La Iglesia
Católica prosigue en las tareas de ayuda en el Cuerno de África. Parte
de este trabajo es la ayuda que brinda en Kenia a cerca de un millón y
medio de personas que a causa de la hambruna generalizada está en
peligro de muerte.
Según informa la agencia argentina AICA que recoge datos de la Agencia de Información de Vida
Consagrada (IVICON), los misioneros de Kenia realizan su labor
incansablemente pero ven que la ayuda llega de a pocos y con lentitud.
Ante la escasez cada vez más aguda de agua y alimentos, el P. Franco
Cellana, Superior de los Misioneros de la Consolata en Kenia, declaró
que "ya hemos repartido todo, estamos listos para repartir la ayuda en
cuanto llegue, necesitamos con urgencia medicinas, agua, leche y harina
para evitar la muerte de un millón y medio de afectados sólo en Kenia".
Asimismo, el sacerdote asegura que las diócesis más afectadas,
Maralal, Marsabit y Garissa, ya tienen los mecanismos de coordinación y
el plan de emergencia a la espera de que llegue la ayuda para poder
repartirla, todas las congregaciones presentes en la zona han puesto sus
recursos y existencias a disposición de este plan.
El misionero recuerda que los 18 meses transcurridos sin lluvias
situaron a los países del Cuerno de África (Somalia, Eritrea, Kenia,
Etiopía) en una dramática situación, a la que es urgente responder para
salvar la vida de más de 10 millones de personas.
El presbítero ilustra la grave situación que viven con algunas
anécdotas: "Esta mañana mientras recorría los caminos con el coche los
niños nos perseguían con bidones de plástico pidiéndonos agua,
repartimos todo mientras les prometíamos que intentaríamos arreglarlo".
"El pasado fin de semana mantuvimos un encuentro con varias personas a
las que ofrecimos unos refrescos, todos nos pidieron que les diésemos
agua en lugar de refrescos".
Mons. Peter Kihara de la diócesis de Marsabit insiste en el llamado a
la colaboración internacional y agradece la ayuda que ya han recibido,
"estamos en condiciones de hacerla llegar a quienes más la necesitan".
Por otra parte, el misionero español José Luis Orpella informa que en
la diócesis de Garissa (Kenia) "las reservas de agua se agotaron o
están a punto de hacerlo. El campo de refugiados de Dadaab –en el
territorio de la diócesis– recibió ya a 400 mil desplazados, los precios
de los alimentos se han duplicado en los últimos días y la situación es
crítica".
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