“Si Dios quiere la vocación, es Él el que la sostiene”
Aunque el mundo cambie, es posible permanecer fiel a la vocación
sacerdotal; lo afirmó el Papa el pasado sábado, en un discurso
espontáneo a cerca de sesenta seminaristas, con quienes celebró un
encuentro en la capilla del Seminario de Friburgo.
Este era el
único discurso, de todos los que pronunció durante su viaje apostólico a
Alemania, que el Papa no llevaba escrito previamente, y cuya
transcripción fue publicada por L'Osservatore Romano en su edición italiana de ayer lunes.
Benedicto XVI mantuvo un encuentro muy familiar con un nutrido grupo
de seminaristas, y aún lamentó que, por exigencias de la agenda del
viaje papal, no pudiese ser, como a él le gusta, un momento de diálogo.
Los seminaristas habían presentado al Papa una carta en la que
mostraban sus propias reflexiones y preocupaciones, basándose en su
Carta a los Seminaristas (ver www.zenit.org/article-36937?l=spanish), escrita con motivo del Año Sacerdotal.
“Realmente me ha tocado el corazón cómo habéis reflexionado sobre mi
carta, y de ella habéis desarrollado vuestras preguntas y respuestas;
con qué seriedad acogéis lo que he intentado proponer y, en base a esto,
desarrolláis vuestro propio camino”, reconoció Benedicto XVI.
Qué es un seminario
En respuesta a sus inquietudes, el Papa explicó cuál es el
significado del tiempo que un aspirante a sacerdote pasa en el
seminario.
Tomó al respecto una cita del evangelio de Marcos sobre la
institución de los Doce, que refleja una doble voluntad de Jesús sobre
sus discípulos: “estar con él” y “ser enviados” a una misión.
La contraposición entre ambas voluntades es solo aparente, explicó el
Papa a los jóvenes: “como sacerdotes debemos salir a los múltiples
caminos en los que se encuentran los hombres, para invitarles a su
banquete nupcial. Pero sólo podemos hacerlo permaneciendo siempre junto a
Él”.
“Y aprender esto, este salir fuera, ser enviados, junto con estar con
Él, permanecer junto a Él, es – creo – precisamente lo que tenemos que
aprender en el seminario”.
El seminario, explicó el Papa, es “un tiempo para ejercitarse;
ciertamente también para discernir y aprender”. La vocación, subrayó,
“debe ser confirmada, y de esto forma parte además la vida comunitaria y
forma parte naturalmente el diálogo con los guías espirituales que
tenéis, para aprender a discernir lo que es su voluntad”.
Confianza
Otro de los aprendizajes fundamentales del seminario, añadió
Benedicto XVI, es “aprender la confianza”, en Cristo, aprender a
confiarle la propia vocación: “si Él lo quiere realmente, entonces puedo
confiarme a Él”.
En el mundo cambiante de hoy, “en el que los vínculos humanos se
rompen porque tienen lugar nuevos encuentros, se hace cada vez más
difícil creer: yo resistiré toda la vida”, reconoció el Papa, admitiendo
que ya en su época de seminarista “no era fácil imaginar cuántas
décadas Dios habría querido darme, cuánto habría cambiado el mundo”.
“¿Perseveraré con Él, tal como le prometí?... Es una pregunta que,
precisamente, exige la comprobación de la vocación, pero después – más
reconozco: sí, Él me quiere – también la confianza”.
Si Cristo quiere esa vocación, no la dejará morir, dijo el Papa: “si
me quiere, entonces también me sostendrá; en la hora de la tentación, en
la hora del peligro estará presente y me dará personas, me mostrará
caminos, me sostendrá”.
“La fidelidad es posible, porque Él está siempre presente, y porque
Él existe ayer, hoy y mañana; porque Él no pertenece sólo a este tiempo,
sino que es futuro y puede sostenernos en todo momento”, subrayó.
Palabra e Iglesia
El Papa concluyó su intervención subrayando dos aspectos más de la
vida del seminario: el de la importancia de aprender a vivir “con la
Palabra”, y el de aprender qué significa “ser Iglesia”.
Respecto al primer aspecto, afirmó que la clave de poder escuchar a
Cristo es “aprender a escucharle de verdad – en la Palabra de la Sagrada
Escritura, en la fe de la Iglesia, en la liturgia de la Iglesia – y
aprender el hoy en su Palabra”.
“En la exégesis aprendemos muchas cosas sobre el ayer: todo lo que
existía entonces, qué fuentes hay, que comunidades existían, etc.
También esto es importante. Pero más importante es que en este ayer
nosotros aprendemos el hoy”, afirmó.
Si uno vive con la Palabra, se da cuenta de que ésta “no está lejos
en absoluto, que es actualísima, está presente ahora, se refiere a mí y
se refiere a los demás. Y entonces aprendo también a explicarla. Pero
para esto se necesita un camino constante con la Palabra de Dios”.
Respecto a aprender a ser Iglesia, el Papa subrayó que sólo en el “nosotros” es posible creer en Cristo.
“A veces digo: san Pablo escribió: “la fe viene de la escucha” – no
del leer. Necesita también de la lectura, pero viene de la escucha, es
decir, de la palabra viviente, de las palabras que los demás me dirigen y
que puedo escuchar; de las palabras de la Iglesia a través de todos los
tiempos, de la palabra actual que ésta me dirige mediante los
sacerdotes, los obispos y los hermanos y hermanas”, afirmó.
Este ejercitarse en el “soportarse mutuamente” de las cartas
paulinas, afirmó Benedicto XVI, “es algo muy importante; aprender a
acoger al otro como otro en su diferencia, y aprender que él tiene que
soportarme a mí en mi diferencia, para llegar a ser un “nosotros”, para
que un día también en la parroquia podamos formar una comunidad”.
“Cuando decimos: 'Nosotros somos Iglesia' – sí, es verdad: somos
nosotros, no cualquier persona. Pero el “nosotros” es más amplio que el
grupo que lo está diciendo. El “nosotros” es la entera comunidad de los
fieles, sí, allí existe, por así decirlo, el juicio de la mayoría de
hecho, pero nunca puede haber una mayoría contra los Apóstoles y contra
los Santos: esto sería una falsa mayoría”.
“Nosotros somos Iglesia: ¡seámoslo! Seámoslo precisamente en el
abrirnos y en el ir más allá de nosotros mismos y en serlo junto con los
demás”.
Importancia del estudio
Por último, el Papa habló a los seminaristas de la importancia del estudio y de la buena formación.
“Nuestro mundo hoy es un mundo racionalista y condicionado por la
cientificidad, aunque a menudo se trate de una cientificidad sólo
aparente. Pero el espíritu de la cientificidad, del comprender, del
explicar, del poder saber, del rechazo a todo lo que no es racional, es
dominante en nuestro tiempo”.
“Hay en esto algo grande, aunque a menudo detrás se esconde mucha presunción e insensatez”, reconoció el Papa.
Ante esto, la fe “no es un mundo paralelo del sentimiento, que nos
permitimos además como un 'plus', sino que es lo que abraza el todo, le
da sentido, lo interpreta y le da también las directrices éticas
interiores, para que sea comprendido y vivido de cara a Dios y a partir
de Dios”.
Por esto, el Papa subrayó la importancia de “estar informados, comprender, tener la mente abierta, aprender”.
Aunque las modas filosóficas cambien, concluyó el Papa, “no es inútil
aprender estas cosas, porque en ellas hay también elementos duraderos. Y
sobre todo, con ello aprendemos a juzgar, a seguir mentalmente un
pensamiento – y a hacerlo de forma crítica – y aprendemos a hacer que,
al pensar, la luz de Dios nos ilumine y no se apague”.
“Estudiar es esencial: sólo así podemos hacer frente a nuestro tiempo y anunciarle el logos de nuestra fe”, añadió.
zenit.org
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