Como siempre en los viajes internacionales, el Papa ha compartido un tramo de su vuelo al Líbano hablando con los periodistas que le acompañaban en el avión y que le han preguntado sobre diversos temas de la actualidad política, social y religiosa en Líbano, Oriente Medio y el mundo.
Transcripción del texto de las preguntas y de las respuestas de Benedicto XVI
p.
Santidad, en estos días se recuerdan aniversarios terribles como el del 11 de septiembre, o la matanza de Sabra y Chatila; además en la frontera del Líbano está en curso una sangrienta guerra civil, mientras en otros países se observan focos de violencia. ¿Santo Padre con qué sentimientos afronta este viaje? ¿Le han sugerido que renunciara a la visita por motivos de seguridad?
r.
Nadie me ha aconsejado renunciar a este viaje y yo tampoco he contemplado esta hipótesis, porque sé que cuando la situación se hace más complicada es aún más necesario ofrecer un signo de fraternidad, de ánimo y de solidaridad. Por tanto, el objetivo de mi viaje es invitar al diálogo, invitar a la paz contra la violencia, trabajar juntos para encontrar soluciones a los problemas. Mis sentimientos son sobre todo sentimientos de agradecimiento por poder visitar en este momento este gran País, un país -como dijo el Papa Juan Pablo II- que es un ejemplo de encuentro en esta región para las tres religiones. Agradezco al Señor que me ha dado esta posibilidad, a todas las instituciones y las personas que han colaborado y colaboran en esta visita. Y agradezco también a todos los que me acompañan en la oración.
p.
Muchos católicos expresan su preocupación por el aumento del fundamentalismo en distintas regiones del mundo, y ante los ataques de los que son víctimas muchos cristianos en el mundo. En este contexto difícil y a menudo sangriento, ¿de qué manera la Iglesia puede responder al imperativo del diálogo con el Islam, sobre el cual Usted siempre ha insistido?
r.
El fundamentalismo es siempre una falsificación de la religión y va contra el sentido de la religión, que, en cambio, invita a difundir la paz de Dios en el mundo. Por tanto, el compromiso de la Iglesia y de las religiones es aquel de cumplir una purificación de estas tentaciones, iluminar las conciencias y hacer de tal manera que cada uno tenga una imagen clara de Dios. Debemos respetarnos unos a los otros. Cada uno es imagen de Dios y debemos respetarnos recíprocamente. El mensaje fundamental de la religión debe estar contra la violencia, que es una falsificación como el fundamentalismo, debe ser la educación, la iluminación y la purificación de las conciencias, para favorecer el dialogo, la reconciliación y la paz.
p.
En el contexto de la ola de deseo de democracia, que se ha puesto en marcha en muchos países de Oriente Medio con la llamada "primavera árabe", teniendo en cuenta la realidad social en la mayoría de estos países, donde los cristianos son una minoría, ¿no hay el riesgo de una tensión inevitable entre el dominio de la mayoría y la supervivencia del cristianismo?
r.
De por sí, la primavera árabe es una cosa positiva: un deseo de mayor democracia, mayor libertad, mayor cooperación y de una renovada identidad árabe. Este grito de la libertad que viene de una juventud más formada cultural y profesionalmente, que desea una mayor participación en la vida política y social es un progreso, una cosa muy positiva y que esta bien acogida también por nosotros los cristianos. Naturalmente sabemos, pensando en la historia de las revoluciones, que el grito de libertad tan importante y positivo, corre el riesgo de olvidar un aspecto, una dimensión fundamental de la libertad, que es la tolerancia del otro, el hecho de que la libertad humana es siempre una libertad compartida, y que solo puede crecer en la solidaridad, en el vivir juntos con determinadas reglas. Esto es siempre un peligro, también en este caso. Tenemos que hacer todo lo posible para que el concepto de libertad, el deseo de libertad vaya en la justa libertad y no olvide la tolerancia, la reconciliación que son elementos fundamentales de la libertad. De esta manera también la Primavera Árabe, necesita una renovación de la historia milenaria. Los cristianos y los árabes han construido estas tierras y han de vivir juntos. Creo, que es importante ver los elementos positivos de estos movimientos y hacer todo lo posible para que la libertad sea concebida correctamente y responda a un mayor dialogo y no al dominio de unos contra otros.
p.
Santo Padre, en Siria, como hace algún tiempo en Iraq, muchos cristianos se sienten obligados a dejar su país de mala gana. ¿Qué va a hacer o decir la Iglesia católica para ayudar en esta situación y para frenar la fuga de los cristianos en Siria y en otros países de Oriente Medio?
r.
Debo decir ante todo que no solo los cristianos huyen, también huyen los musulmanes. El peligro que los cristianos se alejen de estas tierras y pierdan su presencia es grande y nosotros debemos hacer todo lo posible para ayudarles a que se queden. La ayuda esencial sería el fin de las guerras y de las violencias, que crean estos éxodos. Por tanto, es necesario interrumpir las violencias y favorecer la posibilidad de que permanezcan todos juntos también en el futuro. ¿Qué podemos hacer contra la guerra? Naturalmente difundir siempre el mensaje de la paz, aclarar que la violencia no resuelve nunca un problema y reforzar las fuerzas de la paz. Es importante en este sentido el trabajo de los periodistas, que pueden ayudar mucho mostrando como la violencia destruye, no construye, no es útil para nadie. Es necesario rezar por Oriente Medio, por los cristianos y musulmanes mostrando la posibilidad de diálogo y de soluciones. Debe cesar la importación de armas: sin armas la guerra no podría continuar. En vez de importar las armas, que es un pecado grave, deberíamos importar las ideas, la paz, la creatividad, aceptar a los otros en la diversidad. Hacer visible el respeto de las religiones unas hacia las otras, el respeto del hombre como criatura de Dios, el amor del prójimo como elemento fundamental para todas las religiones. Es necesario promover todos los gestos posibles, también materiales, para favorecer el fin de la guerra y de la violencia, de modo que todos puedan reconstruir el país.
p.
Santo Padre, usted trae una exhortación apostólica dirigida a todos los cristianos de Oriente Medio. Hoy ésta es una población que sufre. Además de la oración y de los sentimientos de solidaridad, ¿Usted ve pasos concretos que las Iglesias y los católicos de Occidente, especialmente en Europa y Estados Unidos, pueden hacer para apoyar a los hermanos de Oriente Medio?
r.
Debemos influir en la opinión pública. Debemos invitar a los políticos a comprometerse realmente con todas las fuerzas y con todas las posibilidades, a trabajar con creatividad por la paz y contra la violencia. Todos debemos contribuir en un cierto sentido en un trabajo de exhortación, de educación, de purificación, muy necesario de nuestra parte. Por otra parte, nuestras organizaciones caritativas debieran ayudar también de manera material. Tenemos organizaciones como los Caballeros del Santo Sepulcro, solo para Tierra Santa, pero podrían ayudar otras organizaciones material, política y humanamente en estos países. Una vez más digo que son necesarios gestos de solidaridad, días de oración, que pueden sensibilizar la opinión publica, tener efectos reales. Estamos convencidos que la oración tiene un efecto, si se hace con confianza y fe.
Fuente: radiovaticana.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario