Queridos hermanos y hermanas habitantes de Loppiano, buenas tardes.
Junto a ustedes saludo también a todas las personas que hoy pueblan la ciudadela querida por Chiara Lubich, inspirada en el Evangelio de la fraternidad, aquella fraternidad universal, así como a todos aquellos que están conectados en cada ángulo del mundo y que participan en la fiesta por los primeros 50 años de su fundación.
Loppiano es una realidad que vive al servicio de la Iglesia y del mundo, por la cual hay que agradecer al Señor; una ciudadela que es testimonio vivo y eficaz de comunión entre personas de diversas naciones, culturas y vocaciones, teniendo ante todo cuidado en lo cotidiano, manteniendo entre ustedes la mutua y continua caridad.
Estoy contento que hayan elegido para ésta su conmemoración el día en el que toda la Iglesia se festeja a San Francisco de Asís, testimonio y artífice de paz y fraternidad. Es verdaderamente, también para mí, una feliz coincidencia.
Los habitantes de Loppiano, aquellos que viven allí permanentemente y aquellos que transcurren un período de experiencia y de formación, quieren convertirse en expertos en la acogida recíproca y en el diálogo, operadores de paz, generadores de fraternidad.
Continúen por este camino con impulso renovado. Les deseo que sepan permanecer fieles y puedan encarnar siempre mejor el diseño profético de esta ciudadela florecida del carisma de la unidad hace precisamente 50 años. Vivir esto en sintonía profunda con el mensaje del Concilio Vaticano II que en ese entonces se estaba celebrando, o sea el diseño de testimoniar, en el amor recíproco hacia todos, la luz y la sabiduría del Evangelio. Por lo tanto, Loppiano escuela de vida, en la que hay un maestro único: Jesús.
Si, una ciudad escuela de vida para que el mundo vuelva a esperar, para testimoniar que el Evangelio es verdaderamente la levadura y la sal de la nueva civilización del amor. Pero para esto, tomando de la linfa espiritual del Evangelio, es necesario imaginar y experimentar una nueva cultura en todos los campos de la vida social: de la familia a la política, a la economía. O sea la cultura de las relaciones. Principio de la sabiduría es el sincero deseo de instrucción, el cuidado de la instrucción es amor. No es casual que, desde hace unos años, tenga sede en Loppiano el Instituto Universitario Sophia erigido por la Santa Sede. De hecho, hay una urgente necesidad de jóvenes, de hombres y mujeres que, además de estar oportunamente preparados en las varias disciplinas, estén al mismo tiempo empapados de la sabiduría que brota del amor de Dios.
Queridos amigos, deseo de corazón, a Loppiano y a todos ustedes, mirar hacia adelante y mirar hacia adelante siempre, mirar hacia adelante y apuntar hacia lo alto con confianza, coraje y fantasía.
Nada de mediocridad.
Traducción del italiano: Raúl Cabrera-Radio Vaticano
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