De vez en cuando, una nueva oleada de
virus penetra en la Iglesia: virus que denigran el uso de la
inteligencia y la razón pensándolas como contrapuestas y enemigas a la
fe. Desprecian la inteligencia, la razón; ven como peligrosos carismas
intelectuales, la teología misma, el estudio, para defender una fe
ciega, de corte absolutamente fideísta. Creen que para enaltecer la fe
deben despojar al hombre de algo tan suyo -dado por Dios- como es la
inteligencia. Un fideísmo duro, áspero para la naturaleza del hombre, y
con cortes emotivos y sentimentales que refuercen ese fideísmo ciego.
"Hasta santo Tomás [hasta que empezó a traducirlo del latín al alemán] no me di bien cuenta de que es posible practicar la ciencia como servicio a Dios... Y solo atendiendo a eso me he podido decidir a dedicarme de nuevo en serio al trabajo científico. en el tiempo previo a mi conversión y durante otro buen rato después, creía que llevar una vida religiosa significaba dejar todo lo terreno y tener el pensamiento solo en las cosas divinas. Pero, poco a poco, he aprendido que se exige otra cosa de nosotros en este mundo y que ni en la vida más contemplativa se puede cortar la unión con el mundo".
religionenlibertad.com
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