Discernimiento y buena formación para los futuros sacerdotes
En este artículo, nuestro habitual colaborador del espacio “Foro”, el
obispo de San Cristóbal de las Casas, México, Felipe Arizmendi Esquivel,
reflexiona sobre dos vocaciones que, en la Iglesia católica de
occidente deben coincidir: la vocación sacerdotal y la vocación al
celibato. La inmensa mayoría de los sacerdotes viven el celibato con
alegría y fecundidad espiritual. Una sólida orientación vocacional y
seguimiento educativo evitarán casos tan lamentables como el del obispo
auxiliar de Los Ángeles que se ha hecho público recientemente.
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+ Felipe Arizmendi Esquivel
HECHOS
Se ha hecho público que uno que era obispo auxiliar desde 1994 en la
archidiócesis de Los Ángeles, Estados Unidos, de origen mexicano, ha
debido presentar su renuncia porque reconoce haber procreado dos hijos, a
la fecha ya adolescentes. El papa no ha dudado un momento en pedirle
que se retire, asuma su responsabilidad y no cause más daño a los
fieles. Es un caso que avergüenza y duele, que nunca debió haber
sucedido. Es una deshonestidad no haberse retirado a tiempo. Es fruto de
la laxitud moral que promueve la cultura moderna, del libertinaje
sexual que se difunde con tanta profusión en la sociedad y en los medios
de comunicación. Pareciera que es de otras épocas tratar de educar en
la castidad y en la virginidad a los hijos y a los jóvenes. Pareciera
que es antinatural formarnos en el autocontrol sexual. Pareciera que
todo se resuelve con condones y métodos anticonceptivos. Los libertinos
se burlan cuando insistimos en que es necesaria una moral sexual,
privada y pública, y ahora se escandalizan cuando un clérigo falla; o se
solazan, porque así se legitiman en sus propios vicios.
¿Qué hacer, para que no sucedan estos casos? ¿Cómo evitar que
sacerdotes lleven una doble vida, traicionando los compromisos sagrados
que libremente hicieron? Desde luego que debemos revisar la formación
desde los seminarios; pero lograr una madurez afectiva y sexual es un
proceso que dura toda la vida. Tampoco se diga que el celibato es
antihumano, pues les demostramos lo contrario quienes lo vivimos vivir
con serenidad, gozo y fecundidad espiritual.
CRITERIOS
Las Normas Básicas para la Formación Sacerdotal en México, aprobadas
en nuestra última asamblea plenaria, indica: “Bríndense y cultívense los
elementos necesarios para una progresiva madurez afectiva de los
seminaristas, que abarque, principalmente, la educación en el amor y en
la libertad, en la recta conciencia moral, en la sexualidad bien
integrada, en la verdadera amistad y en la castidad. Para ello,
promuévase el acompañamiento personal yfrecuente del seminarista por
parte de la comunidad de formadores, especialmente de su director
espiritual, el trato afectivo con la propia familia, así como la sana y
realmente provechosa convivencia con muchachos y muchachas de su edad, a
fin de que puedan asumir, desde la fe, el valor y la dignidad del amor
humano, e ir discerniendo paulatinamente su vocación al sacerdocio, que
implica el celibato”.
La norma es muy clara:“Oriéntese oportunamente a abrazar otro estado
de vida a aquellos candidatos que, a juicio del rector y su equipo
formador, en acuerdo con el obispo, no sean encontrados idóneos para el
ministerio sacerdotal”.
Como perfiles de egreso, se exige:“El seminarista que ha concluido la
etapa filosófica, se habrá consolidado en la integración de una
personalidad masculina en relación, equilibrada, madura, responsable y
libre, consciente de sus alcances y de sus límites, comprometida en el
desarrollo armónico y jerarquizado de sus potencialidades y de las
diversas dimensiones de su persona, capaz de establecer relaciones
interpersonales sanas, constructivas y duraderas y de comprometerse
establemente con responsabilidades y proyectos. Al concluir la etapa
teológica el candidato al sacerdocio habrá consolidado su personalidad y
madurado en la vivencia de su afectividad y sexualidad, de modo que sea
capaz de vivir serena y fecundamente en el celibato la fidelidad a
Dios, a la Iglesia y a la vocación recibida, mediante un amor oblativo
expresado en el servicio, en una manifiesta espiritualidad de comunión y
en una conducta de respeto a la dignidad humana, a la vida, a la
justicia”.
PROPUESTAS
Desde el seminario, hay que formar responsablemente a los jóvenes
para un celibato convencido y gozoso. Pero también deben ayudar las
familias, los grupos juveniles, las parroquias y la comunidad eclesial,
creando un ambiente que ayude a los seminaristas a madurar en su trato
con toda clase de personas, y discerniendo quiénes son idóneos para el
sacerdocio, y quiénes no, para que a tiempo busquen otra opción
vocacional.
zenit.org
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