RV- La iglesia en el mundo ha festejado hoy la solemnidad de San Francisco, y Asís, ciudad natal ha sido como siempre protagonista de una serie de celebraciones que iniciaron en la víspera que hace memoria del Transito de Francisco y que concluyeron, este martes, con la Santa Misa presidida esta mañana por el legado del Papa para la Basílica Franciscana, cardenal Attilio Nocera.
“Un auténtico gigante de la santidad, que sigue fascinando a numerosísimas personas de todas las edades y religiones”. Así lo describió Benedicto XVI en su audiencia general del 27 de enero de 2010, en una de las tantas referencias que ha hecho sobre San Francisco durante su Pontificado. Son muchos los rasgos que ha exaltado el Santo Padre del fundador de la orden franciscana, sobre todo su amor por Cristo.
Francisco fue un gran santo y un hombre alegre. Su sencillez, su humildad, su fe, su amor por Cristo, su bondad hacia cada hombre y cada mujer le hicieron alegre en toda situación. De hecho, entre la santidad y la alegría subsiste una relación íntima e indisoluble. Un escritor francés dijo que en el mundo hay una sola tristeza: la de no ser santos, es decir, la de no estar cerca de Dios. Mirando el testimonio de Francisco, comprendemos que éste es el secreto de la verdadera felicidad: ¡ser santos, cercanos a Dios!
En el encuentro con los jóvenes, durante su visita pastoral a Asís, en junio de 2007, Benedicto XVI afirmaba que Francisco después de su conversión comprende que la felicidad pasa a través del amor a Dios y a los demás, especialmente aquellos que no tienen ningún atractivo estético como los leprosos.
Los últimos, los marginados—, con respecto a los cuales Francisco sentía una repugnancia irresistible. Tocado por la gracia, les abrió su corazón. Y no sólo lo hizo con un gesto piadoso de limosna, pues hubiera sido demasiado poco, sino también besándolos y sirviéndolos. Él mismo confiesa que lo que antes le resultaba amargo, se transformó para él en "dulzura de alma y de cuerpo"
Pero si hay algo que define la espiritualidad franciscana, es precisamente la búsqueda de la paz. San Francisco fue un hombre de paz y un constructor de paz. No es gratuito que haya sido su ciudad natal, la que ha escogido el beato Juan Pablo II para convocar a la Jornada interreligiosa de oración por la paz, hace 25 años y que rememorará Benedicto XVI en su próxima visita el 27 de octubre. En efecto, es su última visita a Asís, el Papa evocó este carisma de San Francisco.
San Francisco nos puede ayudar a dialogar auténticamente, sin caer en una actitud de indiferencia ante la verdad o en el debilitamiento de nuestro anuncio cristiano. Su actitud de hombre de paz, de tolerancia, de diálogo, nacía siempre de la experiencia de Dios-Amor. No es casualidad que su saludo de paz fuera una oración: "El Señor te dé la paz"
Un amor por la paz entre los hombres y un amor también por las criaturas del Señor, por la creación de Dios en un canto que como recordó el Papa en su audiencia general del año pasado es más actual que nunca.
Del amor a Cristo nace el amor hacia las personas y también hacia todas las criaturas de Dios. Este es otro rasgo característico de la espiritualidad de Francisco: el sentido de la fraternidad universal y el amor a la creación, que le inspiró el célebre Cántico de las criaturas. Es un mensaje muy actual. Francisco nos recuerda que en la creación se despliega la sabiduría y la benevolencia del Creador. Él entiende la naturaleza como un lenguaje en el que Dios habla con nosotros, en el que la realidad se vuelve transparente y podemos hablar de Dios y con Dios.
Escuchemos a continuación las palabras del Papa en su saludo a los peregrinos de lengua española a quienes encomendó seguir el ejemplo de humildad de San Francisco.
radiovaticana.org
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