pongan en marcha, con valor y sin demora, iniciativas dirigidas a poner fin a este sufrimiento, y que tengan como objetivo primario la búsqueda de la paz, la defensa y la acogida de los que son objeto de ataques y persecuciones, la promoción de la justicia y de un desarrollo sostenible. El pueblo armenio ha experimentado estas situaciones en primera persona; conoce el sufrimiento y el dolor, conoce la persecución; conserva en su memoria, no sólo las heridas del pasado, sino también el espíritu que le ha permitido empezar siempre de nuevo. Así pues, lo animo a no dejar de ofrecer su valiosa colaboración a la comunidad internacional.</div>
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Este año se cumple el 25 aniversario de la independencia de Armenia. Es un evento para alegrarse y una ocasión para rememorar lo conseguido y proponerse nuevas metas. Las celebraciones por este feliz aniversario serán mucho más significativas si se convierten para todos los armenios, en la Patria y en la diáspora, en un momento especial para reunir y coordinar las energías, con el fin de promover un desarrollo civil y social del País, justo e inclusivo. Se trata de vigilar constantemente para que no se dejen de cumplir los imperativos morales de una justicia igual para todos y de solidaridad con los más débiles y desfavorecidos (cf. Juan Pablo II, Discurso de despedida de Armenia, 27 septiembre 2001). La historia de vuestro país está unida a su identidad cristiana, custodiada durante siglos. Esta identidad, en vez de ser un obstáculo para una sana laicidad del Estado, más bien la reclama y la alimenta, favoreciendo participación ciudadana de todos los miembros de la sociedad, la libertad religiosa y el respeto a las minorías. La cohesión de todos los armenios, y el creciente esfuerzo por encontrar caminos que ayuden a superar las tensiones con algunos países vecinos, hará que sea más fácil lograr estos importantes objetivos, inaugurando para Armenia una época de auténtico renacimiento.</div>
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La Iglesia Católica, por su parte, a pesar de estar presente en el país con recursos humanos limitados, se complace en ofrecer su contribución al crecimiento de la sociedad, sobre todo con su actividad orientada hacia los más débiles y los más pobres, en el campo sanitario y educativo, y concretamente en el de la caridad, como lo demuestra el trabajo realizado desde hace veinticinco años por el hospital «Redemptoris Mater», en Ashotzk, las actividades del Instituto educativo a Ereván, las iniciativas de Caritas Armenia y las obras gestionadas por las Congregaciones religiosas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Dios bendiga y proteja a Armenia, tierra iluminada por la fe, por el valor de los mártires, por la esperanza, que es más fuerte que cualquier sufrimiento.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-33087676352005919052016-06-27T12:38:00.000-07:002016-06-27T12:38:06.382-07:00Audio y texto del saludo del Santo Padre durante su visita de oración a la Catedral Apostólica de Etchmiadzin: (24/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/24/RV16978_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/24/RV16978_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536539.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Venerado hermano,</div>
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<br /></div>
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Patriarca Supremo y Catholicós de Todos los Armenios,</div>
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<br /></div>
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Estimados hermanos y hermanas en Cristo</div>
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<br /></div>
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Crucé con emoción el umbral de este lugar sagrado, testigo de la historia de vuestro pueblo, centro que irradia su espiritualidad; y considero un don precioso de Dios el poder acercarme al santo altar desde el cual se difunde la luz de Cristo en Armenia.<a name='more'></a> Saludo al Catholicós de Todos los Armenios, Su Santidad Karekin II, a quien le agradezco de corazón la grata invitación a visitar Santa Etchmiadzin, a los arzobispos y a los obispos de la Iglesia Apostólica Armenia, y doy las gracias a todos por la cordial y alegre bienvenida que me han deparado. Gracias, Santidad, por haberme acogido en su casa; este elocuente signo de amor dice, mucho más que las palabras, lo que significa la amistad y la caridad fraterna.</div>
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<br /></div>
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En esta solemne ocasión, doy gracias a Dios por la luz de la fe encendida en vuestra tierra, la fe que confirió a Armenia su identidad peculiar y la hizo mensajera de Cristo entre las naciones. Cristo es vuestra gloria, vuestra luz, el sol que os ha iluminado y dado una nueva vida, que os ha acompañado y sostenido, especialmente en los momentos de mayor prueba.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Me inclino ante la misericordia del Señor, que ha querido que Armenia se convirtiese en la primera nación, desde el año 301, en acoger el cristianismo como su religión, en un tiempo en el que todavía arreciaban las persecuciones en el Imperio Romano.</div>
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<br /></div>
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La fe en Cristo no ha sido para Armenia como un vestido que se puede poner o quitar en función de las circunstancias o conveniencias, sino que ha sido una realidad constitutiva de su propia identidad, un don de gran valor que se debe recibir con alegría, y custodiar con atención y fortaleza, a precio de la misma vida. Como escribió san Juan Pablo II, «Con el “bautismo” de la comunidad armenia, [...] nació una identidad nueva del pueblo, que llegaría a ser parte constitutiva e inseparable del mismo ser armenio. Desde entonces ya no será posible pensar que, entre los componentes de esa identidad, no figure la fe en Cristo, como constitutivo esencial» (Carta. ap. En el XVII centenario del bautismo del pueblo armenio, 2 febrero 2001, 2).</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Que el Señor os bendiga por este testimonio luminoso de fe, que muestra de manera ejemplar la poderosa eficacia y fecundidad del bautismo recibido hace más de mil setecientos años con el signo elocuente y santo del martirio, que ha sido un elemento constante en la historia de vuestro pueblo.</div>
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<br /></div>
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Doy gracias al Señor por el camino que la Iglesia católica y la Iglesia Apostólica Armenia han recorrido a través de un diálogo sincero y fraterno, con el fin de llegar a compartir plenamente la mesa eucarística. Que el Espíritu Santo nos ayude a realizar esa unidad por la cual pidió Nuestro Señor, para que sus discípulos sean uno y el mundo crea.</div>
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<br /></div>
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Me es grato recordar aquí el impulso decisivo dado a la intensificación de las relaciones y al fortalecimiento del diálogo entre nuestras dos iglesias en los últimos tiempos por Su Santidad Vasken I y Karekin I, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Entre las etapas particularmente significativas de este compromiso ecuménico, recuerdo la conmemoración de los testigos de la fe del siglo XX, en el contexto del Gran Jubileo del año 2000; la entrega a vuestra Santidad de la reliquia del Padre de la Armenia cristiana, San Gregorio el Iluminador, para la nueva catedral de Ereván; la Declaración Conjunta de Su Santidad Juan Pablo II y de Vuestra Santidad, firmada precisamente aquí, en Santa Etchmiadzin; y las visitas que Vuestra Santidad ha hecho al Vaticano con motivo de grandes eventos y conmemoraciones.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El mundo, desgraciadamente, está marcado por las divisiones y los conflictos, así como por formas graves de pobreza material y espiritual, incluida la explotación de las personas, incluso de niños y ancianos, y espera de los cristianos un testimonio de mutua estima y cooperación fraterna, que haga brillar ante toda conciencia el poder y la verdad de la resurrección de Cristo. El compromiso paciente y renovado hacia la plena unidad, la intensificación de las iniciativas comunes y la colaboración entre todos los discípulos del Señor con vistas al bien común, son como luz brillante en una noche oscura, y una llamada a vivir también las diferencias en la caridad y en la mutua comprensión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El espíritu ecuménico adquiere un valor ejemplar, incluso fuera de los límites visibles de la comunidad eclesial, y representa para todos una fuerte llamada a componer las divergencias mediante el diálogo y la valorización de lo que une. Esto impide también la instrumentalización y la manipulación de la fe, porque obliga a redescubrir las genuinas raíces, a comunicar, defender y propagar la verdad en el respeto de la dignidad de todo ser humano y con modos que trasparenten la presencia de ese amor y de aquella salvación, que se quiere difundir. Se ofrece de este modo al mundo – que tiene necesidad urgente de ello – un convincente testimonio de que Cristo está vivo y operante, capaz de abrir siempre nuevas vías de reconciliación entre las naciones, las civilizaciones y las religiones. Se confirma y se hace creíble que Dios es amor y misericordia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos, cuando nuestro actuar está inspirado y movido por la fuerza del amor de Cristo, crece el conocimiento y la estima recíproca, se crean mejores condiciones para un camino ecuménico fructífero y, al mismo tiempo, se muestra a todas las personas de buena voluntad, y a toda la sociedad, una vía concreta y factible para armonizar los conflictos que desgarran la vida civil y producen divisiones difíciles de sanar. Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por intercesión de María Santísima, san Gregorio el Iluminador, «Columna de Luz de la Santa Iglesia de los Armenios», y san Gregorio de Narek, Doctor de la Iglesia, os bendiga a todos y a toda la Nación armenia, y la guarde siempre en la fe que ha recibido de los padres y que gloriosamente ha testimoniado a lo largo de los siglos.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-51057788464783546812016-06-27T12:35:00.000-07:002016-06-27T12:35:09.200-07:00Mensaje del Papa Francisco a los armenios<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/24/RV16012_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/24/RV16012_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536282.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas,</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
en pocos días tendré la alegría de estar entre ustedes, en Armenia. Desde ahora les invito a rezar por este viaje apostólico.<br />
<a name='more'></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con la ayuda de Dios voy entre ustedes para cumplir, como dice el lema del viaje, una “visita al primer país cristiano”. Voy como peregrino, en este Año Jubilar, para tomar de la sabiduría antigua de su pueblo y abrevarme de las fuentes de su fe, rocosa como sus famosas cruces esculpidas en la piedra.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Voy hacia las místicas alturas de Armenia como su hermano, animado por el deseo de ver sus rostros, de rezar junto a ustedes y de compartir el don de la amistad. Su historia y las vicisitudes de su amado pueblo suscitan en mí admiración y dolor: admiración, porque han encontrado en la cruz de Jesús y en su ingenio la fuerza de volverse a levantar siempre, también de sufrimientos que se encuentran entre los más terribles que recuerde la humanidad; dolor, por las tragedias que sus padres han vivido en su carne.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No permitamos a los recuerdos dolorosos adueñarse de nuestro corazón; también frente a los repetidos asaltos del mal, no nos rindamos. Hagamos más bien como Noé, que después del diluvio no se cansó de mirar hacia el cielo y de soltar varias veces a la paloma, hasta que esta regresó, trayendo en su pico una rama verde de olivo (Gen 8,11): era la señal que la vida podía volver a comenzar y la esperanza debía resurgir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como siervo del Evangelio y mensajero de paz deseo ir entre ustedes, para apoyar todo esfuerzo sobre el camino de la paz y compartir nuestros pasos sobre el sendero de la reconciliación, que genera la esperanza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Que los grandes santos de su pueblo, especialmente el Doctor de la Iglesia Gregorio de Narek, bendigan nuestros encuentros, que espero con vivo deseo. De forma particular, espero volver a abrazar a mi Hermano Karekin y, junto a él, dar un renovado impulso a nuestro camino hacia la unidad total.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El año pasado han venido a Roma de diversos lugares, y hemos rezado todos juntos ante la tumba de San Pedro. Ahora voy a su tierra bendita para reforzar nuestra comunión, avanzar sobre el camino de la reconciliación y dejarnos animar por la esperanza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Gracias y ¡Tsdesutiun! ¡Hasta pronto!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Raúl Cabrera, Radio Vaticano)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-77509850234857974882016-06-27T12:31:00.000-07:002016-06-27T12:31:38.521-07:00Texto y audio completo de la catequesis del Papa Francisco<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/22/AP3501639_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="141" src="https://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/22/AP3501639_Articolo.jpg" width="200" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536220.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
«Señor, si quieres, puedes purificarme» (Lc 5,12): es el pedido que hemos escuchado dirigido a Jesús por parte de un leproso. Este hombre no pide solamente ser curado, sino ser “purificado”, es decir sanado integralmente, en el cuerpo y en el corazón. <br />
<a name='more'></a>De hecho, la lepra era considerada una forma de maldición de Dios, de impureza profunda. El leproso debía estar lejos de todos; no podía acceder al templo y a ningún servicio divino. Lejos de Dios y lejos de los hombres. Esta gente llevaba una vida triste.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No obstante esto, aquel leproso no se resignaba ni a la enfermedad, ni a las disposiciones que hacen de él un excluido. Para alcanzar a Jesús, no temía infringir la ley y entra en la ciudad – cosa que no debía hacer, le estaba prohibido –, y cuando lo encontró «se postró ante él y le rogó: Señor, si quieres, puedes purificarme» (v. 12). ¡Todo lo que este hombre considerado impuro hace y dice es expresión de su fe! Reconoce la potencia de Jesús: está seguro que tenga el poder de sanarlo y que todo dependa de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le ha permitido romper toda convención y buscar el encuentro con Jesús y, arrodillándose delante de Él, lo llama “Señor”. La súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Bastan pocas palabras, con tal que sean acompañadas de la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad. Encomendarnos a la voluntad de Dios significa de hecho abandonarnos en su infinita misericordia. También yo les hare una confesión personal. En la noche, antes de ir a la cama, yo rezo esta breve oración: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Y rezo cinco “Padre Nuestros”, uno por cada llaga de Jesús, porque Jesús nos ha purificado con sus llagas. Pero si esto lo hago yo, pueden hacerlo también ustedes, en su casa, y decir: “Señor, si quieres, puedes purificarme” y pensar en las llagas de Jesús y decir un “Padre Nuestro” por cada una. Y Jesús nos escucha siempre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Jesús es profundamente impresionado por este hombre. El Evangelio de Marco subraya que «conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: Lo quiero, queda purificado» (1,41). El gesto de Jesús acompaña sus palabras y hace más explícita la enseñanza. Contra las disposiciones de la Ley de Moisés, que prohibía acercarse a un leproso (Cfr. Lev 13,45-46), Jesús, contra la prescripción, Jesús extiende la mano e incluso lo toca. ¡Cuántas veces nosotros encontramos un pobre que viene a nuestro encuentro! Podemos ser incluso generosos, podemos tener compasión, pero generalmente no lo tocamos. Le ofrecemos la moneda, pero evitamos tocar la mano y la tiramos ahí. ¡Y olvidamos que esto es el cuerpo de Cristo! Jesús nos enseña a no tener temor de tocar al pobre y al excluido, porque Él está en ellos. Tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía y hacer que nos preocupemos por su condición. Tocar a los excluidos. Hoy me acompañan aquí estos jóvenes. Muchos piensan de ellos que era mejor que se quedaran en sus tierras, pero ahí sufrían mucho. Son nuestros refugiados, pero muchos los consideran excluidos. ¡Por favor, son nuestros hermanos! El cristiano no excluye a nadie, da lugar a todos, deja venir a todos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después de haber curado al leproso, Jesús le ordena de no hablar con nadie, pero le dice: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio» (v. 14). Esta disposición de Jesús muestra al menos tres cosas. La primera: la gracia que actúa en nosotros no busca el sensacionalismo. Generalmente esa se mueve con discreción y sin clamor. Para curar nuestras heridas y guiarnos en el camino de la santidad ella trabaja modelando pacientemente nuestro corazón según el Corazón del Señor, para así asumir siempre los pensamientos y los sentimientos. La segunda: haciendo verificar oficialmente la sanación a los sacerdotes y celebrando un sacrificio expiatorio, el leproso es admitido en la comunidad de los creyentes y en la vida social. Su reintegración completa la curación. ¡Como había él mismo suplicado, ahora está completamente purificado! Finalmente, presentándose a los sacerdotes el leproso da a ellos testimonio acerca de Jesús y de su autoridad mesiánica. La fuerza de la compasión con la cual Jesús ha curado al leproso ha llevado la fe de este hombre a abrirse a la misión. Era un excluido, ahora es uno de nosotros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pensemos en nosotros, en nuestras miserias… Cada uno tiene la propia. Pensemos con sinceridad. Cuantas veces las cubrimos con la hipocresía de las “buenas maneras”. Y justamente entonces es necesario estar solos, ponerse de rodillas delante de Dios y orar: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Y háganlo, háganlo antes de ir a la cama, todas las noches. Y ahora digamos esta bella oración: “Señor, si quieres, puedes purificarme”, todos juntos, tres veces. ¡Todos! “Señor, si quieres, puedes purificarme”, “Señor, si quieres, puedes purificarme”, “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Gracias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-36225886632371099582016-06-27T12:12:00.000-07:002016-06-27T12:12:56.672-07:00Texto y Audio del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus dominical (19/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/08/REUTERS1419992_Articolo.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="226" src="https://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/08/REUTERS1419992_Articolo.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/05/08/REUTERS1419992_Articolo.JPG" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El pasaje evangélico de este domingo (Lc 9,18-24) nos llama una vez más a confrontarnos, por así decir, “cara a cara” con Jesús. En uno de sus raros momentos tranquilos, en el cual se encuentra solo con sus discípulos, Él les pregunta a ellos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (v. 18).<br />
<a name='more'></a>Y ellos responden: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado» (v. 19). Pues la gente tenía estima por Jesús y lo consideraba un gran profeta, pero aún no eran conscientes de su verdadera identidad, es decir que Él fuera el Mesías, el Hijo de Dios enviado por el Padre para la salvación de todos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Jesús, entonces, se dirige directamente a los Apóstoles – porque es esto lo que más le interesa – y pregunta: «Pero ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Enseguida, a nombre de todos, Pedro responde: «Tú eres el Mesías de Dios» (v. 20), es decir: Tú eres el Mesías, el Consagrado de Dios, enviado por Él a salvar su pueblo según la Alianza y la promesa. Así Jesús se da cuenta que los Doce, y en particular Pedro, han recibido del Padre el don de la fe; y por esto inicia a hablar con ellos abiertamente – así dice el Evangelio: “abiertamente” – de aquello que le espera en Jerusalén: «El Hijo del hombre – dice – debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día» (v. 22).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aquellas mismas preguntas hoy son propuestas a cada uno de nosotros: “¿Quién es Jesús para la gente de nuestro tiempo? Pero la otra es más importante: ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros?”. ¿Para mí, para ti, para ti, para ti, para ti…? ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Estamos llamados a hacer de la respuesta de Pedro nuestra respuesta, profesando con alegría que Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra eterna del Padre que se ha hecho hombre para redimir la humanidad, vertiendo sobre ella la abundancia de la misericordia divina. El mundo tiene más que nunca necesidad de Cristo, de su salvación, de su amor misericordioso. Muchas personas experimentan un vacío a su alrededor y dentro de sí – tal vez, algunas veces, también nosotros –; otras viven en la inquietud y en la inseguridad a causa de la precariedad y de los conflictos. Todos tenemos necesidad de respuestas adecuadas a nuestras interrogantes, a nuestras preguntas concretas. En Cristo, solo en Él, es posible encontrar la paz verdadera y el cumplimiento de toda humana aspiración. Jesús conoce el corazón del hombre como ningún otro. Por esto lo puede sanar, dándole vida y consolación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después de haber concluido el diálogo con los Apóstoles, Jesús se dirige a todos diciendo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga» (v. 23). No se trata de una cruz ornamental, o ideológica, sino es la cruz de la vida, es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor – por los padres, por los hijos, por la familia, por los amigos, también por los enemigos –, la cruz de la disponibilidad a ser solidario con los pobres, a comprometerse por la justicia y la paz. En el asumir esta actitud, estas cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que «el que pierda su vida – por Cristo – la salvará» (v. 24). Es perder, para ganar. Y recordemos a tonos nuestros hermanos que todavía hoy ponen en práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, sus fatigas e incluso su propia vida para no negar su fe a Cristo. Jesús, mediante su Santo Espíritu, nos dará la fuerza de ir adelante en el camino de la fe y del testimonio: hacer aquello en lo cual creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino siempre está cerca de nosotros y nos precede la Virgen: dejémonos tomar de la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)<br />
<b>Español</b><br />
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00536146.mp3" target="_blank">audio</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
«Queridos hermanos y hermanas:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La súplica que el leproso dirige a Jesús: "Señor si quieres puedes limpiarme", manifiesta el deseo profundo del hombre de una auténtica purificación que lo una a Dios y lo integre en la comunidad. Esta petición, fruto de la fe y de la confianza en Dios, encuentra la respuesta en la acción y en los gestos de Jesús, que, sintiendo compasión, se acerca, lo toca y le dice: "Quiero, queda limpio".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Jesús nunca permanece indiferente a la oración hecha con humildad y con confianza y, rechazando todos los prejuicios humanos, se muestra cercano para enseñarnos que no tenemos que tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo. Con sus actos, Jesús no busca el sensacionalismo, sino que cura con amor nuestras heridas, modelando pacientemente nuestro corazón conforme al suyo. El gesto mesiánico Jesús culmina con la inclusión del leproso en la comunidad de los creyentes y en la vida social: así se llega a la plena curación, que además convierte al sanado en testigo y anunciador de la misericordia de Dios».</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
********************</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica; ¡veo que son bastantes! Que movidos por la humildad y la confianza de la petición del leproso, nos sintamos todos necesitados de la sanación del Señor, y aprendamos a acercarnos al pobre y al excluido reconociendo en ellos al mismo Cristo. Muchas gracias».</div>
</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-15301541844256912682016-06-27T12:09:00.000-07:002016-06-27T12:09:55.783-07:00Catequesis jubilar del Papa: Misericordia y conversión (18/06/201)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/18/RV16769_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="226" src="https://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/18/RV16769_Articolo.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00535692.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego de su resurrección, Jesús aparece diversas veces a los discípulos, antes de ascender a la gloria del Padre. El pasaje del Evangelio que hemos apenas escuchado (Lc 24,45-48) narra una de estas apariciones, en la cual el Señor indica el contenido fundamental de la predicación que los apóstoles deberán ofrecer al mundo.<br />
<a name='more'></a>Podemos sintetizarla con dos palabras: “conversión” y “perdón de los pecados”. Son dos aspectos que califican la misericordia de Dios que, con amor, se ocupa de nosotros. Hoy tomamos en consideración la conversión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Qué cosa es la conversión? Ella está presente en toda la Biblia, y de manera particular en la predicación de los profetas, que invitan continuamente al pueblo a “regresar al Señor” pidiéndole perdón y cambiando estilo de vida. Convertirse, según los profetas, significa cambiar dirección y dirigirse nuevamente al Señor, basándose sobre la certeza que Él nos ama y su amor es siempre fiel. Regresar al Señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Jesús ha hecho de la conversión la primera palabra de su predicación: «Conviértanse y crean en el Evangelio» (Mc 1,15). Es con este anuncio que Él se presenta al pueblo, pidiendo de acoger su palabra como la última y definitiva que el Padre dirige a la humanidad (cfr Mc 12,1-11). Respecto a la predicación de los profetas, Jesús insiste aún más sobre la dimensión interior de la conversión. En ella, de hecho, toda la persona es involucrada, corazón y mente, para convertirse en una criatura nueva, una persona nueva. Cambia el corazón y uno se renueva.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando Jesús llama a la conversión no se alza como juez de las personas, sino que lo hace a partir de la cercanía, del compartir de la condición humana, y por lo tanto de la calle, de la casa, de la mesa... La misericordia hacia aquellos que tenían necesidad de cambiar vida ocurría con su presencia amable, para involucrar a cada uno en su historia de salvación. Jesús persuadía a la gente con la amabilidad, con el amor, y con este comportamiento suyo Jesús tocaba en el profundo el corazón de las personas y ellas se sentían atraídas por el amor de Dios e impulsadas a cambiar vida. Por ejemplo, las conversiones de Mateo (cfr Mt 9,9-13) y de Zaqueo (cfr Lc 19,1-10) acaecieron precisamente de esta manera, porque sintieron ser amados por Jesús y, a través de Él, por el Padre. La verdadera conversión se realiza cuando acogemos el don de la gracia; es un claro signo de su autenticidad y nos percatamos de las necesidades de los hermanos y estamos listos a salir a su encuentro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas, cuántas veces también nosotros sentimos la exigencia de un cambio que envuelva ¡toda nuestra persona! Cuántas veces nos decimos: “Debo cambiar, no puedo continuar así… Mi vida, este camino, no dará fruto, será una vida inútil y yo no seré feliz”. Cuántas veces nos vienen estos pensamientos, ¡cuántas veces!... Y Jesús, junto a nosotros, con la mano extendida nos dice: “Ven, ven a mí. El Trabajo lo hago yo: yo te cambiaré el corazón, yo te cambiaré la vida, yo te haré feliz”. Nosotros, ¿creemos en esto o no? ¿Creemos o no? Qué cosa piensan: ¿creen en esto o no? Menos aplausos y más voz: ¿creen o no creen? Es así. Jesús que está con nosotros nos invita a cambiar vida. Es Él, con el Espíritu Santo, que siembra en nosotros esta inquietud por cambiar vida y ser un poco mejores. Sigamos entonces esta invitación del Señor y no pongamos resistencias, porque solo si nos abrimos a su misericordia, encontramos la vida verdadera y la alegría verdadera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Debemos solo abrir la puerta, y Él hará todo lo demás. Él hace todo pero toca nosotros abrir el corazón para que pueda sanarnos y hacernos ir adelante. Les aseguro que seremos más felices. Gracias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>En español</i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00535577.mp3" target="_blank">audio</a></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Queridos hermanos y hermanas, Jesús se manifestó después de su resurrección varias veces a sus discípulos y les indicó que la predicación se debía centrar en el “perdón de los pecados” y en la “conversión”. Esta última, la conversión, está presente en toda la Sagrada Escritura. Para los profetas, convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios. También Jesús predicó la conversión y lo hacía desde la cercanía con los pecadores y necesitados; de ese modo les manifestaba el amor de Dios. Todos se sentían amados por el Padre a través de él y llamados a cambiar vida.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La auténtica conversión se produce cuando experimentamos en nosotros el amor de Dios y acogemos el don de su misericordia; y un signo claro de que la conversión es auténtica es cuando caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo y salimos a su encuentro para ayudarle.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
* * * * *</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús nos conceda la gracia de la auténtica conversión de nuestra vida. Si nos abrimos a la misericordia de Dios, encontraremos la verdadera alegría del corazón. Muchas gracias.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-12598027453151482332016-06-17T08:31:00.002-07:002016-06-17T08:31:36.008-07:00Texto completo del discurso del Papa en el Congreso Diocesano sobre el tema “La Alegría del Amor, el camino de las familias a Roma a la luz de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia del Papa Francisco” (16/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/16/AFP5419819_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="226" src="https://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/16/AFP5419819_Articolo.jpg" width="320" /></a></div>
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“La letizia dell’amore: il cammino delle famiglie a Roma”: éste es el tema del Encuentro diocesano. No comenzaré hablando de la Exhortación, ya que ustedes la irán trabajando en distintos laboratorios. Quisiera, junto a ustedes recuperar algunas de las ideas/tensiones claves que fueron surgiendo durante el camino sinodal que nos ayuden a comprender mejor el espíritu que se refleja en la Exhortación. Una Exhortación que pueda orientar vuestras reflexiones y diálogos, y “ofrezca así aliento, estímulo y ayuda a las familia en su entrega y en sus dificultades” (AL, 4).<br />
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Me gustaría hacerlo con tres imágenes bíblicas que nos permitan tomar contacto con el paso del Espíritu en el discernimiento de los Padres Sinodales.</div>
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“Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa” (Ex 3,5). Esta fue la invitación de Dios a Moisés ante la zarza ardiente. El terreno a pisar, los temas a abordar en el Sínodo, exigían una actitud determinada. No se iba a analizar cualquier asunto; no estábamos frente a cualquier situación. Delante teníamos los rostros concretos de tantas familias. Supe que, en algunos grupos, antes de comenzar los trabajos, los Padres sinodales compartieron su propia realidad familiar. Este darle rostro a los temas – por decirlo de alguna manera – exigía (y exige) un clima de respeto capaz de ayudarnos a escuchar lo que Dios nos está diciendo al interno de nuestras realidades. No un respeto diplomático, o políticamente correcto, sino un respeto cargado de preocupaciones y preguntas honestas que buscaban cuidar las vidas que estamos llamados a pastorear. ¡Cuánto ayuda ponerle rostros a los temas! Nos libra de apresurarnos para lograr conclusiones bien formuladas pero muchas veces carentes de vida; nos libra de hablar en abstracto, para poder acercarnos y comprometernos con personas concretas. Nos protege de ideologizar la fe con sistemas bien armados pero que desconocen la gracia. Tantas veces nos convertimos en pelagianos. Y esto, solo puede hacerse en un clima de fe. Es la fe, la que nos mueve a no cansarnos de buscar la presencia de Dios en los cambios de la historia.</div>
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Cada uno de nosotros ha tenido una experiencia de familia. En algunos casos brota con mayor facilidad la acción de gracias que en otros, pero todos hemos vivido esta experiencia.</div>
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En ese contexto Dios salió a nuestro encuentro. Su Palabra vino a nosotros no como una secuencia de tesis abstractas sino como una compañera de viaje que nos ha sostenido en el medio del dolor, nos ha alentado en la fiesta y nos mostró siempre la meta del camino (AL, 22). Esto nos recuerda que nuestras familias, las familias en nuestras parroquias con sus rostros, historias, con todas sus complicaciones “no son un problema, son una oportunidad”. Oportunidad que nos desafía a despertar una creatividad misionera capaz de abrazar todas las situaciones concretas, en nuestro caso, de las familias romanas. No sólo de las que vienen o están en las parroquias, sino poder llegar a las familias de nuestros barrios. Esta reunión nos desafía a no dar nada ni nadie por perdido, sino a buscar, a renovar la esperanza de saber que Dios sigue actuando en medio de nuestras familias. Nos desafía a no abandonar a nadie por no estar a la altura del deber ser. Y esto nos exige salir de las declaraciones de principios para adentrarnos en el corazón del palpitar de los barrios romanos y, como artesanos ir plasmando en esta realidad el sueño de Dios, cosa que sólo lo pueden hacer las personas de fe, las que no le cierran el paso a la acción del Espíritu. Reflexionar sobre la vida de nuestras familias, así como son y así como están, nos pide descalzarnos para descubrir la presencia de Dios. Esta es la primera imagen bíblica: Dios está allí.</div>
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Ahora la segunda imagen bíblica. La del fariseo, cuando rezando le decía al Señor: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano» (Lc 18,11). Una de las tentaciones (cf. AL, 229) a la que continuamente estamos expuestos es tener una lógica separatista. Creemos que ganamos en identidad y en protección cada vez que nos diferenciamos o aislamos de los demás, especialmente de aquellos que están viviendo en una situación diferente. La identidad no se hace en la separación, sino en la pertenencia, mi pertenencia al Señor. No separarme de los otros para que no me contagien.</div>
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Considero necesario dar un paso importante: no podemos analizar, reflexionar y menos rezar con la realidad como sí nosotros estuviéramos en bandos o veredas diferentes, como si nosotros estuviéramos fuera de la historia. Todos necesitamos convertirnos, todos necesitamos ponernos delante del Señor y renovar una y otra vez Su alianza y decir con el publicano: ¡Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador! Con este punto de partida, quedamos incluidos en el mismo “bando” y nos ponemos delante del Señor con una actitud de humildad y escucha.</div>
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Justamente, al mirar nuestras familias con la delicadeza con la que Dios las mira nos ayuda a poner nuestros sentidos en su misma dirección. El acento en la misericordia nos posiciona frente a la realidad de una manera realista, pero no con cualquier realismo sino con el realismo de Dios. Nuestros análisis son importantes y necesarios y nos ayudarán a tener un sano realismo. Pero nada se compara con el realismo evangélico, que no se detiene en una descripción de las situaciones, de las problemáticas - menos en el pecado - sino que siempre va más allá y logra ver detrás de cada rostro, de cada historia, de cada situación, una oportunidad, una posibilidad. El realismo evangélico se compromete con el otro, con los otros y no hace de los ideales y del “deber ser” un obstáculo para encontrarse con los demás en la situaciones en las que se hallan. No se trata de no proponer el ideal evangélico, al contrario, nos invita a vivirlo al interno de la historia, con todo lo que implica. Esto no significa no ser claros en la doctrina, sino evitar caer en juicios y actitudes que no asuman la complejidad de la vida. El realismo evangélico se ensucia las manos porque sabe que “trigo y cizaña” crecen juntos, y lo mejor del trigo siempre - en esta vida - estará mezclado con algo de cizaña. «Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad: una Madre que, al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, “no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino”». Una Iglesia capaz de «asumir la lógica de la compasión con los frágiles y evitar persecuciones o juicios demasiado duros o impacientes. El mismo Evangelio nos reclama que no juzguemos ni condenemos (cf. Mt 7,1; Lc 6,37)» (AL, 308). Me llego a las manos una imagen que está en Santa María Magdalena, al sur de Francia donde comienza el camino de Santiago: que de una parte esta Judas ahorcado con la lengua afuera y de la otra parte Jesús buen Pastor que lleva sobre los hombros. Lo lleva con él. Es un misterio esto. Estos medievales que enseñaban el catecismo con las imágenes entendieron bien el misterio de Judas. Don Primo Mazzolari, un sacerdote italiano, tiene un discurso muy lindo sobre el viernes santo, él entendió bien esta complejidad de la lógica del evangelio. Y aquel que que más se ensució las manos fue Jesús. No era un “limpio”, sino que estaba entre la gente y los aceptaba como eran. No como debían ser.</div>
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Volviendo a la imagen Biblica: Te agradezco Señor porque soy de la Acción Católica o de la Cáritas o de esto y de aquello, y no como estos que habitan en el barrio, ladrones y delincuentes. Esto no ayuda a la pastoral. </div>
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3. “Los ancianos tendrán sueños proféticos” (Joel 3,1). Tal era una de las profecías de Joel para el tiempo del Espíritu. Los ancianos tendrán sueños y sus jóvenes verán visiones. Con esta tercera imagen quisiera subrayar la importancia que los Padres sinodales le dieron al valor del testimonio como lugar donde se encuentra el sueño de Dios y la vida de los hombres.</div>
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En esta profecía contemplamos una realidad impostergable: en los sueños de nuestros ancianos muchas veces está la posibilidad de que nuestros jóvenes vuelvan a tener visiones, vuelvan a tener futuro, mañana, esperanza. Pero si el 40 % de los jóvenes aquí en Roma no tienen trabajo, que esperanza puede haber. Son dos realidades que van de la mano y que se necesitan y relacionan. Es hermoso encontrar matrimonios, parejas, que en la ancianidad se siguen buscando, mirando; se siguen queriendo y eligiendo. Es tan hermoso encontrar “abuelos” que muestran en sus rostros cuajados por el tiempo la alegría que nace de haber hecho una elección de amor y por amor. A Santa Marta vienen tantas parejas que cumplen 50, 60 años de matrimonio. Yo los abrazo, les agradezco el testimonio y les pregunto quién de ustedes es el que ha tenido más paciencia. Siempre responden “los dos”. A veces bromeando alguno dice: “yo”, pero después dice “no, no, era una broma. Pero una pareja respondió algo muy lindo: “Todavía seguimos enamorado”, que bello, los abuelos que dan testimonio. Y yo les digo: “háganselo ver a los jóvenes que se cansan rápido”, porque después de dos o tres años: “regreso con mamá”.</div>
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Como sociedad, hemos privado de su voz a nuestros ancianos, los hemos privado de su espacio; le hemos privado de la oportunidad de contarnos su vida, sus historias, sus vivencias. Los hemos arrinconado y así hemos perdido la riqueza de su sabiduría. Al descartarlos, descartamos la posibilidad de tomar contacto con el secreto que los hizo andar adelante. Nos hemos privado del testimonio de matrimonios que no sólo han perdurado en el tiempo sino que siguen sosteniendo en su corazón la gratitud por todo lo vivido (cf. AL, 38).</div>
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Esta falta de modelos, de testimonios, esta falta de abuelos, de padres capaces de narrar sueños no le permite a las generaciones jóvenes “tener visiones”. No les permite proyectarse, ya que el futuro genera inseguridad, desconfianza, miedo. Sólo el testimonio de nuestros padres, de ver que fue posible pelear por algo que valió la pena, los ayudará a levantar la mirada. ¿Cómo queremos que los jóvenes vivan el desafío de la familia, del matrimonio como un don si continuamente escuchan de nosotros que es un carga? Si queremos visiones, dejemos que nuestros abuelos nos cuenten, que compartan sus sueños, para que podamos tener profecías de mañana. Aquí quisiera detenerme. Esta es la hora de animar a los abuelos a soñar. Tenemos necesidad de los sueños de los abuelos. Y de sentirles estos sueños. La salvación viene de aquí. No por casualidad cuando Jesús, pequeño fue llevado al templo, lo recibieron dos abuelos que habían contado sus sueños. El anciano que había soñado ver al Señor. Esta es la hora y esta no es una metáfora. Esta es la hora para que los abuelos sueñen. Empujarlos a soñar. A Decirnos algo. Ellos se sienten descartados, cuando no despreciados. A nosotros nos gusta decir en los programas pastorales que esta es la hora de los laicos, esta es la hora… Si yo tuviera que decir, diría: ¡Esta es la hora de los abuelos! Pero, padre, usted va para atrás. Ustedes es preconciliar. ¡Es la hora de los abuelos! Que los abuelos sueñen y los jóvenes aprenderán a profetizar. Esto es a hacer realidad con su fuerza y su imaginación, su trabajo, el sueño de los abuelos. Esta es la hora de los abuelos y me gustaría tanto que se detuvieran en esto en sus reflexiones.</div>
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Tres imágenes:</div>
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la vida de toda persona, la vida de toda familia debe ser tratada con mucho respeto y cuidado. Especialmente cuando reflexionamos sobre ello.</div>
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Cuidarnos de armar una pastoral de guetos y para guetos.</div>
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Darle espacios a los ancianos para que vuelvan a soñar.</div>
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Tres imágenes que nos recuerdan como «La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en el» (AL, 181). No como aquellos perfectos e inmaculados que creen saberlo todo, sino como aquellos que han conocido el amor que Dios nos tiene (1 Jn 4,16). Y en esa confianza, con esa certeza, con mucha humildad y respeto, queremos acercarnos a todos nuestros hermanos para vivir la alegría del amor en familia. Con esa confianza renunciamos a “encierros” «que nos permiten mantenernos alejados de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura» (AL, 308). Esto nos exige desarrollar una pastoral familiar capaz de acoger, acompañar, discernir e integrar. Una pastoral que permita y posibilite el andamiaje adecuado para que la vida a nosotros confiada encuentre el sustento necesario para desarrollarse de acuerdo al sueño de Dios. (jesuita Guillermo Ortiz - RADIO VATICANA)</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-53800021131048023152016-06-15T13:06:00.003-07:002016-06-15T13:06:54.665-07:00Texto y audio completo de la catequesis del Papa Francisco (15/06/2016)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/15/ANSA1026268_Articolo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/15/ANSA1026268_Articolo.jpg" height="226" width="320" /></a></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00535153.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!</div>
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Un día Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, realizó el milagro de restituir la vista a un ciego que mendigaba a lo largo del camino (Cfr. Lc 18,35-43). Hoy queremos aferrar el significado de este signo porque también nos toca directamente. <a name='more'></a>El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (Cfr. v. 35). Un ciego en aquellos tiempos – incluso hasta hace poco tiempo atrás – podía vivir sólo de la limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de otro tipo. Está separado de la gente, está ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus pensamientos y tantas cosas… Y el camino, que puede ser un lugar de encuentro, para él en cambio es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.</div>
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Es triste la imagen de un marginado, sobre todo en el escenario de la ciudad de Jericó, la espléndida y prospera oasis en el desierto. Sabemos que justamente a Jericó llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: aquella ciudad representa la puerta de ingreso a la tierra prometida. Recordemos las palabras que Moisés pronunció en aquella circunstancia; decía así: «Si hay algún pobre entre tus hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu Dios, te da, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Es verdad que nunca faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano al pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra» (Deut. 15,7.11). Es agudo el contraste entre esta recomendación de la Ley de Dios y la situación descrita en el Evangelio: mientras el ciego grita – tenia buena voz, ¿eh? – mientras el ciego grita invocando a Jesús, la gente le reprocha para hacerlo callar, como si no tuviese derecho a hablar. No tienen compasión de él, es más, sienten fastidio por sus gritos. Eh… Cuantas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle – gente necesitada, enferma, que no tiene que comer – sentimos fastidio. Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también yo, todos. Es por esto que la Palabra de Dios nos enseña. La indiferencia y la hostilidad los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor. Indiferencia y hostilidad. Y cuando esta indiferencia y hostilidad se hacen agresión y también insulto – “pero échenlos fuera a todos estos”, “llévenlos a otra parte” – esta agresión; es aquello que hacia la gente cuando el ciego gritaba: “pero tú vete, no hables, no grites”.</div>
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Notamos una característica interesante. El Evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego el motivo de toda aquella gente diciendo: «Que pasaba Jesús de Nazaret» (v. 37). El paso de Jesús es indicado con el mismo verbo con el cual en el libro del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23). Es el “paso” de la pascua, el inicio de la liberación: cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Al ciego, pues, es como si fuera anunciada su pascua. Sin dejarse atemorizar, el ciego grita varias veces dirigiéndose a Jesús reconociéndolo como Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, habría abierto los ojos a los ciegos (Cfr. Is 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe. Gracias a ella su suplica tiene una potente eficacia. De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación. Se realiza así un doble pasaje. Primero: la gente había anunciado la buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que estaba excluido. Segundo: a su vez, el ciego no veía, pero su fe le abre el camino a la salvación, y él se encuentra en medio de cuantos habían bajado al camino para ver a Jesús. Hermanos y hermanas, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación. También en nuestra vida Jesús pasa; y cuando pasa Jesús, y yo me doy cuenta, es una invitación a acercarme a Él, a ser más bueno, a ser mejor cristiano, a seguir a Jesús.</div>
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Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús no más llamándolo “Hijo de David”, sino “Señor”, el título que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado. El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de la salvación. Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús. Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos. Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora testimonia a alta voz su encuentro con Jesús de Nazaret, y «todo el pueblo alababa a Dios» (v. 43). Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso. Pero dejémonos también nosotros llamar por Jesús, y dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y vayamos detrás de Jesús alabando a Dios. ¡Así sea!</div>
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(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)</div>
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<b><i>Español</i></b></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00535088.mp3" target="_blank">audio</a></i></div>
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"El Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús que, acercándose a Jericó, restituye la vista a un ciego que mendigaba en la orilla del camino. La figura de este hombre representa tristemente a tantas personas que, aún hoy, sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. Es llamativo que este marginado a las puertas de Jericó, ciudad bíblica que simboliza la entrada a la tierra prometida, en lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, encuentra en cambio insensibilidad y rechazo.</div>
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Como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor. En contraste con esta actitud, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. Y el Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. Gracias a su fe, el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo de todos nosotros pecadores".</div>
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"Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso. Muchas gracias".</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7272160859959677050.post-85208775818531305522016-06-14T07:48:00.000-07:002016-06-14T07:48:04.909-07:00Audio y texto de la Homilía del Papa Francisco, en el Jubileo de los Enfermos y de las personas discapacitadas. 12 de junio de 2016<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/12/REUTERS1482865_Articolo.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://media02.radiovaticana.va/photo/2016/06/12/REUTERS1482865_Articolo.JPG" height="226" width="320" /></a></div>
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<i><a href="http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00534694.mp3" target="_blank">audio mp3</a></i></div>
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«Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi» (Ga 2,19). El apóstol Pablo usa palabras muy fuertes para expresar el misterio de la vida cristiana: todo se resume en el dinamismo pascual de muerte y resurrección, que se nos da en el bautismo. En efecto, con la inmersión en el agua es como si cada uno hubiese sido muerto y sepultado con Cristo (cf. Rm 6,3-4), mientras que, el salir de ella manifiesta la vida nueva en el Espíritu Santo. <a name='more'></a>Esta condición de volver a nacer implica a toda la existencia y en todos sus aspectos: también la enfermedad, el sufrimiento y la muerte esta contenidas en Cristo, y encuentran en él su sentido definitivo. Hoy, en el día jubilar dedicado a todos los que llevan en sí las señales de la enfermedad y de la discapacidad, esta Palabra de vida encuentra una particular resonancia en nuestra asamblea.</div>
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En realidad, todos, tarde o temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás.</div>
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Y esta experiencia tan típica y dramáticamente humana asume una gran variedad de rostros. En cualquier caso, ella nos plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia. En nuestro ánimo se puede dar incluso una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver soportando o contando sólo con las propias fuerzas. Otras veces, por el contrario, se pone toda la confianza en los descubrimientos de la ciencia, pensando que ciertamente en alguna parte del mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad. Lamentablemente no es así, e incluso aunque esta medicina se encontrase no sería accesible a todos.</div>
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La naturaleza humana, herida por el pecado, lleva inscrita en sí la realidad del límite. Conocemos la objeción que, sobre todo en estos tiempos, se plantea ante una existencia marcada por grandes limitaciones físicas. Se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión. En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante. Es mejor tener a estas personas separadas, en algún «recinto» -tal vez dorado- o en las «reservas» del pietismo y del asistencialismo, para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar. En algunos casos, incluso, se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis. Pero, en realidad, con qué falsedad vive el hombre de hoy al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad. No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente «perfectas», por no decir 'falsificadas', sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo. Qué ciertas son las palabras del apóstol: «Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios» (1 Co 1,27).</div>
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También el Evangelio de este domingo (Lc 7,36-8,3) nos presenta una situación de debilidad particular. La mujer pecadora es juzgada y marginada, mientras Jesús la acoge y la defiende: «Porque tiene mucho amor» (v. 47). Es esta la conclusión de Jesús, atento al sufrimiento y al llanto de aquella persona. Su ternura es signo del amor que Dios reserva para los que sufren y son excluidos. No existe sólo el sufrimiento físico; hoy, una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu. Es un sufrimiento que afecta al ánimo y hace que esté triste porque está privado de amor. La patología de la tristeza. Cuando se experimenta la desilusión o la traición en las relaciones importantes, entonces descubrimos nuestra vulnerabilidad, debilidad y desprotección. La tentación de replegarse sobre sí mismo llega a ser muy fuerte, y se puede hasta perder la oportunidad de la vida: amar a pesar de todo.¡Amar a pesar de todo!</div>
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La felicidad que cada uno desea, por otra parte, puede tener muchos rostros, pero sólo puede alcanzarse si somos capaces de amar. Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino. El verdadero desafío es el de amar más. Éste es el camino. Cuantas personas discapacitadas y que sufren se abren de nuevo a la vida apenas sienten que son amadas. Y cuanto amor puede brotar de un corazón aunque sea sólo a causa de una sonrisa. La terapia de la sonrisa. En tal caso la fragilidad misma puede convertirse en alivio y apoyo en nuestra soledad. Jesús, en su pasión, nos ha amado hasta el final (cf. Jn 13,1); en la cruz ha revelado el Amor que se da sin límites. ¿Qué podemos reprochar a Dios por nuestras enfermedades y sufrimiento que no esté ya impreso en el rostro de su Hijo crucificado? A su dolor físico se agrega la afrenta, la marginación y la compasión, mientras él responde con la misericordia que a todos acoge y perdona: «Por sus heridas fuimos sanados» (Is 53,5; 1 P 2,24). Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime. Nosotros sabemos que Dios comprende nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona (cf. Hb 4,5).</div>
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El modo en que vivimos la enfermedad y la discapacidad es signo del amor que estamos dispuestos a ofrecer. El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas. No nos dejemos turbar, por tanto, de estás tribulaciones (cf. 1 Tm 3,3). Sepamos que en la debilidad podemos ser fuertes (cf. 2 o 12,10), y recibiremos la gracia de completar lo que falta en nosotros al sufrimiento de Cristo, en favor de la Iglesia, su cuerpo (cf. Col 1,24); un cuerpo que, a imagen de aquel del Señor resucitado, conserva las heridas, signo del duro combate, pero son heridas transfiguradas para siempre por el amor.</div>
Emerson Velaysosa Fernandezhttp://www.blogger.com/profile/09410920427184198985noreply@blogger.com0