En su discurso a un nutrido grupo de fieles en la Plaza del Plebiscito en la localidad italiana de Ancona, el Papa Benedicto XVI a los novios que pronto se van a casar, a no tenerle miedo al matrimonio que se caracteriza por ser fiel, indisoluble y dador de vida.
Así lo indicó el Santo Padre en este encuentro, luego de haberse reunido con sacerdotes y familias en la Catedral local. En un sentido discurso, el Papa señaló que "en algunos aspectos, el nuestro no es un tiempo fácil, sobre todo para vosotros, jóvenes".
"La mesa está puesta con tantos manjares, pero como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que falta el vino de la fiesta. Sobre todo, la dificultad para encontrar un trabajo estable cubre con un velo de incertidumbre el porvenir".
"Esta condición –continuó el Papa– contribuye a aplazar la toma de decisiones definitivas y repercute negativamente en el crecimiento de la sociedad, que no consigue valorizar plenamente la riqueza de energías, de competencia y creatividad de vuestra generación".
"También falta el vino de la fiesta en una cultura que tiende a prescindir de criterios morales claros: en la desorientación cada uno se siente empujado a moverse de forma individual y autónoma, a menudo solo en el perímetro del presente".
Así, prosiguió el Santo Padre, "también las decisiones fundamentales adolecen de fragilidad y están expuestas a una perenne revocabilidad que a menudo se considera expresión de libertad, mientras que señala más bien su carencia".
"Pertenece a una cultura privada del vino de la fiesta también la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de comunión de vida y de amor".
El Papa hizo luego una enérgica y afectuosa exhortación: "¡queridos jóvenes, no tengáis miedo de afrontar estos desafíos! No perdáis jamás la esperanza. Sed valientes, también en las dificultades, permaneciendo firmes en la fe".
"Estad seguros de que, en toda circunstancia, sois amados y custodiados por el amor de Dios, que es nuestra fuerza. Por esto es importante que el encuentro con Él, sobre todo en la oración personal y comunitaria, sea constante, fiel, precisamente como el camino de vuestro amor: amar a Dios y sentir que Él me ama".
"Nada os puede separar del amor de Dios. Estad seguros, además, de que la Iglesia os apoya y no deja de miraros con gran confianza", aseguró.
La Iglesia Católica, dijo luego Benedicto XVI, "sabe que tenéis sed de valores, los verdaderos, aquellos sobre los que vale la pena construir vuestra casa. El valor de la fe, de la persona, de la familia, de las relaciones humanas, de la justicia. No os desaniméis frente a las carencias que parecen apagar la alegría en la mesa de la vida".
"Vivís un tiempo único que os abre a la maravilla del encuentro y os lleva a descubrir la belleza de existir y ser preciosos el uno para el otro (...) Vivid este camino con intensidad, gradualidad y verdad".
"Quisiera deciros, ante todo, que evitéis cerraros en relaciones intimistas, falsamente tranquilizadoras: haced, en cambio, que vuestra relación se convierta en levadura de una presencia activa y responsable en la comunidad".
El Papa explicó también que "todo amor humano es señal del Amor eterno que nos ha creado y cuya gracia santifica la decisión de un hombre y una mujer de entregarse recíprocamente en la vida del matrimonio. Vivid el noviazgo en la esperanza confiada de ese don que hay que acoger recorriendo un camino de conocimiento, de respeto y atenciones que no debéis perder nunca".
Por ello, dijo el Papa, es importante no descuidar "la importancia de este encuentro; que la asamblea litúrgica dominical os encuentre plenamente partícipes: de la Eucaristía brota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir".
Al finalizar el encuentro, el Papa se trasladó al puerto de Ancona desde donde emprendió a las 6:45 p.m. el regreso en helicóptero a Roma y aterrizó en el helipuerto de Castel Gandolfo a las 7:30 p.m.
aciprensa.com
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