Para que triunfe
el mal, basta con que los buenos no hagan nada afirmó el gran
político y estadista Edmund Burke. Mientras las clases dirigentes
se dedican a hacer ingeniería social y a aplicar sus principios
ideológicos, las gran mayoría de los ciudadanos nos
dedicamos a trabajar para sacar adelante a nuestras familias.
La falta de participación
ciudadana empobrece a la sociedad y a las personas. Al final la democracia
se limita a votar cada cuatro años y poco más, se trata
de la corrupción de la democracia y su reducción a la
tiranía. En contra de lo que piensan muchas personas, los ciudadanos
podemos hacer mucho por mejorar la sociedad.
Empezando por
lo más cercano, tenemos que cuidar uno de los cimientos básicos
de la sociedad: el matrimonio, empezando por el propio. Enamorándonos
cada día de nuestro cónyuge, cuidando los detalles y
el trato delicado.
Tenemos que ejercer
de padres, sobre todo los varones. Hay que entrar en el hogar pero
no como en un refugio sino como en el lugar donde nos esperan quienes
más queremos. La familia debe ocupar un lugar muy alto en nuestra
cabeza, más que el trabajo y que la propia realización.
El amor y las creencias duelen pero dan una felicidad muy profunda
y somos en parte responsables directos de la felicidad de los nuestros.
La familia no
debe ser el refugio en donde nos encerramos a resguardo de la que
está cayendo, sino el ámbito donde se aprende a darse
a los demás, a encontrar razones para implicarse en la mejora
de la sociedad, a vibrar y transmitir a los hijos los valores propios
ayudándoles a descubrir los suyos.
Debemos ocupar
el lugar que nos corresponde como primeros educadores. La función
del Estado, de la Iglesia y la escuela es posterior al papel de padre;
su fin es ayudarnos, nunca suplirnos. Es bueno que podamos elegir
escuela, que entremos en ella participando en actos y concretando
con el tutor de los hijos aquello en lo que pueden mejorar. No hace
falta que ocurra una catástrofe para que un padre visite el
colegio de sus hijos.
En esta linea,
corresponde a los padres poner los medios para parar todo intento
de adoctrinamiento de los hijos negándose con los medios oportunos
a que se les impongan principios e ideas morales opuestas a las propias
bajo el pretexto de educar ciudadanos. Es este un campo concreto para
asociarse con otros padres y ejercer las presiones y medidas convenientes.
Las sociedades en las que los ciudadanos son activos y defienden sus
derechos son más libres y mejoran con el empeño común.
Como ciudadanos
y trabajadores debemos luchas cada día por ser ejemplares,
poniendo lo mejor que tenemos a disposición de los demás.
Tenemos que hacer
la tradición atractiva, se trata de lo bueno que quedó
de lo que fue progreso en su día. Unos buenos cimientos aseguran
la calidad de la construcción; la familia es el lugar ideal
para recuperar, potenciar y transmitir nuestras raíces familiares
a las siguientes generaciones. Ellos tienen derecho a que así
sea. En este sentido será útil poner en casa fotos de
la familia, de los abuelos, y los bisabuelos, contar anécdotas,
frases familiares, fomentar la tertulia familiar diaria. Debemos hacer
de nuestro hogar el lugar al que se quiere volver, el lugar más
importante de nuestra vida.
Tenemos que transmitir
a nuestros hijos ideas por las que dar la vida, la alegría
de darse a los demás, la satisfacción del deber cumplido.
Ayudarles a adquirir compromisos y llevarlos adelante les apetezca
o no, siendo amablemente exigentes.
Tenemos que hacer
atractivo el empeño por ser mejores y para eso es necesario,
como ya se ha dicho, volver a casa; buscando cada día un momento
familiar sacrificando lo que haga falta.
Estamos obligados
a ayudar a otros padres para que se formen, para que recuperen la
dignidad de la paternidad y la maternidad. Debemos ser familias que
ayudan a otras familias, abrir nuestros hogares y medios en los que
nos movemos a quienes no saben lo que es una familia, a hijos únicos,
a personas solas..... tenemos que enseñar nuevamente a la gente
a disfrutar dándose, a sentirse queridos.
Por este camino
camino la familia será verdaderamente el núcleo vertebrador
de la sociedad civil y haremos del mundo un lugar más libre
y humano.
Aníbal Cuevas
fluvium.org
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