

En la multitud que permanecía desde la noche, a la espera de acercarse a la Plaza de San Pedro, había tantas familias jóvenes, con niños de los años dos mil, niños que ciertamente no han conocido al Papa Wojtyla, pero que son los herederos de las generaciones de ‘sus’ jóvenes.
Juan Pablo II era consciente de que tenía la misión de introducir la Iglesia en el tercer milenio y, al final del Gran Jubileo, nos ha dicho, ha dicho a todo el pueblo de Dios: ‘Duc un altum!’, ¡Rema mar adentro! La Iglesia se adentra en el mar profundo del tercer milenio, pero sabe que puede contar con el apoyo de un Intercesor eficaz, que la invita a no tener miedo. Benedicto XVI se hace eco de su oración: “Continúa sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Tantas veces nos has bendecido Hoy te rogamos: ¡Santo Padre, bendíganos!”.
Juan Pablo II era consciente de que tenía la misión de introducir la Iglesia en el tercer milenio y, al final del Gran Jubileo, nos ha dicho, ha dicho a todo el pueblo de Dios: ‘Duc un altum!’, ¡Rema mar adentro! La Iglesia se adentra en el mar profundo del tercer milenio, pero sabe que puede contar con el apoyo de un Intercesor eficaz, que la invita a no tener miedo. Benedicto XVI se hace eco de su oración: “Continúa sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Tantas veces nos has bendecido Hoy te rogamos: ¡Santo Padre, bendíganos!”.
Fuente: www.radiovaticana.org
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