Aniversario de la masacre en la catedral sirocatólica de Bagdad
ROMA, miércoles 2 noviembre 2011 (ZENIT.org).-
La Iglesia en Irak se dispone a recoger información para un eventual
inicio del proceso de canonización de los dos sacerdotes masacrados,
junto a 44 fieles y siete miembros de las fuerzas del orden el año
pasado en la catedral sirocatólica de Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro. En la misma, tuvo lugar una sentida ceremonia, bajo fuertes
medidas de seguridad.
Según informaba la página web del
patriarcado maronita, el obispo de Bagdad Jean Benjamin Sleiman presentó
al patriarca Yousef III Younan de la Iglesia sirocatólica el dossier
con la información recogida para la canonización de los dos sacerdotes,
considerados mártires.
Centenares de cristianos se encontraron el 31 de octubre por la tarde
en la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Bagdad para
asistir a la misa en sufragio de los difuntos de la masacre que tuvo
lugar hace exactamente un año en la misma catedral, en la que un grupo
de extremistas islámicos ligado a Al Qaida asesinó a 44 feligreses,
siete miembros de las fuerzas de seguridad y dos sacerdotes.
La ceremonia –según informó Radio Vaticana este 1 de
noviembre- fue concelebrada por el obispo de Bagdad Jean Benjamin
Sleiman, por el patriarca Younan de la Iglesia sirocatólica, por mar
Emmanuel III Delly de la Iglesia caldea, y por el patriarca de la
Iglesia maronita Bechara Boutros Raï, llegado a propósito del Libano.
El patriarca maronita Beshara Raï estaba acompañado por el obispo
Camille Zaidan, además del citado patriarca Younan. “Es necesario que
vayamos juntos [con Younan] a Bagdad para expresar solidaridad al pueblo
iraquí, e todo el pueblo iraquí que definitivamente rechaza la
violencia y la guerra”, había dicho previamente a los medios en el
aeropuerto antes de viajar a Irak, según informaba The Daily Star de Líbano el 1 de noviembre.
“Diremos a las familias de las víctimas y a nuestro pueblo cristiano
en Irak que sigan el mensaje de amor, reconciliación y de paz... por el
que pagaron un alto precio”, dijo el patriarca Raï.
En la ceremonia participaron, en signo de solidaridad con las víctimas, algunos representantes religiosos musulmanes.
En la ceremonia participaron, en signo de solidaridad con las víctimas, algunos representantes religiosos musulmanes.
La zona en torno a la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
estaba literalmente blindada por razones de seguridad, con hombres
armados y diseminados a lo largo de todo el perímetro y sobre el tejado,
y acceso de calles bloqueado por controles.
En los muros externos de la catedral se colgaron fotografías gigantes
de las víctimas y pancartas con eslóganes de condena de la violencia y
de llamamiento a la comunidad internacional para que se movilice contra
las masacres de las minorías en Irak, mientras que, dentro, el coro fue
decorado con las flores y las vestimentas sagradas del día de la
masacre; sobre los muros y en el techo se notan todavía los agujeros de
los proyectiles.
El atentado del año pasado, entre los más sangrientos que se
recuerden en el país, causó un fuerte incremento de la emigración de los
cristianos iraquíes hacia Europa, Estados Unidos y Australia, mientras
que una fuerte sensación de inseguridad y temor por la propia
incolumidad serpean entre quienes permanecen.
El cardenal Leonardo Sandri –informaba el 31 de octubre Asia News--,
prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, en una misa
celebrada en Roma el 30 de octubre, para conmemorar el luctuoso
atentado, dijo: “La Iglesia y el mundo no pueden y no deben olvidar.
Debemos recordar, sí, ciertamente, pero para ofrecer el perdón y luego
para implorar la paz para los vivos y los difuntos”.
La celebración eucarística, en la iglesia sirocatólica de Roma, fue
presidida por monseñor Michaele Al Jameel, acreditado del patriarcado
sirocatólico ante la Santa Sede. Asistieron el cardenal Ignace Moussa
Daoud, exprefecto del Congregación de las Iglesias Orientales, así como
Habib Al Sadr, embajador iraquí ante la Santa Sede, y sacerdotes,
religiosos y estudiantes en Roma.
El cardenal Sandri se dijo unido a los patriarcas de las Iglesias
orientales, sirocatólico y maronita (que viajaron a Bagdad para la
celebración) y caldeo.
Tras recordar su participación en el encuentro por la paz y la
justicia en Asís, el pasado 27 de octubre, el prefecto de las Iglesias
Orientales invocó de nuevo el don de la paz. “Todas las comunidades
sirocatólicas –dijo el cardenal Sandri- se han unido a nosotros y junto a
otras muchas comunidades rogamos para que el amor de Cristo venza
siempre a la muerte”.
El cardenal Sandri recordó también las palabras de Benedicto XVI, pronunciadas en el Ángelus del 1 de noviembre de 2010, al día siguiente de la masacre, a favor de las víctimas de “esta absurda violencia, tanto más feroz cuanto que ha atacado a personas inermes, recogidas en la casa de Dios, que es casa de amor y de reconciliación”.
El cardenal Sandri recordó también las palabras de Benedicto XVI, pronunciadas en el Ángelus del 1 de noviembre de 2010, al día siguiente de la masacre, a favor de las víctimas de “esta absurda violencia, tanto más feroz cuanto que ha atacado a personas inermes, recogidas en la casa de Dios, que es casa de amor y de reconciliación”.
“Oremos –añadió el cardenal Sandri- para que el sacrificio de estos
hermanos y hermanas nuestros pueda ser semilla de paz y de verdadero
renacimiento y para que cuántos se preocupan por la reconciliación, la
fraternidad y la convivencia solidaria encuentren motivo y fuerza para
obrar el bien”.
Al final de la misa, el padre Mukhlis Shasha, amigo de los dos
sacerdotes mártires --Thair Saad Allah y Waseem Sabeeh--, dió testimonio
sobre el modo en que murieron los dos sacerdotes. Recordó también que
los cristianos en Irak son todavía objetivo de atentados que han
obligado a muchos a dejar el país.
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