“Les
pido que estén siempre unidos a sus obispos y sacerdotes en sus parroquias,
comunidades. Todos los bautizados y confirmados estén en comunión con su obispo
tienen alta la antorcha de una fe inalterable y dejen que esa antorcha de la fe
ilumine los conocimientos y capacidades, esto debe contagiar la alegría de todos
en la Iglesia católica”, exhortó el Cardenal Juan Luis Cipriani durante la
Santa Misa que presidió el domingo 25 de setiembre en la Basílica Catedral de
Lima.
En Arzobispo de
Lima reflexionó durante su homilía en torno a la libertad, virtud que otorga Dios
a todos los hombres.
“Dios nos ha
regalado el don más precioso y grande que es la libertad. La salvación de cada
uno de nosotros está en manos del ejercicio de tu libertad. Le pedimos a
nuestra, Nuestra Señora de la Merced: Ilumina a nuestro pueblo para que sepan
tener esa sabiduría de usar su libertad iluminada por la fe en un marco de la
humildad”, refirió.
“Podemos hacer de
nuestra vida una maravilla por este camino de la humildad, de la confesión, de
la frecuencia de asistir a Misa, de ser amigos de Dios o podemos vivir
envueltos en esa soberbia, pero al llegar al final seremos nada”,
prosiguió.
“La Palabra de
Dios siempre ilumina, no solamente el pensamiento sino que convierte el
corazón. Dios manifiesta su poder con el perdón y misericordia”, recordó.
La
soberbia opaca libertad
En tal sentido, el
Pastor de Lima lamentó que algunos fieles ejerzan su libertad contraviniendo la
voluntad de Dios.
“El hombre en
lugar de reconocer y agradece el tesoro de la libertad, el hombre se enfrenta a
Dios y le dice “tú no eres poderoso, fíjate como yo hago lo que me da la gana
fíjate como yo me río de ti y abuso”. Y el Señor siempre nos espera con
paciencia, perdona, llama una vez y otra buscando a sus hijos libres. No es el
Dios castigador”, explicó.
“Tantos ateos,
agnósticos o inclusive algunos que se dicen católicos desafían la bondad de
Dios en lugar de entender qué grande es que me has adornado con la libertad y
por tanto has hecho de nuestra vida una novela maravillosa en la que cada uno
va escribiendo su destino, cada uno va leyendo la historia de su vida y al
final de los tiempos el Señor te dirá: entrégame tu libro, quiero ver qué
hiciste con tu libertad”, continuó.
Por ello animó a
los fieles a ejercer la libertad con la virtud de la humildad
“Una libertad sin
humildad se convierte en un pequeño monstruo, lo hemos visto a lo largo de la
historia de la humanidad en esas banderas de la libertad sin Dios y sin
humildad, sin respeto por los demás”, reflexionó.
“Por ejemplo, 70
años de comunismo desaparecieron millones de vidas; años después un fenómeno
del mismo tipo, nazista, otra tragedia mundial con millones de muertos; y hoy
algo más insidioso y venenoso, un relativismo, que va comiéndote por dentro por
ejemplo la fidelidad de un hombre a su esposa y viceversa, la lealtad de unos
padres con sus hijos, del vientre materno que cuida al no nacido”, culminó.
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