Balance del portavoz de la Santa Sede
Los jóvenes que participaron en la clausura de la Jornada Mundial de la
Juventud aprendieron junto a Benedicto XVI el sentido de la “comunión
espiritual”, explica el portavoz de la Santa Sede.
Esta es la
lección que saca de ese evento, que convocó a unos dos millones de
personas, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de
Información de la Santa Sede, en el balance que ha presentado en el
editorial de la última edición de “Octava Dies”, semanario del Centro
Televisivo Vaticano.
El sacerdote recuerda el momento culminante de las jornadas de
Madrid, la vigilia y la misa en Cuatro Vientos, “encuentro con el Papa,
pero más aún celebración comunitaria junto al Papa en presencia de
Cristo”.
Según el portavoz, hay dos aspectos característicos que se desprenden
del evento y que serán cruciales para la reflexión de los jóvenes y de
la Iglesia, sobre la relación con Jesucristo presente en la Eucaristía.
Ante todo la adoración vespertina, aclara. “Desde la Jornada de
Colonia en el 2005 la adoración eucarística tiene un lugar central en la
Vigilia, y el silencio absoluto de centenares de millares de jóvenes en
oración, ayuda a toda la Iglesia a redescubrir la importancia de la
adoración eucarística, que muchos habíamos subestimado u olvidado. Estar
en silencio con Jesús: así se puede comenzar a escuchar y a hablar con
él, se puede alimentar y profundizar la comunión con él”.
Luego la “comunión espiritual”, insiste.
“El hecho que durante la misa, por causas no previsibles, numerosos
jóvenes no han podido recibir la comunión sacramental, nos ha ayudado a
recordar las preciosas palabras de un reciente documento del Papa, que
ponen en guardia de un cierto automatismo, casi como si por el sólo
hecho de estar en la iglesia durante la liturgia se tenga el derecho o
tal vez el deber de participar a la mesa eucarística”.
“También cuando no es posible recibir la comunión sacramental, la
participación a la santa misa permanece necesaria, valida, significativa
y fructuosa”. En estas circunstancias es necesario “cultivar el deseo
de la plena unión con Cristo”, como dice una antigua y bella tradición,
hacer la “comunión espiritual” (Sacramentus caritatis, n.55).
“En la misa la comunidad de la Iglesia celebra la muerte y la
resurrección de Jesús, vivo y presente. Recibirlo sacramentalmente sigue
siendo un don gratuito; el deseo intenso de estar unidos a él es
también una eficaz fuente de comunión. Esta es una palabra importante de
esperanza y de solidaridad para todos aquellos que por tantos motivos –
prácticos o ligados a la condición de vida familiar- no pueden hoy
recibir la comunión sacramental. Es un gran mensaje positivo del no
deseado ayuno eucarístico de un millón de jóvenes en Cuatro Vientos”,
concluye el padre Lombardi.
zenit.org
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