Poco a poco esta oreja va entendiendo mejor las verdaderas razones por las que los tribunales han dado la razón al Arzobispado en los contenciosos que lo han enfrentado con las actuales autoridades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Han sido de gran ayuda, en ese sentido, las declaraciones del doctor Avendaño, abogado de dicha casa de estudios, a un diario local la semana pasada.
El hecho que nos revela es que el rector Marcial Rubio se equivocó en la estrategia legal: “Yo habría escogido la vía ordinaria –dice el doctor Avendaño, preguntado acerca de la demanda de amparo presentada al Tribunal Constitucional- y lo discutimos mucho con el entonces vicerrector Marcial Rubio. En eso cometimos un error”.
Quizá el error haya sido, más bien, no escoger un abogado que supiera persuadir a su cliente de la vía más apropiada para lograr sus propósitos.
El doctor Avendaño, reconocido por todos como un eminente abogado, se eleva casi a la pomposa categoría de jurista cuando se le pregunta si el Arzobispado ganó dicha demanda de amparo: “No. Nosotros perdimos en caso, que es muy diferente; jurídica es muy clara la diferencia”. Más clara, ni la oscuridad.
Todavía puede sorprendernos el doctor y revertir la situación presentando al Tribunal un escrito dilucidando cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler.
Publicado en el diario El Comercio
Martes, 20 de noviembre de 2012
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