Viernes, 21 (RV).- La Iglesia es una voz de los que no tienen voz y siempre persigue la promoción de la justicia natural defendiendo los derechos de los indefensos, los pobres, los enfermos, los no nacidos, los ancianos, y los miembros de los grupos minoritarios que sufren injustas discriminaciones. Un derecho y un deber de la Iglesia que Benedicto XVI ha expuesto al nuevo embajador de Holanda, quien esta mañana ha presentado sus cartas credenciales.
A pesar de reconocer con humildad que sus propios miembros no siempre han estado a la altura de los estándares morales que la Iglesia propone, el Santo Padre subrayó la necesidad de seguir instando a todos, incluso a sus propios miembros, a actuar conforme a la justicia.
El Papa coincidió con el embajador holandés en la necesidad de promover la paz mundial a través de la resolución de conflictos y en oposición a la proliferación de armas de destrucción masiva. De igual forma subrayó la necesidad de fomentar el desarrollo y promover la autosuficiencia de los países emergentes y en este contexto alabó la generosa respuesta humanitaria de la población holandesa en los distintos dramas a los que asistimos en el mundo.
El Pontífice agradeció también la intención del gobierno holandés de promover la libertad de religión, “un asunto de especial preocupación para la Santa Sede en la actualidad”. Benedicto XVI recordó la amenaza que suponen las limitaciones legales en algunas partes del mundo, así como la mentalidad anti-religiosa en muchas sociedades “incluso en lugares donde la libertad de religión goza de la protección de la ley”.
Subrayando el carácter especifico de la Santa Sede que “no es una potencia económica o militar”, el Santo Padre comentó la afirmación del diplomático holandés acerca de la considerable influencia moral que ésta ejerce en el mundo. “La explicación – manifestó el Papa – reside en que la posición moral de la Santa Sede no se ve afectada por los intereses políticos o económicos de un Estado o las preocupaciones electorales de un partido político”.
“Su contribución a la diplomacia internacional –concluyó Benedicto XVI- consiste en gran parte en la articulación de los principios éticos que deben sustentar el orden social y político, y llamar la atención sobre la necesidad de tomar medidas correctivas contra las violaciones de estos principios”.
radiovaticana.org
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