En el encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal posterior a la JMJ
MADRID, lunes 22 de agosto de 2011 (ZENIT.org).-
Miles de jóvenes mostraron este lunes públicamente su disposición a
consagrarse a Cristo en el sacerdocio o en la vida religiosa, durante un
encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal celebrado en la Plaza de
Cibeles de Madrid.
Lo hicieron a través del signo de levantarse
de entre las decenas de miles de jóvenes de todo el mundo que asistieron
al acto y acercarse a los obispos que les esperaban para bendecirles.
Respondían a la invitación del iniciador del Camino, Kiko Argüello,
quien, en el punto culminante del emotivo encuentro de esta tarde, lanzó
la llamada a los asistentes a dar su vida a Cristo.
En esta ocasión, Argüello destacó la necesidad de vocaciones para evangelizar el continente asiático.
“¡Hay que preparar 20.000 sacerdotes para China!”, exclamó. “Tenemos
que reevangelizar Europa y hay que evangelizar Asia”, añadió.
Miles de jóvenes realizan este compromiso público en encuentros
vocacionales que el Camino Neocatecumenal organiza después de las
Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) o en otras ocasiones.
A partir de este compromiso, los jóvenes vuelven a sus lugares de
origen, donde empiezan a participar en grupos vocacionales y tras un
tiempo variable según la edad y las circunstancias, si se confirma su
vocación, entran en un seminario, una orden religiosa,…
Música y palabras
El encuentro se celebró un día después de la clausura de la JMJ en
Madrid, a la que entre 150.000 y 200.000 jóvenes de todo el mundo que
siguen el itinerario catequético del Camino Neocatecumenal habían
llegado tras evangelizar por numerosos pueblos y ciudades de Europa.
El arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco, presidió la
celebración, conducida por Kiko Argüello, quien predicó, cantó
acompañándose con una guitarra, y fue dando paso a algunas
intervenciones.
Estuvieron también presentes el cardenal Stanislaw Rylko, presidente
del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal Josef Cordes,
presidente emerito del Consejo Pontificio Cor Unum, otros cinco cardenales y unos setenta obispos españoles y de otros países.
En el encuentro, estuvo presente, traída por el obispo de Córdoba,
monseñor Demetrio Fernández, una reliquia de san Juan de Ávila, que en
unos meses será proclamado doctor de la Iglesia.
El misterio del sufrimiento estuvo presente a través de unas
reflexiones de Kiko Argüello y del cardenal Rouco, así como de la
interpretación de unos fragmentos de la sinfonía titulada El sufrimiento de los inocentes, a cargo de una orquesta y un coro formado por 200 músicos voluntarios de esta realidad eclesial.
En un momento de gran tensión musical, el director de la orquesta se
dio la vuelta para dirigir a todos los asistentes, que se pusieron de
pie y cantaron con dramatismo: “María, María, Madre de Dios”.
Tras una breve oración, Kiko Argüello relató cómo Benedicto XVI abrió
el paso al Camino Neocatecumenal en Alemania en 1974 y leyó la carta
que el profesor Joseph Ratzinger envió entonces a dos párrocos
animándoles a implantarlo.
Después dos personas explicaron algunas experiencias excepcionales
vividas en España y en el Reino Unido durante las prédicas por Europa
previas a la JMJ, como la conversión, en Irlanda, de una joven que vivía
en la calle.
A continuación, como es habitual en este tipo de encuentros, Kiko Argüello anunció a todos los asistentes el kerygma, la salvación eterna de cada uno por Jesucristo.
Carmen Fernández, también iniciadora del Camino Neocatecumenal, tomó
la palabra y destacó la importancia de la mujer “porque tiene en sí la
matriz, la “fábrica” de la vida”, así como la contribución de las
religiosas en la JMJ.
Se refirió a los numerosos conventos que quedan vacíos y afirmó que
“la vida de clausura es fantástica para dedicarse enteramente a Dios y
estar en comunión con el universo entero”.
Finalmente, el padre Mario Pezzi, del equipo internacional del
Camino, agradeció la presencia del Papa en Madrid y leyó las palabras
que Benedicto XVI pronunció en su encuentro con los voluntarios de la
JMJ sobre la pregunta vocacional.
“Al volver ahora a vuestra vida ordinaria os animo a que guardéis en
vuestro corazón esta gozosa experiencia y a que crezcáis cada día más en
la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres”, leyó
textualmente.
“Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o
poderosamente una pregunta muy sencilla: qué quiere Dios de mí? (···),
¿no podría yo gastar mi vida enteraen la misión de anunciar al mundo la
grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el
matrimonio?”.
“Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos
como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»”, añadió, citando
todavía al Papa.
Oración y llamada
Después de pedir silencio a los presentes, llegó el “momento de la llamada” con una gran expectación.
Kiko Argüello invitó a todos –también a los que seguían el acto a
través de los medios de comunicación- a orar a Dios que enviara
sacerdotes nuevos y hermanas a la vida consagrada.
“Padre Nuestro –rezó-, mira a tu Iglesia, mira cuántos seminarios
vacíos; suscita jóvenes que puedan partir para la nueva evangelización”.
En el escenario, los obispos se colocaron en una fila. Kiko Argüello
ofreció unas indicaciones prácticas a los jóvenes que se sintieran
llamados a entregar su vida a Cristo en la Iglesia.
“Los que sentís que Dios os llama os vais a poner delante de los
obispos; el cardenal Rouco hará una oración pidiendo el Espíritu Santo
sobre vosotros y después cada obispo os tocará como señal de bendición y
en cuanto os haya tocado os vais”, explicó.
“Si un hermano siente que Dios le llama a dar su vida a Cristo, que se ponga de pie”, añadió. Algunos se levantaron en seguida.
En medio de aplausos, y al son de un canto del Camino Neocatecumenal,
un río de jóvenes fue ascendiendo por la rampa hasta el lugar donde se
encontraban los obispos.
Muchos sonreían, algunos permanecían serios, otros lloraban. Los
había que ondeaban banderas, alguno se acercaba en silla de ruedas.
Los obispos les ponían las manos sobre la cabeza y algunos
establecían un pequeño diálogo. Algo le decía un prelado a un chico que
más que un joven era un niño y sólo respondía: “Sí, sí, sí”.
Miles de jóvenes se preparan actualmente para el sacerdocio en los 78
seminarios del Camino Neocatecumenal en distintas partes del mundo.
“Han contado cinco mil jóvenes”, exclamó Kiko Argüello ante el
micrófono, antes de lanzar la invitación a las jóvenes: “Ahora chicas
que sientan que Dios les llama a servir a Jesucristo, también para
países de Asia, misioneras para la nueva evangelización, para la misión ad gentes para la vida consagrada”.
“Si hay alguna chica que siente que el Señor le está llamando a una
nueva vida como esposa de Cristo, a entregar su vida para la nueva
evangelización, que se ponga de pie”.
Y también entre aplausos, antes de la bendición final, centenares de
chicas de todas las procedencias corrieron hasta el escenario para
expresar su disposición a entregarse totalmente a Dios.
Por Patricia Navas
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