El auxiliar de Managua pide la verdad sobre el asesinato del padre Pupiro
El pueblo católico de La Concha se congregó el domingo en la iglesia de
la Inmaculada Concepción, donde monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar
de Managua, les habló de perdón, de verdad y de justicia, mientras que
los fieles se declararon inconformes con las indagaciones de la policía
en relación a las indagaciones de la muerte violenta de su párroco
Marlon Pupiro desaparecido el 20 de agosto y encontrado asesinado el
pasado.
En la iglesia de la Inmaculada Concepción, del municipio
de La Concha, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, habló de
perdón aunque también de verdad y transparencia. Algo que tanto la
Iglesia como los fieles de la población han exigido a las autoridades
porque sigue sin convencerles la versión oficial sobre el terrible
asesinato del párroco Marlon Pupiro (ver también en ZENIT: http://www.zenit.org/article-40270?l=spanish; http://www.zenit.org/article-40177?l=spanish).
Yazker Blandón Torres confesó haber asesinado al sacerdote Marlon
Pupiro y pidió perdón por el daño causado pero los familiares de la
víctima quedaron inconformes, porque sospechan que el criminal no dijo
la verdad, informó este 10 de septiembre el periódico El Nuevo Diario de Nicaragua.
“Acepto los cargos que se me imputan, acepto los cargos de robo
agravado y asesinato, y quiero en estos momentos pedir perdón por el
hecho que cometí, pedir perdón a los familiares del padre, a la Iglesia
católica y a mis familiares, es lo único que tengo que decir”, dijo
Blandón.
La confesión provocó la inmediata reacción de los familiares del
párroco asesinado, presentes en la audiencia. “Yo se lo dejo a Dios”,
dijo Pablo Ernesto Pupiro, padre del sacerdote. Por su parte, María
Lesbia Pupiro, hermana del presbítero, dijo no creer en la confesión
hecha por Blandón: “Yo no creo en la confesión de ese hombre, porque él
no está siendo sincero, porque está encubriendo a otras personas”.
Mientras, ante el Complejo Judicial de Nejapa, varios feligreses
llegados de La Concepción, Masaya, la noticia de la confesión de Blandón
fue recibida con gritos de: “¡Queremos la verdad!” y “¡Justicia!”.
La confesión no necesariamente significa que se dé carpetazo a las
pesquisas, aunque hay indicios en que se quiere cerrar el caso
rápidamente. Está pendiente que la policía informe del registro de las
llamadas telefónicas que recibió el sacerdote el viernes 20 de agosto y
la madrugada del día siguiente, cuando desapareció.
Sobre esta demanda de la familia, la jefa de la Dirección de Auxilio
Judicial Nacional, DAJ, comisionada general Glenda Zavala dijo que el
referido informe no tiene mayor importancia porque el acusado ya confesó
su culpabilidad.
“No se puede perdonar sobre una mentira, no a un falso culpable que
se autoacusa”, fueron las contundentes frases que el obispo auxiliar de
Managua expresó a una asamblea abarrotada de fieles, la mañana del
domingo 11 de septiembre, puntualizando que la Conferencia Episcopal no
se ha echado atrás en la demanda de verdad y de justicia: “Seguiremos
exigiéndola hasta el final, la posición de los obispos no ha cambiado”,
aseguró.
En la audiencia inicial por el asesinato del párroco Pupiro, Yazker
Blandón Torres pidió el perdón tras declararse único culpable, pero
monseñor Báez insistió en que quieren conocer verdaderamente a “quién y
por qué perdonar”.
“Lo mínimo que pedimos es la verdad sobre el perdón que ofrecemos
como creyentes”, subrayó. Citando a Benedicto XVI expresó que “la
Iglesia busca la verdad, se alegra cuando la encuentra y no la negocia
con nadie” aunque prefirió no opinar sobre si sospechan de intereses
particulares de algunos sectores que estén impidiendo esclarecer algunos
puntos de la investigación. “Nunca hemos querido especular si hay
intereses… no hemos señalado a nadie con el dedo y le hemos pedido a la
gente que tampoco lo haga”, declaró monseñor Báez una vez concluida la
misa.
Ante una feligresía indignada por la manera en que las autoridades
afrontan el cruel asesinato del párroco de esta iglesia, monseñor Báez
hizo un llamamiento a la calma y a la no violencia, recordando que “no
podemos usar las mismas armas que usan contra nosotros”. La indignación,
ira e impotencia son sentimientos lógicos y naturales ante un hecho de
tanto dolor, les dijo, haciendo hincapié en que eso no debe motivar
reacciones vengativas.
“Acojan el perdón, pero exijan la verdad, exijan la justicia”,
repitió durante la homilía a los fieles, cuyo nuevo párroco, Helio
Martín Cortez Sánchez, asumirá sus funciones el próximo sábado
proveniente de la iglesia Nuestra Señora del Pilar de Managua. Un
“sacerdote humilde, bueno, con buena formación, con espíritu de trabajo y
con un gran deseo de venir a este pueblo y continuar la obra del padre
Marlon Pupiro”, expresó el obispo auxiliar.
Monseñor Báez aseguró que la policía les ha prometido no cerrar las
pesquisas. “Creemos que en el proceso judicial hay que abrir todavía la
investigación… nosotros esperamos que se pueda esclarecer aún más”,
confió. Al final, recordó que el clamor de justicia manifestado por la
Iglesia católica es el eco de todo un pueblo. “Es todo un pueblo el que
no está satisfecho con la investigación realizada. Creemos que no se ha
llegado a fondo en las investigaciones, que hay personas que podrían
aportar nuevas luces y se podría ahondar todavía en algunos detalles que
aún no cuadran”.
Pobladores de La Concha, como Wilmer Ortiz, aseguraron que estarán
pendientes y que no piensan declinar de su demanda de correcta
aplicación de justicia bajo pruebas que les resulten creíbles.
La supuesta llamada que recibió el párroco asesinado y que motivó su
salida en la madrugada del 20 de agosto es un interrogante que inquieta a
los pobladores. También cuestionan las circunstancias en que el
sacerdote salió de La Borgoña, así como los resultados de la inspección
de la cabina de la camioneta, lo mismo que el largo periplo que hiciera
el asesino transportando al religioso ya muerto.
Un grupo de pobladores expresaron estar siendo víctimas de acoso
policial, de intimidación. Moseñor Báez les invitó a no dejarse
provocar, a ser prudentes y a no tener miedo. Los concheños advirtieron
que se han contenido en emprender acciones como levantamientos “por
obediencia a la Iglesia”, no porque no sean un pueblo aguerrido ante la
injusticia.
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