RV
- El Santo Padre se ha despedido de las diversas comunidades religiosas
de Castelgandolfo - encabezadas por el obispo de Albano - y civiles
-por el alcalde. Y ha destacado, precisamente, que la característica
amabilidad de esta acogedora localidad, es cada vez más querida por él:
«Castelgandolfo, también este verano, abrió sus puertas a los numerosos peregrinos y visitantes, que han ido llegando para encontrar al Papa y rezar con él, en especial los domingos para la acostumbrada cita del Ángelus y, no pocas veces, los miércoles, para la Audiencia General. En estos meses he podido admirar, una vez más, la solicitud y la generosa obra de tantas personas que se esmeran en garantizar la necesaria asistencia, para mí y mis colaboradores, así como a los huéspedes y peregrinos que vienen a visitarme. Por todo ello deseo expresar mi profundo reconocimiento a cada uno de vosotros, que habéis hecho posible mi serena permanencia».
«Castelgandolfo, también este verano, abrió sus puertas a los numerosos peregrinos y visitantes, que han ido llegando para encontrar al Papa y rezar con él, en especial los domingos para la acostumbrada cita del Ángelus y, no pocas veces, los miércoles, para la Audiencia General. En estos meses he podido admirar, una vez más, la solicitud y la generosa obra de tantas personas que se esmeran en garantizar la necesaria asistencia, para mí y mis colaboradores, así como a los huéspedes y peregrinos que vienen a visitarme. Por todo ello deseo expresar mi profundo reconocimiento a cada uno de vosotros, que habéis hecho posible mi serena permanencia».
Además
de todos los habitantes de Castelgandolfo, con un recuerdo especial a
los ancianos y enfermos, Benedicto XVI extendió sus saludos,
agradecimiento y aprecio también a los dirigentes y encargados de los
diversos servicios del Gobernatorato. Es decir, el cuerpo de la
gendarmería, la florería, lo servicios técnicos, sanitarios y la Guardia
Suiza Pontificia. Sin olvidar a las diversas fuerzas del orden y al
equipo de la aeronáutica militar italiana, encargado de los traslados
del Papa.
Asegurando sus oraciones por todos y cada uno y pidiendo a su vez que recen por él, Benedicto XVI les deseó que «el Señor, rico de bondad y de misericordia, que nunca hace faltar su ayuda a los que confían en Él, esté siempre a su lado sosteniéndolos».
Antes de su bendición, el Papa ha invocado asimismo el amparo maternal de la Virgen María, que en octubre recordaremos de forma especial con el rezo del santo Rosario, para que los acompañe a todos en todo momento, junto con sus familiares.
Y ayer por la tarde Benedicto XVI se despidió también de los empleados que durante estos meses le han atendido con su “habitual cortesía y gentileza.” Saludándoles, el Papa aludió en sus palabras al “contacto con la naturaleza y al clima de silencio” que “permite pensar y meditar, sin distracciones, la esencia de nuestra existencia”.
En un ambiente como éste es más fácil encontrarse a uno mismo, escuchando la voz interior, escuchando diría la presencia de Dios, que da sentido profundo a nuestra vida.
Así pues, el Santo Padre ha podido vivir, “momentos serenos de estudio, de oración y de reposo”. Incluso las Audiencias Generales, se han desarrollado de manera más “familiar y alegre” en el patio del palacio o en la plaza, gracias sobre todo, dijo, a “vuestra atenta colaboración”. “Os doy las gracias porque me acompañáis y sostenéis con vuestras oraciones”
El cristiano se distingue esencialmente por la oración y la caridad. Os invito, queridos amigos, a continuar practicando una y otra en vuestra vida, dando testimonio de vuestra fe. Tanto la oración como la caridad nos consienten tener siempre fija nuestra mirada en Dios y en favor de nuestros hermanos: la relación con el Señor, en la oración, alimenta nuestro espíritu y nos permite ser aún más generosos y abiertos en la caridad hacia los más necesitados.
Asegurando sus oraciones por todos y cada uno y pidiendo a su vez que recen por él, Benedicto XVI les deseó que «el Señor, rico de bondad y de misericordia, que nunca hace faltar su ayuda a los que confían en Él, esté siempre a su lado sosteniéndolos».
Antes de su bendición, el Papa ha invocado asimismo el amparo maternal de la Virgen María, que en octubre recordaremos de forma especial con el rezo del santo Rosario, para que los acompañe a todos en todo momento, junto con sus familiares.
Y ayer por la tarde Benedicto XVI se despidió también de los empleados que durante estos meses le han atendido con su “habitual cortesía y gentileza.” Saludándoles, el Papa aludió en sus palabras al “contacto con la naturaleza y al clima de silencio” que “permite pensar y meditar, sin distracciones, la esencia de nuestra existencia”.
En un ambiente como éste es más fácil encontrarse a uno mismo, escuchando la voz interior, escuchando diría la presencia de Dios, que da sentido profundo a nuestra vida.
Así pues, el Santo Padre ha podido vivir, “momentos serenos de estudio, de oración y de reposo”. Incluso las Audiencias Generales, se han desarrollado de manera más “familiar y alegre” en el patio del palacio o en la plaza, gracias sobre todo, dijo, a “vuestra atenta colaboración”. “Os doy las gracias porque me acompañáis y sostenéis con vuestras oraciones”
El cristiano se distingue esencialmente por la oración y la caridad. Os invito, queridos amigos, a continuar practicando una y otra en vuestra vida, dando testimonio de vuestra fe. Tanto la oración como la caridad nos consienten tener siempre fija nuestra mirada en Dios y en favor de nuestros hermanos: la relación con el Señor, en la oración, alimenta nuestro espíritu y nos permite ser aún más generosos y abiertos en la caridad hacia los más necesitados.
radiovaticana.org
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