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sábado, 17 de diciembre de 2011

Estaba embarazada y tenía un cáncer agresivo, pero rechazó abortar y da a luz a un bebé sano

Los médicos le presionaron para que abortara para dedicarse por completo a curar su maligna enfermedad. Pero no aceptó.

Durante un auto-examen de rutina una mañana, Erika Vandiver se preocupó cuando encontró un bulto en su pecho izquierdo. Apenas dos meses antes, en febrero de 2009, Erika y su marido Andrew se habían alegrado en exceso al descubrir que estaba embarazada. Esta vez la joven madre estaba preparándose para retener la vida nueva.

Antes de este embarazo, a los 28 años de edad, Erika había sufrido cuatro abortos involuntarios, el último de los cuales requirió su hospitalización durante varios días debido a la pérdida de sangre. “Yo tenía miedo que otro aborto involuntario quebrantara mi salud o mi espíritu”, explica Erika.

El joven matrimonio había mantenido “en reserva” la noticia de este embarazo, sosteniendo sus dedos cruzados, con la esperanza de darle un hermano o hermana a su hijo Simón, de un año y medio.

Inicialmente, la obstetra de Erika pensó que el bulto era un conducto de leche obstruido o alguna otra inflamación relacionada con el embarazo y le dijo a la joven madre que mantuviera la mirada sobre él. Pero en junio el bulto se había vuelto notablemente más grande y doloroso. En este punto, el médico de Erika ordenó una ecografía y biopsia.

Embarazada con cáncer
Los resultados obtenidos en julio no fueron buenos. La madre, en ese entonces con 20 semanas de embarazo, fue diagnosticada de una forma agresiva de cáncer de mama. “Me sobresalté bastante por el diagnóstico de cáncer, sobre todo porque yo estaba embarazada y todavía no se lo habíamos dicho a nadie”, dice Erika.

Pero las noticias no eran del todo malas. La ecografía reveló también una pequeña niña perfectamente formada, que tenía como fecha de nacimiento el 26 de noviembre, día de Acción de Gracias. Andrew y Erika decidieron llamar Rachel a su bebé por nacer.

Con su cuerpo que estaba siendo consumido por el cáncer, mientras que al mismo tiempo alimentaba esta joven vida nueva, Erika se sentía “al borde de un colapso”.

La clínica le presentó a Erika la opción de abortar a su bebé, a fin de iniciar el tratamiento invasivo contra el cáncer que le salvaría la vida. La investigación en línea de Erika reforzó lo que los médicos ya habían previsto para ella: conservar el bebé y esperar para efectuar el tratamiento (disminuye las probabilidades de supervivencia de la madre), o abortar al bebé y comenzar inmediatamente el tratamiento (aumenta las probabilidades de supervivencia de la madre).

Pero el espíritu de lucha de una madre que protege a su hijo ardió en lo más profundo del ser de Erika. Después de sufrir la dolorosa pérdida de cuatro abortos involuntarios, ella sabía que nunca podría causar intencionadamente daño a su bebé. Erika eligió combatir el cáncer y conservar a su bebé. “No quise abortar a mi bebé”, afirma categóricamente. Por su parte, Andrew nunca pensó en elegir a “uno por encima del otro”. Su mente estaba en dar a su esposa su “apoyo pleno y amor”, y en “ser positivo respecto a su cuidado médico”.

El tumor en la mama de Erika resultó ser triple negativo, al no responder a ninguno de los tratamientos hormonales, tales como Tamoxifin, que sus médicos le habían dado. La quimioterapia fue la siguiente opción de Erika. Pero la joven madre dice que ese procedimiento estuvo plagado de problemas. ¿La quimioterapia interferiría en su capacidad para vincularse con Rachel? ¿Los mutilantes efectos secundarios del tratamiento dañarían su relación con su marido y su hijo pequeño? ¿Cómo ella y su marido mantendrían la intimidad una vez que ella estuviese calva y enferma por completo? Como principal sostén de la familia (Erika era una bióloga forense que trabajaba para su Estado natal de Kentucky) ¿cómo se cubrirían las necesidades de la familia?

Pero los médicos aliviaron las preocupaciones de la madre embarazada por lo menos en una verificación importante, al decir que la quimioterapia con Adriamicina tendría poco o ningún efecto en su hija que estaba creciendo dentro de ella.

Una mano solidaria
La joven madre y esposa sentía que ella “no era tan fuerte como era necesario para seguir adelante”. Pero en medio de estas cargas pesadas, como un rayo de sol, ocurrió algo inesperado: los ojos de Erika se abrieron a la realidad de la compasión que reside en la raza humana. Ella dice que fueron los numerosos buenos samaritanos que se presentaron, justo en el momento adecuado, y que la sostuvieron a ella y a su familia. A veces, el Buen Samaritano era un médico, un compañero de trabajo anónimo, un pariente, un amigo o inclusive un completo desconocido.

Durante mi trayecto he visto a gente dejar su forma de ser para ser amable, cariñosa, compasiva y solidaria. Personas que no conozco en absoluto han donado dinero, han rezado oraciones y me apoyaron a lo largo de este trayecto sin pensar en sí mismos”.

En medio del tratamiento doloroso del cáncer y la incertidumbre de cómo pagar las cuentas y de dónde conseguiría la próxima comida, Erika dice también que encontró consuelo en su fe. “Mi fe ha dado a mi trayecto un sentido”, asegura ella, añadiendo que le da “esperanza la naturaleza redentora del sufrimiento”.

La lucha de Erika contra el cáncer y por llevar su embarazo a término le enseñó cuán bendita era ella realmente. “Es un poco triste que hasta que sucede algo malo, la mayoría de las personas, incluida yo misma, por desgracia, no ven nunca realmente todo lo bueno que los seres humanos logran en el mundo”.

También se enteró de que aceptar la ayuda en realidad puede fortalecer. Dice que antes de su enfermedad ella había sido muy independiente y fuerte, pero ahora aprendió que, al rechazar ayuda, ella en realidad se debilitaba.

El significado del acto de dar gracias
El tercer régimen de Erika del tratamiento de quimioterapia en septiembre la hizo sentirse “miserable, quejosa, malhumorada y rencorosa”. Empezó a tener pesadillas frecuentes que incluían a Rachel, lo que provocaba que se despertara de repente en medio de la noche, con su cuerpo temblando incontroladamente. Ella trataba de hacer que la niña se moviera en su vientre a fin de disipar el sueño terrible de que el cordón umbilical se había enrollado de alguna manera alrededor del cuello del bebé, comprimiendo la vida de ella.

Las visitas regulares al médico siempre confirmaron que Rachel estaba vivita y coleando y desarrollándose bien a pesar del tratamiento para el grave cáncer de la madre.

Finalmente, llegó el 26 de noviembre, la fecha estimada para el parto. Las aguas de la madre, ahora sin cabello, rompieron justo a tiempo. Rachel llegó después de sólo tres contracciones. La niña pesaba 8,4 libras (3,81 Kilogramos), tenía cabello negro y rizado. Pasó todas las pruebas “exitosamente”. Andrew y Erika estaban eufóricos. A pesar de que el cuerpo de Erika había sido saturado con el medicamento contra el cáncer durante cuatro meses de embarazo, la pequeña Rachel había logrado llegar a la cima.

“Sé que eres afortunada”,susurró Andrew a su preciosa hija minutos después de su nacimiento.

Unas palabras de sabiduría
Erika cree que un diagnóstico terrible durante el embarazo no tiene que oponer a una madre contra su hijo. “Rachel es el aspecto positivo más evidente de este trayecto. Ella es feliz, saludable y muy activa, y una gran bendición”.

Birgit Jones, madre de Erika, piensa que la historia de su hija tiene algo que decir a las madres embarazadas enfermas a quienes sus médicos les dicen que ellas deben elegir entre su propia vida y la de sus bebés por nacer.

“La gran mayoría de las mujeres, y parece que los médicos, simplemente no son conscientes de la posibilidad de tratar el cáncer durante el embarazo, lo que ha sido un éxito durante más de veinte años”, comenta Birgit.

Como una madre que venció el cáncer y conservó a su bebé, Erika anima a cualquier madre que se enfrenta a un difícil diagnóstico durante el embarazo a “detenerse, pensar, orar e investigar exhaustivamente antes de considerar poner fin al embarazo”, agregando que “no hay razón para apresurarse a tomar una decisión sin conocer todos los hechos”.

El trayecto de Erika hacia la salud sigue inconcluso. “Simplemente porque soy una ‘superviviente’ no significa que mi batalla ha terminado”, dice ella. Desde que dio a luz hace dos años, ha pasado por una mastectomía bilateral para asegurarse de que todas las células cancerosas habían sido eliminadas de su cuerpo, por la extirpación de sus ovarios con complicaciones graves, por una histerectomía de emergencia y por una cirugía restauradora de los senos.

El mes pasado, la situación financiera de la familia de la joven se ha vuelto tan desoladora que Andrew y Erika se vieron obligados a tomar medidas para afrontar una bancarrota. A pesar de estos problemas, la familia se alegra por estar unida, todos ellos con vida.

“Quiero que todos sepan que es posible mantener la fe, mientras pasamos por pruebas. Quiero que todos sepan que es posible llevar el embarazo de un hijo hasta el final y recibir tratamiento para el cáncer. Quiero que todos vean lo positivo de mi situación, no lo negativo”, escribió Erika en un reciente blog.

Peter Baklinski/Notifam 
Religionenlibertad.com 

La fe cristiana se funda en la Palabra hecha carne, Jesucristo, no es un concepto abstracto

Sábado, 17 dic. (RV).-Benedicto XVI exhortó a los obispos de Nueva Zelandia y del Pacífico a fortalecer sus lazos de comunión eclesial y hacer más visible su sentido de la fe y la caridad, para que aquellos a quienes sirven puedan imitarlos y ser embajadores de Cristo en la Iglesia y en el ámbito civil.

El Santo Padre, en su discurso al final de la visita ad límina apostolorum de dichas conferencias episcopales, puso de relieve la labor que se realiza desde el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para superar los problemas planteados en los informes por los obispos, como el laicismo de sus sociedades, que tiene un impacto significativo en la comprensión y la práctica de la fe católica.

Y más específicamente, el Papa se refirió a la apreciación debilitada del carácter sagrado del matrimonio cristiano y la estabilidad de la familia. En este contexto-dijo- el combate para llevar una vida digna de nuestra vocación bautismal y para abstenerse de las pasiones terrestres que hacen la guerra a nuestras almas, se hace aún más comprometedor. Sabemos que la fe cristiana- afirmó el Pontífice aporta a la vida una base más segura que la visión secularizada.

RealAudioMP3 “Dado que la fe cristiana se funda en la Palabra hecha carne, Jesucristo, la nueva evangelización no es un concepto abstracto, sino una renovación de los auténticos valores cristianos basados en las enseñanzas de la Iglesia. Ustedes, como obispos y pastores, están llamados a ser protagonistas en la formulación de esta respuesta de acuerdo a las necesidades locales y las circunstancias de los diferentes países y entre sus pueblos”.

Benedicto XVI subrayó, sin embargo que esta tarea evangelizadora requiere de sacerdotes íntegros y ejemplares por lo que animó a los obispos a tener un cuidado especial en la formación y la santificación de sus sacerdotes, especialmente de aquellos que tienen dificultades y que tienen poco contacto con sus hermanas en el sacerdocio.

RealAudioMP3 “Sean un padre que les guía en el camino a la santidad, para que sus vidas también puedan atraer a otros para seguir a Cristo. Sabemos que los sacerdotes santos, sabios y buenos son los mejores promotores de vocaciones al sacerdocio”.

En este contexto, el Papa recordó a los obispos que el Señor todavía está llamando a hombres para el sacerdocio, y saben que les anima a que consideren la posibilidad de dedicar su vida completamente a Cristo, por ello es necesario ayudar a los jóvenes de hoy en el discernimiento espiritual necesario para responder a su verdadera vocación

RealAudioMP3 “En un mundo afectado por una ‘profunda crisis de fe’, deben garantizar también que los seminaristas reciban una formación integral que los prepare para servir al Señor y amar a su rebaño según el corazón del buen pastor”.

Luego de reconocer la importante contribución a la difusión del Evangelio hecha por religiosos y religiosas presentes en toda la región, incluyendo los campos educativos, pastorales y catequéticos, el Papa destacó el papel esencial de los fieles laicos para el bienestar de la iglesia. De hecho, en esa región la tarea de difundir el Evangelio a menudo depende de la asistencia de misioneros laicos y catequistas, a quienes los obispos deben seguir garantizando una formación sólida y continua.

Al concluir su discurso el Santo Padre recordó que mucho de estos retos pueden contar con el nuevo impulso que ha querido dar a la iglesia universal proclamando el “Año de la Fe”

RealAudioMP3 “Mi queridos hermanos obispos y sacerdotes, así como he tenido la oportunidad de debatir con ustedes sobre la nueva evangelización, quiero recordar el recientemente proclamado Año de fe, que "pretende dar un nuevo impulso a la misión de toda la iglesia para conducir a los seres humanos por el desierto en el que se encuentran". Que este tiempo privilegiado sirva como inspiración, y que una a toda la iglesia en los esfuerzos de la nueva evangelización, pues aunque ustedes se reparten entre varias islas y nosotros estamos separados por grandes distancias, juntos profesamos "un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos nosotros"

RV-ATD

Se quedó embarazada con 19 años, su novio la abandonó, pero prefirió la adoptación al aborto

Es italiana, estudia enfermería y ha relatado su dura historia con pelos y señales. Prefirió dar en adopción al hijo que no quería antes que abortarlo. 

Éste es el testimonio de una italiana llamada Isabel, de 19 años, estudiante de Enfermería, que se quedó embarazada tras una relación con un coetaneo que la dejó, diciéndole que no quería ser padre. Isabel, valientemente, ha decidido contar su historia a la página La Bussola Quotidiana, y ReL reproduce este sobrecogedor texto:

El primer impacto: «Ha dado positivo»
«Me parece que fue ayer el día que descubrí mi embarazo. Me hice la primera prueba: el ansia que crecía. La segunda prueba... positivo. Y lo miraba fijamente: positivo, ¡positivo! Una sensación de pérdida me cubre en un momento, el terror se apodera de mí y yo quedo paralizada, incapaz de reaccionar.

Mis sueños desaparecieron
»Describir una situación así es difícil, casi imposible: es como una vibración que nace de las entrañas y se propaga por todo el cuerpo, un veneno letal desde el interior que te come las energías y apaga toda luz. La única cosa que era capaz de ver era mi vida literalmente destruida y desmembrada, mis proyectos aplastados, el futuro que estaba construyendo convertirse en una utopía inalcanzable. La persona que quería ser ya no existía, era un recuerdo lejano. Mis sueños desaparecieron, junto a mis 19 años; me los había jugado para siempre.

¿Cómo salir de este desastre?
»Sólo el mero pensamiento de tener que comenzar el embarazo provocaba a mis padres un mal indescriptible. La idea de ver la desilusión impresa en sus rostros y perder su estima, me hacía enloquecer. ¿Cómo salir de este desastre?

»No obstante todo esto, la idea de abortar me asustaba mucho, muchísimo más. Pensar en esos fríos instrumentos meterse dentro de mí y hacer pedazos un cuerpecito... ¡No! No habría podido soportarlo. Había visto en internet algunas terribles fotos de fetos abortados en las primerísimas semanas: pequeñas miniaturas de una persona hecha pedazos. No, no podía.
Consciente de la vida que llevaba dentro
»Dentro de mí había una vida concebida por equivocación, ciertamente no querida, pero no podría resolver el problema en ese modo, no podría solucionar el error con otro más grande e irreparable. Y, aún así, no quería a ese niño.

»Contrariamente a lo que trágicamente me esperaba, cuando confesé a mis padres -llorando y llena de vergüenza- que esperaba un hijo, no se produjeron ni gritos ni azotes de puertas. Sólo un silencio acompañado de la preocupación en sus rostros, lágrimas apenas retenidas en los ojos de mi madre y, después, muchísimo consuelo y amor. Y no es que el camino haya sido fácil; todo lo contrario. Pero nunca ha disminuido este amor: el de mis padres, que en la pérdida me han entendido, y el de mi hermana mayor, que no me ha dejado sola ni un momento.

Era débil y estaba enamorada
»Los primeros tres meses han sido los más difíciles. Antes de la concepción, el papá del niño, jovencísimo como yo, se había mostrado inestable y, cosa todavía más grave, mentiroso y violento. Yo era débil y estaba enamorada, por lo que no lograba separarme del todo de él, pues de vez en cuando creía a sus palabras y promesas, a pesar de que me mostraba desprecio: «Sin mí te quedarás sola toda la vida», me decía. Cuando le dije que esperaba un niño, las reacciones vinieron en vaivenes. Primero, los prontos de ira, después las presiones psicológicas («A tu edad, el aborto es la única cosa inteligente por hacer») y después desaparecía para regresar dulce como el hombre más dócil del mundo, y yo lo acogía, cada vez, en el dolor. Al tercer mes, desapareció completamente; se encontró otra chica. Sin la carga.

Tristeza, odio...
»Fueron momentos de profunda tristeza. Sentía desprecio por la persona con la que había estado, pues me aparecía con toda evidencia lo irremediablemente vacío, superficial y frío que era. Me odié, lo hice por meses enteros, tal vez incluso ahora me odio por no haberme alejado antes, porque sin él ahora podría todavía tener una vida de veinteañera: los amigos, la universidad, el ocio.

«Mi alma se había roto»
»En el desconsuelo más total acepté, no sin dificultad, hablar con un sacerdote, pues mi alma se había roto. No quería ese hijo, pero sabía que no podría vivir más serenamente escogiendo la salida más "fácil" y más "obvia". En medio de los miedos y llena de dudas, tenía una cosa clara: no quería dañarme el alma llevando a cabo un acto tan terrorífico. Pero me sentía una madre degenerada: no quería matar esa vida, pero deseaba, esperaba e incluso oraba para que tuviese un aborto espontáneo. Don Fabio, el sacerdote, me tranquilizó, haciéndome sentir totalmente normal: «Este nacimiento será una gracia», decía. A decir verdad, yo no lo creía, pero me sentía consolada.

«Fiarme de Dios»
»Decidí fiarme del proyecto de Dios, un proyecto que no acepté al inicio y que aún hoy me cuesta entender. Parece surreal, pero poco antes de descubrir mi embarazo, había estado reflexionando sobre el proyecto de Dios en nuestras vidas. Me encontraba en el hospital, llevando a cabo la formación prevista en mi facultad, y cada día tenía que toparme con personas que luchaban contra enfermedades devastantes con una fuerza extraordinaria. Me sentía culpable, yo, porque estaba bien, porque mi vida era normalísima y no tenía dificultades particulares, porque dentro de ese hospital estaba sólo aprendiendo y estudiando, no como esos enfermos, postrados en la cama para combatir el dolor y rasgar un día la muerte.

Dar gracias a Dios
»Recuerdo muy bien que un día, me dirigí a Dios con una gratitud inmensa en el corazón, dándole gracias por esta vida tan perfecta en comparación con la de aquellas vidas de sufrimiento. Y esa misma noche, mientras estaba recostada en mi cama, le pregunté cuál era su proyecto para mí, para mi vida.

»No podría ni imaginar que ni siquiera un mes después, mi normalísima vida se haya distorcionado. Sólo pensándolo, me dan ganas de reír.

«No me arrepiento de haber abortado»
»Mi hija nacerá en poco tiempo, en menos de un mes, y, lo admito, no siento ni amor ni afecto. Me dicen que es normal, que apenas nazca será distinto. Pero yo no sé qué hacer, no sé siquiera si la tendré o la daré en adopción. No sé qué sea lo mejor para mí, no sé qué sea lo peor para ella. No me queda sino confiar a Dios esta decisión, la enésima ya, esperando que me ilumine. Sé que cualquiera de las dos decisiones será difícil y dolorosa, pues cualquiera de las dos será una renuncia enorme. Eso sí, no me arrepiento de no haber abortado, habría sido innatural. Desde el principio me he dado cuenta que había una vida dentro de mí. No "una vida", en abstracto, sino ¡la vida de una persona dentro de mí! Recuerdo como si fuese ayer la primera ecografía, cuando aún estaba a tiempo de abortar. Sentí por primera vez el batir del corazoncito; lloré desesperada. Y, sin embargo, me río cada vez que uno me dice: «es un cúmulo de células». Si es así, déjalo ahí donde está y verás que sucede. ¿Qué quieres que sea un cúmulo de células? Dices que no es un niño. Bueno, entonces ¿para qué hay que hacerlo pedazos? Déjalo en tu cuerpo tranquilamente; total, no está vivo, ¿no? Venga, ¡es ridículo! Y sin embargo, cada día se pierden en el vacío los llantos silenciosos de niños que no tendrán nunca una vida, porque el egoísmo de sus madres ha contado más para ellas.

Dar el bebé en adopción
»Estoy ya al noveno mes, aún tendo muchas dudas, muchas incertezas. Pero de una cosa sí que estoy convencida: siempre hay una alternativa al aborto. Y quien sostiene que dejar que el propio hijo en adopción sea un acto peor que el aborto mismo, debería ponerse una mano en la conciencia, porque es un acto de amor, dolor y sacrificio. Podrás convivir contigo misma, sabiendo que aquel hijo vive porque tú has escogido no matarlo: sabiendo que una familia cuidará de él con amor, y también que él tendrá su oportunidad en esta tierra. Tú has tenido la oportunidad de vivir y es de justicia que la tenga también él. Y es que una oportunidad la merecemos todos».

Juan Antonio Ruiz
religionenlibertad.com 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Benedicto XVI nombrará en 2012 doctora de la Iglesia a la monja Hildegard Von Binden

Hildegard von Binden vivió en el siglo XII. Además de monja, fue compositora, filósofa, física y ecologista. Una polifacética mujer, pionera en muchos campos durante la Edad Media.

Procedía de una familia acomodada y cuando tenía ocho años le enviaron a estudiar a un monasterio. Con el tiempo, decidió hacerse monja y más tarde se convirtió en la abadesa.

Sus visiones y profecías fueron reconocidas por el papa de aquel momento que le permitió hablar de ellas en público.

Como no ha sido canonizada oficialmente, es probable que el Papa lo haga antes de nombrarla doctora de la Iglesia en octubre.

Benedicto XVI dedicó a esta religiosa alemana varias audiencias generales. Dijo de ella que “sirvió a la Iglesia en una época en la que estaba herida por los pecados de los sacerdotes y los laicos”.

Benedicto XVI señala que: “Los cátaros -que literalmente significa "puros"-, propugnaban una reforma radical de la Iglesia, sobre todo para combatir los abusos del clero. Ella les reprendió con fuerza por querer subvertir la naturaleza misma de la Iglesia, recordándoles que una verdadera renovación de la comunidad eclesial no se consigue tanto con el cambio de las estructuras, como con un sincero espíritu de penitencia y un camino continuo de conversión. Este es un mensaje que nunca debemos olvidar".

Hasta ahora hay 33 doctores de la Iglesia y tan sólo tres de ellos son mujeres. Benedicto XVI también anunció durante la Jornada Mundial de la Juventud que nombrará doctor de la Iglesia al español San Juan de Ávila.

Con este nombramiento la Iglesia católica reconoce que la aportación a la Teología que han hecho sigue siendo actual a pesar del paso del tiempo. 

MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2012


MENSAJE DE SU SANTIDAD
BENEDICTO XVI
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2012



EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA JUSTICIA Y LA PAZ

1. El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.

¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? En el salmo 130 encontramos una imagen muy bella. El salmista dice que el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones. Os invito a abrir el año 2012 con dicha actitud de confianza. Es verdad que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día.

En esta oscuridad, sin embargo, el corazón del hombre no cesa de esperar la aurora de la que habla el salmista. Se percibe de manera especialmente viva y visible en los jóvenes, y por esa razón me dirijo a ellos teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la sociedad. Así pues, quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencidos de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza.

Mi mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz.

Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona.

Las preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo expresan el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro. En la actualidad, muchos son los aspectos que les preocupan: el deseo de recibir una formación que los prepare con más profundidad a afrontar la realidad, la dificultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo, la capacidad efectiva de contribuir al mundo de la política, de la cultura y de la economía, para edificar una sociedad con un rostro más humano y solidario.

Es importante que estos fermentos, y el impulso idealista que contienen, encuentren la justa atención

en todos los sectores de la sociedad. La Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y los anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver «cosas nuevas» (Is 42,9; 48,6).

Los responsables de la educación

2. La educación es la aventura más fascinante y difícil de la vida. Educar –que viene de educere en latín– significa conducir fuera de sí mismos para introducirlos en la realidad, hacia una plenitud que hacer crecer a la persona. Ese proceso se nutre del encuentro de dos libertades, la del adulto y la del joven. Requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad, y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo. Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca; testigos que sepan ver más lejos que los demás, porque su vida abarca espacios más amplios. El testigo es el primero en vivir el camino que propone.

¿Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia? Ante todo la familia, puesto que los padres son los primeros educadores. La familia es la célula originaria de la sociedad. «En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro»[1].Ella es la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz.

Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo. Deseo decir a los padres que no se desanimen. Que exhorten con el ejemplo de su vida a los hijos a que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica.

Quisiera dirigirme también a los responsables de las instituciones dedicadas a la educación: que vigilen con gran sentido de responsabilidad para que se respete y valore en toda circunstancia la dignidad de cada persona. Que se preocupen de que cada joven pueda descubrir la propia vocación, acompañándolo mientras hace fructificar los dones que el Señor le ha concedido. Que aseguren a las familias que sus hijos puedan tener un camino formativo que no contraste con su conciencia y principios religiosos.

Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo transcendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos. Que enseñe a gustar la alegría que brota de vivir día a día la caridad y la compasión por el prójimo, y de participar activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

Me dirijo también a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. Que se esfuercen para que a nadie se le niegue el derecho a la instrucción y las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos. Que trabajen para favorecer el reagrupamiento de las familias divididas por la necesidad de encontrar medios de subsistencia. Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos.

No puedo dejar de hacer un llamamiento, además, al mundo de los medios, para que den su aportación educativa. En la sociedad actual, los medios de comunicación de masa tienen un papel particular: no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios y, por tanto, pueden dar una aportación notable a la educación de los jóvenes. Es importante tener presente que los lazos entre educación y comunicación son muy estrechos: en efecto, la educación se produce mediante la comunicación, que influye positiva o negativamente en la formación de la persona.

También los jóvenes han de tener el valor de vivir ante todo ellos mismos lo que piden a quienes están en su entorno. Les corresponde una gran responsabilidad: que tengan la fuerza de usar bien y conscientemente la libertad. También ellos son responsables de la propia educación y formación en la justicia y la paz.

Educar en la verdad y en la libertad

3. San Agustín se preguntaba: «Quid enim fortius desiderat anima quam veritatem? - ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad?»[2]. El rostro humano de una sociedad depende mucho de la contribución de la educación a mantener viva esa cuestión insoslayable. En efecto, la educación persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser, con vistas a su fin último y al bien de la sociedad de la que es miembro. Por eso, para educar en la verdad es necesario saber sobre todo quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Contemplando la realidad que lo rodea, el salmista reflexiona: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que de él te cuides?» (Sal 8,4-5). Ésta es la cuestión fundamental que hay que plantearse: ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad –no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida– porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Así pues, reconocer con gratitud la vida como un don inestimable lleva a descubrir la propia dignidad profunda y la inviolabilidad de toda persona. Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esta altísima dignidad. Nunca podemos olvidar que «el auténtico desarrollo del hombre se refiere a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones»[3],incluida la trascendente, y que no se puede sacrificar a la persona para obtener un bien particular, ya sea económico o social, individual o colectivo.

Sólo en la relación con Dios comprende también el hombre el significado de la propia libertad. Y es cometido de la educación el formar en la auténtica libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrío, no es el absolutismo del yo. El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él.

La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. «En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada uno encerrado dentro de su propio “yo”. Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común»[4].

Para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho y del mal que ha cometido[5].Por eso, el ejercicio de la libertad está íntimamente relacionado con la ley moral natural, que tiene un carácter universal, expresa la dignidad de toda persona, sienta la base de sus derechos y deberes fundamentales, y, por tanto, en último análisis, de la convivencia justa y pacífica entre las personas.

El uso recto de la libertad es, pues, central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro, aunque se distancie de la propia forma de ser y vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se quedan en palabras sin contenido: la confianza recíproca, la capacidad de entablar un diálogo constructivo, la posibilidad del perdón, que tantas veces se quisiera obtener pero que cuesta conceder, la caridad recíproca, la compasión hacia los más débiles, así como la disponibilidad para el sacrificio.

Educar en la justicia

4. En nuestro mundo, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, más allá de las declaraciones de intenciones, está seriamente amenazo por la extendida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad, del beneficio y del tener, es importante no separar el concepto de justicia de sus raíces transcendentes. La justicia, en efecto, no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La visión integral del hombre es lo que permite no caer en una concepción contractualista de la justicia y abrir también para ella el horizonte de la solidaridad y del amor[6].

No podemos ignorar que ciertas corrientes de la cultura moderna, sostenida por principios económicos racionalistas e individualistas, han sustraído al concepto de justicia sus raíces transcendentes, separándolo de la caridad y la solidaridad: «La “ciudad del hombre” no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo»[7].

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados» (Mt 5,6). Serán saciados porque tienen hambre y sed de relaciones rectas con Dios, consigo mismos, con sus hermanos y hermanas, y con toda la creación.

Educar en la paz

5. «La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad»[8].La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios. Los cristianos creemos que Cristo es nuestra verdadera paz: en Él, en su cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo y ha destruido las barreras que nos separaban a unos de otros (cf. Ef 2,14-18); en Él, hay una única familia reconciliada en el amor.

Pero la paz no es sólo un don que se recibe, sino también una obra que se ha de construir. Para ser verdaderamente constructores de la paz, debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las consciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).

La paz para todos nace de la justicia de cada uno y ninguno puede eludir este compromiso esencial de promover la justicia, según las propias competencias y responsabilidades. Invito de modo particular a los jóvenes, que mantienen siempre viva la tensión hacia los ideales, a tener la paciencia y constancia de buscar la justicia y la paz, de cultivar el gusto por lo que es justo y verdadero, aun cuando esto pueda comportar sacrificio e ir contracorriente.

Levantar los ojos a Dios

6. Ante el difícil desafío que supone recorrer la vía de la justicia y de la paz, podemos sentirnos tentados de preguntarnos como el salmista: «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?» (Sal 121,1).

Deseo decir con fuerza a todos, y particularmente a los jóvenes: «No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno.

Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?»[9]. El amor se complace en la verdad, es la fuerza que nos hace capaces de comprometernos con la verdad, la justicia, la paz, porque todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,1-13).

Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante a las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo.

Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.

A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Miremos con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz. Consciente de todo ello, os envío estas reflexiones y os dirijo un llamamiento: unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para «educar a los jóvenes en la justicia y la paz».

Vaticano, 8 de diciembre de 2011

BENEDICTUS PP XVI



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Notas

[1] Discurso a los Administradores de la Región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma, (14 enero 2011), L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (23 enero 2011), 3.

[2] Comentario al Evangelio de S. Juan, 26,5.

[3] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 11: AAS 101 (2009), 648; cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 14: AAS 59 (1967), 264.

[4] Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea eclesial de la diócesis de Roma (6 junio 2005): AAS 97 (2005), 816.

[5] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 16.

[6]Cf. Discurso en el Bundestag (Berlín, 22 septiembre 2011): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 septiembre 2011), 6-7.

[7] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 6: AAS 101 (2009), 644-645.

[8] Catecismo de la Iglesia Católica, 2304.

[9] Vigilia de oración con los jóvenes (Colonia, 20 agosto 2005): AAS 97 (2005), 885-886. 
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El Papa a la delegación de Ucrania donadora del abeto de la plaza de san Pedro: Conservar los símbolos de la Navidad


Viernes, 16 dic (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia a la delegación de Ucrania que ha donado este año al Papa el abeto de Navidad, que ha sido levantado y adornado, como cada año en el centro de la plaza de san Pedro, al lado del belén hasta el término de las fiestas navideñas. En sus palabras de agradecimiento, el Santo Padre ha saludado a la iglesia greco-católica y a la iglesia latina, a todos los files de Ucrania y a los hermanos de la Iglesia ortodoxa.

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Significativo símbolo de la Navidad de Cristo, porque sus ramas siempre verdes recuerdan el perdurar de la vida. El abeto es asimismo signo de la religiosidad popular de vuestra tierra y de las raíces cristianas de vuestra cultura. Deseo que estas raíces puedan consolidar cada vez más vuestra unidad nacional, favoreciendo la promoción de valores auténticos y compartidos.

Benedicto XVI ha subrayado que Ucrania “encrucijada de culturas y punto de encuentro entre las riquezas espirituales de Oriente y Occidente” pueda continuar “su peculiar vocación de tenaz adhesión a los valores de la fe”.

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En este tiempo de de Adviento, la Iglesia nos invita a prepararnos al Nacimiento del Salvador, intensificando el camino espiritual y la relación con Cristo. ¡Nuestra época tiene necesidad de cristianos santos, entusiastas de la propia fe! La Virgen María es modelo y guía para nosotros: para comprender la voluntad de Dios sobre la vida y el sentido de los eventos que se refieren a Hijo de Dios, Ella revela una singular mirada contemplativa: escucha, observa, custodia, medita, reza. ¡Cuánta necesidad hay de recuperar el gusto por la oración! Cuán atentos debemos estar para no dejarnos vencer por los ritmos agobiantes de la vida, que nos impiden meditar ante el misterio estupendo de Dios que habita en nuestro corazón.

El Papa ha subrayado que la “Navidad es fiesta cristiana y sus símbolos constituyen importantes referencias al gran misterio de la Encarnación”. “El abeto y el belén son elementos de aquel clima típico de la Navidad que “pertenece al patrimonio espiritual de nuestras comunidades”, un clima a la vez de religiosidad y de intimidad familiar, “que debemos conservar en la sociedad actual, donde a menudo prevalece el consumismo y la búsqueda de los bienes materiales”.
ER
radiovaticana.org

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Qué es un embrión humano?

Una respuesta desde la Bioética

Ofrecemos a los lectores un artículo clarificador de Francisco José Ballesta, de la Facultad de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, Italia, sobre lo que se entiende por embrión humano y las consecuencias de la reciente sentencia europea acerca de la imposibilidad de patentar productos de la experimentación con embriones.
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Por Francisco José Ballesta
El pasado 18 de octubre el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió una sentencia (en el asunto C34/10) en la que, entre otras cosas, declaraba lo siguiente: “El artículo 6, apartado 2, letra c), de la Directiva 98/44/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 6 de julio de 1998, relativa a la protección jurídica de las invenciones biotecnológicas, debe interpretarse en el sentido de que: Constituye un «embrión humano» todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación, todo óvulo humano no fecundado en el que se haya implantado el núcleo de una célula humana madura y todo óvulo humano no fecundado estimulado para dividirse y desarrollarse mediante partenogénesis.”
El centro de la atención recayó inmediatamente sobre las circunstancias que habían causado esta declaración (el conflicto jurídico entre Oliver Brüstle y Greenpeace) y el reconocimiento de la condición de embrión humano a “todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación”, tradicional caballo de batalla en los debates sobre el aborto y las técnicas de reproducción asistida extracorpóreas. Toda la terminología biológica que distingue, desde el punto de vista descriptivo, entre las diferentes etapas del desarrollo embrionario (cigoto, mórula, blastocisto…) tiene exactamente el mismo valor que la que usamos para describir las etapas posteriores en el desarrollo fetal y postnatal (niño, adolescente, adulto…). En todos los casos estamos hablando de un ser humano en diversos momentos de su desarrollo (embrionario, fetal o postnatal). Importante contar con este tipo de declaraciones que resuelven las dudas sobre el asunto de quien todavía pudiera tenerlas después de las confirmaciones que nos da cada día la ciencia.
No menos importante es la afirmación de que también constituye un embrión humano “todo óvulo humano no fecundado en el que se haya implantado el núcleo de una célula humana madura y todo óvulo humano no fecundado estimulado para dividirse y desarrollarse mediante partenogénesis”. El óvulo humano es una célula muy especial, que podríamos calificar de “oro biológico”, muy cotizada en los sectores de la reproducción asistida y de la investigación de base sobre la reproducción humana y las primeras etapas del desarrollo. Esta célula tiene la capacidad, entre otras cosas, de reprogramar, hasta cierto punto, el DNA de las células diferenciadas poniéndolo en un estado similar al del DNA del cigoto. Sólo tenemos que acordamos de la oveja Dolly para saber lo que puede llegar a suceder en estos casos (clonación). Esta célula especialísima, tiene también la capacidad de iniciar el desarrollo embrionario sin la presencia de un espermatozoide que la fecunde (partenogénesis). La activación espontánea es rara en el ser humano aunque sucede alguna que otra vez, dando origen a desarrollos embrionarios que se desvían de la normalidad (Simard, 1957. Oliveira, 2004. Weiss, 2006). Existen muchos experimentos de clonación y de activación partenogenética artificial de los óvulos en diversas especies y también de óvulos humanos. La declaración que estamos considerando nos está diciendo que hay que ampliar la extensión del concepto “embrión humano”, con todo lo que ello significa, por lo menos a estas dos situaciones.
¿Qué sucederá en el futuro con muchos otros casos, análogos a los descritos, que son el resultado de los experimentos que se realizan en tantos laboratorios? (Findlay, 2007). ¿Llegaremos a admitir que se trata también de embriones humanos, o de la especie de que se trate en cada caso?
Una cosa es segura: existen muchas fecundaciones defectuosas, así como manipulaciones que dan origen a desarrollos embrionarios iniciales que después se detienen o desvían por causas diversas. Todo parece indicar que mientras este desarrollo es “normal” estaríamos ante un embrión desarrollándose, cuando empieza a manifestarse el desarrollo anormal podríamos hablar de un desarrollo embrionario patológico y, en el caso de una desviación extrema o de la detención del desarrollo, de un embrión que ha dejado de existir.

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Nota de los obispos españoles sobre la Jornada de la Familia 2011

Los obispos de la subcomisión Familia y Vida de la Conferencia Episcopal hicieron pública una nota para la próxima Jornada de la Familia 2011, que se celebra en España el próximo 30 de diciembre. Ofrecemos el texto íntegro de la citada nota, cuando la Iglesia se encamina a la celebración del Encuentro Mundial de las Familias en Milán, al que está previsto que asista Benedicto XVI.
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Permanece en nuestra mente y corazón la reciente visita de Su Santidad Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011, «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe».
En la inolvidable vigilia de oración en Cuatro Vientos nos dejó este claro mensaje a modo de clarificación de la vocación al amor que todo hombre está llamado a vivir: «A muchos el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gén 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial»1.
Es preciso que los hombres de nuestro tiempo sean capaces de reconocer esta belleza para que puedan vivir la grandeza de su vocación. Por ello, en el marco de la próxima jornada que celebraremos el viernes 30 de diciembre con el lema «Familia cristiana arraigada en Cristo», los obispos queremos invitar a todas las comunidades cristianas, movimientos y asociaciones a ser testigos y portavoces del mensaje y la misión que el Santo Padre nos ha dejado: la familia, el hogar, fundado en el don que Cristo Esposo hace a la comunión esponsal indisoluble y abierta a la vida, forma parte de la esperanza de los hombres. De esta manera, el futuro de la humanidad y de la Iglesia se fragua en la familia2.
La familia, arraigada en Cristo
La familia es la comunidad de personas nacida de la unión conyugal del hombre y la mujer, llamada a existir y a vivir en comunión de amor3. Los esposos cristianos han de ser conscientes de que su amor nace de otro amor primero (Ap 2, 4) que lo genera, lo nutre y lo fortalece. Su unión se arraiga en la verdad de Jesucristo crucificado que se entrega por amor a su Iglesia (Ef 5, 25) y «el Espíritu Santo, que infunde el Señor, renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos amó»4. Sobre esta raíz que nos descubre la fe se edifica la familia fuertemente arraigada en Cristo, la roca de la salvación, como aquel hombre que edificó su casa sobre una roca firme de modo que resista a los embates de la lluvia y las crecidas de los ríos (cf. Mt 7, 24-25). La familia es el lugar donde Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nació, vivió, creció y murió: «el niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2, 40). La familia es el reflejo en la tierra del misterio de Comunión eterna que Él vive en el seno de la Santísima Trinidad5. La familia, a imagen de la Trinidad, es origen de la vida y casa de la comunión donde se descubre, acoge, custodia, revela y se comunica el amor .
La familia tiene también la misión específica del servicio a la vida7. Los esposos en su amor conyugal se hacen aptos para recibir el don de la vida. En esta comunión de amor el hombre puede ser recibido y apreciado por sí mismo y se descubre que toda vida humana es un bien y se la protege de tantas amenazas. Por eso mismo, los padres son también los primeros responsables de la educación de sus hijos para introducirlos progresivamente dentro de la familia humana.
Igualmente, mediante la regeneración por el bautismo, el hijo es introducido en la familia de Dios , que es la Iglesia, y recibe un corazón nuevo para vivir el amor y el perdón. Así, la familia colabora con Cristo y la Iglesia en la transmisión de la fe y la iniciación cristiana y es signo y recuerdo permanente para la Iglesia de que es esencialmente familia de hijos de Dios, llamada a establecer auténticas relaciones familiares.
También la familia recibe la fuerza del Espíritu para poder vivir su vocación de comunión en medio de las dificultades y problemas del momento como una misión recibida de Dios. Tiene por ello la especial capacidad de sanar con su cariño, acogida, amor y perdón los corazones a menudo con tantas heridas afectivas, morales, sociales y psicológicas. Igualmente tiene el cometido de aportar su ayuda en esta crisis económica, ante la falta de trabajo, ante las enfermedades,… protegiendo, sosteniendo y animando a cuantos lo precisen.
La familia, sujeto de la Nueva Evangelización
En el contexto de la nueva evangelización a la que nos convoca Benedicto XVI, conscientes de vivir en una sociedad con claros signos de esperanza como se ha puesto de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud, pero al mismo tiempo convulsa, con temores y momentos de desesperanza, la familia tiene un papel muy especial. La primera manifestación de la misión de la familia cristiana como Iglesia doméstica es la transmisión de la fe10. La familia nos descubre que formamos parte
de una historia de amor que nos precede, no solo por parte de los padres y abuelos sino, de un modo más fundamental, por parte de Dios, según se ha manifestado en la historia de la salvación11.
Somos eslabones de una cadena. Hemos recibido la fe y nos corresponde transmitirla con las palabras y hacerla creíble con el testimonio de nuestra vida.
Por ello, además de ser objeto de una urgente Evangelización, como evidencia la situación de crisis planteada, a la familia le corresponde responsabilizarse de la enorme y trascendente misión de participar como sujeto activo en la Nueva Evangelización.
El mundo actual desarraigado de la casa de la fe, deja a muchas personas confundidas por mensajes falsos y manipuladores, heridas por experiencias negativas y engaños. Está por ello tan necesitado de esta Evangelización para construir una vida y requiere entonces de modo especial el testimonio de la familia cristiana y la vida de la Iglesia. Esta vida lleva la impronta de aquello que distingue y diferencia a la familia: origen de la vida, imagen de la Trinidad y casa de comunión. La verdad de un amor misericordioso regenera a la persona y la capacita para vivir el amor verdadero.
Al igual que en otros tiempos difíciles la evangelización fue llevada a cabo por las comunidades cristianas y el monacato, hoy corresponde a las familias cristianas, fieles a la Iglesia, ser sujetos activos de la Nueva Evangelización.
En estos momentos las familias, con su capacidad de organización y asociación, deben ser impulsoras de una justa política familiar que responda a sus derechos, necesidades e ilusiones y que responda así a los deseos de la inmensa mayoría de nuestra sociedad en sus problemas de vivienda, educación, conciliación laboral, etc. Se trata de una tarea urgente e inaplazable.
Europa necesita de la familia y no es posible la regeneración de Europa si no pasa por la realidad de la familia tal y como Dios la pensó. Como recordó Benedicto XVI en una de sus audiencias de este año: «En la Europa de hoy, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una especial responsabilidad en la defensa y promoción del valor de la familia fundada en el matrimonio que, por lo demás, es decisiva tanto en el ámbito educativo como en el social»12.
En estas Navidades, pedimos a la Sagrada Familia que nos haga profundizar en nuestra conciencia recordando en nuestras oraciones y ayudando en la medida de nuestras posibilidades de manera especial a cuantos sufren las consecuencias de la crisis. Igualmente pedimos por crecer en la responsabilidad de nuestra misión como familia cristiana con la vista puesta en el próximo Encuentro Mundial de Familias con el Santo Padre Benedicto XVI (Milán 2012). Para ello proponemos la inestimable ayuda que supone trabajar en nuestros respectivos ámbitos las catequesis elaboradas a tal fin con el sugestivo y oportuno título de «La Familia: el trabajo y la fiesta» encomendándonos a María Santísima Reina de las Familias.
Firman la nota el obispo de Alcalá de Henares y presidente de la Subcomisión Antonio Reig; los arzobispos de Valencia Carlos Osoro y de Burgos Francisco Gil; los obispos de Bilbao Mario Iceta, de Osma-Soria Gerardo Melgar, de Jerez de la Frontera José Mazuelos, y de Teruel y Albarracín Carlos Manuel Escribano.
Se pueden encontrar recursos para la celebración de la Jornada en: http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php/jornada-sagrada-familia.html.
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1 Benedicto XVI, Vigilia de oración en Cuatro Vientos, Madrid, 20/08/2011.
2 Cf. Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 86.
3 Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, 7.
4 Cf. Juan Pablo II, Familiaris Consortio.
5 Nota de los Obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida con motivo
de la Jornada de Familia (29/12/2008).
6 Cf. Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 7.
7 Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 28.
8 Cf. Juan Pablo II, Familiaris Consortio.
9 Cf. LXXVI Asamblea Plenaria de la conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral:
La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, 96.
10 Cf. Conferencia Episcopal Española, Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en
España, 66.
Cf. Nota de los Obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida con
motivo de la Jornada de Familia (29/12/2008).
12 Benedicto XVI, Audiencia General (8/06/2011).

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¿Quienes son las piedras vivas de la Tierra del Señor?

 La Tierra que el Señor pisó y recorrió, es hoy en día una gran desconocida por muchos católicos. También es cierto que para otro grupo de nosotros, la Tierra del Señor es un tesoro que valoramos e intentamos cuidar.

Tierra Santa está demasiado lejos del día a día y de las trifulcas internas que tanto nos motivan, al mismo tiempo que parece inaccesible por las tensiones que produce la eterna puja de los pueblos que la habitan. Parece sencillo olvidarla o dejarla “aparcada” como una bonita e innecesaria reliquia, dentro de nuestro “armario” de devociones e intereses lejanos.

Personalmente, lo que más me llama de Tierra Santa no son los monumentos, ni los lugares, sino lo que ha venido a llamar las piedras vivas que conforman la Iglesia Madre. Las piedras vivas son los cristianos que perviven y se afanan por no vivir en la Tierra donde Dios se manifestó. 
Recordemos unas palabras, especialmente lúcidas, de Benedicto XVI: 
Quizás ya no seamos capaces de comprender plenamente el significado que san Pablo y sus comunidades atribuyeron a la colecta para los pobres de Jerusalén. Se trató de una iniciativa totalmente nueva en el ámbito de las actividades religiosas: no fue obligatoria, sino libre y espontánea; tomaron parte todas las Iglesias fundadas por san Pablo en Occidente. La colecta expresaba la deuda de sus comunidades a la Iglesia madre de Palestina, de la que habían recibido el don inefable del Evangelio. Tan grande es el valor que Pablo atribuye a este gesto de participación que raramente la llama simplemente "colecta": para él es más bien "servicio", "bendición", "amor", "gracia", más aún, "liturgia" (2 Co 9). Sorprende, particularmente, este último término, que confiere a la colecta en dinero un valor incluso de culto: por una parte es un gesto litúrgico o "servicio", ofrecido por cada comunidad a Dios, y por otra es acción de amor cumplida a favor del pueblo. Amor a los pobres y liturgia divina van juntas, el amor a los pobres es liturgia. (Catequesis sobre El concilio de Jerusalén y la controversia de Antioquía. 1 de octubre de 2008) 
La vida de estas piedras vivas es precaria. A veces carecen de derecho a tener una simple casa o para desarrollar su actividad comercial. Ven restringidos sus movimientos por las fronteras que rasgan la Tierra donde Cristo lloró y sufrió. Carecen de seguros de asistencia médica o deben de pagar, con sus precarios sueldos, la educación cristiana de sus hijos. Gracias a la Custodia franciscana y al Patriarcado Latino, estas piedras vivas no ha desaparecido. 
Preguntémonos por un momento si somos conscientes de la importancia de estas piedras vivas. Sin ellos, la Tierra del Señor sería un bonito museo gestionado por israelíes y palestinos. Un museo lleno de maravillas desprovistas del alma y el Espíritu de la vivencia de nuestra Fe. ¿Queremos esto? Seguramente pensemos que ya otros se ocuparan de ello. Pero esos “otros” somos pocos y a duras penas hacemos posible que la Custodia Franciscana y el Patriarcado Latino permanezcan allí. 
Las piedras vivas necesitan que les reconozcamos y les ayudemos en lo que necesiten. Recordemos la primera colecta que realizó San Pablo y entendamos la importancia que tenía la Iglesia Madre de Jerusalén desde el primer siglo de nuestra era. 
 ¿Cómo ayudar a nuestros hermanos de Tierra Santa? Primero interesándose por ellos, haciéndoles llegar un poco de nuestra caridad en forma de donativo o haciendo una visita a la Tierra de Señor. 
Visitar Tierra Santa es impactante, pero además de lo que nosotros vivamos y nos traigamos de allí, hacemos posible la vida a muchos cristianos, que sin las peregrinaciones hubiesen emigrado a lugares menos comprometido. 
Les animo a contactar con la Custodia Franciscana a través de la Comisaría y Centro de Tierra Santa de Madrid (http://www.ctsmadrid.com/ts.html), donde Fray Teodoro les atenderá encantado. También pueden contactar por medio de las diversas comisarías que hay repartidas por todo el mundo y España. Pulsen en los enlaces anteriores o pregunten por el convento franciscano más cercano y allí les informarán con cercanía y afecto. 
La Navidad está cerca, no dejemos pasar la ocasión de dar nuestro apoyo al tesoro que son las piedras vivas que habitan  la Tierra del Señor. 
Nestor Mora Nuñez
religionenlibertad.com

Alfareros , artesanos y artistas de Puebla en el Corazón del Vaticano


Jueves, 15 dic. (RV).- Este 14 de diciembre, en el marco de la Audiencia General Su Santidad Benedicto XVI saludó agradecido a la delegación del Estado de Puebla, presente en Roma para entregar el tradicional obsequio navideño que México, desde hace 4 años, ofrece bajo la iniciativa “Navidad mexicana en el Vaticano” , y que para la ocasión trajo la rica producción artesanal del Estado de Puebla. El arraigo cultural quiere que la obra de grandes maestros alfareros, artesanos, y artistas aporten producciones de la más alta calidad para que permanezcan en dos importantes sitios vaticanos: los Museos Vaticanos donde quedan permanentemente expuestas, pero también -y durante el período navideño-, en el Aula Pablo VI. En esta ocasión con un precioso y gigantesco nacimiento elaborado en cerámica de Talavera, con la decoración del abeto que se encuentra en el palco del Aula donde Su Santidad suele celebrar en invierno la Audiencia General de los Miércoles.

El Gobernador del Vaticano Mons. Giuseppe Bertello, profundo conocedor de las tradiciones mexicanas por haber sido Nuncio Apostólico en México, fue el gran anfitrión que dio la bienvenida a las más altas autoridades de la Iglesia local representadas por el Arzobispo de Puebla Mons. Víctor Sánchez Espinoza y del Gobierno de Puebla, encabezado por su gobernador Licenciado Rafael Moreno Rosas, con la amable presencia del Embajador de México ante la Santa Sede, Profesor Federico Ling Altamirano, para recibir una vez más la muestra que se hace tradición y lleva el nombre “Navidad mexicana en el Vaticano: Puebla”. Patricia Jáuregui conversó con el Arzobispo de Puebla de los Ángeles, Víctor Sánchez Espinoza (Audio): RealAudioMP3

Mons. Víctor Sánchez Espinoza, en representación de la jerarquía poblana compartió con el Auditorio de Radio Vaticano algunos detalles de las obras de arte y artesanales que han quedado expuestas (Audio): RealAudioMP3

Por último el mensaje para Adviento y el comentario a la visita que Su Santidad Benedicto XVI tiene intención de realizar la próxima primavera, antes de la Pascua, como lo anunció el pasado 12 de diciembre en el marco de la Santa Misa en conmemoración del bicentenario de independencia de los países del Continente de la esperanza (Audio): RealAudioMP3
(PLJR - Radiovaticana.org)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

El drama de la separación conyugal vivido por los niños afectados

A continuación les ofrezco un artículo de zenit.org  sobre el drama de los divorcios y su repercusión en la vida de los más damnificados, los pequeños.
Por Rafael Navarro-Valls
Acabo de asistir a un Congreso de especial interés. Los protagonistas éramos un conjunto de expertos de todo el mundo, reunidos en Roma por el Consejo Pontificio de la Familia. La ocasión del encuentro era el 30 aniversario de uno de los documentos más interesantes del pontificado del beato Juan Pablo II. Me refiero a la constitución apostólica Familiaris Consortio (22.XI.1981). Al recibir a los asistentes, la importancia del evento la subrayaba Benedicto XVI con estas palabras: "El eclipse de Dios se debe a la difusión de ideologías contrarias a la familia".
No exageraba el Santo Padre. Un ácido ejemplo mediático bastará para definir la seriedad del momento histórico por el que pasa la familia. Los periódicos americanos suelen concretar en pocas palabras el momento de la vida que define a cada generación. Así, dirigiéndose a los que vivieron los años cuarenta, la pregunta clave suele ser: “¿Dónde estaba usted cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor? “For baby boomers, the questions are: 'Where were you when Kennedy was shot?'” Para los baby boomers (los nacidos entre 1945 y primeros años de los 60) las preguntas son: "¿Dónde estaba cuando Kennedy fue asesinado?" o "What were you doing when Nixon resigned?" o "¿Qué estaba haciendo cuando renunció Nixon? "For much of my generation --Generation X, born between 1965 and 1980- there is only one question: "When did your parents get divorced?" Para los que vivían el 11 de septiembre de 2001, la pregunta suele ser : ¿“Dónde estaba usted cuando se derrumbaron las torres del World Trade Center”? En fin, para la generación X, es decir para los nacidos entre 1965 y 1980, sólo hay una pregunta: “¿Qué edad tenías cuando tus padres se divorciaron?”. Interrogante. Our lives have been framed by the answer. Interrogante que peligrosamente se acerca a niños de edad inferior.
Un evento dramático
Ciertamente, la realidad es menos negativa, pues existen muchos matrimonios que perseveran toda la vida. Pero sí es cierto –lo comentaba el profesor Timothy O’ Donnell, en su ponencia del Congreso al que acabo de aludir- que incluso en la prensa más secularizada, la experiencia del divorcio se coloca entre los eventos dramáticos de la historia, con una carga de profunda tragedia. Pensemos en Europa: hoy se rompe un matrimonio cada 30 segundos. Lo que significa que las rupturas matrimoniales superan el millón de divorcios anuales. En los últimos 25 años, en nuestro continente se han destruido unos 12 millones de matrimonios. Los dudosos puestos de honor son para Alemania, Reino Unido, Francia y España, que acumulan un 60% del total. Probablemente, una de las causas de la masiva fractura de uniones matrimoniales, es la eliminación o acortamiento de los períodos de espera en los procesos de divorcio. Según un reciente estudio, el 80% del aumento de las tasas de divorcio en Europa Occidental entre 1970 y 1990 traen su causa en dicho acortamiento. En España, la ley de 2005 que reducía a tres meses desde la celebración del matrimonio la posibilidad de obtener el divorcio , y prácticamente eliminaba la separación matrimonial como posible medio para la reconciliación, produjo un explosivo incremento de las rupturas definitivas de los matrimonios . Destaca el excepcional aumento de los matrimonios disueltos antes de un año que es tres veces superior al número registrado en el año 2005, como resultado de la ley de “divorcio exprés”.
Si a este dato, unimos el dramático descenso del índice de fecundidad en la UE (1.38 hijos/mujer), muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2.1), es claro que los agentes sociales (juristas, sociólogos, teólogos) ponderen con profunda inquietud la situación. Especialmente, la del niño.
De la explosión postadolescente al derecho puerocéntrico
Esto está produciendo un doble efecto: negativo el primero, positivo el segundo: lo que los sociólogos llaman “explosión postadolescencia” y un proceso de producción de derecho fuertemente “puerocéntrico”. Efectivamente el brusco descenso de la natalidad ha producido un proceso de superprotección de la menguante prole. Superprotección no siempre beneficiosa, pues en la familia de fratría escasa la excesiva, o al menos desenfocada, atención que el niño recibe de los padres le confirma en una cierta ilusión de omnipotencia. Su entorno se vuelca en lo inmediato, y sus deseos tienden a ser inmediatamente satisfechos. Pero al llegar a la adolescencia, la realidad se le torna hostil al no hacer posible ya la inmediata satisfacción de deseos, generados por nuevos estímulos. Este desconcierto suele desembocar en una fuerte atracción hacia estímulos externos como la drogadicción o la delincuencia.
Respecto al derecho “puerocéntrico” implica un inédito proceso de concentración de derechos en el niño, que se concreta en un derecho ciertamente absorbente. Baste este reciente ejemplo. La Comisión Europea acaba de proponer (15.2.2011) toda una serie de medidas para proteger los derechos del niño. Se trata en su mayoría de cambios jurídicos de apoyo a las administraciones de los países miembros. Algunos ejemplos sugeridos son: leyes que protejan mejor los derechos de los niños como colectivo especialmente vulnerable durante los procesos judiciales y ante los tribunales ; apoyo a la formación de los jueces y demás profesionales del Derecho para que estén en condiciones de ayudar a los menores en los tribunales ; medidas contra el ciberacoso, el grooming (manipulación de menores por adultos a través de internet), la exposición a contenidos nocivos y otros riesgos a través del Programa de la UE para un internet más seguro; apoyo a la lucha contra la violencia ejercida sobre niños y el turismo sexual de menores.
¿Qué puede hacerse ?
El debate final del Congreso al que aludo al principio de estas líneas no se limitó a destapar el panorama de una familia enferma. Abundó en medidas positivas. Algunas de ellas coinciden con las 101 medidas que, para España, acaba de sugerir el Instituto de Política Familiar (Madrid, 2011). Entre ellas: elaborar una Ley de Prevención y Mediación Familiar para ayudar a matrimonios en crisis; ayudas directas universales al embarazo y por nacimiento; aumentar los permisos remunerados de maternidad y paternidad; crear “cheques guardería” y “cheques escolares”; aumentar el % del PIB dedicado a la familia ( en torno al 2,1% en la UE ; 1,5% tan sólo en España), etc.
Sin embargo, en mi opinión, si importante es crear un marco legislativo dentro del cual las familias puedan respirar y cumplir sus fines, será la influencia de los medios de comunicación, de las escuelas, de las Iglesias y, sobre todo, de las propias familias quien decidirá la partida. No esperemos que el modelo de familia sea –como antaño- “un producto” de las costumbres, más bien ha de ser un “instrumento de modificación” de esas costumbres. Se trata de ofertar a Occidente con enorme paciencia la ética y la antropología que late bajo la bíblica "una caro". Se trata de ser conscientes de que la crisis del matrimonio y la familia probablemente no se debe tanto a razones históricas o sociológicas cuanto a motivos ideológicos. Será en el mundo de las ideas donde habremos de fraguar los cambios. Eso llevará su tiempo. Pero vale la pena.
zenit.org

Audiencia General de Benedicto XVI: Se conmueve y hace cargo de la pena

Miércoles, 14 dic. (RV).- Esta mañana a las 10,30 en el Aula Pablo VI del Vaticano Benedicto XVI celebró su tradicional encuentro con los fieles italianos y los peregrinos de diversas partes del mundo reunidos para escuchar su catequesis semanal dedicada también en esta ocasión a la Oración de Jesús, con sus obras de curación. El Sucesor de Pedro indicó que el Señor se conmueve y carga con la pena de la persona afligida, destacando que la compasión por quien sufre provoca la plegaria al Padre: (Audio) RealAudioMP3 Catequesis del Papa y saludos en nuestro idioma.

El Papa dirigió un cordial saludo de bienvenida a los peregrinos de lengua italiana en particular a la comunidad de los Legionarios de Cristo, presentes en este encuentro con los representantes de la Asociación Regnum Christi, venidos a Roma para la ordenación de 50 nuevos sacerdotes: “Que el Señor los sostenga en su ministerio para que puedan actuar con gozo y fidelidad la propia misión al servicio del Evangelio”.

Benedicto XVI agradeció a cuantos han promovido, financiado y realizado los trabajos de restauración de la célebre escultura “La Resurrección” del maestro Pericle Fazzini, que el Siervo de Dios Pablo VI ha hecho colocar en el Aula Pablo VI y señalándola puso de relieve que tras los minuciosos trabajos realizados es que hoy, los fieles presentes pueden admirar esta obra de arte y fe en todo su esplendor original.

Como es una tradición al final del encuentro, Su Santidad dedicó palabras a los jóvenes, enfermos y recién casados: “A ustedes, queridos jóvenes, deseo que dispongan sus corazones para acoger a Jesús, que nos salva con la potencia de su amor. Que a ustedes, queridos enfermos, que experimentan todavía más el peso de la cruz, las próximas fiestas navideñas aporten serenidad y consuelo. Y a ustedes, queridos recién casados, crezcan cada vez más en aquel amor que Jesús con su Nacimiento ha venido a donarnos”.
(PLJR)


CATEQUESIS COMPLETA
Queridos hermanos y hermanas
Hoy quisiera reflexionar con vosotros sobre la oración de Jesús en relación a su acción curativa prodigiosa. En los evangelios se presentan diversas situaciones en las que Jesús reza frente a la obra benéfica y sanadora de Dios Padre, que actúa a través de Él. Se trata de una oración que, una vez más, muestra la relación única de conocimiento y de comunión con el Padre, mientras Jesús se deja involucrar con gran participación humana en las angustias y necesidades de sus amigos, por ejemplo, Lázaro y su familia, o de tantos pobres y enfermos que Él quiere ayudar de manera concreta.

Un caso significativo es la curación del sordomudo (cfr Mc 7,32-37).
La narración del evangelista san Marcos, muestra que el poder sanador de Jesús está relacionado con su intensa relación tanto con el prójimo, el enfermo, que con el Padre. La escena del milagro es cuidadosamente descrita de la siguiente manera: «Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo suspiró y le dijo: “Effatà”, esto es “Ábrete” (7,33-34).
Jesús quiere que la curación tenga lugar “lejos de la multitud”. Esto no parece que sea debido sólo al hecho de que el milagro debe mantener escondido a la gente para evitar que se den interpretaciones restrictivas o distorsionadas de la persona de Jesús.
La opción de llevar el paciente a un lado, aparte, hace que en el momento de la curación, Jesús y el sordomudo se encuentren solos, próximos uno del otro en una singular relación. Con un gesto, el Señor toca los oídos y la lengua del enfermo, es decir, los lugares específicos de su enfermedad. La intensidad de la atención de Jesús se manifiesta también en las características peculiares de la curación: Él utiliza los propios dedos y hasta su propia saliva. El hecho de que el Evangelista proponga la palabra original pronunciada por el Señor - "Effatá", "¡Ábrete!" - evidencia el carácter único de la escena.

Pero el punto central de este episodio es el hecho de que Jesús, en el momento de realizar la curación, busca directamente su relación con el Padre. La narración dice, en efecto, que Él "... mirando al cielo, suspiró,"
(v. 34). La atención al paciente, el cuidado que le tiene Jesús, están relacionados con una profunda actitud de oración dirigida a Dios. Y la emisión del suspiro está descrita con un verbo que en el Nuevo Testamento indica la aspiración a algo bueno que todavía falta (cf. Rom 8:23). Toda la historia, pues, muestra que la implicación humana con el paciente lleva a Jesús a la oración. Una vez más reaparece su relación única con el Padre, su identidad de Hijo unigénito. En él, a través de su persona, se hace presente el acto curativo y benéfico de Dios. No es de extrañar que el comentario de la gente después del milagro recuerde la valoración que se hace de la creación al comienzo del Génesis: «Todo lo ha hecho bien » (Mc 7,37). En la acción curativa de Jesús entra de manera clara la oración, con su mirada hacia el cielo. La fuerza que ha sanado al sordomudo ciertamente ha sido provocada por la compasión hacia él, pero proviene del recurso al Padre

Se encuentran estas dos relaciones: la relación humana de compasión por el hombre, que entra en relación con Dios y se convierte así en curación.

En el relato del evangelista Juan sobre la resurrección de Lázaro, esta misma dinámica se evidencia todavía más (cf. Jn 11,1-44). Aquí, también, se entrelazan, por un lado, el vínculo de Jesús con un amigo y con su sufrimiento y, por otro, la relación filial que Él tiene con el Padre. La participación humana de Jesús en la historia de Lázaro tiene rasgos particulares. A lo largo de la narración es recordada en varias ocasiones la amistad que tiene con él, así como con sus hermanas, Marta y María. Jesús mismo afirma: “Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo» (Jn 11,11).
El afecto sincero que tiene por el amigo es manifestado también por las hermanas de Lázaro, así como por los judíos (cfr Jn 11,3; 11,36), se manifiesta en la conmoción profunda de Jesús a la vista del dolor de Marta y María y de todos los amigos de Lázaro y acaba estallando en el llanto -tan profundamente humano- al acercarse a la tumba. Dice san Juan:
“Jesús entonces viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: ¿Dónde lo habéis enterrado?” Le contestaron. “Señor, ven a verlo”. Jesús se echó a llorar”. (Jn 11,33-35).

Esta relación de amistad, la participación y la conmoción de Jesús ante el dolor de los familiares y amigos de Lázaro entronca, durante todo el relato, con una continua e intensa relación con el Padre. Desde el principio, el acontecimiento es interpretado por Jesús en relación con la propia identidad y misión, y con la glorificación que le espera. De hecho, ante la noticia de la enfermedad de Lázaro, Él comenta: “Esta enfermedad no es mortal; es para la gloria de Dios” (Jn 11,4). También el anuncio de la muerte del amigo es acogida por Jesús con profundo dolor humano, pero siempre en clara referencia a la relación con Dios y con la misión que le ha confiado: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean» (Jn 11, 14-15). El momento de la oración explícita de Jesús al Padre ante el sepulcro es el desenlace natural de todo el evento que reside en este doble registro de la amistad con Lázaro y de la relación filial con Dios. También aquí las dos relaciones van parejas. «Padre, te doy gracias porque me oíste» (Jn 11, 41). Es una eucaristía.

La frase revela que Jesús no ha dejado, ni por un instante, la oración de petición por la vida de Lázaro. Esta oración continua, incluso refuerza el vínculo con el amigo y, contemporáneamente, confirma la decisión de Jesús de permanecer en comunión con la voluntad del Padre, con su plan de amor, en el que la enfermedad y la muerte de Lázaro son consideradas como sede de la manifestación de la gloria de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, leyendo esta narración, cada uno de nosotros está llamado a comprender que en la oración de petición al Señor no debemos esperar un cumplimiento inmediato de aquello que pedimos, de nuestra voluntad, sino que debemos confiarnos a la voluntad del Padre, interpretando cada hecho en la perspectiva de su gloria, de su plan de amor, a menudo misterioso ante nuestros ojos. Por esto, nuestra oración, petición, alabanza y agradecimiento deberían fundirse juntas, incluso cuando nos parezca que Dios no responde a nuestras expectativas concretas. El abandono al amor de Dios, que nos precede y nos acompaña siempre, es una de las actitudes de fondo de nuestro diálogo con Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica comenta de esta forma la oración de Jesús en la narración de la resurrección de Lázaro: «Introducida por la acción de gracias, la oración de Jesús nos revela como pedir: antes de que la petición sea concedida, Jesús se adhiere a quien dona y que con sus dones se dona a sí mismo. El donador es más precioso que el don acordado; es el “Tesoro”, y el corazón de su Hijo está en él: el don se concede “por añadidura” (Mt 6, 21 y 6,33). Esto me parece muy importante. Antes que el don sea concedido adherirse a Aquel que dona, el donador más precioso del mundo. Por lo tanto, también para nosotros, más allá de lo que Dios nos dona cuando le invocamos, el don más grande que nos puede ofrecer es su amistad, su presencia, su amor. Él es el tesoro precioso que debemos pedir y custodiar siempre.

La oración que Jesús pronuncia mientras se aparta la piedra que sella el sepulcro de Lázaro, presenta también un desarrollo singular e inesperado. Después de haber dado las gracias a Dios Padre, Él añade: Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado» (Jn, 11, 42). Con su oración, Jesús quiere guiar a la fe, a la confianza total en Dios y su voluntad, y quiere mostrar que este Dios que amó tanto al mundo que envió a su Hijo unigénito, es el Dios de la Vida, el Dios que trae esperanza y es capaz de invertir las situaciones humanamente imposibles. La oración confiada de un creyente, por lo tanto es el testimonio vivo de esta presencia de Dios en el mundo, de su interés por el hombre, de su actuación para conseguir realizar su plan de salvación.

Las dos oraciones de Jesús, meditadas, que acompañan a la curación del sordomudo y a la resurrección de Lázaro, revelan que la profunda relación entre el amor de Dios y el amor al prójimo, deben incluirse en nuestra oración. En Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, la preocupación por el prójimo, especialmente si está necesitado o sufre, la conmoción ante el dolor de una familia amiga, le llevan a dirigirse al Padre, en esa relación fundamental que guía toda su vida. Pero también al contrario: la comunión con el Padre, el constante diálogo con Él, induce a Jesús a prestar atención de forma exclusiva a las situaciones concretas del hombre para ofrecer consolación y el amor de Dios. La relación con el hombre nos conduce hacia la relación con Dios y ésta última nos guía de nuevo al prójimo.

Queridos hermanos y hermanas, nuestra oración abre la puerta a Dios, que nos enseña a salir constantemente de nosotros mismos para ser capaces de acercarnos a los demás, especialmente en los momento de prueba, para ofrecerles consolación, esperanza y luz. Que el Señor nos conceda ser capaces de orar con mayor intensidad, para reforzar nuestra relación personal con Dios Padre, agrandar nuestro corazón para acoger las necesidades de nuestro prójimo y sentir la belleza de ser “hijos en el Hijo” justo a tantos hermanos.
Traducción: RV



TEXTO CATEQUESIS Y SALUDOS DEL PAPA EN ESPAÑOL:

Queridos hermanos y hermanas:
Quisiera referirme hoy a la oración de Jesús con ocasión de sus obras de curación, como en los casos del sordomudo o la resurrección de Lázaro que leemos en los Evangelios. En ellos, vemos cómo el Señor se conmueve y hace cargo de la pena de la persona afligida, y lo primero que hace es pedir al Padre que haga valer su acción benéfica. Así, la compasión por quien sufre provoca la plegaria al Padre, de cuya fuerza sanadora proviene la curación. De este modo, Jesús pone de manifiesto su relación singular con el Padre. E ilumina también la importancia de nuestra oración de petición, pues consiste ante todo en poner el caso confiadamente en manos de Dios, capaz de superar cualquier límite humano, testimoniando su presencia entre nosotros, conscientes de que, en cualquier caso, el don más precioso cuando lo invocamos es su amistad, su amor infinito por cada uno.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a la Delegación del Estado de Puebla, México, con su Gobernador, Licenciado Rafael Moreno Rosas. Agradezco su presencia y las muestras de la rica artesanía mexicana que han traído, y espero, con la ayuda de Dios, poder ser yo esta vez quien visite su País. Agradezco también la presencia de los peregrinos de España y otros países latinoamericanos. Invito a todos a reforzar nuestra relación personal con Dios mediante la oración, que nos hará también más hermanos ente nosotros. Muchas gracias.
radiovativana.org

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