Declaración del X Congreso Latinoamericano de Uniapac
Líderes empresariales de doce países, pertenecientes a UNIAPAC, se
reunieron en Guayaquil, Ecuador, para el X Congreso Latinoamericano
“Empresario Latinoamericano, Generador de Rentabilidad Económica y
Social”.
Los líderes empresariales de la
Unión Internacional Cristiana de Líderes de Empresas (UNIAPAC), de doce
países de América: Argentina, Bolivia Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,
México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela; de
Europa: Bélgica y Francia, suscribieron una declaración, con fecha de 29
de septiembre, animados por el deseo de desarrollar su actividad
empresarial en la fe cristiana.
“Los diferentes niveles de desarrollo
económico y social de nuestros pueblos en América Latina marcan, por una
parte, la necesidad de una ética que anteponga el bien común y el
respeto integral de la persona humana a los intereses particulares. Por
otra, la necesidad de políticas sociales y económicas que permitan
lograr el crecimiento del hombre y su sociedad”, afirma la declaración.
Los empresarios cristianos ven con
preocupación “las graves desviaciones del sistema económico de libre
empresa” así como que “en algunos países de Latinoamérica se están
destruyendo economías y empresas que se construyeron a lo largo de
generaciones y se está volviendo a modelos que claramente demostraron el
siglo pasado su ineficacia, empobreciendo a muchos países”. Por ello,
afirman, “es necesario apoyar a la libre empresa, entendiendo por esto
el derecho a la libre iniciativa y a la libre concurrencia, respetando
la dignidad de todo ser humano y los derechos que de ella emanan,
buscando un auténtico desarrollo”.
La resolución en gran parte de estos
problemas o cuestiones se puede lograr, señalan los reunidos en
Guayaquil, “con la puesta en práctica de una economía al servicio del
hombre, que sea respetuosa de las necesidades de las personas y su
desarrollo individual”. “La generación de riqueza económica –añaden-
debe ser al mismo tiempo generadora de riqueza social”.
Las empresas de América Latina, señalan,
“deben sortear los vaivenes producidos por estos ambientes y por la
falta de responsabilidad y compromiso de algunos de los dirigentes
empresariales” ya que esto “ha dificultado la realización de algunos de
sus objetivos centrales, como la generación de empleos y la
participación en la sociedad”.
América Latina, subrayan, “tiene una
responsabilidad importante en el mundo empresarial y social debido a su
participación en la generación de productos básicos necesarios en otras
regiones del planeta”.
Según estos directivos, “el empresario,
idealista pero pragmático, debe ser el conductor de esta misión donde la
rentabilidad y eficiencia productiva sean coherentes y vinculadas al
desarrollo de las personas, que directa o indirectamente están
relacionadas con la empresa. Empresa constituida por personas para
personas”. Por ello, la orientación principal debe ser una
implementación de una estrategia empresarial nutrida por la
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) , “focalizada en la persona”.
“La solidaridad es, ante todo, ser todos
responsables de todos –afirman--. La subsidiariedad y el bien común son
parte del desarrollo económico que se completan con los conceptos del
don y la gratuidad mencionados en la encíclica Caritas in Veritate.
Esto se logra mediante una participación activa a través de una ética
económica hecha vida que genere el desarrollo económico e individual de
las personas. Los empresarios y todas las organizaciones de la sociedad
debemos ser partícipes de este proceso”.
Las discusiones y las experiencias prácticas
empresariales vertidas en este encuentro demuestran que el camino
hacia la definición y puesta en práctica del nuevo rol a desempeñar por
los dirigentes de empresa es posible, dicen, “a través de un proceso
ordenado, que enriquezca la operación empresarial, es decir logrando
resultados económicos que permitan una distribución racional de la
riqueza generada y que sean fundamento de la sustentabilidad empresarial
futura”.
Invitan a los empresarios, gobiernos,
sindicatos y sociedades “a crear un clima de confianza, de desarrollo
sustentable, mediante el fortalecimiento de las instituciones, la total
transparencia en los actos de gobierno, el mantenimiento del estado de
derecho, un firme comportamiento ético y el permanente impulso de
culturas de participación, de responsabilidad social y de compromiso
ciudadano”.
“La coherencia –concluyen- en el ejercicio
de los principios del pensamiento social cristiano es una guía de
inspiración para que empresarios, investigadores y otros agentes
económicos encontremos motivos de esperanza para desarrollar caminos
concretos de una economía puesta al servicio del bien común y así
construir un mundo mejor, a partir de la centralidad en las personas”.
Para más información: www.uniapacla.org.
Por Nieves San Martín
zenit.org
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