Recorremos los pasillos de Plenilunio como el egiptólogo en un templo
egipcio. La religión modernísima de este templo luminoso y ruidoso
proclama estas palabras: disfrutar, reir, admirar y sorprender. Pero
ignora, por ejemplo, la humildad, la sabiduría, la amistad y la alegría.
En 1999 la socióloga Beth Gill publicó su ensayo "Templos del Consumo: los centros comerciales como catedrales seculares" ("Temple of consumption: shopping malls as secular cathedrals, en inglés aquí http://www.trinity.edu/mkearl/temples.html
). La idea hizo fortuna, se escribieron artículos, blogs, sermones con
ese concepto. No hacía falta ser cristiano para asumir que los grandes centros comerciales cumplen funciones de consuelo, sentido, comunidad... o fingen hacerlo. Son la nueva religión.
"Al contrario que el bazar, el centro comercial no es realmente un lugar público ni un mercado libre. [...] Igual que muchos creyentes iban con muletas a los templos, los médicos cardiobasculares recomiendan a sus pacientes con marcapasos hacer ejercicio allí por su caracter estimulante y clima controlado. [...] La adecuación de un centro así a los propósitos religiosos se ilustró cuando en San Antonio, Texas, a finales de los 80, el antiguo Texas Outlet Mall se convirtió en la nueva sede de la Iglesia Baptista de Alamo City", podíamos leer en ese ensayo.
Pero si los centros comerciales son los templos de una nueva religión... ¿cuáles son sus textos sagrados? Como en los templos egipcios (y muchos otros) es bueno leer las paredes.
Y un caso muy especial es el centro Plenilunio, de Madrid. En los frisos de sus pasillos y sus tres principales rotondas hay escritas, en grandes letras, palabras "inspiradoras", "sugerentes". Son 126 palabras, aunque muchas se repiten: en total hay 57 conceptos distintos.
El Centro de Ocio y Comercio Plenilunio, se inauguró en Madrid en 2006. Atrae cada semana unas 150.000 personas. Su aparcamiento de 2.700 plazas está lleno a rebosar en fin de semana. El centro cuenta con 200 locales comerciales y de ocio. Nos parece representativo.
Hemos recorrido todos los pasillos de Plenilunio y hemos apuntado sus "palabras clave", las que todos sus visitantes ven, bien grandes, por el rabillo del ojo. Las que entran de forma consciente o inconsciente.
"Admirar" aparece 6 veces: es la más frecuente. Entre 4 y 5 veces encontramos: calor, disfrutar, energía, humanismo, reir, sorprender y tolerancia.
Tres veces aparecen estas palabras: cantar, compartir, convivir, felicidad, hombre, luna, mar, mujer, natural, respeto, sentir.
Dos veces encontramos cada uno de estos términos: aventura, belleza, color, cosmos, comunicar, divertir, educar, enseñar, luchar, niños, planeta, plenilunio, salvaje, sol, sonreir, tierra, viajar, vivir.
Y hay palabras que aparecen solo una vez: agitar, aprender, bailar, contemplar, cordialidad, deleitar, desierto, entusiasmo, generosidad, lago, lluvia, navegar, océano, orgullo, placer, regular, río, seducción, seducir.
¿Son conceptos "malos"? No, pero las ausencias son elocuentes en la "religión" del templo Plenilunio. Alguien decidió dejar fuera palabras muy potentes.
Las palabras tabú para Plenilunio
Por ejemplo, no aparecen las virtudes teologales pese a sus resonancias poéticas y vivenciales: ni Fe, ni Esperanza, ni Caridad... ni siquiera una palabra tan comercializable como "Amor". No aparece la palabra "sabiduría".
No aparecen las virtudes aristotélicas: la justicia, la templanza, la fortaleza o la prudencia. ¿Serán palabras "peligrosas" en un centro comercial? Tampoco aparece la palabra "virtud".
No aparecen, obviamente, las Bienaventuranzas: no están los pobres, mansos, misericordiosos, la limpieza de corazón, los pacíficos, perseguidos, los que lloran y serán consolados... Pero asombra que, de hecho, no se proclamen ni la palabra "paz" ni "consuelo".
En los frisos de Plenilunio aparece la "felicidad" (3 veces), pero nunca la "alegría".
Se menciona dos veces la "sencillez", pero nunca la "humildad".
No están tampoco los frutos del Espíritu Santo: "El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" (Gálatas 5:22-23). Ninguna de ellas puede leerse en Plenilunio. Por supuesto, si no sale "fidelidad" tampoco va a salir "compromiso".
De la trilogía "bien, bondad, belleza", Plenilunio solo acepta "belleza" (la menciona 2 veces).
"Mujer" y "hombre" aparecen 3 veces, y "niños" 2 veces. Suponemos que porque hay tiendas de ropa de hombre, de mujer y de niño. Pero no aparece la palabra "familia". Ni "comunidad". Las personas van por separado. De hecho, no aparece la palabra "persona".
Aparece "generosidad" (sólo una vez). No aparece "perdón" ni "reconciliación" (y eso que podrían ser buenos incentivos para una compra).
Encontramos "sentir" 3 veces, pero no "pensar".
Hay en Plenilunio lagos, ríos, lluvias, mares, desiertos, lunas, planetas y cosmos... pero no hay flores ni animales.
Plenilunio aprecia la "cordialidad" (1 vez), el "convivir" (3) y, sobre todo, ese tótem blando que es la "tolerancia" (4), cualidades que no están mal pero que palidecen ante la fuerza intensa de la "amistad": palabra que Plenilunio desconoce.
No encontramos la trilogía "libertad, igualdad, fraternidad".
Pero quizá se las presupone porque "humanismo" aparece 4 veces, incluyendo en el lugar más importante: la entrada al cine. El "humanismo" es el único "ismo" declarado de Plenilunio. No aparece, por supuesto, "consumo" ni "consumismo". No hace falta si repites "admirar" y "felicidad".
La enseñanza católica ante el consumismo
Dice el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (párrafo 360) que ante el consumismo, "es necesario esforzarse por construir « estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones». Pero las palabras que usa el Compendio ("verdad", "bien", "comunión" o "común") son desconocidas en los frisos de Plenilunio.
Benedicto XVI comentó a los jóvenes en la catedral de Sulmona, Italia, el pasado 4 de julio 2010 que "la cultura consumista actual tiende a aplastar al hombre en el presente, a hacerle perder el sentido del pasado, de la historia. Pero de este modo le priva también de la capacidad para comprometerse, para percibir los problemas y construir el mañana. [...] El cristiano tiene buena memoria, ama la historia y trata de conocerla".
Pero las palabras "memoria", "comprometerse", "amar", "historia", "sentido", "pasado" tampoco son parte del lenguaje de Plenilunio.
La nueva religión es muy cuidadosa en su lenguaje.
"Al contrario que el bazar, el centro comercial no es realmente un lugar público ni un mercado libre. [...] Igual que muchos creyentes iban con muletas a los templos, los médicos cardiobasculares recomiendan a sus pacientes con marcapasos hacer ejercicio allí por su caracter estimulante y clima controlado. [...] La adecuación de un centro así a los propósitos religiosos se ilustró cuando en San Antonio, Texas, a finales de los 80, el antiguo Texas Outlet Mall se convirtió en la nueva sede de la Iglesia Baptista de Alamo City", podíamos leer en ese ensayo.
Pero si los centros comerciales son los templos de una nueva religión... ¿cuáles son sus textos sagrados? Como en los templos egipcios (y muchos otros) es bueno leer las paredes.
Y un caso muy especial es el centro Plenilunio, de Madrid. En los frisos de sus pasillos y sus tres principales rotondas hay escritas, en grandes letras, palabras "inspiradoras", "sugerentes". Son 126 palabras, aunque muchas se repiten: en total hay 57 conceptos distintos.
El Centro de Ocio y Comercio Plenilunio, se inauguró en Madrid en 2006. Atrae cada semana unas 150.000 personas. Su aparcamiento de 2.700 plazas está lleno a rebosar en fin de semana. El centro cuenta con 200 locales comerciales y de ocio. Nos parece representativo.
Hemos recorrido todos los pasillos de Plenilunio y hemos apuntado sus "palabras clave", las que todos sus visitantes ven, bien grandes, por el rabillo del ojo. Las que entran de forma consciente o inconsciente.
"Admirar" aparece 6 veces: es la más frecuente. Entre 4 y 5 veces encontramos: calor, disfrutar, energía, humanismo, reir, sorprender y tolerancia.
Tres veces aparecen estas palabras: cantar, compartir, convivir, felicidad, hombre, luna, mar, mujer, natural, respeto, sentir.
Dos veces encontramos cada uno de estos términos: aventura, belleza, color, cosmos, comunicar, divertir, educar, enseñar, luchar, niños, planeta, plenilunio, salvaje, sol, sonreir, tierra, viajar, vivir.
Y hay palabras que aparecen solo una vez: agitar, aprender, bailar, contemplar, cordialidad, deleitar, desierto, entusiasmo, generosidad, lago, lluvia, navegar, océano, orgullo, placer, regular, río, seducción, seducir.
¿Son conceptos "malos"? No, pero las ausencias son elocuentes en la "religión" del templo Plenilunio. Alguien decidió dejar fuera palabras muy potentes.
Las palabras tabú para Plenilunio
Por ejemplo, no aparecen las virtudes teologales pese a sus resonancias poéticas y vivenciales: ni Fe, ni Esperanza, ni Caridad... ni siquiera una palabra tan comercializable como "Amor". No aparece la palabra "sabiduría".
No aparecen las virtudes aristotélicas: la justicia, la templanza, la fortaleza o la prudencia. ¿Serán palabras "peligrosas" en un centro comercial? Tampoco aparece la palabra "virtud".
No aparecen, obviamente, las Bienaventuranzas: no están los pobres, mansos, misericordiosos, la limpieza de corazón, los pacíficos, perseguidos, los que lloran y serán consolados... Pero asombra que, de hecho, no se proclamen ni la palabra "paz" ni "consuelo".
En los frisos de Plenilunio aparece la "felicidad" (3 veces), pero nunca la "alegría".
Se menciona dos veces la "sencillez", pero nunca la "humildad".
No están tampoco los frutos del Espíritu Santo: "El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" (Gálatas 5:22-23). Ninguna de ellas puede leerse en Plenilunio. Por supuesto, si no sale "fidelidad" tampoco va a salir "compromiso".
De la trilogía "bien, bondad, belleza", Plenilunio solo acepta "belleza" (la menciona 2 veces).
"Mujer" y "hombre" aparecen 3 veces, y "niños" 2 veces. Suponemos que porque hay tiendas de ropa de hombre, de mujer y de niño. Pero no aparece la palabra "familia". Ni "comunidad". Las personas van por separado. De hecho, no aparece la palabra "persona".
Aparece "generosidad" (sólo una vez). No aparece "perdón" ni "reconciliación" (y eso que podrían ser buenos incentivos para una compra).
Encontramos "sentir" 3 veces, pero no "pensar".
Hay en Plenilunio lagos, ríos, lluvias, mares, desiertos, lunas, planetas y cosmos... pero no hay flores ni animales.
Plenilunio aprecia la "cordialidad" (1 vez), el "convivir" (3) y, sobre todo, ese tótem blando que es la "tolerancia" (4), cualidades que no están mal pero que palidecen ante la fuerza intensa de la "amistad": palabra que Plenilunio desconoce.
No encontramos la trilogía "libertad, igualdad, fraternidad".
Pero quizá se las presupone porque "humanismo" aparece 4 veces, incluyendo en el lugar más importante: la entrada al cine. El "humanismo" es el único "ismo" declarado de Plenilunio. No aparece, por supuesto, "consumo" ni "consumismo". No hace falta si repites "admirar" y "felicidad".
La enseñanza católica ante el consumismo
Dice el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (párrafo 360) que ante el consumismo, "es necesario esforzarse por construir « estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones». Pero las palabras que usa el Compendio ("verdad", "bien", "comunión" o "común") son desconocidas en los frisos de Plenilunio.
Benedicto XVI comentó a los jóvenes en la catedral de Sulmona, Italia, el pasado 4 de julio 2010 que "la cultura consumista actual tiende a aplastar al hombre en el presente, a hacerle perder el sentido del pasado, de la historia. Pero de este modo le priva también de la capacidad para comprometerse, para percibir los problemas y construir el mañana. [...] El cristiano tiene buena memoria, ama la historia y trata de conocerla".
Pero las palabras "memoria", "comprometerse", "amar", "historia", "sentido", "pasado" tampoco son parte del lenguaje de Plenilunio.
La nueva religión es muy cuidadosa en su lenguaje.
religionenlibertad.com
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