¡Buenos días! Agradezco al Cardenal Ouellet sus palabras y a ustedes todos, el trabajo que han hecho todos estos días. “Transmisión de la fe, emergencia educativa”.
“Transmisión de la fe” lo escuchamos varias veces, no nos hace tanto ruido la palabra. Sabemos que es una obligación hoy día cómo se transmite la fe, que ya fue tema propuesto para el anterior Sínodo que terminó en la evangelización.
Hoy las previsiones decían “lluvia” ¡y ustedes han venido lo mismo! ¡Tienen coraje!, ¿eh? ¡Felicitaciones!
Hoy quisiera hablarles del Sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre. En el pasado era llamado “extrema unción”, porque se entendía como consuelo espiritual en la inminencia de la muerte. Hablar en cambio de “Unción de los enfermos” nos ayuda a ampliar la mirada hacia la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.
El periodista Jorge Ramos, conocido por sus ataques a la Iglesia Católica, vio cómo dos jóvenes desarmaban sus argumentos cuando intentaba presentar a la mayoría de los católicos como contrarios a diversos temas como el aborto, el "matrimonio" gay y la posibilidad de que existan sacerdotisas.
“Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga siempre atentos a la voz del Espíritu” (Colecta).
Esta oración del principio de la Misa indica una actitud fundamental: la escucha del Espíritu Santo, que vivifica la Iglesia y el alma. Con su fuerza creadora y renovadora, el Espíritu sostiene siempre la esperanza del Pueblo de Dios en camino a lo largo de la historia, y sostiene siempre, como Paráclito, el testimonio de los cristianos.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En la segunda Lectura de este domingo, San Pablo afirma: “Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es suyo: ya sea Pablo, Apolo, Cefas (es decir, Pedro), el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es suyo; y ustedes, de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 3,23).