Agradecen al unísono la próxima beatificación de su fundadora, Ana María Janer
LA SEU D’URGELL, jueves 25 de agosto de 2011 (ZENIT.org).-
Las Lorenzo, cuatro hermanas de una misma familia que pertenecen a la
congregación de la Sagrada Familia de Urgel, esperan con mucha ilusión
la beatificación de la fundadora, Anna Maria Janer, que tendrá lugar el
próximo 8 de octubre en La Seu d’Urgell (Lérida, España).
“Lo
vivimos al unísono con mis hermanas: es un momento de gracias que
tenemos que agradecer a Dios y a la Iglesia”, explica Visi, que acaba de
cumplir 73 años y coordina la atención espiritual y religiosa del Sant
Hospital de La Seu d’Urgell.
En la siguiente entrevista a ZENIT, confiesa que ante los afanes de
su vida diaria, donde muchos la solicitan y a veces no le queda ni un
minuto, le piede a Dios “ser pan bueno para los demás”.
Su hermana mayor también es monja, de la congregación del Santo Ángel
de la Guarda y la otra hija que completa la familia está casada.
- ¿Cómo convergieron los caminos de cuatro de las seis hermanas de su familia en la congregación fundada por la Madre Janer?
Visi Lorenzo: Aunque nacimos en un pequeño pueblo de Palencia,
Santillán de la Vega, nuestros padres nos enviaron a estudiar al colegio
de la congregación de la Sagrada Familia en Masnou, cerca de Barcelona,
porque nuestro padre valoraba mucho que las mujeres pudieran acceder a
la cultura. Fuimos entrando al noviciado por orden de edad, primero
Araceli, después Conchita, más tarde yo misma, con 18 años, y finalmente
Enedina.
- ¿Influyó en su decisión la decisión anterior de sus hermanas mayores por la vida religiosa?
Visi Lorenzo: Reconozco que quizás sí, pero es Dios quien se sirve de
intermediarios que pone en la vida de cada persona para que descubra su
vocación.
Después, cada una ha hecho su propia opción personal y su propio
camino. Yo, por ejemplo, fui muy joven a Latinoamérica. Asumir lo que
significa entregarse plenamente al Señor lo he ido aprendiendo día a
día, ha sido un camino.
Y estoy muy contenta, mi vida es un continuo agradecer a Dios, no
podría escoger otra cosa porque es lo que he vivido profundamente y lo
que me ha llenado.
Mientras el Señor nos quiera regalar salud y las fuerzas, nuestra
vida es para Él, ya se lo dijimos un día y para siempre, siguiendo el
carisma de la Madre Janer, Servirte siempre y en todo.
El entorno, el pueblo, también ayudaba: no había ninguna diversión,
estaba rodeada de cuidados y nos educaban desde pequeñitas en todos los
ámbitos: todo queda dentro y va creciendo.
En mi decisión por la vida religiosa también influyeron el maestro y
el párroco de nuestro pueblo, las religiosas de la escuela donde estudié
y sobre todo, nuestros padres.
- ¿En concreto qué función desempeñaron sus padres en su vocación?
Visi Lorenzo: Realmente a ellos les debemos nuestra vocación a la
vida y a la vida religiosa. Eran unos padres que vivían profundamente lo
religioso.
Cada día, al anochecer, nuestra madre nos leía la vida del santo del
día y nos daba indicaciones para que intentáramos vivir sus virtudes más
específicas el día siguiente.
Cuando llegaba nuestro padre, rezábamos el rosario. Si alguna se
había dormido, él le daba el rosario para que contara las avemarías.
Rezábamos antes de irnos a dormir, dábamos gracias al levantarnos por
la mañana, bendecíamos la mesa, … lo normal en una familia cristiana de
aquel momento. Pero sobre todo, ellos nos educaron con el ejemplo.
Ahora mi vida es un continuo dar gracias al Señor porque no puedo
hacer otra cosa. Y espero que sigamos ayudándonos todos mutuamente para
hacer este mundo nuestro cada día más bonito, donde se pueda vivir mejor
y más en paz.
- ¿Actualmente se encuentran las hermanas algunas veces? ¿Comparten momentos familiares?
Visi Lorenzo: No muy a menudo, pero por ejemplo la tercera semana de
agosto pasamos cuatro días juntas, con las comunidades de mis dos
hermanas que viven en Barcelona y en L’Hospitalet de Llobregat. Pudimos
seguir por televisión la Jornada Mundial de la Juventud que se celebraba
en Madrid.
- ¿Qué les pareció ese encuentro juvenil con el Papa?
Visi Lorenzo: A mí me impactó muchísimo. Sí que esperara que fuera
muy fuerte para los jóvenes, pero no me imaginaba las proporciones de
profundidad, de vivencia profunda. Se veía en las imágenes cómo rezaban,
con qué recogimiento.
Rezamos para que dé frutos, para que los jóvenes se despierten y
quieran ser mejores y transformen nuestras sociedades. También dimos
gracias porque un acontecimiento tan grandioso y con tanta gente pudiera
celebrarse de una manera tan ordenada, y por la devoción de esos
jóvenes.
Ha sido un momento de gracias y yo he pensado mucho en la próxima
beatificación de nuestra fundadora, la Madre Janer. Creo que, en
pequeño, también se manifestará la vida del Espíritu, como se manifestó
en Madrid.
- ¿Qué representa para usted la próxima beatificación de la Madre Janer?
Visi Lorenzo: Para mí significa un momento muy importante en la vida
personal, comunitaria y de la congregación, un momento de profundizar
más en el carisma de Ana María, que es de seguimiento de Jesús, y
dejarnos llevar más por él, retomar esa opción que hicimos un día, muy
jovencitas.
Me interpela a vivir en mi vida, con más generosidad, más
comprometida, lo que realmente dice el lema escogido ara la
betatificación: Amar y servir siempre y en todo, especialmente a
los más débiles. Eso es lo que he intentado hacer pero es un momento de
gracia para vivirlo con más profundidad.
Es muy importante Ana María, personalmente y por lo que ha
significado para la humanidad, en su tiempo. Es una figura señera de
alguien que ama a Dios y a los hermanos profundamente porque se deja
amar por Dios. En la medida en que me deje amar por Dios, seré capaz de
amar a los otros como hizo ella.
Es un momento para dar gracias a Dios, que quiere, a través de la
Iglesia, poner de manifiesto y hacer más visible esa figura que ha dado
tanto al mundo, que ha dejado tanta huella con su amor y su entrega,
como hizo Jesús.
Para mí es una interpelación constante este año para el futuro. ¡Hay
tanta gente que nos necesita como personas que aman de verdad! Ana María
Janer tiene una frase muy bonita que dice: “Firmeza cuando haga falta,
dulzura y caridad, siempre”.
La próxima beatificación la vivimos al unísono con mis hermanas: es
un momento de gracias que tenemos que agradecer a Dios y a la Iglesia y
si nos dejamos, nos puede marcar.
Al menos aquí en La Seu d’Urgell se está viviendo, la gente pregunta
más por ella,… se está redescubriendo su figura. Dios pasa a través de
Ana María para decirnos: ¡despertaos!, Dios os quiere a punto como ella,
pan para los demás.
Yo me siento muchas veces como pan que come la gente y le pido: que
sea pan bueno para los demás. No tienes un minuto, pero te necesitan los
demás y lo hago con gozo; si he dado este paso, ha sido para ser para
los demás.
- ¿Qué le diría a un joven que se está preguntando sobre su posible vocación a consagrarse a Dios?
Visi Lorenzo: Desde mi experiencia personal y desde el cariño que
tengo a los jóvenes, que no tengan miedo si sienten esta llamada de
Jesús; que la sigan, que la cultiven, que busquen ayuda, que Jesús está
con ellos.
Cuando pienso cómo ha ido conduciendo mi vida, es como un milagro
continuo. Que no tengan miedo a dejarle entrar en sus vidas porque hará
maravillas en ellos. Si sienten esta llamada, se han de sentir
privilegiados.
También que creen clima con la oración, el silencio, apartándose un
poco de estos ruidos que la sociedad nos pone, dejándose guiar por un
guía, o con buenas amistades. Es Él quien hace todo.
Es muy bonito poder consagrar la vida a Dios. Mi experiencia en mi
familia es que estamos muy gozosas de haber dado este paso y de haber
dado nuestra vida al Señor.
Y les diría: “la sociedad os necesita, necesitamos vocaciones a la
vida sacerdotal y religiosa”, y que si quieren venir a la congregación
de la Sagrada Familia, que las acogeremos con los brazos abiertos porque
estamos abiertas a acoger a todos como lo hizo Ana María Janer.
Y también a los que rodeamos a los jóvenes, les diría que les
ayudemos en estos planteamientos que a veces ellos se hacen, que nos
hagamos cercanos a ellos porque también necesitan ayuda de la sociedad
-como hizo Ana María Janer, que ayudó a muchas jóvenes y las condujo a
algo que valía la pena-, que sepamos despertar en los jóvenes esa
necesidad de darse a los demás.
Por Patricia Navas