Al asistir ayer en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo a un concierto en su honor, el Papa Benedicto XVI señaló que la música sirve también como "un lenguaje privilegiado para comunicar la fe de la Iglesia".
Así lo indicó el Santo Padre al concluir el concierto de música sacra
ofrecido por el Cardenal Domenico Bartolucci, de 94 años de edad y ex
director del Coro de la Capilla Sixtina, quien diseñó un programa con
cuatro de sus composiciones: el poema "Benedictus" escrito como homenaje
del Purpurado al Papa para este evento; el Ave María, de la ópera "Il
Brunelleschi"; el poema sacro "Baptisma", y el motete "Christus
circumdedit mi".
Benedicto XVI dijo luego que "esta tarde nos hemos inmerso en la música sacra, esa música que, de modo particular, nace de la fe y es capaz de expresar y comunicar la fe.
(…) En medio de las actividades cotidianas, nos habéis ofrecido un
momento de meditación y de oración, haciéndonos intuir las armonías del Cielo".
El Papa agradeció al Cardenal el concierto, a los solistas, las
sopranos Enrica Fabbri y Lykke Anholm, y el barítono Michele Govi, así
como el "Rossini Chamber Choir" de la localidad italiana de Pesaro y a
la Orquesta Filarmónica de Las Marcas "FORM", que estuvieron dirigidos
por el maestro Simon Baiocchi.
Dirigiéndose al Cardenal Bartolucci, el Santo Padre dijo que "la
música es para usted un lenguaje privilegiado para comunicar la fe de la
Iglesia y para ayudar el camino de fe de quien escucha sus obras; también a través de la música usted ha ejercido su ministerio sacerdotal".
Según señala Radio Vaticano, tras destacar el don de la composición
que Dios le dio al Purpurado, el Papa afirmó que el modo de componer del
Cardenal "se coloca en el surco de los grandes autores de música sacra,
en particular de la Capilla Sixtina de la que ha sido durante muchos
años su Director: la valoración del precioso tesoro que es el canto gregoriano y el uso sapiente de la polifonía, fiel a la tradición, pero abierto también a nuevas sonoridades".
"Querido Maestro, esta tarde, con su música, nos ha hecho dirigir el
alma a María con la oración más querida de la tradición cristiana, pero
también nos ha hecho evocar el inicio de nuestro camino de fe, la
liturgia del Bautismo, el momento en que nos hemos convertido en
cristianos".
Este recuerdo, concluyó Benedicto XVI, anima a "saciar la sed en la única agua que apaga la sed, Dios vivo,
y a empeñarnos cada día a rechazar el mal y a renovar nuestra fe,
reafirmando ¡’Credo’! ‘Christus circumdedit me’, Cristo me ha envuelto y
me envuelve: este motete resume su vida, su ministerio y su música, querido Señor Cardenal".
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