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martes, 18 de agosto de 2015

Texto y audio completo del Ángelus en la Fiesta de la Asunción de la Virgen María

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y ¡buena fiesta de la Virgen!

Hoy la Iglesia celebra una de las fiestas más importantes dedicadas a la Santísima Virgen María: la fiesta de su Asunción. Al final de su vida terrena, la Madre de Cristo subió en cuerpo y alma al Cielo, es decir, en la gloria de la vida eterna, en plena comunión con Dios.

El Evangelio de hoy (Lc 1,39-56) nos presenta a María, que, inmediatamente después de haber concebido a Jesús por obra del Espíritu Santo, se dirige a ver a su anciana pariente Isabel, también ella milagrosamente a la espera de un hijo. En este encuentro lleno del Espíritu Santo, María expresa su alegría con el cántico del Magnificat, porque ha tomado plena conciencia de las grandes cosas que están ocurriendo en su vida: a través de ella se llega al cumplimiento de toda la espera de su pueblo.

Pero el Evangelio también nos muestra cual es el motivo más verdadero de la grandeza de María y de su beatitud: el motivo es la fe. De hecho Isabel la saluda con estas palabras: «Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». (Lc 1:45). La fe es el corazón de toda la historia de María; ella es la creyente, la gran creyente; ella sabe - y así lo dice - que en la historia pesa la violencia de los prepotentes, el orgullo de los ricos, la arrogancia de los soberbios. Sin embargo, María cree y proclama que Dios no deja solos a sus hijos, humildes y pobres, sino que los socorre con misericordia, con premura, derribando a los poderosos de sus tronos, dispersando a los orgullosos en las tramas de sus corazones. Y ésta es la fe de nuestra Madre, ¡esta es la fe de María!

El Cántico de la Virgen también nos permite intuir el sentido cumplido de la vivencia de María: si la misericordia del Señor es el motor de la historia, entonces no podía «conocer la corrupción del sepulcro aquella que, de un modo inefable, dio vida en su seno y carne de su carne al autor de toda vida» (Prefacio). Todo esto no tiene que ver sólo con María. Las “grandes cosas” hechas en ella por el Omnipotente nos tocan profundamente, nos hablan de nuestro viaje por la vida, nos recuerdan la meta que nos espera: la casa del Padre. Nuestra vida, vista a la luz de María asunta al Cielo, no es un deambular sin rumbo, sino una peregrinación que, aún con todas sus incertidumbres y sufrimientos, tiene una meta segura: la casa de nuestro Padre, que nos espera con amor. Es bello pensar en esto: que nosotros tenemos un Padre que nos espera con amor y que nuestra Madre María también está allá arriba, y nos espera con amor.

Mientras tanto, mientras transcurre la vida, Dios hace resplandecer «para su pueblo, todavía peregrino sobre la tierra, un signo de consuelo y de segura esperanza». Aquel signo tiene un rostro, aquel signo tiene un nombre: el rostro radiante de la Madre del Señor, el nombre bendito de María, la llena de gracia, bendita porque ella creyó en la palabra del Señor. ¡La gran creyente! Como miembros de la Iglesia, estamos destinados a compartir la gloria de nuestra Madre, porque, gracias a Dios, también nosotros creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz y, mediante el Bautismo, somos insertados en este misterio de salvación.

Hoy todos juntos le rezamos para que, mientras se desanuda nuestro camino sobre esta tierra, ella vuelva sobre nosotros sus ojos misericordiosos, nos despeje el camino, nos indique la meta, y nos muestre después de este exilio a Jesús, fruto bendito de su vientre. Y decimos juntos: ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Traducción del italiano: Griselda Mutual, Radio Vaticano

Palabras del Santo Padre después de rezar el Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas,

Pienso en este momento en la población de la ciudad de Tianjin, en China septentrional, donde algunas explosiones en la zona industrial han causado numerosos muertos y heridos, y grandes daños. Aseguro mi oración para aquellos que han perdido la vida y para todas las personas que han sido afectados por esta catástrofe; que el Señor de alivio y apoyo a aquellos que se dedican a aliviar su sufrimiento.

¡Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de diversos países! Les confío al materno cuidado de nuestra Madre, que vive en la gloria de Dios y siempre acompaña nuestro camino. Qué bonito sería que hoy pudieran ir a visitar a la Virgen, la Salus Populi Romani, en Santa María la Mayor: sería un bonito gesto. 

Les agradezco que hayan venido y les deseo una buena fiesta de la Virgen. Por favor, no se olviden de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta la vista!

miércoles, 1 de enero de 2014

Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco En la Jornada Mundial de la Paz (01 Enero 2014)

La primera lectura que hemos escuchado nos propone una vez más las antiguas palabras de bendición que Dios sugirió a Moisés para que las enseñara a Aarón y a sus hijos: «Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Es muy significativo escuchar de nuevo esta bendición precisamente al comienzo del nuevo año: ella acompañará nuestro camino durante el tiempo que ahora nos espera.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mensaje a toda América del Papa Francisco con ocasión de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe

(con audio)
Mañana es la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de toda América. Con esta ocasión, deseo saludar a los hermanos y hermanas de ese Continente, y lo hago pensando en la Virgen de Tepeyac.

Cuando se apareció a san Juan Diego, su rostro era el de una mujer mestiza y sus vestidos estaban llenos de símbolos de la cultura indígena. Siguiendo el ejemplo de Jesús, María se hace cercana a sus hijos, acompaña como madre solícita su camino, comparte las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias del Pueblo de Dios, del que están llamados a forman parte todos los pueblos de la tierra.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Texto completo de las palabras del Papa Francisco en su catequesis sobre la Virgen María como modelo de la Iglesia

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Continuando con las catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la Constitución Lumen gentium: "Como ya enseñaba San Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y la perfecta unión con Cristo”
(n. 63).

domingo, 22 de septiembre de 2013

Texto completo del discurso del Papa Francisco en el encuentro en la Catedral de Cerdeña, con los pobres y carcelados asistidos por Cáritas, en su peregrinación del 22 de setiembre a la Virgen del Buen Aire.

(Con audio) Queridos hermanos y hermanas, 

Gracias a todos por estar aquí, hoy. En sus rostros veo fatiga, pero también veo esperanza. Siéntanse amados por el Señor, y también por tantas personas buenas, que con sus oraciones y con sus obras, ayudan a aliviar los sufrimientos del prójimo. Yo me siento en casa aquí.

Texto completo de la homilía del Santo Padre: “Que no nos roben la mirada de María, que está llena de ternura” (22 de setiembre de 2013)

Sa paghe ‘e Nostru Segnore siat sempre chin bois Que la Paz de Nuestro Señor esté siempre con ustedes

Hoy se realiza aquel deseo que había anunciado en la Plaza de San Pedro, antes del verano, de poder visitar el Santuario de Nuestra Señora del Bonaria.

viernes, 1 de febrero de 2013

Bolivia: Inauguran imagen de la Virgen María más grande del mundo

Esta mañana se inauguró en Oruro (Bolivia), la imagen más grande del mundo dedicada a la Virgen María, concretamente la advocación de la Virgen de la Candelaria que localmente se conocen como Virgen del Socavón, y que tiene una altura de 45,5 metros; 7 metros más que el Cristo del Corcovado en Brasil.

"Este monumento de fe tiene una estructura antisísmica cuya solidez se sustenta en la fe inquebrantable y la fuerza de los orureños", dijo la alcaldesa de la ciudad, Rossío Pimentel, al entregar la obra en un acto al que asistió el Presidente de Bolivia, Evo Morales.

Miles de católicos acudieron a la inauguración de la imagen, que está colocado sobre uno de los cerros de Oruro que está a 3 740 metros sobre el nivel del mar y a unos 230 kilómetros al sur de La Paz.

"Más que una obra de ingeniería y arte, este monumento es un acto de fe, que refuerza nuestras tradiciones", dijo a la prensa Rolando Rocha, coordinador del grupo de escultores que ejecutó el proyecto cuyo costo ha sido de 1,2 millones de dólares.

La Virgen del Socavón de Oruro, es patrona de los mineros y Reina del Folklore de Bolivia, cuya imagen está en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora del Socavón.

Con la inauguración de la gigantesca imagen se ha iniciado el carnaval de Oruro, declarado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. Es el único que tiene como motivo ewl baile en honor a la Virgen María.

La imagen pesa en total 1500 toneladas, está hecha de ferrocemento, hormigón y fibra de vidria.

Durante esta tarde, como todos los años, el pueblo de Oruro participa en la procesión de los Cirios hacia el Santuario del Socavón, por las calles de la ciudad.

Mons. Cristóbal Bialasik, Obispo de Oruro, envió una carta a los vecinos de las calles por donde recorrerá la peregrinación, invitándolos a preparar altares, escuchar la emisora diocesana y adornar sus fachadas con la Virgen del Socavón.

Mañana sábado 2 de febrero, día de la Virgen de la Candelaria, se realizará el Festival de Bandas; en el que se dedicará un qochu (plegaria) a la Madre de Dios saludando su entrada en una de las réplicas que visitaron las parroquias.

A las 6:00 p.m. Mons. Bialasik presidirá una Eucaristía junto a las comunidades religiosas y clero local, al conmemorarse la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

El domingo 3 de febrero, a las 6:30 a.m., el Obispo y sus sacerdotes, con los religiosos y laicos acompañarán a los directivos de la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO) y autoridades en el inicio del llamado "Último Convite".

Los bailarines que componen los 48 conjuntos afiliados a la ACFO harán el último recorrido a través de la tradicional ruta rumbo al Santuario para pedir permiso a la Virgen y prometer bailar para ella durante tres años.

domingo, 1 de enero de 2012

María, la mejor nota musical salida de las manos de Dios

María ha tocado la mejor nota salida de la lira de Dios, cuando acepta convertirse en la Madre Dios, cuando recibe a su Hijo en su corazón.
 
María, la mejor nota musical salida de las manos de Dios

Llega al año nuevo con amplias expectaciones de paz, de justicia, de libertad, de alegría y en progreso para todos los hombres en el que esté incluido cada uno de ellos. Tenemos derecho a mirar con confianza el futuro porque estamos en las manos de Dios. Y los que conocen, dicen que en una orquesta sinfónica, no hay nadie tan importante como el primer violín, al que se refieren todos los instrumentos de la orquesta, siendo el primer aliado del director.

Así me imagino la llegada del nuevo año, con el mejor director de orquesta que pudiéramos tener a mano, el artista, el artífice de nuestra vida, de nuestra paz y de nuestro amor. Es nuestro Dios, y a María la imagino precisamente como el primer violín, porque ella con su vida entera ha tocado la mejor nota musical que podría salir de las manos de Dios, y nos invita a unirnos a esta gran orquesta de nuestro mundo, tocando la mejor melodía, la que ella nos ha enseñado cerca de su Hijo Jesús.

Para los que se empeñan en imaginarse a la Iglesia como una sociedad aún machista en nuestro mundo, el hecho de que coloque a una mujer en el lugar de honor al principio del año, ya nos da idea de lo contrario, del deseo de la Iglesia de que la mujer ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de la Creación precisamente al lado del hombre, caminando juntos en la vida, como pareja, hasta hacer precisamente de la pareja humana un símbolo del amor de Dios a los hombres y su compromiso con ellos, de contribuir a su paz, a su alegría y a su salvación.

María ha tocado, pues, la mejor nota salida de la lira de Dios, cuando acepta convertirse en la Madre Dios, cuando recibe a su Hijo en su corazón y con toda su persona, hasta albergar en su misma entraña al que sería el Salvador de todos los hombres, y sigue acompañando a todos los hermanos de Cristo hasta llegar a ser la gran familia de los hijos de Dios en camino al Reino de los cielos. Bienvenido el nuevo año, pero de la Mano de María, Madre del Señor.

Y no queda espacio sino para señalar apenas que el Papa Benedicto XVI ha querido señalar para este día de la Jornada Mundial por la paz, a los jóvenes, como destinatarios de su mensaje, cuando invita a la familia y a todas las instituciones públicas y privadas a educar a los jóvenes en la justicia, en la paz y en la libertad. El documento que nos regala el Papa para este día, es precioso, pero sólo me limito a transcribir dos párrafos dedicados a los jóvenes, invitando a que posteriormente puedan conocer el documento completo:

"Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo. Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz"
Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net 

Permanecer en la luz de Cristo: María Santísima Madre de Dios, tierra buena


Domingo, 1 ene (RV).- Primero de enero de 2012, Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y 45ª Jornada Mundial de la Paz bajo el tema “Educar a los jóvenes en la Justicia y la Paz”. A las 9.30 de la mañana la celebración de la Santa Misa en la Basílica Vaticana. A las 9.30 en la Basílica de San Pedro tuvo lugar la celebración de la Santa Misa en el centro de las reflexiones del Papa el tema de María camino de paz, y la importante tarea de educar a los jóvenes para alcanzar esta meta: “La Madre de Dios es la primera bendita y Aquella que lleva la bendición, el la mujer que ha acogido a Jesús en sí y lo ha dado a la luz para toda la familia humana. María es la madre de la Iglesia que recibe en la fe la divina Palabra y se ofrece a Dios como “tierra buena” en la que Él puede continuar cumpliendo su misterio de salvación”.

Benedicto XVI refiriéndose al tema que este año lleva la cuadragésimo quinta Jornada Mundial de la Paz y que alude a la educación de los jóvenes ha destacado en su homilía que “educar a los jóvenes en la justicia y la paz” es la tarea que compete a cada generación y gracias a Dios la familia humana, tras las tragedias de las dos grande guerras mundiales ha mostrado de ser cada vez más consciente

Y una vez más el Papa ha recordado que de cara a las sombras que hoy oscurecen el horizonte del mundo, asumirse la responsabilidad de educar a los jóvenes en la conciencia de la verdad, en los valores fundamentales de la existencia, en las virtudes intelectuales, teologales y morales significa mirar al futuro con esperanza.

No acaso el Santo Padre ha dado inicio a su homilía citando las palabras de san Pablo: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz”, explicando que se trata de la bendición confiada por Dios a través de Moisés a Aarón y a sus hijos, es un triple augurio pleno de luz que promana de la repetición del nombre de Dios, el Señor y de la imagen de su rostro. El Papa nos recuerda que para ser bendecidos se necesita estar ante la presencia de Dios, recibir su Nombre y permanecer en el cono de luz que parte de su Rostro, en el espacio iluminado por su mirada que difunde gracia y paz.
Patricia L. Jáuregui R.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILIA DEL SANTO PADRE:

HOMILÍA DEL SANTO PADRE
Solemnidad De Santa María, Madre De Dios
1 de enero de 2012

Queridos hermanos y hermanas
En el primer día del año, la liturgia hace resonar en toda la Iglesia extendida por el mundo la antigua bendición sacerdotal que hemos escuchado en la primera lectura: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Esta bendición fue confiada por Dios, a través de Moisés, a Aarón y a sus hijos, es decir, a los sacerdotes del pueblo de Israel. Es un triple deseo lleno de luz, que brota de la repetición del nombre de Dios, el Señor, y de la imagen de su rostro. En efecto, para ser bendecidos hay que estar en la presencia de Dios, recibir sobre sí su Nombre y permanecer bajo el cono de luz que parte de su rostro, en el espacio iluminado por su mirada, que difunde gracia y paz.
Esta es también la experiencia que han tenido los pastores de Belén, que aparecen de nuevo en el Evangelio de hoy. Han tenido la experiencia de encontrarse en la presencia de Dios, de su bendición, no en la sala de un palacio majestuoso, delante de un gran soberano, sino en un establo, delante de un «niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Ese niño, precisamente, irradia una luz nueva, que resplandece en la oscuridad de la noche, como podemos ver en tantas pinturas que representan el Nacimiento de Cristo. La bendición, en efecto, viene de él: de su nombre, Jesús, que significa «Dios salva», y de su rostro humano, en el que Dios, el Omnipotente Señor del cielo y de la tierra, ha querido encarnarse, esconder su gloria bajo el velo de nuestra carne, para revelarnos plenamente su bondad (cf. Tt 3,4).
María, la virgen, esposa de José, que Dios ha elegido desde el primer instante de su existencia para ser la madre de su Hijo hecho hombre, ha sido la primera en ser colmada de esta bendición. Ella es, como la saluda santa Isabel, «bendita entre las mujeres» (Lc 1,42). Toda su vida está bajo la luz del Señor, en radio de acción del nombre y el rostro de Dios encarnado en Jesús, el «fruto bendito de su vientre». Así nos la presenta el Evangelio de Lucas: completamente dedicada a conservar y meditar en su corazón todo lo que se refiere a su hijo Jesús (cf. Lc 2,19.51). El misterio de su maternidad divina, que celebramos hoy, contiene de manera sobreabundante aquel don de gracia que toda maternidad humana lleva consigo, de modo que la fecundidad del vientre se ha asociado siempre a la bendición de Dios. La Madre de Dios es la primera bendecida y es ella quien lleva la bendición; es la mujer que ha acogido en ella a Jesús y lo ha dado a luz para toda la familia humana. Como reza la Liturgia: «Y, sin perder la gloria de su virginidad, derramó sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro» (Prefacio I de Santa María Virgen).
María es madre y modelo de la Iglesia, que acoge en la fe la Palabra divina y se ofrece a Dios como «tierra fecunda» en la que él puede seguir cumpliendo su misterio de salvación. También la Iglesia participa en el misterio de la maternidad divina mediante la predicación, que esparce por el mundo la semilla del Evangelio, y mediante los sacramentos, que comunican a los hombres la gracia y la vida divina. La Iglesia vive de modo particular esta maternidad en el sacramento del Bautismo, cuando engendra los hijos de Dios por el agua y el Espíritu Santo, el cual exclama en cada uno de ellos: «Abbà, Padre» (Ga 4,6). La Iglesia, al igual que María, es mediadora de la bendición de Dios para el mundo: la recibe acogiendo a Jesús y la transmite llevando a Jesús. Él es la misericordia y la paz que el mundo no se puede dar por sí mismo y que es tan necesaria siempre, o más que el pan.
Queridos amigos, la paz, en su sentido más pleno y alto, es la suma y la síntesis de todas las bendiciones. Por eso, cuando dos personas amigas se encuentran se saludan deseándose mutuamente la paz. También la Iglesia, en el primer día del año, invoca de modo especial este bien supremo, y, como la Virgen María, lo hace mostrando a todos a Jesús, ya que, como afirma el apóstol Pablo, «él es nuestra paz» (Ef 2,14), y al mismo tiempo es el «camino» por el que los hombres y los pueblos pueden alcanzar esta meta, a la que todos aspiramos. Así pues, llevando en el corazón este deseo profundo, me alegra acogeros y saludaros a todos los que habéis venido a esta Basílica de San Pedro en esta XLV Jornada Mundial de la Paz: Señores Cardenales; Embajadores de tantos países amigos que, como nunca en esta ocasión comparten conmigo y con la Santa Sede la voluntad de renovar el compromiso por la promoción de la paz en el mundo; el Presidente del Consejo Pontificio «Justicia y Paz», que junto al Secretario y los colaboradores trabajan de modo especial para esta finalidad; los demás Obispos y Autoridades presentes; los representantes de Asociaciones y Movimientos eclesiales y todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, de modo particular los que trabajáis en el campo de la educación de los jóvenes. En efecto, como ya sabéis, en mi Mensaje de este año he seguido la perspectiva educativa.
«Educar a los jóvenes en la justicia y la paz» es la tarea que atañe a cada generación y, gracias a Dios, la familia humana, después de las tragedias de las dos grandes guerras mundiales, ha mostrado tener cada vez más consciente de ello, como lo demuestra, por una parte declaraciones e iniciativas internaciones y, por otra, la consolidación en los últimos decenios entre los mismos jóvenes de muchas y diferentes formas de compromiso social en este campo. Para la Comunidad eclesial, educar para la paz forma parte de la misión que ha recibido de Cristo, forma parte integrante de la evangelización, porque el Evangelio de Cristo es también el Evangelio de la justicia y la paz. Pero la Iglesia en los últimos tiempos se ha hecho portavoz de una exigencia que implica a las conciencias más sensibles y responsables por la suerte de la humanidad: la exigencia de responder a un desafío tan decisivo como es el de la educación. ¿Por qué «desafío»? Al menos por dos motivos: en primer lugar, porque en la era actual, caracterizada fuertemente por la mentalidad tecnológica, querer no solo instruir sino educar no se puede presuponer, sino que es una opción; en segundo lugar, porque la cultura relativista plantea una cuestión radical: ¿Tiene sentido todavía educar? Y, después, ¿educar para qué?
Lógicamente no podemos abordar ahora estas preguntas de fondo, a las que ya he tratado de responder en otras ocasiones. En cambio, quisiera subrayar que, frente a las sombras que hoy oscurecen el horizonte del mundo, asumir la responsabilidad de educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad y en los valores fundamentales, significa mirar al futuro con esperanza. En este compromiso por una educación integral, entra también la formación para la justicia y la paz. Los muchachos y las muchachas actuales crecen en un mundo que se ha hecho, por decirlo así, más pequeño, en donde los contactos entre las diferentes culturas y tradiciones son constantes, aunque no siempre dirigidos. Para ellos es hoy más que nunca indispensable aprender el valor y el método de la convivencia pacífica, del respeto recíproco, del diálogo y la comprensión. Por naturaleza, los jóvenes están abiertos a estas actitudes, pero precisamente la realidad social en la que crecen los puede llevar a pensar y actuar de manera contraria, incluso intolerante y violenta. Solo una sólida educación de sus conciencias los puede proteger de estos riesgos y hacerlos capaces de luchar siempre y solo contando con la fuerza de la verdad y el bien. Esta educación parte de la familia y se desarrolla en la escuela y en las demás experiencias formativas. Se trata esencialmente de ayudar a los niños, los muchachos, los adolescentes, a desarrollar una personalidad que combine un profundo sentido de justicia con el respeto del otro, con la capacidad de afrontar los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de dar testimonio del bien también cuando supone sacrificio, con el perdón y la reconciliación. Así podrán llegar a ser hombres y mujeres verdaderamente pacíficos y constructores de paz.
En esta labor educativa de las nuevas generaciones, una responsabilidad particular corresponde también a las comunidades religiosas. Todo itinerario de formación religiosa auténtica acompaña a la persona, desde su más tierna edad, a conocer a Dios, a amarlo y hacer su voluntad. Dios es amor, es justo y pacífico, y quien quiere honrarlo debe sobre todo comportarse como un hijo que sigue el ejemplo del padre. Un salmo afirma: «El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos … El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia» (Sal 103,6.8). Como Jesús nos ha demostrado con el testimonio de su vida, justicia y misericordia conviven en Dios perfectamente. En Jesús «misericordia y fidelidad» se encuentran, «la justicia y la paz» se besan (cf. Sal 85,11). En estos días la Iglesia celebra el gran misterio de la encarnación: la verdad de Dios ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo, la tierra ha dado su fruto (cf. Sal 85,12.13). Dios nos ha hablado en su Hijo Jesús. Escuchemos lo que nos dice Dios: Él «anuncia la paz» (Sal 85,9). La Virgen María hoy nos lo indica, nos muestra el camino: ¡Sigámosla! Y tú, Madre Santa de Dios, acompáñanos con tu protección. Amén.

radiovaticana.org

sábado, 31 de diciembre de 2011

Un nuevo año guiados por María: fe, esperanza y caridad


Sábado 31 dic (RV).- Con las primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, cada 31 de diciembre, y luego el primer día de cada año, octava de la Navidad, la Iglesia que peregrina en el mundo, unida al Santo Padre, contempla con especial ternura y esperanza a Jesucristo, el recién nacido Príncipe de la Paz:
RealAudioMP3
Voz del Papa: La Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y también la Jornada Mundial de la Paz. Os invito a entrar en la escuela de la Virgen Santísima, fiel discípula del Señor, para aprender de Ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su paz y amor misericordioso.

«El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz», escribe Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2012. Alentando a mirar el nuevo año, con la bella imagen del salmo 130: el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación, el Papa - sin olvidar la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas – invita a la confianza. Con el lema de este mensaje, Benedicto XVI exhorta a «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencido de que ellos, «con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza».

Y qué mejor que concluir un año y empezar otro, acogiendo las incansables exhortaciones de Benedicto XVI a poner con total confianza todos nuestros proyectos e intenciones en las manos providentes de Dios, para que acompañados por María, sea Él el que guíe nuestros pasos cada día y acreciente en nosotros la fe, la esperanza y la caridad.

Cecilia de Malak
radiovaticana.org

viernes, 30 de diciembre de 2011

Con el Papa, un nuevo año guiados por María: fe, esperanza y caridad

Viernes, 30 dic (RV).- Con las primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, cada 31 de diciembre, y luego el primer día de cada año, octava de la Navidad, la Iglesia que peregrina en el mundo, unida al Santo Padre, contempla con especial ternura y esperanza a Jesucristo, el recién nacido Príncipe de la Paz:
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Voz del Papa: La Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y también la Jornada Mundial de la Paz. Os invito a entrar en la escuela de la Virgen Santísima, fiel discípula del Señor, para aprender de Ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su paz y amor misericordioso.

«El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz», escribe Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2012. Alentando a mirar el nuevo año, con la bella imagen del salmo 130: el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación, el Papa - sin olvidar la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas – invita a la confianza. Con el lema de este mensaje, Benedicto XVI exhorta a «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencido de que ellos, «con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza».

Y qué mejor que concluir un año y empezar otro, acogiendo las incansables exhortaciones de Benedicto XVI a poner con total confianza todos nuestros proyectos e intenciones en las manos providentes de Dios, para que acompañados por María, sea Él el que guíe nuestros pasos cada día y acreciente en nosotros la fe, la esperanza y la caridad.

Cecilia de Malak
radiovaticana.org

sábado, 10 de diciembre de 2011

Los Personajes del Adviento

  • Isaías: figura de espera por la Salvación
  • Juan Bautista: figura de preparación
  • María: Virgen de la esperanza y Madre del Salvador
1.-LA FIGURA DE LA ESPERA: ISAÍAS

La elección de las lecturas de Adviento nos ha puesto en frecuente contacto con Isaías.
Conviene reflexionar un poco sobre su personalidad.Los textos evangélicos no dicen nada de la personalidad del profeta Isaías, pero le citan. Incluso podemos decir que, a menudo, se le adivina presente en el pensamiento y hasta en las palabras de Cristo. Es el profeta por excelencia del tiempo de la espera; está asombrosamente cercano, es de los nuestros, de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Es uno de esos violentos a los que les es prometido por Cristo el Reino.
Todo debe ceder ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa y como pesándole lo que le dicta el Señor.
El profeta apenas es conocido por otra cosa que sus obras, pero éstas son tan características que a través de ellas podemos adivinar y amar su persona. Sorprendente proximidad de esta gran figura del siglo VIII antes de Cristo, que sentimos en medio de nosotros, cotidianamente, dominándonos desde su altura espiritual.
Isaías vivió en una época de esplendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría habían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambiciosos sueños. Su religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia.Perteneciente sin duda a la aristocracia de Jerusalén, alimentado por la literatura de sus predecesores, sobre todo Amós y Oseas, Isaías prevé como ellos, inspirado por su Dios, lo que será la historia de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tortuosos.Lodts escribe de los profetas: "Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios". Así las cosas, Isaías fue arrebatado por el Señor "el año de la muerte del rey Ozías", hacia el año 740, cuando estaba en el templo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las manos de Yahvé; al contrario, todo su dinamismo va a ponerse al servicio de su Dios, convirtiéndose en su mensajero. Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida.Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pesebre, marcan su pensamiento y su papel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3).

La Doncella va a dar a Luz

Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Y así se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Así como Amós se había levantado contra la sed de dominación que avivaba la brillante situación de Judá y Samaría en el siglo VIII, Isaías predice los cataclismos que se desencadenarán en el día de Yahvé (Is 2, 1-17). Ese día será para Israel el día del juicio.
Para Isaías, como más tarde para San Pablo y San Juan, la venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia. Por otra parte, los capítulos 7 al 11 nos van a describir al Príncipe que gobernará en la paz y la justicia (ls 7, 10-17).
Es fundamental familiarizarse con el doble sentido de este texto. A aquel que no entre en la realidad ambivalente que comunica, le será totalmente imposible comprender la Escritura, incluso ciertos pasajes del Evangelio, y vivir plenamente la liturgia.
En efecto, en el evangelio del primer domingo de Adviento sobre el fin del mundo y la Parusía, los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se significa por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina.
El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete, pues, a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.
La Edad de Oro
Pero, por otra parte, la presentación literaria del oráculo y el modo de insistir Isaías en el carácter liberador de este niño, cuyo nacimiento y juventud son dramáticos, hacen presentir que el profeta ve en este niño la salvación del mundo. Isaías subraya en sus ulteriores profecías los rasgos característicos del Mesías. Aquí se contenta con apuntarlos y se reserva para más tarde el tratarlos uno a uno y modelarlos. El profeta describe así a este rey justo: (Is. 11, 1-9).

Ezequías va a subir al trono y este poema se escribe para él. Pero, ¿cómo un hombre frágil puede reunir en sí tan eminentes cualidades? ¿No vislumbra Isaías al Mesías a través de Ezequías? La Iglesia lo entiende así y hace leer este pasaje, sobre la llegada del justo, en los maitines del segundo domingo de Adviento.En el capítulo segundo de su obra, hemos visto a Isaias anunciando una Parusía que a la vez será un juicio. En el capitulo 13, describe la caída de Babilonia tomada por Ciro. Y de nuevo, se nos invita a superar este acontecimiento histórico para ver la venida de Yahvé en su "día". La descripción de los cataclismos que se producirán la tomará Joel y la volveremos a encontrar en el Apocalipsis (Is 13, 9-ll).
Esta venida de Yahvé aplastará a aquel que haya querido igualarse a Dios. El Apocalipsis de Juan tomará parecidas imágenes para describir la derrota del diablo (cap. 14).

En los maitines del 4.° domingo de Adviento, volvemos a encontrarle en el momento que describe el advenimiento de Yahvé: "La tierra abrasada se trocará en estanque, y el país árido en manantial de aguas" (35, 7). Se reconoce el tema de la maldición de la creación en el Génesis.Pero vuelve Yahvé que va a reconstruir el mundo. Al mismo tiempo, Isaías profetiza la acción curativa de Jesús que anuncia el Reino: "Los ciegos ven, los cojos andan", signo que Juan Bautista toma de este poema de Isaías (35, 5-6).
Podríamos sintetizar toda la obra del profeta reduciéndola a dos objetivos:
  • El primero, llegar a la situación presente, histórica, y remediarla luchando.
El segundo, describir un futuro mesiánico más lejano, una restauración del mundo.
Así vemos a Isaías como un enviado de su Dios al que ha visto cara a cara. El profeta no cesa de hablar de él en cada línea de su obra. Y, sin embargo, en sus descripciones se distingue por mostrar cómo Yahvé es el Santo y, por lo tanto, el impenetrable, el separado, Aquel que no se deja conocer. O, más bien, se le conoce por sus obras que, ante todo, es la justicia. Para restablecerla, Yahvé interviene continuamente en la marcha del mundo.


2.-LA FIGURA DE LA PREPARACIÓN: JUAN BAUTISTA
Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista".
San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25).

Esta extraña entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la realización de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé v los suyos fueron salvados en el arca. Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de combate, derriba a Goliat.

Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (designada en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios quiere subrayar que Él mismo toma la iniciativa de la salvación de su pueblo.

El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo.
Desde la designación del nombre del niño, "Juan", que significa "Yahvé es favorable", todo es concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido.
Su llegada no pasará desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebidas embriagantes, será un niño consagrado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no beberá vino ni licor fermentado. Juan es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu habita en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo (Lc 1, 17).
Precederá al Mesías, papel que Malaquías (3, 23) atribuía a Elías. Su circuncisión, hecho característico, muestra también la elección divina: nadie en su parentela lleva el nombre de Juan (Lc 1, 61), pero el Señor quiere que se le llame así cambiando las costumbres. El Señor es quien le ha elegido, es él quien dirige todo y guía a su pueblo.

Benedictus Deus Israelei

El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz".

Juan Bautista es el signo de la irrupción de Dios en su pueblo. El Señor le visita, le libra, realiza la alianza que había prometido.
El papel del precursor es muy preciso: prepara los caminos del Señor (Is 40, 3), da a su pueblo el "conocimiento de la salvación.Todo el afán especulativo y contemplativo de Israel es conocer la salvación, las maravillas del designio de Dios sobre su pueblo. El conocimiento de esa salvación provoca en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios que se expresa por el "Bendito sea el Señor, Dios de Israel".

Esta es la forma tradicional de oración de acción de gracias que admira los designios de Dios. Con estos mismos términos el servidor de Abrahán bendice a Yahvé (Gn 24, 26). Así también se expresa Jetró, suegro de Moisés, reaccionando ante el relato admirable de lo que Yahvé había hecho para librar a Israel de los egipcios (Ex 18, 10). La salvación es la remisión de los pecados, obra de la misericordiosa ternura de nuestro Dios (Lc 1, 77-78).
Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79).El papel de Juan, "allanar el camino del Señor". El lo sabe y se designa a sí mismo, refiriéndose a Isaías (40, 3), como la voz que clama en el desierto: "Allanad el camino del Señor". Más positivamente todavía, deberá mostrar a aquel que está en medio de los hombres, pero que éstos no le conocen (Jn 1, 26) y a quien llama, cuando le ve venir: "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).Juan corresponde y quiere corresponder a lo que se ha dicho y previsto sobre él. Debe dar testimonio de la presencia del Mesías. El modo de llamarle indica ya lo que el Mesías representa para él: es el "Cordero de Dios".
El Levítico, en el capítulo 14, describe la inmolación del cordero en expiación por la impureza legal. Al leer este pasaje, Juan el evangelista piensa en el servidor de Yahvé, descrito por Isaías en el capítulo 53, que lleva sobre sí los pecados de Israel. Juan Bautista, al mostrar a Cristo a sus discípulos, le ve como la verdadera Pascua que supera la del Éxodo (12, 1) y de la que el universo obtendrá la salvación.Toda la grandeza de Juan Bautista le viene de su humildad y ocultamiento: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30).

Todos verán la salvación de Dios

El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo, pero la Iglesia no recuerda nunca la venida de Cristo sin recordar al Precursor. No sólo el Precursor está unido a la venida de Cristo, sino también a su obra, que anuncia: la redención del mundo y su reconstrucción hasta la Parusía. Cada año la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan y de su actitud frente a su mensaje.De este modo, Juan esta siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros en ella, tiene como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibirla exige la conversión.Entrar en contacto con Cristo supone el desprendimiento de uno mismo. Sin esta ascesis, Cristo puede estar en medio de nosotros sin ser reconocido (Jn l, 26).

Como Juan, la Iglesia y sus fieles tienen el deber de no hacer pantalla a la luz, sino de dar testimonio de ella (Jn 1, 7). La esposa, la Iglesia, debe ceder el puesto al Esposo. Ella es testimonio y debe ocultarse ante aquel a quien testimonia. Papel difícil el estar presente ante el mundo, firmemente presente hasta el martirio. como Juan, sin impulsar una "institución" en vez de impulsar la persona de Cristo. Papel misionero siempre difícil el de anunciar la Buena Noticia y no una raza, una civilización, una cultura o un país: "Es preciso que él crezca v que yo disminuya" (Jn 3, 30). Anunciar la Buena Noticia y no una determinada espiritualidad, una determinada orden religiosa, una determinada acción católica especializada; como Juan, mostrar a sus propios discípulos donde está para ellos el "Cordero de Dios" y no acapararlos como si fuéramos nosotros la luz que les va a iluminar.Esta debe ser una lección siem presente y necesaria, así como también la de la ascesis del desierto y la del recogimiento en el amor para dar mejor testimonio.

La elocuencia del silencio en el desierto es fundamental a todo verdadero y eficaz anuncio de la Buena Noticia. Orígenes escribe en su comentario sobre San Lucas (Lc 4): En cuanto a mí, pienso que el misterio de Juan, todavía hoy, se realiza en el mundo". La Iglesia, en realidad, continúa el papel del Precursor; nos muestra a Cristo, nos encamina hacia la venida del Señor.Durante el Adviento, la gran figura del Bautista se nos presenta viva para nosotros, hombres del siglo XX, en camino hacia el día de Cristo. El mismo Cristo, tomando el texto de Malaquías (3,1), nos habla de Juan como "mensajero" (4); Juan se designa a sí mismo como tal. San Lucas describe a Juan como un predicador que llama a la conversión absoluta y exige la renovación: "Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntos". Así se expresaba Isaías (40, 5-6) en un poema tomado por Lucas para mostrar la obra de Juan. Se trata de una renovación, de un cambio, de una conversión que reside, sobre todo, en un esfuerzo para volver a la caridad, al amor a los otros (Lc 3, 10-14).
Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan:
"Anunciaba al pueblo la Buena Noticia" (Lc 3, 18).

Preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia, es el papel de Juan y el que nos exhorta a que nosotros desempeñemos.
Hoy, este papel no es más sencillo que en los tiempos de Juan y nos incumbe a cada uno de nosotros.

El martirio de Juan tuvo su origen en la franca honestidad con que denunció el pecado.
Juan Bautista anunció al Cordero de Dios. Fue el primero que llamó así a Cristo.
Citemos aquí el bello Prefacio introducido en nuestra liturgia para la fiesta del martirio de San Juan Bautista, que resume admirablemente su vida y su papel:
"Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. El fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes al Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene desde entonces poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo".
3. LA FIGURA DE LA ESPERANZA : VIRGEN MARÍA

La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que preparamos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador.
Sobre el papel de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo:
"...Cristo Señor nuestro, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza".
"Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el Misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno de la Hija de Sión ha germinado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria..."
La Virgen Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Adviento, se evoca, se agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador "el Mesías, el Señor" (Lc 2,11).
Entresaco tres textos de los tantos que uno se encuentra en honor de la Bienaventurada Madre de Dios, en todo este Misterio preparado y realizado. Son de la solemnidad de santa María Madre de Dios:
"¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (antífona de las primeras Vísperas).
"La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya" (antífona de Laudes).
"Por el gran amor que Dios nos tiene, nos ha mandado a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya" (antífona del Magníficat primeras Vísperas).
A partir de la segunda parte del Adviento, la preponderancia de la Madre Inmaculada es tan grande, que ella aparece como el centro del Misterio preparado e iniciado. Así las lecturas evangélicas del IV Domingo, en los tres ciclos, están dedicadas a María. Y en las misas propias de los días 17 al 24, correspondientes a las antífonas de la O, todo gira alrededor de ella. Y con razón.
"Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) - "El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres" (Sexta) - "María dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).
En las vísperas del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo".
El lunes de esta primera semana, en las vísperas, la antífona del Magnificat será: "El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo".
En las vísperas del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas del segundo domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". En los laudes del miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías: "Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel...". El responsorio del viernes después de la segunda lectura del oficio, está tomado del evangelio de la anunciación en Lc 1, 26, etc... Y podríamos continuar con una larga enumeración.

Esta enumeración interesa porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante en los Oficios de Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su Hijo y en la tensión de su vuelta al final de los tiempos.
Aunque Navidad es para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta, es para ella un tiempo de elección y de particular preparación.

fuente: aciprensa.com

viernes, 9 de diciembre de 2011

Nacimiento Virginal de Cristo


Dogma que enseña que la Bienaventurada Madre de Jesucristo era virgen antes, durante, y después de la concepción y nacimiento de su divino Hijo.

I. El Nacimiento Virginal en la Teología Católica
Concilios y Credos

La virginidad de Nuestra Señora fue definida bajo anatema en el tercer canon del Concilio de Letrán celebrado en tiempos del Papa Martín I, en el año 649. El Credo Niceno-Constantinopolitano, como se reza en la Misa, expresa la creencia en Cristo, quien “ por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María la Virgen”; el Credo Apostólico profesa que Jesucristo “fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen”; la forma más antigua del mismo credo usa la expresión “nacido del Espíritu Santo y de la Virgen María”. Estas profesiones muestran:
Que el cuerpo de Jesucristo no fue enviado del Cielo, ni tomado de la tierra como lo fue el de Adán, sino que su materia fue suministrada por María; que María cooperó en la formación del cuerpo de Cristo como cualquier otra madre coopera en la formación del cuerpo de su hijo, pues de otro modo no podría decirse que Cristo haya nacido de María como no puede decirse que Eva naciera de Adán; que el embrión en cuyo desarrollo y crecimiento (hasta convertirse) en el niño Jesús, cooperó María, fue fecundado no por una acción humana, sino por el poder divino atribuido al Espíritu Santo; que el influjo sobrenatural del Espíritu Santo se extendió al nacimiento de Jesucristo, no meramente preservando la integridad de María, sino también causando el nacimiento de Cristo o generación externa para reflejar su nacimiento eterno del Padre de forma que,”la Luz de Luz” procediera del vientre de su madre como una luz se derrama sobre el mundo; que el “poder del Altísimo” pasaba a través de las barreras de la naturaleza sin dañarlas; que el “cuerpo de la Palabra” formado por el Espíritu Santo penetraba otro cuerpo a la manera de los espíritus.

Padres de la Iglesia

La virginidad perpetua de Nuestra Señora fue enseñada y propuesta a nuestra fe no solamente por los concilios y credos, sino también por los primeros Padres. Las palabras del profeta Isaías (7,14) son entendidas en este sentido por:
S. Ireneo (III, 21;ver Eusebio, H.E., V, viii),
Orígenes
(Adv. Cels., I, 35),
Tertuliano (Adv. Marcion., III, 13; Adv. Judæos, IX),
S. Justino
(Dial. con. Tryph., 84),
S. Juan Crisóstomo (Hom. v in Matth., n. 3; in Isa., VII, n. 5);
S. Epifanio (Hær., xxviii, n. 7),
Eusebio
(Demonstrat. ev., VIII, i),
Rufino (Lib. fid., 43),
S. Basilio
(in Isa., vii, 14; Hom. in S. Generat. Christi, n. 4, si San Basilio fue el autor de estos dos pasajes),
S. Jerónimo y Teodoreto (in Isa., vii, 14),
S. Isidoro
(Adv. Judæos, I, x, n. 3),
S. Ildefonso (De perpetua virginit. s. Mariæ, iii).
San Jerónimo dedica todo su tratado contra Helvidio a la virginidad perpetua de Nuestra Señora (ver especialmente números 4, 13, 18)
La doctrina contraria es calificada de:
"locura y blasfemia” por Gennadio (De dogm. eccl., lxix),
"locura” por Orígenes (in Luc., h, vii),
"sacrilegio" por San Ambrosio (De instit. virg., V, xxxv),
"impiedad y ataque del ateísmo” por Filostorgio (VI, 2),
"perfidia” por San Beda
(hom. v, and xxii),
"cúmulo de blasfemias” por el autor de Prædestin. (i, 84),
"perfidia de los judíos" por el Papa Siricio (ep. ix, 3),
"herejía" por San Agustín
(De Hær. h., lvi).
San Epifanio probablemente supera a todos los demás en sus invectivas contra los oponentes a la virginidad de Nuestra Señora (Hær., lxxviii, 1, 11, 23).

Sagrada Escritura

No puede haber duda respecto a la enseñanza de la Iglesia ni respecto a la existencia de una primitiva tradición cristiana que mantiene la virginidad perpetua de Nuestra Señora y consiguientemente el nacimiento virginal de Jesucristo. El misterio de la concepción virginal es además enseñado por el tercer Evangelio y confirmado por el primero. Según San Lucas (1, 34-35), “María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.” La relación (sexual) con el hombre se excluyó en la concepción de Nuestro Señor. Según San Mateo, a San José, cuando estaba perplejo por el embarazo de María, le dijo el ángel: “No temas tomar contigo a María tu esposa, porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo” (1, 20). 

II. Fuentes de esta Doctrina
¿De dónde procede la información de los evangelistas? Por lo que sabemos sólo dos seres creados fueron testigos de la anunciación, el ángel y la Santísima Virgen. Más tarde el ángel informó a San José acerca del misterio. No sabemos si Isabel, aunque “llena del Espíritu Santo”, supo toda la verdad sobrenaturalmente, pero podemos suponer que María confió el secreto tanto a su amiga como a su esposo, completando así la revelación parcial recibida por ambos.    .
Entre estos datos y el relato de los evangelistas hay una brecha que no puede llenarse con ninguna pista expresa proporcionada ni por la Escritura ni por la tradición. Si comparamos la narración del primer Evangelio con la del tercero, encontramos que San Mateo puede haber sacado su información de lo conocido por San José, independientemente de cualquier información proporcionada por María. El primer Evangelio meramente afirma (1, 18): “Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.”  San José pudo proporcionar esos datos, bien por conocimiento propio, bien por las palabras del ángel: “lo concebido en ella viene del Espíritu Santo.” La narración de San Lucas, por otro lado, debe remontarse al testimonio de Nuestra Señora, salvo que estemos dispuestos a admitir innecesariamente otra revelación independiente. El propio evangelista señala a María como la fuente de su relato de la infancia de Jesús, cuando dice que María guardaba todas estas palabras en su corazón (2, 19,51). Zahn [1] no duda en decir que María es señalada por estas expresiones como la transmisora de las tradiciones en Lucas 1y 2 

A. ¿Cómo obtuvo San Lucas su relato de la Santísima Virgen? Se ha supuesto por algunos que recibió su información de la propia María. En la Edad Media es llamado a veces “capellán de María” [2]; J. Nirsch[3] llama a San Lucas el evangelista de la Madre de Dios, creyendo que escribió la historia de la infancia (escuchada) de su boca y corazón. Aparte está el testimonio implícito del evangelista, quien nos asegura dos veces que María había guardado todas estas palabras en su corazón. Pero esto no hace precisa una comunicación oral inmediata de la historia de la infancia por parte de María, meramente muestra que María es la fuente última del relato. Si San Lucas hubiera recibido la historia de la infancia de la Santísima Virgen en forma de comunicación oral, su presentación en el tercer Evangelio mostraría naturalmente la forma y estilo de su autor griego. Como cuestión de hecho la historia de la infancia de Jesús tal como se encuentra en el tercer Evangelio (1, 5 a 2, 52)  revela en su contenido, su lenguaje, y estilo una fuente judeocristiana. Todo el pasaje se lee como un capítulo del Primer Libro de los Macabeos; las costumbre judías, y las leyes, y las peculiaridades se introducen sin explicación ulterior, el “Magnificat”, el “Benedictus”, y el “Nunc dimittis” están llenos de ideas nacionales judías. En cuanto al estilo y lenguaje de la historia de la infancia, ambos son  tan completamente semíticos que el pasaje debe ser retraducido al hebreo o arameo para ser debidamente apreciado. Debemos concluir, entonces, que la fuente inmediata de San Lucas para la historia de la infancia no fue oral, sino escrita.

B. Es apenas probable que María escribiera ella misma la historia de la infancia como fue supuesto por A. Plummer [4]; es más creíble que el evangelista utilizara una memoria escrita por un cristiano judío, posiblemente un sacerdote judío converso (cf. Hechos 6, 7) quizá incluso un miembro o amigo de la familia de Zacarías[5]. Pero, cualquiera que pueda ser la fuente inmediata del relato de San Lucas, el evangelista sabía que había “investigado diligentemente todo desde los orígenes”, según el testimonio de aquellos “que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra” (Lucas 1, 2). 
Respecto al lenguaje original de la fuente de San Lucas, debemos convenir con el juicio de Lagarde [6] de que los dos primeros capítulos de San Lucas presentan una coloración hebrea más que griega o aramea. No han faltado escritores que hayan intentado probar que la fuente escrita de San Lucas para sus dos primeros capítulos estaba compuesta en hebreo[7]. Pero estas pruebas no son convincentes; los hebraísmos de San Lucas pueden tener su origen en una fuente aramea, o incluso en un original griego compuesto en el lenguaje de los Setenta . Aun así, considerando que el arameo era el lenguaje generalmente hablado en Palestina en esa época, debemos concluir que el secreto de Nuestra Señora fue originalmente escrito en arameo, aunque debe haber sido traducido al griego antes de que San Lucas lo utilizara [8]. Como el griego de Lucas 2,41-52 es más idiomático que el lenguaje de Lucas 1, 4-2, 40, se ha inferido que la fuente escrita del evangelista llegaba sólo hasta 2,40; pero como en 2, 51 se repiten expresiones que se encuentran en 2,19, puede deducirse con seguridad que ambos pasajes fueron tomados de la misma fuente. 
El evangelista refunde la fuente de la historia de la infancia antes de incorporarla a su Evangelio; pues la utilización de palabras y expresiones en Lucas 1 y 2 coincide con los capítulos siguientes [9]. Harnack [10] y Dalman [11] sugieren que San Lucas puede ser el autor original de sus dos primeros capítulos, adoptando el lenguaje y estilo de los Setenta; pero Vogel [12] y Zahn [13] mantienen que tal proeza literaria sería imposible para un escritor grecoparlante. Lo antedicho explica por qué es completamente imposible reconstruir la fuente original de San Lucas; el intento de Resch [14] de reconstruir el Evangelio original de la infancia o la fuente de los dos primeros capítulos del primer y tercer Evangelio y la base del prólogo del cuarto, es un fracaso, a pesar de su ingeniosidad. Conrady [15] creía que había encontrado la fuente común de la historia canónica de la infancia en el denominado “Protoevangelio de Santiago”, el cual, según él , fue escrito en hebreo por un judío egipcio hacia el año 120, fue poco después traducido al griego; debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el texto griego no es una traducción, sino el original, y una mera recopilación de los Evangelios canónicos. Por tanto, todo lo que podemos decir acerca de la fuente de San Lucas para su historia de la infancia de Jesús se reduce a la escasa información de que debe haber sido una traducción griega de un documento arameo basado, en última instancia, en el testimonio de Nuestra Señora.    

III. El Nacimiento Virginal en la Teología Moderna
Al adherirse la teología moderna al principio del desarrollo histórico, y negar la posibilidad de cualquier intervención milagrosa en el curso de la historia, no puede consiguientemente admitir la realidad histórica del nacimiento virginal. Según las opiniones modernas, Jesús era realmente el hijo de José y María y fue dotado por una posteridad admirativa del halo de la divinidad; la historia de su nacimiento virginal concordaba con los mitos referentes a los nacimientos extraordinarios de los héroes de otras naciones [16]; el texto original de los Evangelios no decía nada del nacimiento virginal [17]. Sin insistir en la arbitrariedad de los presupuestos filosóficos implícitos en la posición de la teología moderna, revisaremos brevemente su actitud crítica hacia el texto de los Evangelios y sus intentos de acabar con la tradición cristiana primitiva relativa al nacimiento virginal de Cristo.     

A. Integridad del texto evangélico
Wellhausen [18] afirmaba que el texto original del tercer Evangelio comenzaba con nuestro actual tercer capítulo, siendo los dos primeros capítulos una adición posterior. Pero Harnack parece haber previsto esta teoría antes de que fuera propuesta por Wellhausen; pues mostró que los dos capítulos en cuestión pertenecían al autor del tercer Evangelio y de los Hechos [19].   Holtzmann [20] considera a Lucas 1, 34-35 como una añadidura posterior; Hillman [21] cree que  las palabras hos enouizeto de Lucas 3, 23 deben ser consideradas a la misma luz. Weinel [22] cree que la supresión de las palabras epei andra ou ginosko de Lucas 1, 34 deja el tercer Evangelio sin prueba consistente del nacimiento virginal; Harnack no sólo está de acuerdo con las omisiones de Holtzmann y Hillman, sino que borra también la palabra parthenos de Lucas 1, 27 [23]. Otros partidarios de la teología moderna son más bien escépticos respecto a la solidez de estas teorías de crítica textual; Hilgenfeld [24], Clement [25], y Gunkel [26] rechazan sin reserva los argumentos de Harnack. Bardenhewer [27] los considera uno a uno y los encuentra deficientes.
A la luz de los argumentos sobre el carácter genuino de los trozos del tercer Evangelio rechazados por los críticos arriba mencionados, es difícil comprender cómo pueden ser omitidos por cualquiera que estudie sin prejuicios el texto sagrado. Se encuentran en todos los manuscritos, traducciones, y citas cristianas primitivas, en todas las ediciones impresas—en resumen, en todos los documentos considerados por los críticos como testimonios de confianza sobre la autenticidad de un texto. Además, en la narración de San Lucas, cada versículo es como un eslabón en una cadena, de manera que ningún versículo puede ser eliminado como una interpolación sin destruir el conjunto. Más aún, los versículos 34 y 35 son en la historia de Lucas lo que la piedra angular es en un arco, lo que un diamante es en su engaste; el texto del Evangelio sin estos dos versículos se parecería a un arco inacabado, a una montura desprovista de sus piedras preciosas [28]. 
Finalmente, el relato de Lucas que nos dejan los críticos no está de acuerdo con el resto de la narración del evangelista. Según los críticos, los versículos 26-33 y 36-38 relatan la promesa del nacimiento del Mesías,  el hijo de José y María, igual que los versículos inmediatamente precedentes relatan la promesa del nacimiento del precursor, el hijo de Zacarías e Isabel. Pero hay una gran diferencia: la historia del precursor está llena de milagros – como la repentina mudez de Zacarías, la maravillosa concepción de Juan—mientras que el relato de la concepción de Cristo no ofrece nada extraordinario, en un caso el ángel es enviado al padre del niño, Zacarías, mientras que en el otro el ángel se aparece a María; en un caso se dice que Isabel concibió “días después”, mientras que no se añade nada sobre la concepción de María [29]. El texto tradicional completo del Evangelio explica estas diferencias, pero el texto mutilado críticamente las deja sin explicar.  
Los partidarios de la teología moderna creían tener un fundamento sólido para negar el nacimiento virginal en el Codex Syrus Sinaiticus descubierto por Mrs. Lewis y Mrs Gibson en 1892, más exactamente investigado en 1893, publicado en 1894, y suplementado en 1896. Según este códice, Mateo, 1, 16 dice:”José quien desposó a María la Virgen, engendró a Jesús que es llamado Cristo”. Aun así, el traductor siríaco no puede haber ignorado el nacimiento virginal ¿Por qué dejó la expresión “la virgen” en el contexto inmediato? ¿Cómo interpretaba los versículos 18, 20 y 25, si no sabía nada del nacimiento virginal? De ahí que, o el texto siríaco ha sido ligeramente alterado por un transcriptor (sólo tendría que haber cambiado una letra) o el traductor interpretó la palabra “engendró” como una paternidad convencional, no carnal, un significado que tiene en los versículos 8 y 12.

B. Fuente no histórica del Nacimiento Virginal

Los que se oponen a la realidad histórica del nacimiento virginal admiten que bien los evangelistas o bien los interpoladores de los Evangelios tomaron su material de una tradición cristiana primitiva, pero se esfuerzan en demostrar que esta tradición no tiene fundamento sólido. Hacia el año 153 San Justino (Apol., I, xxi) decía a sus lectores paganos que el nacimiento virginal de Jesucristo no debía parecerles increíble, puesto que muchos de los más estimados escritores paganos hablaban de un gran número de hijos de Zeus. Hacia el año 178 el filósofo platónico Celso ridiculizó el nacimiento virginal de Cristo, comparándolo con los mitos griegos  de Dánae, Melanipa, y Antíope; Orígenes (c. Cels. I, xxxvii) respondió que Celso escribía más como un bufón que como un filósofo. Pero los teólogos modernos de nuevo hacen proceder el nacimiento virginal de Nuestro Señor de fuentes no históricas, aunque sus teorías no son concordantes.
La teoría del origen pagano

Un primer grupo de autores recurren a la mitología pagana para explicar la tradición cristiana referente al nacimiento virginal de Jesús. Usener [30] arguye que los primeros gentiles cristianos deben haber atribuido a Cristo lo que sus antepasados paganos habían atribuido a sus héroes paganos; de ahí que la filiación divina de Cristo sea un producto del pensamiento religioso de los gentiles cristianos. Hillmann [31] y Holtzmann [32] están sustancialmente de acuerdo con la teoría de Usener. Conrady [33] encontró en la Virgen María una imitación cristiana de la diosa egipcia Isis, madre de Horus; pero Holtzmann [34] declara que él no puede seguir esta “osada construcción sin un sentimiento de temor y vértigo” y Usener [35] teme que su amigo Conrady  se mueva por una senda escarpada. Soltau [36] intenta transferir a Jesús el origen sobrenatural de Augusto, pero Lobstein [37] teme que el intento de Soltau pueda desacreditar a la propia ciencia, y Kreyher [38] refuta la teoría con más extensión.
 En general, la procedencia del nacimiento virginal de la mitología pagana por medio de los gentiles cristianos implica varias dificultades inexplicables: 
  • Por qué los cristianos recientemente convertidos del paganismo habrían vuelto a sus supersticiones paganas en su concepción de las doctrinas cristianas?
  • ¿Cómo podía triunfar el resultado del pensamiento pagano entre los judíos cristianos sin dejar apenas un vestigio de oposición por parte de los judíos cristianos?
  • ¿Cómo pudo llevarse a cabo esta importación entre la cristiandad judía en una época lo bastante temprana como para producir fuentes judeocristianas de las que o los evangelistas o los interpoladores de los Evangelios extrajeran su material?
  • ¿Por qué los parientes de los padres de Cristo no protestaron contra las nuevas opiniones relativas al origen de Cristo?
Aparte, el principal argumento en el que descansa la importación del nacimiento virginal de los mitos paganos al cristianismo es falaz, por decir lo menos. Su premisa mayor supone que fenómenos similares no meramente pueden, sino deben, surgir de similares causas; su premisa menor afirma que el nacimiento virginal de Cristo y las filiaciones divinas míticas del mundo pagano son fenómenos similares, una afirmación falsa según las apariencias.

La teoría del origen judío (Isaías 7,14)

Un segundo grupo de autores hacen proceder la tradición primitiva cristiana del nacimiento virginal de la influencia judía cristiana. Harnack [39] es de la opinión que el nacimiento virginal se originó a partir de Isaías 7,14; Lobstein [40] añade las “tradiciones poéticas que rodeaban los nacimientos de Isaac, Sansón, y Samuel” como otra fuente de la creencia en el nacimiento virginal. La teología moderna no admite que Isaías 7,14, contenga una profecía real verificada en el nacimiento virginal de Cristo; por tanto, debe mantener que San Mateo malinterpretó el pasaje cuando dijo: "Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo”, etc.(1:22-23).¿Cómo explican Harnack y Lobstein tal error de interpretación por parte del evangelista? No hay indicios de que los judíos contemporáneos de San Mateo interpretaran las palabras del profeta en este sentido. Hillmann [41] prueba que la creencia en el nacimiento virginal no se contiene en el Antiguo Testamento, y por tanto no puede haber sido tomado de él. Dalman [42] mantiene que el pueblo judío nunca esperó un nacimiento sin padre del Mesías, y que no hay vestigios de una interpretación judía de Isaías 7, 14 en tal sentido.
Aquellos que hacen proceder el nacimiento virginal de Isaías 7,14, deben mantener que un error accidental de interpretación del profeta por parte del evangelista reemplazó a la verdad histórica entre los primeros cristianos a pesar del mejor conocimiento y el testimonio de los discípulos y parientes de Jesús. Zahn [43] llama a tal suposición “completamente fantástica"; Usener [44] declara el intento de hacer de Isaías 7,14 el origen del nacimiento virginal, en vez de su promesa, una inversión del orden natural. Aunque la exégesis católica se esfuerza en encontrar en el Antiguo Testamento indicaciones proféticas del nacimiento virginal, aun así admite que los judíos cristianos llegaron a una total comprensión de Isaías 7,14 sólo por medio de su cumplimiento [45].

La teoría sincrética

Hay una tercera teoría que se esfuerza en explicar la prevalencia de la doctrina del nacimiento virginal entre los primeros judíos cristianos. Gunkel [46] admite que la idea del nacimiento virginal es una idea pagana, totalmente extraña a la concepción judía de Dios; pero también admite que esta idea no podía haber triunfado entre los primeros judíos cristianos a través de la influencia  pagana.  De ahí que crea que la idea habría triunfado entre los judíos en la época precristiana, de forma que el judaísmo que afluía directamente en la primitiva cristiandad había recibido una cierta cantidad de sincretismo. Hilgenfeld [47] intenta hacer proceder la enseñanza cristiana del nacimiento virginal ni del paganismo clásico ni del puro judaísmo, sino del desprecio esenio por el matrimonio. Las teorías de ambos, Gunkel y Hilgenfeld, se basan en combinaciones sin fundamento más que en evidencias históricas. Ningún autor presenta prueba histórica alguna de sus afirmaciones. Gunkel, de hecho, incidentalmente llama la atención sobre las ideas parsis, sobre la leyenda de Buda, y sobre las fábulas romanas y griegas. Pero los romanos y los griegos no ejercieron una influencia tan notable sobre el judaísmo precristiano; y que la leyenda de Buda llegara tan lejos como a Palestina no puede ser mantenido seriamente por Gunkel [48]. Incluso Harnack [49] considera la teoría de que la idea del nacimiento virginal penetrara entre los judíos por medio de la influencia parsi, como una suposición improbable.
NOTAS
[1] "Einleitung in das Neue Testament", 2ª ed., II, 406, Leipzig, 1900
[2] cf. Du Cange, "Gloss. med. et inf. latinitatis", s.v. "Capellani"; ed. L. Favre
[3] "Das Grab der heiligen Jungfrau Maria", 51, Mainz, 1896
[4] "A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel of St. Luke" en "The International Critical Commentary", Edinburgh, 1896, p. 7
[5] cf. Blass, "Evangelium secundum Lucam", xxiii, Leipzig, 1897
[6] "Mitteilungen", III, 345, Göttingen, 1889
[7] cf. Gunkel, "Zum religions-geschichtl. Verständnis des Neuen Testaments", pp. 67 sq., Göttingen, 1903
[8] cf. Bardenhewer, "Maria Verkündigung" in "Biblische Studien", X, v, pp. 32 s., Freiburg, 1905
[9] cf. Feine, "Eine vorkanonische Ueberlieferung des Lukas in Evangelium und Apostelgeschichte", Gotha, 1891, p. 19; Zimmermann, "Theol. Stud. und Krit.", 1903, 250 ss.
[10] Sitzungsber. der Berliner Akad., 1900, pp. 547 ss.
[11] "Die Worte Jesu", I, 31 sq., Leipzig, 1898
[12] "Zur Charakteristik des Lukas nach Sprache und Stil", Leipzig, 1897, p. 33
[13] Einleitung, 2nd ed., ii, 406
[14] "Das Kindheitesevangelium nach Lukas und Matthäus" en "Texte und Untersuchungen zur Gesch. der altchristl. Literatur", X, v, 319, Leipzig, 1897
[15] "Die Quelle der kanonischen Kindheitsgeschichte Jesus", Göttingen, 1900
[16] Gunkel, "Zum religionsgesch. Verst. des N.T.", p, 65, Göttingen, 1903
[17] Usener, "Geburt und Kindheit Christi" in "Zeitschrift für die neutest. Wissenschaft", IV, 1903, 8
[18] "Das Evangelium Lukä", Berlin, 1904
[19] Sitzungsberichte der Kgl. preuss. Akad. der Wissenschaften zu Berlin, 1900, 547
[20] "Handkommentar züm Neuen Testament", I, 31 s., Freiburg, 1889
[21] "Die Kindheitsgeschichte Jesu nach Lukas kritisch untersucht" in "Jahrb. für protest. Theol.", XVII, 225 ss., 1891
[22] "Die Auslegung des apostolischen Bekenntnisses von F. Kattenbusch und die neut. Forschung" en "Zeitschrift für d. n. t. Wissensch.", II, 37 ss., 1901; cf. Kattenbusch, "Das apostolische Symbol", II, 621, Leipzig, 1897-1900
[23] Zeitschrift für d. n. t. Wissensch., 53 ss., 1901
[24] "Die Geburt Jesu aus der Jungfrau in dem Lukasevangelium" in "Zeitschr. für wissenschaftl. Theologie", XLIV, 313 ss., 1901
[25] Theol. Literaturzeitung, 1902, 299
[26] op. cit., p. 68
[27] "Maria Verkündigung", pp. 8-12, Freiburg, 1905
[28] cf. Feine, "Eine vorkanonische Ueberlieferung", 39, Gotha, 1891
[29] Bardenhewer, op. cit., 13 ss.; Gunkel, op. cit., 68
[30] "Religionsgeschichtl. Untersuchungen", I, 69 ss., Bonn, 1899; "Geburt und Kindheit Christi" en "Zeitschrift für d. n. t. Wissensch.", IV, 1903, 15 sqq.
[31] Jahrb. f. protest. Theol., XVII, 1891, 231 ss.
[32] "Lehrb. d. n. t. Theol.", I, 413 ss., Freiburg, 1897
[33] "Die Quelle der kanonisch. Kindheitsgesch. Jesus", Göttingen, 1900, 278 ss.
[34] Theol. Literaturzeit., 1901, p. 136
[35] Zeitschr. f. d. n. t. Wissensch., 1903, p. 8
[36] "Die Geburtsgeschichte Jesu Christi", Leipzig, 1902, p. 24
[37] Theol. Literaturzeitung, 1902, p. 523
[38] "Die jungfräuliche Geburt des Herrn", Gutersloh, 1904
[39] "Lehrb. d. Dogmengesch.", 3rd ed., I, 95 s., Freiburg, 1894
[40] "Die Lehre von der übernatürlichen Geburt Christi", 2ª ed., 28-31, Freiburg, 1896
[41] "Jahrb. f. protest. Theol.", 1891, XVII, 233 ss., 1891
[42] Die Worte Jesu, I, Leipzig, 1898, 226
[43] "Das Evangelium des Matthäus ausgelegt", 2ª ed., Leipziig, 1905, pp. 83 sq.
[44] "Religionsgesch. Untersuch.", I, Bonn, 1889, 75
[45] Bardenhewer op. cit., 23; cf. Flunk, Zeitschrift f. kathol. Theol.", XXVIII, 1904, 663
[46] op. cit., 65 ss.
[47] "Zeitschr. f. wissensch. Theol.", 1900, XLIII, 271; 1901, XLIV, 235
[48] cf. Oldenberg, "Theol. Literaturzeit.", 1905, 65 s.
[49] "Dogmengesch.", 3ª ed., Freiburg, 1894, 96
Aparte de las obras citadas en el curso de este artículo, podemos llamar la atención sobre los tratados dogmáticos acerca del origen sobrenatural de la Humanidad de Cristo por medio del Espíritu Santo de la Virgen María especialmente: WILHELM Y SCANNELL, Manual of Catholic Theology, II (Londres y Nueva York, 1898), 105 ss.; 208 ss.; HUNTER, Outlines of Dogmatic Theology, II (Nueva York, 1896), 567 ss.; también sobre los principales comentarios de Mateo 1 y 2 ; Lucas 1 y 2. Entre los escritos protestantes podemos mencionar la traducción de LOBSTEIN, The Virgin Birth of Christ (Londres, 1903); BRIGGS, Criticism and the Dogma of the Virgin Birth in North Am. Rev. (Junio, 1906); ALLEN en Interpreter (Febr., 1905), 115 ss.; (Oct., 1905), 52 ss.; CARR en Expository Times, XVIII, 522, 1907; USENER, sub voce Nativity en Encyclo. Bibl., III, 3852; CHEYNE, Bible Problems (1905), 89 ss.; CARPENTER, Bible in the Nineteenth Century (1903), 491 ss.; RANDOLPH, The Virgin Birth of Our Lord (1903).
A.J. MAAS
Transcrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen Maria

Traducido por Francisco Vázquez
Fuente: http://ec.aciprensa.com

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