Por
Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne
Arzobispo de Lima y Primado del Perú
Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Arzobispo de Lima y Primado del Perú
Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica del Perú
La Pontificia
Universidad Católica del Perú (PUCP) tiene como génesis la coyuntura social de
inicios del siglo XX, tiempo en el cual imperaba el pensamiento positivista, el
liberalismo progresista y el racionalismo, desdeñándose las enseñanzas de la fe
católica y el pensamiento de los hombres de la Iglesia, lo que primaba en la
enseñanza superior. Esto implicaba que los alumnos, luego de dejar las aulas
escolares, se declaraban agnósticos o indiferentes con la religión.
Por ello, la
Arquidiócesis de Lima, tomando en cuenta el Concilio Plenario Latinoamericano
de 1899 (Roma, Papa León XIII), decidió que este problema podía ser resuelto
fortaleciendo la educación católica de manera que, como lo cuenta HAMPE
MARTÍNEZ1, "en cada país de nuestro hemisferio
hubiese un centro de enseñanza superior regido por autoridades
clericales". Así nace la PUCP, con un vínculo no escindible, desde
su inicio, con la Iglesia peruana.
La PUCP se funda
en 1917 previa aprobación eclesiástica con el carácter de "persona moral
pública de Derecho Eclesiástico", cuyos bienes, cualquiera sea la forma en
que los adquiera, constituyen bienes eclesiásticos, conforme a la normativa
jurídica-canónica vigente al momento de su fundación.
Esta participación
y vinculación de la autoridad eclesiástica en la vida de la PUCP se vio
bendecida y reforzada cuando el Papa Pío XII, en 1942, previa solicitud de la
propia PUCP, decretó su erección Pontificia, instituyéndose en 1943, por
disposición de la Santa Sede, el oficio de Gran Canciller de la PUCP al
Arzobispo de Lima.
Cuando la PUCP, en
la década del cuarenta e inicios del cincuenta del siglo pasado, se consolida
en su régimen jurídico civil, como universidad de ámbito nacional, no se diluye
en absoluto su vinculación con la Iglesia; prueba de ello es que el artículo
cuarto de su Estatuto de 1956 precisó: "La Universidad Católica del Perú
se rige por los presentes Estatutos, en entera conformidad con las leyes de la
Iglesia y las del Estado Peruano, con absoluto acatamiento de las resoluciones
de la Santa Sede, de la cual depende".
El 15 de agosto de
1990, el entonces Santo Padre, nuestro Beato Juan Pablo II, promulgó la
Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, disponiendo que toda Universidad
Católica en el mundo adecúe su Estatuto a ella y encargando a cada Obispo la
responsabilidad de promover la buena marcha de la Universidad en su diócesis,
otorgándole el derecho y el deber de vigilar para mantener y fortalecer su
carácter católico.
En noviembre de
2009 -luego de que la Santa Sede, de manera reiterada, los exhortara a cumplir
con dicha ineludible obligación-, el actual Rector de la PUCP, Dr. Marcial
Rubio, me solicitó, de manera formal, según Protocolo 378/2009 R, que eleve el
Estatuto que vienen aplicando a la Sagrada Congregación para la Educación
Católica para su revisión y aprobación.
Recientemente, las
actuales autoridades de la PUCP han sido notificadas respecto de las
modificaciones que la Sagrada Congregación para la Educación Católica -máxima
instancia vaticana para las universidades católicas- considera deben introducir
necesariamente en su Estatuto, para superar su irregular situación
actual.
Las correcciones
por introducir responden, en consecuencia, a la expresa indicación de las
actuales autoridades de Roma, que exigen que el Estatuto garantice, de forma
institucional, su identidad católica y patenticen su dependencia de la Santa
Sede. En ese sentido, no bastan declaraciones de fidelidad, la Constitución
Apostólica dada por Juan Pablo II exige que el Estatuto refleje e incorpore las
consecuencias jurídicas que vinculan a las universidades católicas con la
autoridad de la Iglesia.
Los cambios por
introducir no son otros que aquellos que ya están establecidos en los estatutos
de otras universidades pontificias y católicas en el mundo. Incluso, en nuestro
país existen actualmente varias universidades católicas cuyos estatutos ya
fueron adecuados a la Ex Corde Ecclesiae, sin que ello transgreda ninguna norma
de la República, pues el Estado Peruano reconoce la autonomía e independencia
de la Iglesia en el Perú, y su plena libertad para gobernar sus centros educacionales
de todo nivel, en consonancia con sus principios.
Mi doble
responsabilidad episcopal, al frente del Arzobispado de Lima y como Gran
Canciller de la PUCP, me obligan a esclarecer la verdad. Ha sido el Santo Padre
quien me ha nombrado para esos encargos, que comprometen mi trayectoria como
hombre que busca el bien.
Amo a la PUCP,
pero ese amor está subordinado a mi amor a la Iglesia y al cumplimiento del
deber de obediencia que tengo a los mandatos del Papa, sucesor del Apóstol
Pedro. La Iglesia es una institución jerárquica, en la que todo católico debe
obediencia a los mandatos del Vaticano, de lo que siempre dio ejemplo el R.P.
Jorge Dintillac SS.CC., su primer Rector. Quien no entienda ello, se coloca al
margen de la Iglesia.
Benedicto XVI
acaba de decir, el 19 de agosto, a los jóvenes profesores universitarios, que
prestáis una espléndida colaboración en la difusión de la verdad, en
circunstancias no siempre fáciles, que la Universidad ha sido, y está llamada a
ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana. Por
ello, no es casualidad que fuera la Iglesia quien promoviera la institución
universitaria, pues la fe cristiana nos habla de Cristo como el Logos por quien
todo fue hecho (cf. Jn 1,3), y del ser humano creado a imagen y semejanza de
Dios. Esta buena noticia descubre una racionalidad en todo lo creado y
contempla al hombre como una criatura que participa y puede llegar a reconocer
esa racionalidad. La Universidad encarna, pues, un ideal que no debe
desvirtuarse ni por ideologías cerradas al diálogo racional, ni por servilismos
a una lógica utilitarista de simple mercado, que ve al hombre como mero
consumidor. Palabras del magisterio pontificio que tienen hoy para la PUCP el
sentido de un llamado nuevo a la humildad y a la obediencia, a la disposición
de servicio a la Iglesia, tal como la Iglesia quiere ser servida, por amor a la
verdad sin engaños pueriles ni intereses de grupo.
Recemos a Santo
Tomás de Aquino y a Santa Rosa de Lima, patronos de la PUCP, para que, a través
de su intercesión, se entienda claramente el camino a seguir.
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1 HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro: Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú 1917-1987, Lima, PUCP, Fondo Editorial, 1989, pág. 18
1 HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro: Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú 1917-1987, Lima, PUCP, Fondo Editorial, 1989, pág. 18
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Publicado en el diario Correo del domingo, 21 de agosto de 2011.
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