Autor: Eduardo Armstrong | Fuente: Catholic.net
Cómo mejorar la relación con mis padres
¿A quien debo querer? ¿A quien le debo creer? ¿Vives la realidad de una ruptura matrimonial?
Cómo mejorar la relación con mis padres
Cuando hay conflicto en la familia es porque hay al menos dos visiones diferentes, dos posturas con soluciones encontradas frente a una misma situación. Dos versiones, que muestran la realidad a su manera. Esto es muy común y no es negativo, ya que es una forma de expresión de la diversidad humana y colabora al crecimiento y riqueza personal, cuando se orientan a la búsqueda de acuerdos. Lo que lamentablemente también es común, y ocurre con frecuencia, es que nuestra intolerancia, egoísmos, orgullo mal entendido, u otras faltas de consideración por los demás, nos hacen ser ciegos y cerrados cuando lo expresado por el otro no nos conviene o significa un costo considerado alto, sea en autoestima, en libertad, o en algo a lo que le asignamos más valor que a nuestra buena relación con el otro.
Si aceptamos la descalificación, nos acercamos al camino de la intolerancia, el cual termina con frecuencia en palabras agresivas y violentos sentimientos de pasiones encontradas que desatan las conductas agresivas. Luego, sobreviene la esperable destrucción y cuando el precio de nuestras acciones comienza a ser visto en toda su dimensión, ya es tarde para regresar sobre nuestros pasos. Es en estos momentos cuando se empieza a sentir lástima por uno mismo, y de ese sentimiento comienzan a nacer múltiples razones aparentes de auto-justificación. La conciencia empieza a cambiar, y muy pronto, nos encontramos defendiendo como justo lo que antes no lo era para nosotros mismos.
Ante este escenario, se comprenden situaciones como las que se pueden ver en separaciones y conflictos familiares donde no es extraño encontrarse con que algunos padres defiendan posiciones y justifiquen sus acciones con argumentos encontrados, pero donde ambos dicen luchar por un bien superior. Posiblemente, uno de ellos tenga más razones válidas que el otro, pero ¿cuánto? Difícil de evaluar, y en todo caso, ¿ayuda en algo el encontrar culpables cuando se requieren soluciones? ¿Si le crees a uno, que harás con el otro?
Ambos padres son tuyos, y tu eres hijo de ambos. Ambos te deben su cariño y tu debes el tuyo a ambos. Este no es el momento para preocuparse por a quien creer, sino para preocuparse por creer en que ellos, a pesar de todo lo ocurrido, aún te aman como a su más valioso tesoro. Recuerda que amar es dar y no cobrar, aunque realmente lo necesites y lo que pides sea justo... no funciona así la vida. Si quieres ser feliz, trata de hacer más feliz a quien te rodea, dando, dando más, dando incluso lo que sientes que ellos te negaron a ti, y tendrás la increíble felicidad de poder ver cómo tú puedes crear el amor donde no lo hay.
Recuerda si que la forma de sentir no es igual en una madre y un padre. Ella es más sensible y debes tener más tacto y cuidado por sus sentimientos. Él si bien a veces parece tan seguro y fuerte, también tiene sus puntos débiles los que trata de ocultar, por lo que debes ser cuidadoso para no herirlo innecesariamente (a veces, el padre puede ser más débil que la mujer en muchos aspectos y demostrar lo contrario).
Confía en tu propia capacidad de amar y preocúpate más de lo que puedes entregar antes que en lo que quisieras recibir. Preocúpate por descubrir y utilizar el poder oculto que llevas dentro de ti, antes que esperar de los demás lo que en ocasiones no te podrán dar,. Si no puedes hacer que ellos cambien, sí puedes hacer un cambio en tu vida, y esa será la mayor ayuda para ti mismo y la colaboración que como hijo les podrás otorgar a tus padres. Ocúpate de lo que tienes, de lo que puedes cambiar, y no de lo que no depende de ti. No te quedes en lamentos y tristezas que extendidas a ninguna parte conducen; la rebeldía si bien logra llamar la atención, es por la destrucción que causa y no ayuda ni te sirve, ni a ti ni a nadie. Actúa como si todo dependiera de ti y confía en Dios como si todo dependiera de Él... Así como tú no lo deseas ni eres responsable de lo que ocurre entre tus padres, Dios tampoco. No estás solo, pero para darte cuenta de ello debes atreverte a dar los pasos que necesitas en la dirección adecuada para ti. La relación con los padres debes cuidarla y mantenerla, ellos son parte de ti y tu de ellos; no es asunto de quererlo o no, es así, y dependes de esa relación que, en muchos aspectos, determina gran parte de la calidad de tu vida y la de ellos. De ti depende, tú eliges quién y cómo quieres ser hoy; tú eliges quién y cómo quieres llegar a ser cuando seas padre o madre. La elección es hoy, es tuya, y no existe elección gratuita; lo que hagas o lo que dejes de hacer, todo requiere esfuerzo y tendrá su precio... el triunfo también cobra el suyo pero es el que más gratamente se paga. Tu puedes, confía en las capacidades que tienes.
Cuando hay conflicto en la familia es porque hay al menos dos visiones diferentes, dos posturas con soluciones encontradas frente a una misma situación. Dos versiones, que muestran la realidad a su manera. Esto es muy común y no es negativo, ya que es una forma de expresión de la diversidad humana y colabora al crecimiento y riqueza personal, cuando se orientan a la búsqueda de acuerdos. Lo que lamentablemente también es común, y ocurre con frecuencia, es que nuestra intolerancia, egoísmos, orgullo mal entendido, u otras faltas de consideración por los demás, nos hacen ser ciegos y cerrados cuando lo expresado por el otro no nos conviene o significa un costo considerado alto, sea en autoestima, en libertad, o en algo a lo que le asignamos más valor que a nuestra buena relación con el otro.
Si aceptamos la descalificación, nos acercamos al camino de la intolerancia, el cual termina con frecuencia en palabras agresivas y violentos sentimientos de pasiones encontradas que desatan las conductas agresivas. Luego, sobreviene la esperable destrucción y cuando el precio de nuestras acciones comienza a ser visto en toda su dimensión, ya es tarde para regresar sobre nuestros pasos. Es en estos momentos cuando se empieza a sentir lástima por uno mismo, y de ese sentimiento comienzan a nacer múltiples razones aparentes de auto-justificación. La conciencia empieza a cambiar, y muy pronto, nos encontramos defendiendo como justo lo que antes no lo era para nosotros mismos.
Ante este escenario, se comprenden situaciones como las que se pueden ver en separaciones y conflictos familiares donde no es extraño encontrarse con que algunos padres defiendan posiciones y justifiquen sus acciones con argumentos encontrados, pero donde ambos dicen luchar por un bien superior. Posiblemente, uno de ellos tenga más razones válidas que el otro, pero ¿cuánto? Difícil de evaluar, y en todo caso, ¿ayuda en algo el encontrar culpables cuando se requieren soluciones? ¿Si le crees a uno, que harás con el otro?
Ambos padres son tuyos, y tu eres hijo de ambos. Ambos te deben su cariño y tu debes el tuyo a ambos. Este no es el momento para preocuparse por a quien creer, sino para preocuparse por creer en que ellos, a pesar de todo lo ocurrido, aún te aman como a su más valioso tesoro. Recuerda que amar es dar y no cobrar, aunque realmente lo necesites y lo que pides sea justo... no funciona así la vida. Si quieres ser feliz, trata de hacer más feliz a quien te rodea, dando, dando más, dando incluso lo que sientes que ellos te negaron a ti, y tendrás la increíble felicidad de poder ver cómo tú puedes crear el amor donde no lo hay.
Recuerda si que la forma de sentir no es igual en una madre y un padre. Ella es más sensible y debes tener más tacto y cuidado por sus sentimientos. Él si bien a veces parece tan seguro y fuerte, también tiene sus puntos débiles los que trata de ocultar, por lo que debes ser cuidadoso para no herirlo innecesariamente (a veces, el padre puede ser más débil que la mujer en muchos aspectos y demostrar lo contrario).
Confía en tu propia capacidad de amar y preocúpate más de lo que puedes entregar antes que en lo que quisieras recibir. Preocúpate por descubrir y utilizar el poder oculto que llevas dentro de ti, antes que esperar de los demás lo que en ocasiones no te podrán dar,. Si no puedes hacer que ellos cambien, sí puedes hacer un cambio en tu vida, y esa será la mayor ayuda para ti mismo y la colaboración que como hijo les podrás otorgar a tus padres. Ocúpate de lo que tienes, de lo que puedes cambiar, y no de lo que no depende de ti. No te quedes en lamentos y tristezas que extendidas a ninguna parte conducen; la rebeldía si bien logra llamar la atención, es por la destrucción que causa y no ayuda ni te sirve, ni a ti ni a nadie. Actúa como si todo dependiera de ti y confía en Dios como si todo dependiera de Él... Así como tú no lo deseas ni eres responsable de lo que ocurre entre tus padres, Dios tampoco. No estás solo, pero para darte cuenta de ello debes atreverte a dar los pasos que necesitas en la dirección adecuada para ti. La relación con los padres debes cuidarla y mantenerla, ellos son parte de ti y tu de ellos; no es asunto de quererlo o no, es así, y dependes de esa relación que, en muchos aspectos, determina gran parte de la calidad de tu vida y la de ellos. De ti depende, tú eliges quién y cómo quieres ser hoy; tú eliges quién y cómo quieres llegar a ser cuando seas padre o madre. La elección es hoy, es tuya, y no existe elección gratuita; lo que hagas o lo que dejes de hacer, todo requiere esfuerzo y tendrá su precio... el triunfo también cobra el suyo pero es el que más gratamente se paga. Tu puedes, confía en las capacidades que tienes.
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