Se trata del fundador de los Siervos de la Caridad.
“Su obra es de Dios. Es santa, es buena”, dijo el papa Pablo VI en 1964
cuando beatificó a Luigi Guanella (1842 – 1915), fundador de los
Siervos de la Caridad y de las Hijas de Santa María de la Providencia.
La
“familia Guanelliana” como se le conoce al conjunto de laicos y
religiosos que siguen sus enseñanzas y espiritualidad, está extendida en
15 países: Italia, Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Colombia,
Guatemala, México, España, India, Filipinas, Estados Unidos, Nigeria,
Congo, Ghana.
Para hablar sobre su vida, ZENIT entrevistó a Cristina Siccardi, co- autora, junto con la hermana Michela Carrozzino, de Accordò la terra con il Cielo. Luigi Guanella Santo, (Ató la tierra con el cielo. Luis Guanella Santo n.d.t.) San Paolo, Cinisello Balsamo 2011.
- ¿Cómo sintió el llamado a ser sacerdote?
Cristina Siccardi: Sus padres le habían inculcado el rezo del rosario
cada tarde en familia, además el ejemplo de tres primos sacerdotes le
ayudaron a formar una espiritualidad fuertemente religiosa. Seguramente
cultivó su vocación sacerdotal cuando era niño, sobretodo en la colina
Motto del Vento en la casa paterna de Fraciscio di Campodolcino
(Sondrio), donde a menudo iba para recogerse en oración y meditación.
- ¿Cómo sintió el llamado a fundar la comunidad de los
Siervos de la Caridad y de las hijas de Santa María de la Divina
Providencia?
Cristina Siccardi: Una visión marcó la vida de Guanella y fue el día
de su primera comunión: Una señora, (como definió a la Virgen en cuando
narra este hecho) le hizo ver todo lo que él debió haber hecho por los
pobres. Dirá en 1907 al sobrino el padre Constantino Guanella: “es como
si en una sala de cine vieras todo lo que debías haber hecho”.
Este sueño de 9 años fue determinante para todas las otras opciones
que hizo. Este encuentro místico lo marcó profundamente. También a San
Juan Bosco, Nuestra Señora se le había aparecido cuando tenía nueve años
para indicarle su tierra de misión: los jóvenes.
- Y hablando de San Juan Bosco, tuvo varios encuentros con él. ¿Cómo se conocieron ambos santos?
Cristina Siccardi: El padre Guanella escuchó hablar del sacerdote de
los jóvenes y quiso conocerlo. En 1870 cuando visitó el oratorio de
Turín, donde se había iniciado la misión salesiana: y así viajó varias
veces para ver a don Juan Bosco, quien lo acogió familiarmente y con
quien dialogó varias veces. Así fue como al regresar a Savongo, donde
vivía en aquel entonces don Luigi, sintió una fuerte necesidad de
comprender y aprender las obras de aquel sacerdote piamontés.
La admiración hacia Don Bosco tenía una razón de ser, pues ambos
tenían un temperamento similar: emprendedores, apóstoles de la caridad,
decididos, padres con autoridad, con un gran amor a la Eucaristía, a la
Virgen y al Papa. Pidió a Don Bosco poder imprimir en 1872 su primera
obra: Saggio di ammonimenti famigliari, (Ensayo de advertencias familiares n.d.t.),
que hablaba sobre cómo los masones y liberales vigilaban a los
campesinos buscando sofocar y corromper sus principios católicos.
Guanella conoció también a San Giuseppe Cottolengo y quedó fascinado
con él. Así vio una síntesis original de santidad. Métodos y finalidad
caritativa entre Giuseppe Bendetto Cottolengo y Juan Bosco, ambos
estimados y amados.
- ¿Y estos encuentros le permitieron una mayor sensibilidad con los jóvenes?
Cristina Siccardi: Así fue. Por esa razón se dedicó tanto a la
instrucción de los jóvenes como a los bienes materiales y espirituales
de los humildes y olvidados. Así dio vida, en 1881 a la semilla inicial
de la Congregación femenina de las Hijas de Santa María de la
Providencia.
La casa madre de las obras guanellianas fue abierta en 1886 y en 1908
fue aprobada por la Santa Sede. En el mismo año, junto con otros diez
hermanos sacerdotes, don Luigi emitió los primeros votos religiosos
oficiales de los Siervos de la Caridad; mientras que en 1913 desde el
Vicariato de Roma, don Guanella obtuvo el reconocimiento de la Pía Unión
de Tránsito de San José para los agonizantes, asociación de sacerdotes y
de fieles en unión de oración por los moribundos: San Pío X fue el
primero en inscribirse y el año siguiente elevó la asociación a unión
para todo el cristianismo.
- Su acción pastoral se desarrolló en el contexto del
Movimiento de unificación italiana. ¿Cómo influyó este hecho histórico
sobre su apostolado y sobre su vida?
Cristina Siccardi: Don Luigi Guanella nació en 1842, en la época del Risorgimento
y murió en 1915, durante la Primera Guerra Mundial. Era un sacerdote
luchador, conocido, de hecho como un “sacerdote exaltado”, con quien era
mejor tratar con delicadeza. Era un sacerdote de coraje y no conocía
los compromisos políticos. Hacía discursos, escribía artículos y libros
contra las autoridades liberales que trataban de demoler las con las
ideas y expropiaciones, a la Iglesia.
Don Luigi no se escondió nunca y, orgulloso de su ser sacerdote,
defendió siempre al Papa, de Pio IX, quien en aquella época fue víctima
de tantas envidias, con una campaña de prensa muy pesada. También sufrió
dramáticas persecuciones de parte de las autoridades civiles y
gubernamentales.
Terminada la época del Resurgimiento, Guanella permaneció fiel al
Sumo Pontífice. San Pío X lo estimaba mucho. En aquel tiempo las ideas
socialistas y marxistas, entre el final del siglo XIX y el XX se
hicieron paso en la sociedad urbanizada e industrializada.
Las ideas anticlericales del liberalismo masónico, de la alta
burguesía, fueron el apoyo a las ideas revolucionarias del movimiento
obrero. Junto con las transformaciones demográficas con el incremento de
la población, debido a la drástica disminución de la mortalidad
infantil, se verificaba una transformación territorial: la gente migraba
desde el campo a la ciudad. Entre 1861, año de la unidad nacional y
1901, la población creció en un 30%, mientras que la de las principales
ciudades aumentó en un 60%.
Don Luigi permaneció anclado a los valores y principios tradicionales
y fue enemigo de las ideologías secularizantes y descristianizantes.
Además, diseñó una mapa sobre el sostenimiento y del socorro, teniendo
siempre presente que la caridad no es la solidaridad laica sino que es
el verdadero rostro de Cristo en el más necesitado.
- Y tras sus encuentros con Don Bosco, ¿Cómo influyó en su vida la espiritualidad salesiana?
Cristina Siccardi: Esta fue una pieza básica para su formación como
educador. Estuvo entre dos santos sacerdotes: don Bosco no dudó en
confiar en él. Así fue que don Luigi entró casi como una persona de
familia en la casa salesiana, para orientar hacia los salesianos y las
hijas de María Auxiliadora las jóvenes vocaciones de su tierra. Incluso,
en los años 1870 -1875 varias veces, sostuvo la apertura de una
institución salesiana en la diócesis de Como.
Luigi compartía en todo y para todo la pedagogía salesiana: la
aproximación amorosa y firme con los jóvenes y la voluntad educativa de
prevenir más que curar las distorsiones éticas. También Luigi, como San
Juan Bosco, deseaba llevar la salvación a los jóvenes a través de la
escuela y la formación, porque ambos los fundadores pusieron la
salvación eterna por encima de todo, considerándola como lo único
verdaderamente importante.
- ¿Cuál es el carisma de la comunidad fundada por él?
Cristina Siccardi: Don Luigi pedía a sus sacerdotes que fueran
“hombres angélicos, mártires de virtudes y de caridad”, y llamaba a sus
hermanas “Marticas”, para resaltar la agilidad de sus obras. También
“martirelle” (cuya traducción en español sería martirecitas n.d.r)”, es
decir, pequeñas mártires invitadas por el Señor al sacrificio y a los
padecimientos. Buscaba inmolarse si era necesario hasta la letra V, para
convertirse en víctima por la obra redentora de Dios y por su gloria.
Los pilares del carisma guanelliano son: gran piedad, oración asidua y fe extrema en la divina providencia.
- ¿Qué herencia dejan sus enseñanzas en la actualidad?
Cristina Siccardi: Los hijos y las hijas de Luigi Guanella continúan
trabajando sobre las líneas de su fundador, como instrumentos de la
Providencia: sensibilidad en el ver, entender y socorrer al prójimo
quien, a imagen de Cristo y como el santo son llamados a evangelizar a
los pobres, revelando el amor del padre en el cual siempre es necesario
esperar.
El apostolado se encamina especialmente hacia los más probados en el
cuerpo y en el espíritu, privados de apoyo humano: el cuidado a jóvenes,
ancianos y enfermos y un gran compromiso hacia los pobres. La herencia
espiritual que dejó el fundador se puede sintetizar en la familia de
Nazaret: sencillez, confianza y completa disponibilidad al plan del
Padre. Luigi Guanella ha dejado en el “método preventivo” una vía que
conduce, a imitación de la bondad de Dios, a rodear de amor y cuidados a
los hermanos más pequeños. “Orar y padecer”, es el programa
guanelliano, dos condiciones fundamentales para la santidad y la
eficacia de sus congregaciones.
Por Carmen Elena Villa
zenit.org
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