Sólo lleva un año y medio en el cargo, aunque sí ha estado 20 años en
distintas funciones en Roma, y como muchos otros está perplejo por el
fenómeno de los fundadores de comunidades que luego se muestran
indignos.
El redentorista norteamericano Joseph
Tobin, con un año y medio como secretario de la Congregación para la
Vida Religiosa, justo por debajo del cardenal Bráz de Áviz, habló con
nosotros en el XI Congreso de Escuelas Católicas de los casos tristes
que requieren disciplina y discernimiento por parte de este dicasterio
vaticano que supervisa a religiosos y religiosas.
- Se han dado casos de fundadores disciplinados o apartados: Maciel en la Legión de Cristo, Gerard Croissant en Bienaventuranzas, Alfonso María Duran en Miles Iesu... ¿quién supervisa a los supervisores? ¿Qué aprendemos de estos casos?
- Nuestro dicasterio, para aprobar un instituto, juzga que el carisma sea un don auténtico del Espíritu Santo y que el instituto tenga madurez para desarrollar el carisma. Pero hay casos (no hablo de estos en concreto) en los que pienso que engañaron al dicasterio, con datos falsos, igual que engañaron a sus co-hermanos de comunidad. Además, el Concilio Vaticano II, en el decreto "Perfectae Caritatis", pide siempre volver a "la inspiración originaria de los Institutos", y el ejemplo del fundador. Pero ¿cómo es que un fundador que tuvo una vida desordenada puede seguir siendo punto de referencia? Yo no tengo respuesta a esta perplejidad.
- ¿Qué hacer con las comunidades desobedientes al obispo local o rebeldes o esquivos con los visitadores y comisarios pontificios?
- La Iglesia reconoce con tristeza que puede haber una comunión fracturada. Nuestra congregación a veces ha de emprender procesos de disciplina: suspender instituciones, retirar su gobierno, poner en paréntesis las facultades de su superior... Pero siempre intentamos antes la vía del diálogo, del respeto mutuo, no usar esos medios si no hay una brecha definitiva. No queremos pelear con nadie, sino discernir juntos qué es lo que Dios quiere y humillarnos ante su voluntad.
- A veces hay comunidades de laicos con hábito...
- Llevar hábito es un privilegio y a veces un deber de los que han sido reconocidos formalmente por la Iglesia. Hay tres niveles de reconocimiento: asociacion de fieles (en vía a ser Instituto de Vida Religiosa); Instituto de vida religiosa de derecho diocesano, y los Instutos de vida religiosa de Derecho Pontificio. Todos los cristianos tienen derecho a asociarse entre ellos, pero es la Iglesia quien reconoce que algunas asociaciones son expresiones de carismas del Espíritu Santo. Sólo los reconocidos tienen derecho a llevar hábito.
- Actualmente, los superiores mundiales de los claretianos, los escolapios, los jesuitas, los franciscanos y otras muchas órdenes son españoles...
- Llevo 20 años en diversos órganos de gobierno en Roma y todos vemos cómo la presencia de los religiosos españoles enriquece a la Iglesia. En todo el mundo hay educadores jesuitas o claretianos españoles, por no hablar del gran trabajo de las órdenes femeninas españolas.
- Se han dado casos de fundadores disciplinados o apartados: Maciel en la Legión de Cristo, Gerard Croissant en Bienaventuranzas, Alfonso María Duran en Miles Iesu... ¿quién supervisa a los supervisores? ¿Qué aprendemos de estos casos?
- Nuestro dicasterio, para aprobar un instituto, juzga que el carisma sea un don auténtico del Espíritu Santo y que el instituto tenga madurez para desarrollar el carisma. Pero hay casos (no hablo de estos en concreto) en los que pienso que engañaron al dicasterio, con datos falsos, igual que engañaron a sus co-hermanos de comunidad. Además, el Concilio Vaticano II, en el decreto "Perfectae Caritatis", pide siempre volver a "la inspiración originaria de los Institutos", y el ejemplo del fundador. Pero ¿cómo es que un fundador que tuvo una vida desordenada puede seguir siendo punto de referencia? Yo no tengo respuesta a esta perplejidad.
- ¿Qué hacer con las comunidades desobedientes al obispo local o rebeldes o esquivos con los visitadores y comisarios pontificios?
- La Iglesia reconoce con tristeza que puede haber una comunión fracturada. Nuestra congregación a veces ha de emprender procesos de disciplina: suspender instituciones, retirar su gobierno, poner en paréntesis las facultades de su superior... Pero siempre intentamos antes la vía del diálogo, del respeto mutuo, no usar esos medios si no hay una brecha definitiva. No queremos pelear con nadie, sino discernir juntos qué es lo que Dios quiere y humillarnos ante su voluntad.
- A veces hay comunidades de laicos con hábito...
- Llevar hábito es un privilegio y a veces un deber de los que han sido reconocidos formalmente por la Iglesia. Hay tres niveles de reconocimiento: asociacion de fieles (en vía a ser Instituto de Vida Religiosa); Instituto de vida religiosa de derecho diocesano, y los Instutos de vida religiosa de Derecho Pontificio. Todos los cristianos tienen derecho a asociarse entre ellos, pero es la Iglesia quien reconoce que algunas asociaciones son expresiones de carismas del Espíritu Santo. Sólo los reconocidos tienen derecho a llevar hábito.
- Actualmente, los superiores mundiales de los claretianos, los escolapios, los jesuitas, los franciscanos y otras muchas órdenes son españoles...
- Llevo 20 años en diversos órganos de gobierno en Roma y todos vemos cómo la presencia de los religiosos españoles enriquece a la Iglesia. En todo el mundo hay educadores jesuitas o claretianos españoles, por no hablar del gran trabajo de las órdenes femeninas españolas.
Pablo Ginés/ Religionenlibertad.com
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