El arzobispo de Lima traza un retrato del Cardenal Bergolio, y enfatiza como el hecho de ser sudamericano pueda ser el estímulo para darle un nuevo impulso a la evangelización en el continente europeo, hoy, sometido a la prueba de la desconfianza, el consumismo y el secularismo. "La Iglesia debe regresar a la simpleza de la fe y a la coherencia de la vida personal limpiándose del “carrierismo”.
En el apellido están impresos los orígenes italianos, y los parientes lejanos frecuentemente reclaman su presencia en Prato (ciudad ubicada en la región italiana de Toscana). El Cardenal Juan Luis Cipriani es el arzobispo de Lima. En las congregaciones que precedieron el Cónclave estaba sentado a solo un puesto de distancia del Cardenal Bergoglio.Regresará al Perú convencido de llevar allí, junto con la elección del Papa, un cielo más bello. En los sínodos latinoamericanos y en las reuniones de los cardenales se encontró en varias ocasiones con él. Puede hacer un retrato exacto. Usa -y es un halago para un argentino de Buenos Aires oírselo decir- el término porteño refiriéndose al Papa Francisco.
Eminencia, háganos un retrato del Papa como lo ha conocido usted cuando era Cardenal.
Es un hombre muy simple, humilde, muy cercano a la gente. Espontáneo, con una fuerte personalidad y con decisiones personales claras. Siempre acogedor, no es un hombre de polémicas. Es un argentino auténtico. Diría un porteño, como aquellos del puerto de Buenos Aires, espontáneos y simples.
¿Este estilo de Buenos Aires lo encontraremos en Roma?
Ya se ha dado. Después de la elección en la Sixtina fue a saludar al cardenal Dias que no se podía mover y el viernes pasado fue a visitar al cardenal Mejía ya anciano y enfermo. Esto es cercanía, el Papa lo haría tanto por un simple sacerdote enfermo como por un hombre en tribulación. Diría que es un hombre que quiere estar con todos sin mostrarse superior, después de la elección estuvo siempre con nosotros en el autobus siendo Papa, desde Santa Marta hasta San Dámaso. Dijo a las personas del auto papal que quería estar con los hermanos cardenales. En la concelebración en la Sixtina, apenas elegido, se vistió delante de nosotros con el hábito blanco, los encargados del ceremonial se quedaron un poco descuadrados. Estos episodios muestran su cercanía a las personas. Es una señal de su modo de trabajar. Tendrá el corazón cercano a la gente que sufre. Será siempre simple.
¿Un Papa bueno?
También un hombre de gran personalidad y seguridad. No es indeciso. No tiene miedo de tomar iniciativas. Es decir, afectuoso pero al mismo tiempo con las redes en sus manos.
¿Todo esto le viene del ser cardenal, jesuita o sudamericano?
Lo digo con orgullo para los sudamericanos: él es así porque es sudamericano. Sabemos ser más cercanos, más cálidos, más espontáneos. El Papa Francisco será así.
¿Sin violar secretos, piensa que el cardenal Bergoglio se esperaba ser llamado al Trono Pontificio en el Cónclave?
Según yo, no. No se lo esperaba. Estuve almorzando con él después de la elección y me dijo: "He tenido que llamar a Buenos Aires porque dejé sobre mi escritorio el trabajo que tenía pendiente hasta la Pascua. Tenía que hacer también el borrador de la carta para la Misa de Resurrección". La elección estaba absolutamente fuera de sus cálculos y de su horizonte. Pienso que se puede hablar verdaderamente de movimiento del Espíritu. Sorprenderlos a ustedes periodistas es casi imposible y lo logramos.
El Espíritu Santo pone la atención sobre América Latina. ¿Qué puede hacer el Papa por su tierra?
Su nombramiento ya ha generado un gran entusiasmo. América Latina tiene su gran riqueza en la religiosidad popular. Pienso que esta tierra sentirá el deber de una mayor formación doctrinal para reforzar su ánimo católico. Un sabor vivo. Aquí en Europa es necesario retomar la fuerza de esa cultura popular que fue católica.
¿Debemos imitar a América Latina?
No se si a ustedes les gusta la palabra imitar, pero se debe hacer algo para despertar a la gente. La pobreza, el sufrimiento, la soledad en la que vive mucha gente en América Latina se convierte en una fuerza para acercarse a Dios. Ese podría ser un camino de Europa para dejar el consumismo, el secularismo, que hacen difícil el acercarse al Señor. En América Latina las leyes aun defienden la vida y la familia en cambio aqui hay un ataque constante a estos valores. En algún modo América Latina y el Papa pueden reforzar el entusiasmo de una fe con una doctrina seria sobre la familia, la vida y el respeto de la libertad religiosa. Para nosotros esto es normal. No tenemos temor de expresar nuestra fe. Europa se encuentra en una fase de "retirada", de fatiga y de temor. Este entusiasmo nuestro de la fe puede ser, como decía Juan Pablo II, la nueva primavera. Nosotros no buscamos atajos.
Jesús le pidió a Francisco reparar su Casa. El Papa Francisco, que toma el nombre del Santo de Asís, ¿está llamado a una tarea similar?
No se trata de una reparación externa, sino interna. Debemos regresar a la simplicidad de la fe y a la coherencia de la vida. En esto, sí que tenemos que reconstruir, cuidar mejor, edificar la Casa. El Papa Francisco será el Papa de la coherencia eucarística: aquél que recibe la Eucaristía tiene la obligación de vivir en su vida la coherencia y la honestidad. En la Iglesia existe la obligación de no hacer “carrierismo”. Debemos limpiarla de nuevo de este sentimiento. Pienso que el mensaje del Santo (Francisco) se acomoda bien a este nuevo Papa.
Desde la Logia de las Bendiciones se presentó inmediatamente como un hombre de oración...
Es un hombre casi místico, de grandes silencios y pocas palabras. La suya es una actitud de bondad, de acogida y de cercanía. La revolución de la que habla San Francisco es la revolución de la oración, del Evangelio, de la Eucaristía, de la confesión. Todo esto con simplicidad.
¿Con que ánimo regresa a Lima?
Es un tiempo muy bello para toda la Iglesia, porque la misericordia de Dios nos ha mirado con mucho amor y nos ha mandado un Papa de un modo sorprendente. Este es un motivo de gran esperanza. Las palabras con las cuáles lo ha aceptado son significativas. Ha dicho que es ante todo, un pecador y después ha hablado de la infinita misericordia y paciencia del Señor que le han permitido decir "acepto". Pecado, misericordia, paciencia y Cristo. Y después la Cruz de la cual viene la alegría de la Resurrección. No hay necesidad de tantas palabras. Ahora es el tiempo del testimonio. La fe se debe ver con actos de misericordia. Ese es el desafío actual. Decirle a todos: "Muéstrame tu fe con actos de misericordia, de justicia y de honestidad".
Publicado en el diario italiano Avvenire, el martes, 19 de marzo de 2013 (Traducido al español)
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