Afirma un obispo español
Los cristianos no pueden permanecer indiferentes ante las rupturas
matrimoniales, e incluso ayudar a la reconciliación es una de las más
grandes “obras de misericordia” necesarias en la actualidad.
Así
lo afirmó el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, el
pasado 8 de septiembre, en una misa celebrada en la catedral con motivo
de la patrona de esta ciudad vasca, la Virgen del Coro.
El prelado aludió a las cifras ofrecidas esta semana por el Instituto
español de Política Familiar, según las cuales actualmente se rompen
tres de cada matrimonios en España.
Según este informe, en el año 2000, de cada 100 matrimonios
contraídos se producían 47 rupturas, mientras que en 2010, de cada 100
matrimonios contraídos, se producen 75 rupturas.
En su homilía, el prelado vasco pidió “no minimizar la tragedia que
encierran esas cifras”, pues “no se trata de meras estadísticas, sino
que detrás de estos datos fríos se esconden dramas personales, vidas
llenas de dolor, y también fracasadas, niños desconcertados, futuros
inciertos…”
“Vivimos en una generación que ha conquistado grandes cotas de
progreso; y no me refiero solamente al progreso técnico, sino también a
muchas conquistas sociales. Pero al mismo tiempo y, paradójicamente, hay
un gran salto entre este progreso técnico-social y la crisis espiritual
que padece una buena parte de la población”, afirmó.
Monseñor Munilla aseguró que la sociedad actual padece “una orfandad
moral y espiritual muy notoria… El materialismo sofocante y la
frivolidad generalizada, hacen que estemos más necesitados de 'madre' y
de 'padre' que nunca”.
“De hecho, las heridas afectivas son más frecuentes entre nosotros,
de lo que a primera vista pueda parecer”, subrayó. “Cabría afirmar que
en nuestros días, ese ser humano que presume falsamente de
autosuficiencia, está más necesitado que nunca de ser acogido con
entrañas de misericordia”.
En este sentido, exhortó a los presentes a un “esfuerzo paciente en pro de la reagrupación de las familias rotas”.
“La salud del matrimonio y la salud de la familia están especialmente
necesitadas de “misericordia”, es decir, de la sanación de las heridas
originadas por tantas rupturas”, afirmó. “¡No hay mayor acto de
misericordia que luchar por la unidad de la familia, y ayudar al
reencuentro de las parejas separadas!”
“No podemos permanecer con los brazos cruzados mientras nuestros
familiares, conocidos y vecinos fracasan en sus proyectos matrimoniales.
Es importante que, en la medida en que lo veamos oportuno, nos
ofrezcamos como canales de comunicación hacia quienes puedan ayudarles”.
También pidió a los políticos “iniciativas que favorezcan la
estabilidad de la familia”. “Es muy triste que se haya llegado a
identificar el concepto de 'mediación familiar', con los esfuerzos en
favor de una ruptura pactada, en lugar de entender la mediación familiar
como una terapia para superar las dificultades que ponen en peligro la
unidad de la familia.
zenit.org
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