Estado actual de la causa de beatificación de Esquiú
El fraile franciscano y obispo que pasó a la historia como el
“orador” de la Constitución argentina de 1853, el fraile y obispoMamerto
de la Ascensión Esquiú (1826-1883), pronto podría ser beatificado,
según ha revelado el vicepostulador de su causa.
El padre fray
Jorge Martínez OFM en respuesta a las “insistentes consultas acerca del
estado de esta causa”, ha revelado que “el proceso ya está casi
concluido”.
En una breve nota que publica en la revista “Nuestro Tiempo”, de la
que él mismo es el director responsable, dice que “después de más de 80
años de idas y venidas y de arduo trabajo, el 16 de diciembre de 2006,
Benedicto XVI aprobó la heroicidad de las virtudes en Esquiú y lo
declaró “venerable”, la denominación anterior a la de “beato”.
“Lo que falta ahora --explica el padre Martínez-- es la aprobación de
un milagro, para lo cual hace falta un proceso aparte del ya realizado.
Aquí encontramos dificultades, pues aquellos que nos dan referencia de
algún milagro o gracia recibida no lo hacen debidamente, como lo
requiere la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano”.
“Para ser un milagro propiamente dicho y de posible
probación --señala--, se requieren varias cosas. De ser una enfermedad
debe ser incurable o terminal. Para lo cual se requiere:
el relato completo de lo sucedido con la firma del relator y la
autentificación del párroco del lugar o algún sacerdote; la historia
clínica, con el diagnóstico de los profesionales que afirme el carácter
incurable o terminal de la dolencia, con argumentos y pruebas
suficientes; la curación debe ser inmediata y no debe mediar medicina ni
cirugía alguna.
“Una vez dado el milagro se debe proveer de un testimonio escrito por
los facultativos que digan que el paciente ya no sufre la enfermedad
que lo afectaba.
“Con estos datos --concluye Fray Martínez-- ya se puede iniciar el proceso del milagro”.
El padre franciscano pide “a los devotos o agraciados por la
intercesión de Esquiú ante Dios”, que lo comuniquen a la Vicepostulación
en Amenábar 2557 (Parque Sur), 3000 Santa Fe, teléfono 0342-4590336.
Direcciones electrónicas:nuestrotiempoofm@hotmail.com y revistaofm@fibertel.com.ar
Como franciscano, Fray Mamerto se dedicó fervientemente a la educación siendo maestro de niños y catedrático en el convento.
Tras la cruenta Guerra Civil, el 9 de julio de 1853, predicó su
famoso Sermón de la Constitución, donde pidió concordia y unión para los
argentinos, alcanzando trascendencia nacional. En este discurso Esquiú
dejó asentada una doctrina jurídica y sociológica sólida decisiva para
la historia del país.
En 1855, accediendo a los reclamos populares, es elegido diputado de
la Legislatura provincial por el departamento Valle Viejo. Hizo del
periodismo un modo más de expresión de su mensaje, en el que entre otras
ideas, destaca la de no flaquear antes las amenazas de la tiranía y el
despotismo o ante la seducción de la demagogia.
Después de la derrota de la Confederación Argentina en la batalla de
Pavón (17 de septiembre de 1861), abandonó toda acción política y se
trasladó al convento franciscano de Tarija, en Bolivia.
En 1872, estando en Sucre, recibió el nombramiento para el
arzobispado de Buenos Aires, pero no aceptó, porque pensaba que un
arzobispo no podía ser tildado de opositor del presidente, que había
sido uno de los promotores de la caída de la Confederación.
En 1876 hizo un viaje a Roma y Tierra Santa, donde se encontró con el
superior general de la orden franciscana, que le encomendó reorganizar
la orden en Argentina. Como consecuencia, regresó a Catamarca a fines de
1878, después de 16 años de ausencia.
En 1878 fue nombrado candidato a obispo de Córdoba por el presidente
de Argentina. Renunció al cargo, pero a los pocos días le llegó la orden
del papa León XIII de aceptar la candidatura. Su respuesta fue: "Si lo
quiere el Papa, Dios lo quiere".
Como obispo, llevó una vida austera, dio un nuevo impulso a la
evangelización en la diócesis, y recorrió casi todas las ciudades y
pueblos de la jurisdicción eclesiástica.
Fuente: www.zenit.org
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