Sábado,
17 dic. (RV).-Benedicto XVI exhortó a los obispos de Nueva Zelandia y
del Pacífico a fortalecer sus lazos de comunión eclesial y hacer más
visible su sentido de la fe y la caridad, para que aquellos a quienes
sirven puedan imitarlos y ser embajadores de Cristo en la Iglesia y en
el ámbito civil.
El Santo Padre, en su discurso al final de la visita ad límina apostolorum de dichas conferencias episcopales, puso de relieve la labor que se realiza desde el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para superar los problemas planteados en los informes por los obispos, como el laicismo de sus sociedades, que tiene un impacto significativo en la comprensión y la práctica de la fe católica.
Y más específicamente, el Papa se refirió a la apreciación debilitada del carácter sagrado del matrimonio cristiano y la estabilidad de la familia. En este contexto-dijo- el combate para llevar una vida digna de nuestra vocación bautismal y para abstenerse de las pasiones terrestres que hacen la guerra a nuestras almas, se hace aún más comprometedor. Sabemos que la fe cristiana- afirmó el Pontífice aporta a la vida una base más segura que la visión secularizada.
“Dado que la fe cristiana se funda en la Palabra hecha carne, Jesucristo, la nueva evangelización no es un concepto abstracto, sino una renovación de los auténticos valores cristianos basados en las enseñanzas de la Iglesia. Ustedes, como obispos y pastores, están llamados a ser protagonistas en la formulación de esta respuesta de acuerdo a las necesidades locales y las circunstancias de los diferentes países y entre sus pueblos”.
Benedicto XVI subrayó, sin embargo que esta tarea evangelizadora requiere de sacerdotes íntegros y ejemplares por lo que animó a los obispos a tener un cuidado especial en la formación y la santificación de sus sacerdotes, especialmente de aquellos que tienen dificultades y que tienen poco contacto con sus hermanas en el sacerdocio.
“Sean un padre que les guía en el camino a la santidad, para que sus vidas también puedan atraer a otros para seguir a Cristo. Sabemos que los sacerdotes santos, sabios y buenos son los mejores promotores de vocaciones al sacerdocio”.
En este contexto, el Papa recordó a los obispos que el Señor todavía está llamando a hombres para el sacerdocio, y saben que les anima a que consideren la posibilidad de dedicar su vida completamente a Cristo, por ello es necesario ayudar a los jóvenes de hoy en el discernimiento espiritual necesario para responder a su verdadera vocación
“En un mundo afectado por una ‘profunda crisis de fe’, deben garantizar también que los seminaristas reciban una formación integral que los prepare para servir al Señor y amar a su rebaño según el corazón del buen pastor”.
Luego de reconocer la importante contribución a la difusión del Evangelio hecha por religiosos y religiosas presentes en toda la región, incluyendo los campos educativos, pastorales y catequéticos, el Papa destacó el papel esencial de los fieles laicos para el bienestar de la iglesia. De hecho, en esa región la tarea de difundir el Evangelio a menudo depende de la asistencia de misioneros laicos y catequistas, a quienes los obispos deben seguir garantizando una formación sólida y continua.
Al concluir su discurso el Santo Padre recordó que mucho de estos retos pueden contar con el nuevo impulso que ha querido dar a la iglesia universal proclamando el “Año de la Fe”
“Mi queridos hermanos obispos y sacerdotes, así como he tenido la oportunidad de debatir con ustedes sobre la nueva evangelización, quiero recordar el recientemente proclamado Año de fe, que "pretende dar un nuevo impulso a la misión de toda la iglesia para conducir a los seres humanos por el desierto en el que se encuentran". Que este tiempo privilegiado sirva como inspiración, y que una a toda la iglesia en los esfuerzos de la nueva evangelización, pues aunque ustedes se reparten entre varias islas y nosotros estamos separados por grandes distancias, juntos profesamos "un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos nosotros"
RV-ATD
El Santo Padre, en su discurso al final de la visita ad límina apostolorum de dichas conferencias episcopales, puso de relieve la labor que se realiza desde el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para superar los problemas planteados en los informes por los obispos, como el laicismo de sus sociedades, que tiene un impacto significativo en la comprensión y la práctica de la fe católica.
Y más específicamente, el Papa se refirió a la apreciación debilitada del carácter sagrado del matrimonio cristiano y la estabilidad de la familia. En este contexto-dijo- el combate para llevar una vida digna de nuestra vocación bautismal y para abstenerse de las pasiones terrestres que hacen la guerra a nuestras almas, se hace aún más comprometedor. Sabemos que la fe cristiana- afirmó el Pontífice aporta a la vida una base más segura que la visión secularizada.
“Dado que la fe cristiana se funda en la Palabra hecha carne, Jesucristo, la nueva evangelización no es un concepto abstracto, sino una renovación de los auténticos valores cristianos basados en las enseñanzas de la Iglesia. Ustedes, como obispos y pastores, están llamados a ser protagonistas en la formulación de esta respuesta de acuerdo a las necesidades locales y las circunstancias de los diferentes países y entre sus pueblos”.
Benedicto XVI subrayó, sin embargo que esta tarea evangelizadora requiere de sacerdotes íntegros y ejemplares por lo que animó a los obispos a tener un cuidado especial en la formación y la santificación de sus sacerdotes, especialmente de aquellos que tienen dificultades y que tienen poco contacto con sus hermanas en el sacerdocio.
“Sean un padre que les guía en el camino a la santidad, para que sus vidas también puedan atraer a otros para seguir a Cristo. Sabemos que los sacerdotes santos, sabios y buenos son los mejores promotores de vocaciones al sacerdocio”.
En este contexto, el Papa recordó a los obispos que el Señor todavía está llamando a hombres para el sacerdocio, y saben que les anima a que consideren la posibilidad de dedicar su vida completamente a Cristo, por ello es necesario ayudar a los jóvenes de hoy en el discernimiento espiritual necesario para responder a su verdadera vocación
“En un mundo afectado por una ‘profunda crisis de fe’, deben garantizar también que los seminaristas reciban una formación integral que los prepare para servir al Señor y amar a su rebaño según el corazón del buen pastor”.
Luego de reconocer la importante contribución a la difusión del Evangelio hecha por religiosos y religiosas presentes en toda la región, incluyendo los campos educativos, pastorales y catequéticos, el Papa destacó el papel esencial de los fieles laicos para el bienestar de la iglesia. De hecho, en esa región la tarea de difundir el Evangelio a menudo depende de la asistencia de misioneros laicos y catequistas, a quienes los obispos deben seguir garantizando una formación sólida y continua.
Al concluir su discurso el Santo Padre recordó que mucho de estos retos pueden contar con el nuevo impulso que ha querido dar a la iglesia universal proclamando el “Año de la Fe”
“Mi queridos hermanos obispos y sacerdotes, así como he tenido la oportunidad de debatir con ustedes sobre la nueva evangelización, quiero recordar el recientemente proclamado Año de fe, que "pretende dar un nuevo impulso a la misión de toda la iglesia para conducir a los seres humanos por el desierto en el que se encuentran". Que este tiempo privilegiado sirva como inspiración, y que una a toda la iglesia en los esfuerzos de la nueva evangelización, pues aunque ustedes se reparten entre varias islas y nosotros estamos separados por grandes distancias, juntos profesamos "un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos nosotros"
RV-ATD
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