El Santo Padre, en su discurso al final de la visita ad límina apostolorum de dichas conferencias episcopales, puso de relieve la labor que se realiza desde el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para superar los problemas planteados en los informes por los obispos, como el laicismo de sus sociedades, que tiene un impacto significativo en la comprensión y la práctica de la fe católica.
Y más específicamente, el Papa se refirió a la apreciación debilitada del carácter sagrado del matrimonio cristiano y la estabilidad de la familia. En este contexto-dijo- el combate para llevar una vida digna de nuestra vocación bautismal y para abstenerse de las pasiones terrestres que hacen la guerra a nuestras almas, se hace aún más comprometedor. Sabemos que la fe cristiana- afirmó el Pontífice aporta a la vida una base más segura que la visión secularizada.


Benedicto XVI subrayó, sin embargo que esta tarea evangelizadora requiere de sacerdotes íntegros y ejemplares por lo que animó a los obispos a tener un cuidado especial en la formación y la santificación de sus sacerdotes, especialmente de aquellos que tienen dificultades y que tienen poco contacto con sus hermanas en el sacerdocio.


En este contexto, el Papa recordó a los obispos que el Señor todavía está llamando a hombres para el sacerdocio, y saben que les anima a que consideren la posibilidad de dedicar su vida completamente a Cristo, por ello es necesario ayudar a los jóvenes de hoy en el discernimiento espiritual necesario para responder a su verdadera vocación


Luego de reconocer la importante contribución a la difusión del Evangelio hecha por religiosos y religiosas presentes en toda la región, incluyendo los campos educativos, pastorales y catequéticos, el Papa destacó el papel esencial de los fieles laicos para el bienestar de la iglesia. De hecho, en esa región la tarea de difundir el Evangelio a menudo depende de la asistencia de misioneros laicos y catequistas, a quienes los obispos deben seguir garantizando una formación sólida y continua.
Al concluir su discurso el Santo Padre recordó que mucho de estos retos pueden contar con el nuevo impulso que ha querido dar a la iglesia universal proclamando el “Año de la Fe”


RV-ATD
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