Casina Pío IV en el Vaticano
Sábado 12 de julio de 2014
Agradezco al señor cardenal presidente sus palabras, doy las gracias a vosotros por la compañía, la invitación y el trabajo. Es muy importante lo que vosotros hacéis: reflexionar sobre la realidad, pero reflexionar sin miedo, reflexionar con inteligencia. Sin miedo y con inteligencia. Y esto es un servicio.
Uno de vosotros me hablaba de los tres reduccionismos, pero yo hablaré sólo del primero: el reduccionismo antropológico. Creo que este momento es el tiempo más fuerte del reduccionismo antropológico. Al hombre le sucede lo que le pasa al vino cuando se convierte en grapa: pasa por un alambique organizativo. Ya no es vino, es otra cosa: más útil tal vez, más cualificado, pero no es vino. Para el hombre es lo mismo: el hombre pasa por este alambique y acaba —y esto lo digo en serio— por perder la humanidad y convertirse en un instrumento del sistema, sistema social, económico, sistema donde dominan los desequilibrios. Cuando el hombre pierde su humanidad, ¿qué nos espera? Sucede lo que a mí se me ocurre decir con un lenguaje común: una política, una sociología, una actitud «del descarte»: se descarta lo que no sirve, porque el hombre no está en el centro. Y cuando el hombre no está en el centro, hay otra cosa en el centro y el hombre está al servicio de esta otra cosa. La idea es, por lo tanto, salvar al hombre, en el sentido de que vuelva al centro: al centro de la sociedad, al centro de los pensamientos, al centro de la reflexión. Conducir al hombre, nuevamente, al centro. Y esto es un buen trabajo, y vosotros lo hacéis. Os doy las gracias por este trabajo. Vosotros estudiáis, reflexionáis, organizáis estos congresos para esto: para que el hombre no sea descartado. Se descarta a los niños, porque el nivel de natalidad —al menos aquí en Europa— todos lo conocemos; se descarta a los ancianos, porque no sirven. ¿Y ahora? Se descarta a toda una generación de jóvenes, y esto es gravísimo. He visto una cifra: 75 millones de jóvenes, por debajo de los 25 años, sin trabajo. Los jóvenes «ni-ni»: ni estudian, ni trabajan. No estudian porque no tienen posibilidad, no trabajan porque no hay trabajo. Se trata de otro descarte. ¿Cuál será el próximo descarte? Detengámonos a tiempo, por favor. Os doy las gracias. Os agradezco la ayuda que ofrecéis con vuestro trabajo, con vuestra reflexión para recuperar esta situación desequilibrada y para recuperar al hombre y volver a llevarlo al centro de la reflexión y al centro de la vida. ¡Es el rey del universo! Y esto no es teología, no es filosofía, es realidad humana. Con esto iremos adelante. Gracias, gracias de verdad. ¡Gracias!
No hay comentarios:
Publicar un comentario