Para que los sacerdotes puedan crecer en conformidad con Jesús, según
el papa Benedicto XVI, deben ser respetadas, al menos, tres
condiciones: la primera es la de dejarse fascinar por Él, por sus
palabras, por sus gestos y por su misma persona.
El Pontífice hizo
estas tres sugerencias durante las vísperas celebradas el pasado
viernes 4 de noviembre, con ocasión de la apertura del Año Académico de
las Universidades Pontificias.
Recordando el 70 aniversario de la institución, por el papa Pío XII,
de la Obra Pontificia para las Vocaciones Sacerdotales, Benedicto XVI
centró su reflexión sobre el ministerio sacerdotal, observando que sus
palabras se pueden aplicar a otros, desde el momento en que “es
importante para todos, de hecho, aprender cada vez más a 'permanecer'
con el Señor”.
“Hay algunas condiciones para que haya una creciente consonancia con
Cristo en la vida del sacerdote --afirmó el Papa--: la aspiración a
colaborar con Jesús en la difusión del Reino de Dios, la gratuidad del
compromiso pastoral y la actitud de servicio”.
El obispo de Roma afirmó que en el sacerdocio “está el encuentro con
Jesús y el sentirse fascinados, tocados por sus palabras, por sus gestos
y por su misma persona. Significa reconocer, en medio de tantas voces,
su Voz. Es como ser alcanzados por la irradiación del Bien y del Amor
que provienen de Él, sentirse implicados y partícipes hasta el punto de
desear permanecer con Él como los dos discípulos de Emaús”.
El ministro del Evangelio es el que se ha dejado tomar por Cristo,
continuó el Santo Padre, “que sabe 'permanecer' con Él, que entra en
sintonía, en amistad íntima con Él, para que todo se haga 'como a Dios
le gusta'”.
Después, Benedicto XVI habló de la vocación sacerdotal de “ser
administradores de los Misterios de Dios, no por interés vergonzoso sino
con ánimo generoso”.
“La llamada del Señor al ministerio no es fruto de méritos
particulares, sino que es un don que acoger, y al que corresponder
dedicándose no a un proyecto propio sino al de Dios, de un modo generoso
y desinteresado”, destacó el papa.
“Nunca debemos olvidar --como sacerdotes- que el único ascenso
legítimo hacia el ministerio de pastor no es la del éxito sino el de la
Cruz”.
Finalmente, exhortó a los sacerdotes a que viviesen como siervos, ya
sea en el sentido de ser modelos para los fieles, como en el de ser
siervos de los sacramentos.
“Es una vida, por tanto, marcada profundamente por este servicio: por
el cuidado atento del rebaño, por la celebración fiel de la liturgia y
por la atención solícita hacia todos los hermanos, especialmente hacia
los más pobres y necesitados”, dijo Benedicto XVI, y concluyó: “En el
vivir esta 'caridad pastoral' en el modelo de Cristo y con Cristo, donde
el Señor lo llame, todo sacerdote podrá realizarse a sí mismo y a su
vocación”
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