¿Por
qué unas parejas duran tanto y otras duran tan poco?
¿Que espero yo del otro? ¿Cuales son los deseos
y las necesidades que espero que el otro me resuelva? Si resulta
que las expectativas no se cumplen... ¿todo se va a paseo?
Antoni
Pedragosa ForumLibertas.com
No
es muy habitual, ver la celebración de un 75 aniversario de boda.
Dejadme decir que tuve la impresión de estar ante una pareja
de jóvenes de 98 y 96 años respectivamente, y digo jóvenes,
porque todavía se permitieron bailar un vals, mas con el corazón
que con las piernas, y al final se dieron un apasionado beso, y un largo
abrazo, que se fundió en una emocionada ovación por parte
de todos los que estábamos allá. Cuatro generaciones acompañaban
a esa larga historia de convivencia. La forma de mirarse, de besarse,
de sonreírse, de acariciarse, era un ejemplo de que se puede
ser joven en la vejez, y se puede ser viejo en la juventud.
Uno ve esta experiencia,
y después en la tranquilidad, reflexiona. Y surge la pregunta:
¿Por qué unas parejas duran tanto y otras duran tan
poco? Y aquí, más que dar respuestas, convendría
formularnos preguntas. Una pregunta crucial y fundamental sería
esta: ¿Que espero yo del otro? ¿Cuales son los deseos
y las necesidades que espero que el otro me resuelva? Si resulta que
las expectativas no se cumplen... todo se va a paseo.
Y
no nos damos cuenta que la pregunta correcta sería exactamente
la inversa. ¿Que espera el otro de mi? Cuales son sus deseos
y necesidades para que yo las atienda? Es esa la cuestión de
fondo. Recuerdo que en un libro, Erik Fromm, decía estas palabras:
"En el arte de amar, hemos de ser los primeros en tomar la iniciativa".
Por este camino si que se puede construir algo sólido y firme.
Porque no hay amor sin una donación personal, generosa y gratuita.
Yo
no se, si hemos pensado en profundidad, la gran oportunidad que representa
el espacio convivencial de la pareja o de la familia, para construirnos
como personas y educarnos en el arte de convivir. Debiéramos
estar convencidos de que se puede hacer una cosa grande, con las pequeñas
cosas de cada día, con la esperanza de que se pueden y se deben
ir mejorando. Para ser felices, no hacen falta ni grandezas ni espectacularidades.
Sino sencillamente estar dispuestos a una donación plena al
otro.
Hace
años, que en un grupo de parejas que se preparaban para el
matrimonio, y asistían en una parroquia a aquellos encuentros
prematrimoniales, los monitores formulamos a las parejas esta pregunta:
“¿Que es para vosotros el amor". Se oyeron las respuestas
más variopintas que se pueda imaginar. No tenían el
mismo cariz las visiones de los chicos que de las chicas. Se oyeron
cosas como: "La sensación que noto cuando nos acercamos”,
“Me gusta que me miren y me deseen”, “Salir de copas
juntos”. Algunos comentarios se ajustaban más a la realidad,
como este: "Estar a las verdes y a las maduras". Pero tal
vez, la pareja que parecía menos preparada, casi no hablaban,
eran forasteros, habían venido de Cáceres, él
era guardia civil, y fue él, el que dio la respuesta más
acertada. Dijo: "Para mi el amor, es estar dispuesto a dar la
vida por mi novia". Sí señor. No se podía
decir con menos palabras, una definición mejor de amor.
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