El Papa Francisco aprobó la beatificación de la fundadora de las Esclavas del Amor Misericordioso y de los Hijos del Amor Misericordioso, Venerable Sierva de Dios Esperanza de Jesús (1893 -1983), quien tuvo estigmatizada una de las manos y sufrió incluso físicamente los ataques del demonio.
En abril de 2002, el Beato Juan Pablo II la declaró venerable al reconocer que la Sierva de Dios “había participado en grado heroico las virtudes teologales y cardinales”.
El milagro aprobado para la beatificación de Madre Esperanza, es la curación de un niño alérgico a todo tipo de alimento y que luego que bebiera el agua de la fuente del Santuario de Collevalenza (Italia), desaparecieron los males del niño considerados incurables por los doctores.
El Santuario del Amor Misericordioso, fue construido el 15 de agosto de 1951, lugar donde la la religiosa recibía a muchos peregrinos a quienes escuchaba y daba consejo y consuelo.
Para los que que la conocieron “su corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la tierra”. Su lema de vida era “Todo por Amor”, además era imitadora de María.
Los peregrinos se conformaban por verla un momento, ella sólo podía atender a 50 por dia que recibían un ticket con su turno para poder conversar con ella. Cuando su salud se agravó ellos esperaban que a mediodía se asome por su ventana al menos un momento y les ofrezca oraciones.
El diablo mismo, a quien ella llamaba “el tiñoso”, molesto por sus frutos espirituales se peleaba con Madre Esperanza, la golpeaba, intentaba estrangularla, le daba empujones, en otra ocasión le lanzó un termo de agua caliente.
Hasta ahora se guardan pruebas con sangre producto de las marcas en su propio cuerpo y sobre todo en el cuello donde tenía huellas de manos o garras que le producía profundo dolor.
Una vez se presentó un masón acusandola de engañar a las personas, ella le pidió que él mismo revisara el cuaderno de las donaciones, cuando el hombre cogió el cuaderno empezó a palidecer y lloró pidiéndole perdón y le dijo que él nunca había conocido la religión y no sabía de generosidad y virtudes.
El masón empezó a conocer la fe católica, se convirtió, bautizó y a los pocos días murió.
La historia cuenta que el diablo estaba molesto porque le había arrebatado un alma del infierno, cogió el cuaderno le prendió fuego y se lo arrojó a Madre Esperanza quien fue salvada a tiempo por sus hermanas que se percataron que salía humo de su habitación.
El colchón quemado hoy se puede ver en el museo del Santuario.
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