Cardenal Mauro Piacenza |
El Prefecto de la Congegación para el Clero en el Vaticano, Cardenal
Mauro Piacenza, explicó en entrevista exclusiva concedida a ACI Prensa la "crisis" del sacerdocio católico que los medios seculares pretenden presentar, así como lo que cada presbítero debe vivir para ser fiel a su vocación.
Por su cargo, el Cardenal Piacenza es el principal encargado en la Santa Sede, luego del Papa, de promover iniciativas para la santidad y la formación del clero: sacerdotes diocesanos y diáconos.
También se encarga de la formación religiosa de todos los fieles, especialmente la catequesis. Y tiene además una labor menos conocida de conservar y administrar los bienes temporales de la Iglesia.
El Cardenal Piacenza nació el 15 de septiembre de 1944 en Génova
Italia. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1969. Tiene un
doctorado en derecho canónico. Fue designado Presidente de la Comisión
Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia el 13 de octubre de
2003 y recibió la ordenación episcopal el 15 de noviembre de ese mismo
año.
Fue nombrado secretario de la Congregación para el Clero y promovido
al rango de Arzobispo el 7 de mayo de 2007. Fue luego nombrado Prefecto
de la Congregación el 7 de octubre de 2010. Fue creado Cardenal el 20 de
noviembre de ese mismo año
A continuación la entrevista exclusiva completa concedida a ACI
Prensa en la ciudad de Los Ángeles (Estados Unidos) en donde el Cardenal
Piacenza realizó diversas actividades como participar en la Asamblea
Nacional de Sacerdotes Hispanos.
ACI Prensa: Una conjunción de hechos y de sobreexposición en la
prensa secular ha creado una "crisis", por así decirlo, de la imagen del
sacerdote católico. ¿Cómo rescatar esta imagen para el bien de la
Iglesia?
Cardenal Piacenza: En la teología católica, la imagen y la realidad
no están nunca separadas. La imagen se cura curando la interioridad.
Debemos curar primero que nada "por dentro". No debemos preocuparnos
mucho por "aparecer por fuera" sino por "ser realmente". Es fácil
individualizar las reglas que mueven lo externo y los consiguientes
intereses entrecruzados.
Nosotros no debemos nunca escondernos, pero, donde sea necesario,
debemos reconocer con humildad y verdad los errores, con la capacidad de
reparar, ya sea humanamente, ya sea espiritualmente, confiando más en
el Señor que en nuestras pobres fuerzas humanas. ¡Así viene el rescate!,
si el sacerdote es aquello que debe ser: hombre de Dios, hombre de lo
sagrado, hombre de oración y, por ello, totalmente al servicio de los
otros hombres, de su fe, de su bien auténtico e integral, ya sea
espiritual o material, y del bien de la comunidad en cuanto tal.
ACI Prensa: ¿Cómo hacer enteder a tantos católicos desilusionados que
ven el llamado "escándalo sexual" de la Iglesia, que esto no define
para nada ni el sacerdocio ministerial ni la Iglesia?
Cardenal Piacenza: Es humanamente comprensible, como el Santo Padre
ha referido en la entrevista durante el vuelo del último viaje
apostólico a Alemania, que algunos puedan pensar que no pueden
reconocerse en una Iglesia en la cual suceden ciertos actos infames. Sin
embargo, el mismo Benedicto XVI,
en aquella ocasión, invitaba con claridad a ir hasta el fondo de la
naturaleza de la Iglesia, que es el Cuerpo viviente de Cristo
resucitado, que prolonga en el tiempo su existencia y actuar salvífico.
El horrible pecado de algunos no desligitima el buen proceder de
muchos, ni tampoco cambia la naturaleza de la Iglesia. Ciertamente
debilita enormemente su crediblidad y, por ello, estamos llamados a
obrar incesantemente por la conversión de cada uno y por aquella
radicalidad evangélica y fidelidad, que siempre deben caracterizar a un
auténtico Ministro de Cristo. Recordemos que para ser verdadermante
creíbles es necesario ser verdaderamente creyentes.
ACI Prensa: Algunos creen que esta "crisis" es todavía un argumento
más para las "reformas exigidas" sobre el modo de vivir el sacerdocio.
Se habla, por ejemeplo, de sacerdotes casados como una solución tanto a
la soledad de los sacerdotes como a la falta de vocaciones sacerdotales.
¿Qué cosa significa verdaderamente la "reforma del clero" en el
pensamiento y el magisterio del Santo Padre Benedicto XVI?
Cardenal Piacenza: Quien argumenta eso, si lo siguiera, crearía un crack inaudito.
Los remedios sugeridos agravarían terriblemente los males y seguirían
la lógica inversa del Evangelio. ¿Se habla de soledad? ¿Pero por qué,
Cristo es acaso un fantasma? ¿La Iglesia es un cadáver o está viva? ¿Los
santos sacerdotes de los siglos pasados han sido hombres anormales? ¿La
santidad es una utopía, un asunto para pocos predestinados, o una
vocación universal, como nos lo ha recordado el Concilio Vaticano II?
No se debe bajar el tono sino más bien elevarlo: ese es el camino. Si
el ascenso es arduo se debe tomar vitaminas, nos debemos reforzar y,
fuertemente motivados, se sube con mucha alegría en el corazón.
Vocación significa "llamada" y Dios sigue llamando, pero es necesario
poder escuchar y, para escuchar, es necesario no tener tapadas las
orejas, es necesario hacer silencio, es necesario poder ver ejemplos y
signos, es necesario acercar la Iglesia como el Cuerpo, en el que ocurre
siempre el acontecimiento del Encuento con Cristo.
Para ser fieles es necesario estar enamorados. Obediencia, castidad
en el celibato, dedicación total en el servicio pastral sin limites de
calendario u horario, si uno está realmente enamorado no se perciben
como constricciones sino como exigencias del amor que constitutivamente
no podría no donarse. No son tantos "no" sino un gran "sí" como aquel de
la Santa Virgen en la Anunciación.
¿La reforma del clero? Es lo que invoco desde cuando era seminarista y
luego un joven sacerdote (hablo de los años 1968 -1969) y me colma de
alegría escuchar cómo el Santo Padre invoca continuamente tal reforma
como una de las más urgentes y necesarias en la Iglesia. ¡Pero
recordemos que la reforma de la que se habla no es "mundana" sino
católica!
Creo que, en una síntesis extrema, se puede decir que el Papa valora
mucho un clero cierto y humildemente orgulloso de la propia identidad,
completamente ensimismado con el don de gracia recibido y por el cual,
consiguientemente, es clara la distinción entre "Reino de Dios" y mundo.
Un clero no secularizado, que no sucumbe a las modas pasajeras ni a las
costumbres del mundo.
Un clero que reconozca, viva y proponga el primado de Dios y, de tal
primado, sepa hacer descender todas las consecuencias. Más simplemente
la reforma consiste en ser lo que debemos ser y buscar cada día llegar a
ser lo que somos. Se trata entonces de no confiar tanto en las
estructuras, en las programaciones humanas, sino y sobre todo en la
fuerza del Espíritu.
ACI Prensa: Se habla con frecuencia también del "sacerdocio
femenino". De hecho existe en Estados Unidos un movimiento que pretende y
exige el sacerdocio y la ordenación de obispas mujeres, y que afirman haber recibido tal mandato de los sucesores de los Apóstoles.
Cardenal Piacenza: La Tradición Apostólica, en este sentido, es de
una claridad absolutamente inequívoca. La gran e ininterrumpida
Tradición eclesial siempre ha reconocido que la Iglesia no ha recibido
de Cristo el poder de conferir la ordenación a las mujeres.
Cualquier otra reivindicación tiene el sabor de la auto-justificación
y es, histórica y dogmáticamente, infundada. En cualquier sentido, la
Iglesia no puede "innovar" simplemente porque no tiene el poder para
hacerlo en este caso. ¡La Iglesia no tiene un poder superior al de
Cristo!
Donde vemos comunidades no católicas guiadas por mujeres, no debemos
maravillarnos porque donde no es reconocido el sacerdocio ordenado, la
guía obviamente es confiada a un fiel laico y, en tal caso, ¿qué
diferencia hay si ese fiel es hombre o mujer? La preferencia de uno
sobre otro sería sólo un dato sociológico y por tanto mutable, en
evolución. Si fueran solo hombres entonces sería discriminador. El
asunto no es entre hombres y mujeres sino entre fieles ordenados y
fieles laicos, y la Iglesia es jerárquica porque Jesucristo la ha
fundado así.
El sacerdocio ordenado, propio de la Iglesia Católica y de las
Iglesia ortodoxas, está reservado a los hombres y esto no es
discriminaciòn de la mujer sino simplemente consecuencia de la
insuperable historidad del evento de la Encarnación y de la teología
paulina del cuerpo místico, en el que cada uno tiene su propio papel y
se santifica y produce fruto en coherencia con el propio lugar.
Si luego se interpreta esto en clave de poder, entonces estamos
completamente fuera de órbita, porque en la Iglesia solo la bendita
Virgen María es "omnipotencia suplicante", como ningún otro lo es, que
resulta así en ese aspecto más poderosa que San Pedro. Pero Pedro y la
Virgen tienen roles diversos y ambos esenciales. Esto lo he escuchado
mucho también en no pocos ambientes de la Comunión anglicana.
ACI Prensa: Desde el punto de vista de las cifras y de la calidad,
¿cómo aparece la Iglesia Católica hoy, en comparación con su pasado
reciente, y cómo se ve en el futuro?
Cardenal Piacenza: En general, la Iglesia Católica está creciendo en
el mundo, sobre todo gracias a la enorme contribución de los continentes
asiático y africano. Esas jóvenes Iglesias aportan su fundamental
contribución en orden a la frescura de la fe.
En las últimas décadas –si se me concede la expresión– hemos jugado
rugby con la fe, chocándonos, a veces haciéndonos también mucho mal, y
al final ninguno ha llegado a ningún punto. Han habido y hay problemas
en la Iglesia, ¡pero es necesario mirar hacia adelante con gran
esperanza!
No tanto en nombre de un ingenuo o superficial optimismo, sino en
nombre de la magnífica esperanza que es Cristo, concretizada en la fe
cadaa uno, en la santidad de cada uno y en la perenne auténtica reforma
de la Iglesia.
Si el gran evento del Concilio Ecuménico Vaticano II ha sido un
viento del Espíritu que ha entrado por las ventanas abiertas de la
Iglesia al mundo, es necesario reconocer que, con el Espíritu, ha
entrado también no poco viento mundano, se ha generado una corriente y
las hojas han volado por los aires. Hay de todo, nada se ha perdido, sin
embargo es necesario, con paciencia, volver a poner orden.
Se pone orden afirmando sobre todo y con fuerza el primado de Cristo
Resucitado, presente en la Eucaristía. Hay una gran batalla pacífica por
hacer y es la de la Adoración eucarística perpetua, para que todo el
mundo haga parte de una red de oración que, unida al Santo Rosario,
vivido como rumia de los misterios salvíficos de Cristo, junto a María,
generen y desarrollen un movimiento de reparación y penetración.
Sueño con un tiempo cercano en el que no exista diócesis en la que no
haya una iglesia o al menos una capilla en la que día y noche se adore
al Amor sacramentado. ¡El Amor debe ser amado! En cada diócesis, y mejor
si también en cada ciudad y pueblo, deben haber manos alzadas al cielo para imploar una lluvia de misericordia sobre todos, cercanos y lejanos, y entonces todo cambiaría.
¿Recuerdan lo que sucedía cuando Moisés tenía las manos alzadas y qué
cosa sucedía cuando las dejaba caer? Jesús ha venido para portar el
fuego y su deseo es que arda en todo lugar para llegar a la civilizaciòn
del amor.
Este es el clima de la reforma católica, el clima para la
santificación del clero y para el crecimiento de santas vocaciones
sacerdotales y religiosas, este es el clima para el crecimiento de
famlias cristianas verdaderas iglesias domésticas, he aquí el clima para
la colaboración de fieles laicos y clérigos.
Es necesario creer todo esto verdaderamente y en los Estados Unidos
siempre ha habido y hay todavía muchos recursos prometedores. ¡Adelante!
aciprensa.com
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