Habla el observador vaticano ante la UNESCO monseñor Follo
ROMA, jueves 10 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).-
Para llevar a cabo proyectos de paz universal, es necesario comenzar
con proyectos de paz locales. Así lo sugirió el observador permanente de
la Santa Sede ante la organización de Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), monseñor Francesco Follo,
en su discurso el 29 de octubre, en París, al dirigirse a la 36
conferencia general del organismo de la ONU, que fue hecho público este
miércoles por la Sala de Prensa vaticana.
En su discurso, el
prelado identificó tres “pequeñas sociedades” en las que es posible
“encontrar modelos o enseñanzas para vivir en paz”, de las cuales la
primera es la familia. “Si el hombre quiere aprender a ser humano, es en
la familia y en ningún otro sitio donde comenzará a hacerlo”, afirmó
monseñor Follo, que definió la familia como la “célula social primaria”
constituida por padres e hijos.
El diplomático vaticano recordó la exhortación apostólica Familiaris Consortio
del papa Juan Pablo II. “Ante la dimensión mundial que hoy caracteriza a
los diversos problemas sociales, la familia ve ampliarse, de una manera
totalmente nueva, su cometido ante el desarrollo de la sociedad; se
trata de cooperar también a establecer un nuevo orden internacional,
porque sólo con la solidaridad mundial se pueden afrontar y resolver los
enormes y dramáticos problemas de la justicia en el mundo, de la
libertad de los pueblos, y de la paz de la humanidad” (nº48), escribió
el pontífice hace treinta años, el 22 de noviembre de 1981.
La segunda “pequeña sociedad” es la escuela. Según monseñor Follo
esta no es sólo un lugar de formación académica sino también el lugar
donde los niños “aprenden a comportarse como 'seres sociales'”. Incluso,
esta “vería disminuida su misión si propusiera sólo una enseñanza
teórica, olvidando favorecer la introducción a una vida común serena,
que es necesario hacer crecer en cada hombre”.
Recordó las palabras que el papa Benedicto XVI dirigió a los
profesores y a los religiosos en Londres el 7 de septiembre de 2010.
“Como sabéis --dijo el pontífice- el deber del maestro no es sólo el de
impartir información o proveer una preparación técnica para reportar
beneficios económicos a la sociedad; la educación no es y no debe ser
considerada nunca como puramente utilitaria. Tiene que ver sobre todo
con la formación de la persona humana, la preparación de él o de ella a
vivir la vida en plenitud, en pocas palabras, relaciona educar con la
sabiduría”.
Llevando a cabo esto --prosiguió monseñor Follo- la escuela no puede
formar sólo “obreros de la paz” sino que debe “educar para comprender lo
que somos: ¡una única familia humana!”.
La “pequeña sociedad” número tres es la ciudad. “Nuestro mundo está
cada vez más urbanizado y la ciudad se convierte en el lugar de vida de
la mayor parte de nuestros contemporáneos. Se ha convertido, de manera
contradictoria, en el lugar donde se expresa y se vive la cultura más
refinada pero a la vez la violencia más grande, el lugar de la riqueza y
de la pobreza más aplastante”, dijo el diplomático vaticano. Por esta
razón, prosiguió, “conviene trabajar, por tanto, para que la ciudad y
los pueblos sean verdaderamente humanos”.
“La edificación y la construcción de la paz utilizando estas tres
fases: familia-escuela-ciudad, puede conducir a una cultura de paz que
puede influir de modo más amplio la convivencia armoniosa de los
países”, afirmó el observador permanente, recordando además que en su
historia bimilenaria la Iglesia católica ha sido siempre “promotora de
la educación, de la cultura y de la ciencia”.
zenit.org
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