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viernes, 6 de abril de 2012

"Estuve muerto, pero ahora estoy vivo"


Benedicto XVI presidió esta tarde a las cinco, en la Basílica Vaticana, la tradicional celebración de la Pasión del Señor. Con la Liturgia de la Palabra - propia del Viernes Santo - centrada en la pasión y muerte de Jesús en la Cruz. Con la Oración universal, que invoca los beneficios de la Redención sobre todos los hombres. Con la Adoración de la Cruz, que venera precisamente la Cruz gloriosa del Señor y con la Santa Comunión, que ofrece a los fieles la prenda de su Redención. El Predicador de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa, pronunció la homilía tomada del Apocalipsis 1,18: "Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos".


Texto completo de la Prédica del Viernes Santo 2012 en la Basílica de San Pedro
P. Raniero Cantalamessa, OFM Cap

Algunos padres de la Iglesia han encerrado en una imagen todo el misterio de la redención. Imaginemos, decían, que tenga lugar en el estadio una lucha épica. Un valiente ha enfrentado al cruel tirano que tenía esclavizada la ciudad, y con enorme esfuerzo y sufrimiento, lo ha vencido. Tú estabas en las graderías, no has luchado, ni te has esforzado ni te han herido. Pero si admiras al valiente, si te alegras con él por su victoria, si le tejes coronas, provocas y agitas a la asamblea por él, si te inclinas con alegría por el vencedor, le besas la cabeza y le das la mano, en definitiva, si tanto deliras por él, hasta considerar como tuya su victoria, te digo ciertamente que tú tendrás parte en el premio del vencedor.

Pero aún hay más: supongamos que el vencedor no tenga ninguna necesidad del premio que ganó, pero quiera más que nada, ver honrado a su sostenedor y considerar el premio por el que luchó, como la coronación del amigo. ¿En tal caso aquel hombre no obtendrá quizás la corona, incluso si no ha luchado ni ha sido herido? ¡Por supuesto que sí!

Así, dicen estos padres, sucede entre Cristo y nosotros. "Él, en la cruz, ha vencido a su antiguo enemigo". "Nuestras espadas --exclama san Juan Crisóstomo--, no están ensangrentadas, no estábamos en la lucha, no tenemos heridas, la batalla ni siquiera la hemos visto, y he aquí que obtenemos la victoria. Suya fue la lucha, nuestra la corona. Y visto que hemos ganado también nosotros, debemos imitar lo que hacen los soldados en estos casos: con voces de alegría exaltamos la victoria, entonamos himnos de alabanza al Señor".

No se podría explicar de una manera mejor el significado de la liturgia que estamos celebrando.
¿Pero lo que estamos haciendo es también eso una imagen, la representación de una realidad del pasado, o es la misma realidad? ¡Las dos cosas! "Nosotros, --decía san Agustín al pueblo--, sabemos y creemos con fe certera que Cristo murió una sóla vez por nosotros [...]. Sabéis perfectamente que todo esto sucedió una sola vez y sin embargo la solemnidad lo renueva periódicamente [...]. Verdad histórica y solemnidad litúrgica no están en conflicto entre sí, como si la segunda fuera falsa y sólo la primera correspondiera con la verdad. De aquello que la historia afirma que ha sucedido, en realidad, una sola vez, la solemnidad a menudo lo renueva en los corazones de los fieles".

La liturgia "renueva" el evento: ¡Cuántas discusiones, durante cinco siglos, sobre el significado de esta palabra, especialmente cuando se aplica al sacrificio de la cruz y a la misa! Pablo VI utilizó un verbo que podría allanar el camino para un entendimiento ecuménico sobre este tema: el verbo "representar", entendido en el sentido fuerte de re-presentar, es decir, hacer nuevamente presente y operante el hecho.

Hay una diferencia sustancial entre la representación de la muerte de Cristo y aquella, por ejemplo, de la muerte de Julio César en la tragedia homónima de Shakespeare. Nadie atiende, siendo vivo, al aniversario de su muerte; Cristo sí, porque Él ha resucitado. Sólo él puede decir, como lo hace en el Apocalipsis: "Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos". (Ap. 1,18). Debemos estar atentos en este día, al visitar los llamados "Repositorios" o al participar en las procesiones del Cristo muerto, no merezcamos el reproche que Cristo resucitado dirige a las pías mujeres en la mañana de Pascua: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lc. 24,5).

Es una afirmación osada, pero verdadera la de ciertos autores ortodoxos. “La anamnesi, o sea el memorial litúrgico vuelve al evento más verdadero de lo que sucedió históricamente la primera vez”. En otras palabras es más verdadero y real para nosotros que lo revivimos “según el Espíritu” de lo que era para quienes lo vivían “según la carne”, antes que el Espíritu Santo le revelara a la iglesia el significado pleno.

Nosotros no estamos celebrando solamente un aniversario, sino un misterio. Y nuevamente san Agustín explica la diferencia entre las dos cosas. La celebración “como en un aniversario”, no pide otra cosa –dice– si no la de “indicar con una solemnidad religiosa el día del año en el que se fija el recuerdo de este hecho”; en la celebración como un misterio (“en sacramento”), “no solamente se conmemora un hecho sino que se hace de tal manera que se entienda su significado y sea acogido santamente”.

Esto cambia todo. No se trata solamente de asistir a una representación, sino de “acoger” el significado, de pasar de espectadores a actores. Nos toca a nosotros por lo tanto elegir qué parte queremos representar en el drama, quién queremos ser: si Pedro, Judas, Pilato, la muchedumbre, el Cirineo, Juan, María… Ninguno puede quedarse neutral; no tomar posición es pretender una bien precisa: la de Pilatos que se lava las manos, o la de la muchedumbre que desde lejos “estaba mirando” (Lc 23,35). Si volviendo a casa esta noche alguien nos pregunta: “¿De dónde vienes, dónde has estado?” respondamos al menos en nuestro corazón: “¡En el Calvario!”.

Todo esto no se realiza automáticamente, solamente por el hecho de haber participado de esta liturgia. Se trata, decía san Agustín, de “acoger” el significado del misterio. Esto se realiza con la fe. No hay música si no existe un oído que escuche, por más que la música de la orquesta toque fuerte; no hay gracia allá donde no hay una fe que la acoja.

En una homilía pascual del siglo IV, el obispo pronunciaba estas palabras extraordinariamente modernas y se diría existencialistas: “Para cada hombre, el principio de la vida es aquel, a partir del cual Cristo fue inmolado por él. Pero Cristo se ha inmolado por él en cuanto él reconoce la gracia y se vuelve consciente de la vida que le ha dado aquella inmolación”.

Esto sucedió sacramentalmente en el bautismo, pero tiene que suceder conscientemente y siempre de nuevo en la vida. Antes de morir debemos tener el coraje y hacer un acto de audacia, casi un golpe de mano: apropiarse de la victoria de Cristo. !Una apropiación indebida! Una cosa lamentablemente común en la sociedad en la que vivimos, pero que con Jesús ésta no solamente no nos está prohibida, sino que se nos recomienda. “Indebida” que significa que no nos es debida, que no la hemos merecido nosotros, pero que nos es dada gratuitamente por la fe.

Más bien vayamos a lo seguro, escuchemos a un doctor de la iglesia. “Yo –escribe san Bernardo– lo que no puedo obtener por mi mismo, me lo apropio (literalmente, !lo usurpo!) con confianza del costado traspasado del Señor, porque está lleno de misericordia. Mi mérito por lo tanto es la misericordia de Dios. No soy pobre de méritos mientras Él sea rico de misericordia. Pues si la misericordia del Señor es mucha (Sal 119, 156), yo tendré abundancia de méritos. ¿Y que es de mi justicia? Oh Señor, me acordaré solamente de tu justicia. De hecho esa es también la mía, porque tú eres para mí justicia de parte de Dios”. (cf. 1 Cor 1, 30).

¿Acaso este modo de concebir la santidad volvió a san Bernardo menos celoso de las buenas obras, menos empeñado en adquirir la virtud? Quizás descuidaba la mortificación de su cuerpo y de reducirlo a esclavitud (cf. 1 Cor 9,27), el apóstol Pablo quien antes que todos y más que todos había hecho de esta apropiación de la justicia de Cristo la finalidad de su vida y de su predicación (cf. Fil 3, 7-9).

En Roma, como en todas las ciudades grandes existen los que no tienen un techo. Tienen un nombre en todos los idiomas: homeless, clochards, barboni, mendigos: personas humanas que lo único que tienen son unos pocos trapos que visten y algún objeto que llevan en bolsas de plástico.

Imaginemos que un día se difunde esta voz: en via Condotti (¡todos saben lo que significa en Roma la via Condotti!), está la dueña de una boutique de lujo que, por alguna razón desconocida, por interés o generosidad, invita a todos los mendigos de la estación Termini a ir a su negocio, a dejar sus trapos sucios, a ducharse y después a elegir el vestido que deseen entre los que están expuestos y llevárselos, así, gratuitamente.

Todos dicen en su corazón: “¡Esta es una fábula, no sucederá nunca!”. Es verdad, pero lo que no sucede nunca entre los hombres es lo que puede suceder cada día entre los hombres y Dios, porque, ¡delante de Él, aquellos mendigos somos nosotros! Esto es lo que sucede con una buena confesión: te despojas de tus trapos sucios, los pecados; recibes el baño de la misericordia y te levantas “cubierto por ropas de fiesta, envuelto en manto de victoria” (Is. 61, 10).

El publicano de la parábola que fue al templo a rezar dijo simplemente, pero desde lo profundo de su corazón: “¡Oh Dios, ten piedad de mí, que soy pecador!”, y “volvió a su casa justificado”. (Lc. 18,14), reconciliado, hecho nuevo, inocente. Igual, si tenemos su fe y su arrepentimiento, podrán decirlo de nosotros volviendo a casa después de esta liturgia.

Entre los personajes de la pasión con los cuales podemos identificarnos me doy cuenta que he omitido uno, que más que todos espera a quien quiera seguir su ejemplo: el buen ladrón. El buen ladrón confiesa completamente su pecado; le dice a su compañero que insulta a Jesús: “¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido por nuestros hechos; en cambio este, nada malo ha hecho” (Lc. 23, 40s.). El buen ladrón se muestra como un excelente teólogo. Solamente Dios, de hecho, sufre absolutamente como inocente; cada persona que sufre debe decir: “Yo sufro justamente”, porque aunque si no es el responsable de la acción que le viene imputada, no está enteramente libre de culpa. Solamente el dolor de los niños inocentes se asemeja al de Dios y por esto es así misterioso y sagrado.

Cuántos delitos atroces se quedaron, en los últimos tiempos, sin un culpable, ¡Cuánto casos no resueltos! El buen ladrón lanza un llamado a los responsables: hagan como yo, salgan al descubierto, confiesen su culpa; experimentareis también vosotros la alegría que yo he sentido cuando escuché la palabra de Jesús: “¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!” (Lc 23,43).

Cuántos reos confesos pueden confirmar que fue así también con ellos: que pasaron del infierno al paraíso el día que tuvieron el coraje de arrepentirse y confesar su culpa. También yo he conocido a alguno. El paraíso prometido es la paz de conciencia, la posibilidad de mirarse en el espejo y mirar a los propios hijos sin necesidad de tener que despreciarse.

No lleváis a la tumba vuestro secreto; os procuraría una condena más temible que aquella humana. Nuestro pueblo no es despiadado con quien se ha equivocado, si reconoce el mal realizado, sinceramente, no solamente por conveniencia. Por el contrario, está listo a apiadarse y acompañar al arrepentido en su camino de redención (que en todo caso se vuelve más breve). “Dios perdona muchas cosas, por una obra buena”, dice Lucia en “Los Novios” de Alessandro Manzoni, al hombre que la había raptada. Aún más, tenemos que decir, Él perdona muchas cosas debido a un acto de arrepentimiento. Lo ha prometido solemnemente: “Aunque fuesen sus pecados rojos como la grana, como nieve blanquearán; y así rojeasen como el carmesí, como lana quedarán” (Is. 1, 18).

Volvamos ahora a hacer lo que hemos escuchado al inicio, que es nuestra tarea en este día: con voces de júbilo exaltemos la victoria de la cruz, entonemos himnos de alabanza al Señor. “O Redemptor, sume carmen temet concinentium”. Y tú, Redentor nuestro, acoge el canto que elevamos hasta ti (Traducido del italiano por H. Sergio Mora, No RV)
radiovaticana.org

“Seamos sembradores de paz y de alegría”, dijo cardenal Juan Luis Cipriani

“Nuestro ministerio sacerdotal debe estar siempre acompañado por la alegría. Tenemos la misión de ser apóstoles de la alegría como consecuencia de esa identificación con Cristo”, exhortó el Cardenal Juan Luis Cipriani a los sacerdotes de la Arquidiócesis de Lima, en la Misa Crismal que presidió en la Basílica Catedral de Lima el Jueves Santo, 05 de abril.
Como se recuerda, en la Misa Crismal los sacerdotes de la Arquidiócesis renuevan las promesas sacerdotales emitidas en el día de su Ordenación. En tal sentido, el Arzobispo de Lima les pidió descubrir el valor y el sentido profundo de su vocación.
“Es el momento de elevar un canto de agradecimiento al Señor por su misericordia infinita. Él nos eligió, nos regaló este don precioso, puso toda su infinita grandeza en nuestras pobres manos para poder perdonar al hombre, para poder convertir el pan en su Cuerpo; nunca acabaremos de entender del todo esa infinita bondad de Dios con nosotros”, reflexionó.
Mencionó también la importancia de celebrar la Santa Misa conforme a la Liturgia, para que los fieles puedan ver y sentir la fe en Cristo y en la Iglesia. 
“De manera muy especial les pido un especial cuidado y reverencia al celebrar la Santa Misa, cuidando todos los detalles señalados por la liturgia, pronunciando las palabras con pausa y con devoción, recogiendo la mirada y el pensamiento en lo que estamos haciendo, vistiendo los ornamentos con limpieza, teniendo un porte exterior que refleje una presencia humilde y tantos otros detalles que el amor a la Santa Misa hará brotar en cada uno de nosotros”, señaló.
“La Eucaristía es el centro de nuestra vida, es el momento más importante de nuestra acción pastoral. Un sacerdote que celebra devota y dignamente la Santa Misa convierte al mundo”, añadió.
En otro momento, agradeció a todos los sacerdotes por su colaboración para llevar adelante la Iglesia en Lima.
“Les agradezco esas muestras de afecto, esa ilusión por renovar nuestra Iglesia, esas vocaciones que vienen generosas, esa vida sacerdotal y religiosa que busca esa alegría para sembrar la fe en los corazones. Les agradezco el trabajo y la cercanía y también les pido: Vivamos intensamente la fraternidad. Todo esto tiene que expresarse en la amistad, en el cariño y en la unidad visible entre nosotros”, animó.
Finalmente, saludó a todos los sacerdotes por este día tan especial en el cual renuevan las Promesas Sacerdotales que hicieron el día de su Ordenación y pidió a los fieles que oren por ellos.
“A todo este pueblo que nos acompaña les pido que recen por sus sacerdotes, cuídenlos, ámenlos y también acuérdense de este Obispo, Padre y Pastor que con tanto cariño pastorea con amor y firmeza esta porción del pueblo de Dios que vive en esta queridísima Arquidiócesis de Lima, tierra de santos, tierra de Santo Toribio de Mogrovejo”, concluyó.
Promesas sacerdotales
Al término de la homilía, los más de 200 sacerdotes concelebrantes renovaron sus promesas de fidelidad a todos los compromisos sacerdotales que asumieron el día de su ordenación, manifestando su unidad y cercanía con el Pastor.
Del mismo modo, durante la Santa Misa, el Arzobispo de Lima consagró el Santo Crisma y bendijo los Santos Óleos de los Enfermos y de los Catecúmenos.
Concelebraron con el Cardenal Cipriani el Nuncio Apostólico, Monseñor James Patrick Green, los Obispos Auxiliares de Lima, Monseñor Adriano Tomasi, OFM, Monseñor Raúl Chau y Monseñor Guillermo Abanto; el Obispo de la Prelatura Juli, Monseñor José María Ortega; y el Obispo Emérito de Huari, Monseñor Dante Frasnelli OSI; así como sacerdotes de la Arquidiócesis de Lima.
Para mayor infomormación visitar www.arzobispadodelima.org/semanasanta2012
Oficina de Comunicaciones y Prensa

miércoles, 4 de abril de 2012

Audiencia General de Benedicto XVI

En la audiencia general de este miércoles, el Papa Benedicto XVI recordó su viaje a México y a Cuna realizado del 23 al 28 de marzo, en el que "no dejé de exhortar a todos a crecer en la alegría de ser cristianos y pertenecer a la Iglesia". En la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles presentes, el Santo Padre dijo en español que en este histórico viaje hizo "una encarecida exhortación a reconocer y tutelar los derechos fundamentales de la persona humana". "Animé también a confiar en la bondad de Dios, que puede cambiar las situaciones insoportables y oscuras, alentando igualmente a vivir en el empeño concreto de caminar unidos hacia un futuro mejor", agregó. En italiano, el Pontífice afirmó que con esta visita quiso "abrazar al entero continente, invitando a todos a vivir juntos en la esperanza y en el compromiso concreto de caminar unidos hacia un futuro mejor". Para Benedicto XVI, na de las características de esta visita ha sido la acogida "extraordinaria, festiva y vivaz" de los mexicanos, como signo del "abrazo caluroso de todo un pueblo". El Santo Padre ha hablado de su estancia en León, donde, ante las autoridades civiles y religiosas, subrayó "la necesidad del reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales de la persona humana, entre los cuales destaca la libertad religiosa". También aseguró su "cercanía a cuantos sufren a causa de plagas sociales, de conflictos nuevos y antiguos, de la corrupción y la violencia". El entusiasmo de cuantos lo escuchaban atestiguó "la tenaz esperanza de los cristianos mexicanos, que sigue encendida en sus corazones a pesar de los momentos difíciles". En León, el Pontífice encontró a muchos niños y adolescentes que con su alegría expresaban "el fuerte deseo de todos los jóvenes de México, América Latina y el Caribe de vivir en paz, serenidad y armonía, en una sociedad más justa y reconciliada"."Los discípulos del Señor deben acrecentar la alegría de ser cristianos y la alegría de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en situaciones difíciles y de sufrimiento". Por ese motivo, el Papa exhortó a los miles de participantes en la Eucarística dominical del Parque del Bicentenario de Guanajuato a "confiar en la bondad de Dios Todopoderoso que puede cambiar desde dentro, desde el corazón, situaciones oscuras e insoportables". También manifestó su gratitud a cuantos "siembran el Evangelio en situaciones complejas y, a menudo, no carentes de limitaciones". Benedicto XVI se despidió de México instando al pueblo "a permanecer fiel al Señor y a su Iglesia, firmemente anclado en sus raíces cristianas". A continuación, el Papa ha recordado su viaje a Cuba, donde fue "ante todo para apoyar la misión de la Iglesia Católica, comprometida en anunciar el Evangelio con alegría, a pesar de la escasez de recursos y de las dificultades que todavía se deben superar para la que religión desempeñe su servicio espiritual y formativo en el ámbito público de la sociedad". El Santo Padre evidenció las buenas relaciones existentes entre el Estado y la Santa Sede, encaminadas "al servicio de la presencia viva y constructiva de la Iglesia local". "También aseguré que el Papa lleva en su corazón las preocupaciones y aspiraciones de todos los cubanos, especialmente de aquellos que sufren por la limitación de la libertad". "Un momento de gran intensidad espiritual" fue la primera Misa celebrada en tierra cubana con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Los miles de personas que asistieron a ella eran "el signo de una iglesia que viene de situaciones no fáciles, pero que da un testimonio vivo de su caridad y de su presencia activa en la vida de la gente". "Invité a los católicos cubanos y a toda la población, que espera en un futuro mejor, a dar nuevo vigor a su fe y a contribuir, con la valentía del perdón y la comprensión, a la construcción de una sociedad abierta y renovada donde haya cada vez más espacio para Dios, porque cuando Dios se elimina, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para los seres humanos", dijo el Papa. En la segunda etapa cubana, La Habana, "los jóvenes fueron los principales protagonistas de la exuberante acogida en el recorrido hacia la nunciatura, donde tuve la oportunidad de hablar con los obispos del país sobre los desafíos que ha de afrontar la Iglesia cubana, consciente de que la gente la mira con creciente confianza". En la Misa del domingo, dijo el Santo Padre, "recordé a todos que Cuba y el mundo necesitan cambios, pero que éstos se producirán solamente si cada uno se abre a la verdad integral sobre el hombre, presupuesto imprescindible para alcanzar la libertad, y decide sembrar alrededor reconciliación y fraternidad". "También he querido reafirmar que la Iglesia no pide privilegios, sino poder proclamar y celebrar públicamente la fe, llevando el mensaje de esperanza y de paz del Evangelio a todos los ambientes de la sociedad". En este sentido, Benedicto XVI ha manifestado su aprecio por los pasos dados por las autoridades cubanas, y ha subrayado la necesidad de proseguir por este camino hacia la plena libertad religiosa. Del momento de la partida, el Santo Padre conserva el recuerdo de los miles y miles de cubanos que, a pesar de la lluvia, fueron a saludarle durante el trayecto hacia el aeropuerto. En el discurso de despedida señaló que ha llegado la hora de que los diversos componentes de la sociedad cubana realicen "un esfuerzo de sincera colaboración y de diálogo paciente para el bien de la patria". Desde esta perspectiva, su presencia en la isla ha querido ser "una exhortación a abrir las puertas del corazón a Cristo, que es fuente de esperanza y de fuerza para hacer crecer el bien". Benedicto XVI ha afirmado que su viaje pastoral a México y Cuba ha dado un buen resultado pastoral, y ha manifestado su esperanza de que ambos países puedan obtener frutos abundantes para construir un futuro de paz y fraternidad. El Papa ha recordado los motivos de su viaje: el bicentenario de la Independencia de México y otros países de América Latina; las dos décadas de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede; y el cuarto centenario del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba. Finalmente el Santo Padre se refirió al Triduo Pascual que comienza mañana con la Santa Misa de la Última Cena y ha invitado a los fieles a vivirla con intensidad: "Cada uno de nosotros ha sido amado por Jesús hasta el final, esto es, hasta el don total de Sí en la cruz, cuando gritó: '¡Todo está consumado!'. Dejemos que este amor nos alcance, dejémonos transformar, para que verdaderamente se realice en nosotros la resurrección".
Fuente: aciprensa.com

martes, 3 de abril de 2012

Película: La Pasión de Cristo

Nombramientos pontificios

En la administración ordinaria de la Iglesia el Santo Padre aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de San Luis Potosí, en México, presentada por Monseñor Luis Morales Reyes, en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de Derecho Canónico.

Y nombró nuevo Arzobispo de San Luis Potosí a Monseñor José Carlos Cabrero Romero, hasta ahora Obispo de Zacatecas.

De la misma manera, pero en Venezuela, Benedicto XVI aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Trujillo, presentada por Monseñor Vicente Ramón Hernández Peña, en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de Derecho Canónico.

Y nombró nuevo Obispo de Trujillo a Monseñor Cástor Oswaldo Azuaje Pérez, hasta ahora Obispo titular de Vertara y Auxiliar de Maracaibo. (MFB – RV)
radiovaticana.org

lunes, 2 de abril de 2012

"Que el Perú viva la gran sinfonía de amor de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo"


“Pedimos para que en el país disminuyan las desigualdades, pero nunca acudiendo a la violencia, siempre sabiendo respetar la verdad para así construir la unidad en la verdad y en la libertad”, pidió el Cardenal Juan Luis Cipriani durante el rezo del Santo Rosario que presidió en el atrio de la Basílica Catedral de Lima ante miles de fieles, el 1 de abril, Domingo de Ramos, como inicio de la Semana Santa.

“Pedimos por todas las familias peruanas; por todos los matrimonios, para que sean fieles a sus compromisos; por toda la juventud, para que con esperanza estudien y busquen un trabajo digno”, mencionó.
También recordó que el Perú es una nación con una vasta tradición católica.
“Que estos días de Semana Santa junto al descanso, sean momentos de renovación, conversión, de una buena confesión, de acercarnos a Jesús en la Eucaristía. Nuestra patria desde el primer instante de su nacimiento fue bendecida por Dios y la fe católica, es un hecho de la historia”, refirió. 
“Y Dios quiso adornar a nuestra patria con el fruto de santidad de Santo Toribio de Mogrovejo, de Santa Rosa de Lima, de San Martín de Porres, de San Francisco Solano, de San Juan Macías, del Beato Padre Luis Tezza y de tanta gente que hoy ofrece a Dios sus dificultades, enfermedades y preocupaciones”, prosiguió.
Por ello reconoció que en el Perú la Semana Santa se vive con una especial intensidad litúrgica.
“Que todo el Perú viva estos días (de Semana Santa) intensamente el gran misterio de amor, la gran sinfonía de amor que es la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Recuerdo con gran gozo y emoción los largos años en la Semana Santa de Ayacucho, del mismo modo, en Arequipa, Piura, Huaraz y tantos lugares del Perú. En estos días muchísimos peruanos con sus familias volverán a recordar la fe que desde pequeños nos enseñaron”, señaló
“Hermanos, la muerte de Jesús es un gran desafío para nuestra vida, si ha muerto por mí, por mis pecados, porque quiere ayudarme, ¿por qué le vamos a dar la espalda?”, reflexionó.
Finalmente, el Arzobispo de Lima pidió para que los jóvenes respondan con generosidad a la llamada de Dios a la  vida sacerdotal y religiosa. 
Acompañaron al Cardenal Cipriani, los Obispos Auxiliares de Lima, Monseñor Adriano Tomasi O.F.M. y Monseñor Raúl Chau.
Durante el rezo del Rosario, los fieles llevaron en procesión las imágenes del Señor del Huerto, el Señor de la Caña, el Señor Cautivo, el Señor de la Caída, el Cristo de Burgos, la Virgen Dolorosa y Santa María Magdalena. Al término del rezo, las imágenes dieron un recorrido por el perímetro de la Plaza de Mayor de Lima.
Oficina de Comunicaciones y Prensa

Misioneros del amor de Cristo a la humanidad

Benedicto XVI exhortó a unos cinco mil peregrinos de Madrid - que vinieron a agradecerle al Papa por su viaje a España, para la JMJ - a testimoniar - en todo momento y por doquier con valentía y fidelidad – la potencia y la luz de Cristo que transforma el mundo y es el mejor de los amigos.
Al recibir en audiencia, en el Aula Pablo VI - animada por un ambiente de gran alegría y fervor - a estos numerosos y queridos amigos, encabezados por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, el Santo Padre, evocó al beato Juan Pablo II y sus palabras fueron recibidas con un conmovido y gran aplauso: RealAudioMP3
«Me complace dar la bienvenida, junto a la sede de Pedro, a quienes formáis parte de esta peregrinación, que habéis organizado con ilusión para agradecer al Papa su viaje a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado mes de agosto. Saludo cordialmente a las autoridades, organizadores, patrocinadores y voluntarios, pero, de modo muy especial, a los jóvenes, que son los protagonistas y principales destinatarios de esta iniciativa pastoral impulsada vigorosamente por mi amado predecesor, el beato Juan Pablo II, del que hoy recordamos su tránsito al cielo».

Asegurando que no olvida la bellísima experiencia vivida en la capital española y que su corazón se llena de gratitud a Dios porque desde su llegada, «se sucedieron y multiplicaron las muestras de acogida y hospitalidad, junto a la fe y la alegría de los jóvenes, que se convirtieron en signos elocuentes de Cristo resucitado», y haciendo hincapié que «aquel espléndido encuentro sólo puede entenderse a la luz de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Él no deja de infundir aliento en los corazones, y continuamente nos saca a la plaza pública de la historia, como en Pentecostés, para dar testimonio de las maravillas de Dios», el Papa reiteró que Cristo cuenta con la importante colaboración y testimonio de la juventud: RealAudioMP3

«Vosotros estáis llamados a cooperar en esta apasionante tarea y merece la pena entregarse a ella sin reservas. Cristo os necesita a su lado para extender y edificar su Reino de caridad. Esto será posible si lo tenéis como el mejor de los amigos y lo confesáis llevando una vida según el evangelio, con valentía y fidelidad. Vosotros estáis llamados a cooperar en esta apasionante tarea y merece la pena entregarse a ella sin reservas. Cristo os necesita a su lado para extender y edificar su Reino de caridad. Esto será posible si lo tenéis como el mejor de los amigos y lo confesáis llevando una vida según el evangelio, con valentía y fidelidad».

«Alguno podría suponer que esto no tiene nada que ver con él o que es una empresa que supera sus capacidades y talentos. Pero no es así», dijo Benedicto XVI, alentando a reflejar con la propia vida la potencia del amor del Señor que transforma el mundo: RealAudioMP3

«En esta aventura nadie sobra. Por ello, no dejéis de preguntaros a qué os llama el Señor y cómo le podéis ayudar. Todos tenéis una vocación personal que él ha querido proponeros para vuestra dicha y santidad. Cuando uno se ve conquistado por el fuego de su mirada, ningún sacrificio parece ya grande para seguirlo y darle lo mejor de sí mismo. Así hicieron siempre los santos extendiendo la luz del Señor y la potencia de su amor, transformando el mundo hasta convertirlo en un hogar acogedor para todos, donde Dios es glorificado y sus hijos bendecidos».


En este contexto, el Papa recordó que Cristo los ayudará a propagar su bondad, misericordia y consuelo, sin complejos ni temores: RealAudioMP3

«Queridos jóvenes, como aquellos apóstoles de la primera hora, sed también vosotros misioneros de Cristo entre vuestros familiares, amigos y conocidos, en vuestros ambientes de estudio o trabajo, entre los pobres y enfermos. Hablad de su amor y bondad con sencillez, sin complejos ni temores. El mismo Cristo os dará fortaleza para ello. Por vuestra parte, escuchadlo y tened un trato frecuente y sincero con él. Contadle con confianza vuestros anhelos y aspiraciones, también vuestras penas y las de las personas que veáis carentes de consuelo y esperanza. Evocando aquellos espléndidos días, deseo exhortaros asimismo a que no ahorréis esfuerzo alguno para que los que os rodean lo descubran personalmente y se encuentren con él, que está vivo, y con su Iglesia».

«Ayer, con la solemnidad del domingo de Ramos, hemos iniciado la Semana Santa, en la que seguimos los pasos de Cristo hasta la celebración de su misterio pascual. Lo aclamamos como Mesías e Hijo de David, agitando, como los niños y jóvenes de Jerusalén, las palmas de la salvación y del júbilo. Al mismo tiempo, contemplamos su dolorosa pasión y su humillación hasta la muerte», recordó Benedicto XVI, con una nueva exhortación: RealAudioMP3

«Os invito, durante estos días santos, a uniros plenamente a nuestro Redentor, recordando aquel solemne Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud. En él oramos conmovidos ante la belleza de aquellas imágenes sagradas, que expresaban con hondura los misterios de nuestra fe. Os animo a cargar también vosotros con vuestra cruz, y la cruz del dolor y de los pecados del mundo, para que entendáis mejor el amor de Cristo por la humanidad. Así os sentiréis llamados a proclamar que Dios ama al hombre y le envió a su Hijo, no para condenarlo, sino para que alcance una vida plena y con sentido».

La próxima cita de los jóvenes del mundo es la de Río de Janeiro en 2013. Una vez más, el Santo Padre recibió un gran aplauso cuando puso de relieve que la Iglesia - siempre joven - prosigue su apostolado por los caminos del mundo, proclamando la alegría cristiana a toda la humanidad: RealAudioMP3

«Queridos amigos, estoy seguro de que ya estáis pensando en ir a Río de Janeiro, donde muchos jóvenes del mundo entero volverán a congregarse, en lo que sin duda será un hito más del camino de la Iglesia, siempre joven, que quiere ensanchar el horizonte de las nuevas generaciones con el tesoro del evangelio, pujanza de vida para el mundo. Como ahora avanzamos con los ojos fijos en la inminente aurora de la Pascua, que la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil sea una nueva y gozosa experiencia de Cristo resucitado, que conduce a toda la humanidad hacia la claridad de la vida que procede de Dios».

Antes de despedirse y de dar su bendición, el Papa encomendó a todos al amparo de la Madre de Dios y Madre nuestra: RealAudioMP3

«Que María Santísima, que permaneció silenciosa al pie de la cruz de su Hijo y esperó paciente el cumplimiento de sus promesas, sea siempre para vosotros Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza vuestra. Gracias, muchas gracias por vuestra presencia festiva y jovial, queridos jóvenes. Os bendigo de todo corazón».

(CdM - RV)

Texto completo del discurso del Papa:

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,
Queridos jóvenes,
Amigos todos,
Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el Señor Cardenal Antonio María Rouco Varela, haciéndose intérprete de los sentimientos de todos los aquí presentes, y lo saludo con afecto entrañable, así como a los Señores Obispos de la Provincia eclesiástica de Madrid y al Señor Obispo de San Sebastián y responsable del departamento de pastoral de juventud en la Conferencia Episcopal Española.
Me complace dar la bienvenida, junto a la sede de Pedro, a quienes formáis parte de esta peregrinación, que habéis organizado con ilusión para agradecer al Papa su viaje a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado mes de agosto.
Saludo cordialmente a las autoridades, organizadores, patrocinadores y voluntarios, pero, de modo muy especial, a los jóvenes, que son los protagonistas y principales destinatarios de esta iniciativa pastoral impulsada vigorosamente por mi amado predecesor, el beato Juan Pablo II, del que hoy recordamos su tránsito al cielo.
Tengo muy presentes también a todos los obispos de España y a los delegados episcopales de juventud, que tanto colaboraron en las diócesis para el feliz desarrollo de ese significativo evento eclesial. Y no puedo dejar de mencionar a los miembros de la Vida Consagrada y a tantas otras personas e instituciones que ofrecieron su valiosa y generosa aportación a la culminación de este mismo fin.
Siempre que traigo a mi memoria la vigésimo sexta Jornada Mundial de la Juventud vivida en Madrid, mi corazón se llena de gratitud a Dios por la experiencia de gracia de aquellos días inolvidables. Desde mi llegada, se sucedieron y multiplicaron las muestras de acogida y hospitalidad, junto a la fe y la alegría de los jóvenes, que se convirtieron en signos elocuentes de Cristo resucitado.
Queridos amigos, aquel espléndido encuentro sólo puede entenderse a la luz de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Él no deja de infundir aliento en los corazones, y continuamente nos saca a la plaza pública de la historia, como en Pentecostés, para dar testimonio de las maravillas de Dios. Vosotros estáis llamados a cooperar en esta apasionante tarea y merece la pena entregarse a ella sin reservas. Cristo os necesita a su lado para extender y edificar su Reino de caridad. Esto será posible si lo tenéis como el mejor de los amigos y lo confesáis llevando una vida según el evangelio, con valentía y fidelidad.
Alguno podría suponer que esto no tiene nada que ver con él o que es una empresa que supera sus capacidades y talentos. Pero no es así. En esta aventura nadie sobra. Por ello, no dejéis de preguntaros a qué os llama el Señor y cómo le podéis ayudar. Todos tenéis una vocación personal que él ha querido proponeros para vuestra dicha y santidad. Cuando uno se ve conquistado por el fuego de su mirada, ningún sacrificio parece ya grande para seguirlo y darle lo mejor de sí mismo. Así hicieron siempre los santos extendiendo la luz del Señor y la potencia de su amor, transformando el mundo hasta convertirlo en un hogar acogedor para todos, donde Dios es glorificado y sus hijos bendecidos.
Queridos jóvenes, como aquellos apóstoles de la primera hora, sed también vosotros misioneros de Cristo entre vuestros familiares, amigos y conocidos, en vuestros ambientes de estudio o trabajo, entre los pobres y enfermos. Hablad de su amor y bondad con sencillez, sin complejos ni temores. El mismo Cristo os dará fortaleza para ello. Por vuestra parte, escuchadlo y tened un trato frecuente y sincero con él. Contadle con confianza vuestros anhelos y aspiraciones, también vuestras penas y las de las personas que veáis carentes de consuelo y esperanza. Evocando aquellos espléndidos días, deseo exhortaros asimismo a que no ahorréis esfuerzo alguno para que los que os rodean lo descubran personalmente y se encuentren con él, que está vivo, y con su Iglesia.
Ayer, con la solemnidad del domingo de Ramos, hemos iniciado la Semana Santa, en la que seguimos los pasos de Cristo hasta la celebración de su misterio pascual. Lo aclamamos como Mesías e Hijo de David, agitando, como los niños y jóvenes de Jerusalén, las palmas de la salvación y del júbilo. Al mismo tiempo, contemplamos su dolorosa pasión y su humillación hasta la muerte. Os invito, durante estos días santos, a uniros plenamente a nuestro Redentor, recordando aquel solemne Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud. En él oramos conmovidos ante la belleza de aquellas imágenes sagradas, que expresaban con hondura los misterios de nuestra fe. Os animo a cargar también vosotros con vuestra cruz, y la cruz del dolor y de los pecados del mundo, para que entendáis mejor el amor de Cristo por la humanidad. Así os sentiréis llamados a proclamar que Dios ama al hombre y le envió a su Hijo, no para condenarlo, sino para que alcance una vida plena y con sentido.
Queridos amigos, estoy seguro de que ya estáis pensando en ir a Río de Janeiro, donde muchos jóvenes del mundo entero volverán a congregarse, en lo que sin duda será un hito más del camino de la Iglesia, siempre joven, que quiere ensanchar el horizonte de las nuevas generaciones con el tesoro del evangelio, pujanza de vida para el mundo. Como ahora avanzamos con los ojos fijos en la inminente aurora de la Pascua, que la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil sea una nueva y gozosa experiencia de Cristo resucitado, que conduce a toda la humanidad hacia la claridad de la vida que procede de Dios.
Que María Santísima, que permaneció silenciosa al pie de la cruz de su Hijo y esperó paciente el cumplimiento de sus promesas, sea siempre para vosotros Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza vuestra. Gracias, muchas gracias por vuestra presencia festiva y jovial, queridos jóvenes. Os bendigo de todo corazón. 
radiovaticana.org

¿Qué es una secta?

¿Qué es una secta?
¿Qué es una secta?
El hombre ha buscado siempre a Dios y posee la necesidad de tener una experiencia religiosa. A medida que el mundo se seculariza, el hombre busca con más intensidad esa experiencia. Ya nos decía; Su Santidad, Juan Pablo II, "Mientras sigue avanzando la secularización de muchos aspectos de la vida, hay una nueva demanda de espiritualidad, como lo muestra la aparición de muchos movimientos religiosos y terapéuticos, que pretenden dar una respuesta a la crisis de valores de la sociedad occidental.
Juan Pablo II, Discurso al tercer grupo de los Obispos de Estados Unidos, 28 /5/1993

Tratar de definir lo que es una secta es muy complejo. La primera de las dificultades que se nos presenta es lograr un acuerdo acerca de la manera más adecuada para referirse a estos grupos, y el contenido que ha de darse al vocablo elegido.

Cada día es más frecuente encontrar personas que eluden emplear el término "secta", sobre todo por considerar que conlleva una carga despectiva que es preciso dejar de lado para un recto tratamiento del tema. Por esto, los nuevos términos tales como "nuevas religiones", "nuevos grupos religiosos", "cultos", "movimientos religiosos libres", etc...

Obviamente, es preciso evitar el tono despectivo que se le suele dar al asunto. Toda religiosidad merece respeto. Pero por otro lado, también es cierto que estos nuevos términos para referirse a las diferentes “religiosidades” no llegan a precisar el objeto al que nos estamos refiriendo. Cuando decimos "movimientos religiosos libres", siempre hay alguien que pregunta si queremos referirnos a las sectas.

La definición se complica por la gama tan diversa de grupos a los que suele aplicarse el término secta. Unos grupos son reducidos y cerrados, otros extremadamente grandes como los grupos que se suelen llamar genéricamente "Evangélicos". También hay diversidad en sus estructuras: algunas son de corte claramente piramidal, como los Testigos de Jehová; otras en cambio carecen de una estructura fácilmente identificable. Para complicar la situación, además hay grupos que tienen un propósito clara y definidamente religioso, como los Mormones; mientras que otros desarrollan "pantallas" que desdibujan su propósito religioso, tal es el caso de muchos grupos de yoga o de ayuda terapéutica; o desarrollan actividades aparentemente de corte puramente comercial, como la Cienciología; o son percibidos primariamente como grupos de choque político, como muchos grupos neo-nazis.

A pesar de la dificultad para encontrar una definición precisa, culturalmente todos coincidimos de modo intuitivo en lo que queremos expresar cuando hablamos de "sectas". Lo que se necesita es quitarle el sentido despectivo.

La palabra "Secta", usualmente, se dice que viene del latín "sequor" (marchar detrás, seguir a un maestro particular), como en "sector" (cortar, separar de un tronco principal), también se dice viene de "secare"; sectar, cortar o de secedere; separarse. En cualquier de los casos está presente la idea de separación.

En Europa la palabra secta se ha concebido derivada principalmente de "sequi"; seguir. Se trata de seguir a un maestro, a un líder. De hecho en muchas sectas así sucede.

Por esto podemos concluir que nos referimos a un grupo o forma social que se separa de un grupo de origen preexistente, en seguimiento de un jefe carismático o de sus enseñanzas. Siguiendo la raíz del término podemos decir que aplica tanto a un grupo religioso como a un grupo político.

Dándole el sentido correcto al término "secta" podemos designar muchos de los grupos de los que hablamos, sin que conlleve un tinte despectivo. Si nos remontamos al siglo I, vemos como los escritores romanos se referían a los cristianos como una secta judía: cristiano era aquel que se había separado del tronco histórico del judaísmo, adorando al Dios de Abraham, Isaac y Jacob según las enseñanzas de Jesucristo, Hijo Único de Dios. También se consideraban a los fariseos, los saduceos y los esenios como sectas.

Los Apóstoles utilizaban el término griego "háiresis" refiriéndose a las disidencias y grupos heréticos surgidos en la primitiva comunidad cristiana como consecuencia de doctrinas erróneas que se desarrollaban fuera de la comunidad eclesial. Este término se ha traducido casi siempre con la palabra “secta” .

En resumen, tomando el término “secta” como grupo que se margina de un contexto social en el que ya no se considera contenido doctrinal, social o afectivamente, y quitándole toda connotación despectiva, vemos que se puede aplicar a distintas profesiones religiosas u organizaciones sociales.

Las iglesias surgidas de la Reforma del siglo XVI (el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo entre otras), eran consideradas como sectas en un principio.

Las grandes religiones del extremo Oriente como el Budismo, se deben de considerar de manera especial, ya que al no poseer estructuras religiosas claramente definidas (lo que los cristianos solemos denominar "iglesia"), en estos casos, las diversas escuelas que siguen las enseñanzas de diferentes maestros, son las consideradas como “sectas". El significado de “secta” es diferente del que se tiene en una iglesia cristiana. Es decir, el Budismo en sí no es una secta, lo sería una escuela que nace de él y que se separa del tronco, siguiendo a un maestro en especial.

Por lo anterior, podemos afirmar que existen dos acepciones al término "secta":
1-En las religiones orientales - se aplica a las diferentes escuelas formadas alrededor de las enseñanzas de un maestro.
2-En Occidente - Grupo humano socialmente automarginado de su entorno social, religioso y/o cultural.

Algunas características de las sectas religiosas

Las sectas son grupos religiosos, generalmente pequeños, llenos de entusiasmo, integrados por hombres y mujeres, asociados voluntariamente, tras una conversión, que creen y detectan la verdad y la solución, excluyen radicalmente a los demás, y obedecen ciegamente a sus fundadores.

Son movimientos religiosos libres y voluntarios, con tendencia a la exclusividad, desarrollan fuertes vínculos comunitarios y carecen de un grupo de funcionarios altamente especializados. Además son grupos de " protesta " contra el orden social y las sociedades religiosas dominantes y responden a un perfil doctrinal dualista, apocalíptico y pre-milenarista y a una inspiración bíblica fundamentalista.

Últimamente vemos en muchos países un verdadero "supermercado" de religiones, en el que cada cual puede elegir los elementos necesarios para construirse una religión propia, a la medida y dejar a un lado conceptos como Verdad, Iglesia, Patria, Cultura y todo lo que pueda exigir esfuerzo, argumentando que en el fondo todas las religiones son iguales y que hay que atribuir sus divergencias a equívocos ya superados.

Todos los días nos enteramos de una nueva secta o movimiento "iluminado" y es conveniente para un católico saber distinguir entre lo que podemos llamar "iglesias históricas" y sectas.

Autonomía
La secta es un refugio donde se puede rechazar la sociedad, sus valores e instituciones. Todo es substituido por la propia comunidad. Aquí se conservan puros, perfectos, salvados.

Buscan su autonomía, pero no respetan la del otro. En esto está presente la inestabilidad, la incertidumbre, la soledad. Ellos creen poseer la verdad absoluta.

Salvacionismo

Sólo los miembros de la secta son "elegidos", aceptados por Dios. Y como estamos en los últimos tiempos hay que prepararse para la salvación. Pero la interpretación de la salvación suele ser limitada según las revelaciones de los fundadores.

Fraternidad y Culto Emocional
Se resaltan las vivencias personales y la experiencia religiosa, se trata de fomentar un clima de fraternidad entre los miembros. En el culto se favorece todo lo que llega al sentimiento como cantos apropiados y testimonios. Se crea una dependencia psicológica del líder y del grupo.

Militarismo Voluntario
Para ser miembro de una secta es preciso una adhesión voluntaria y libre a sus valores y normas. La secta exige ser miembro "vivo", "militante", y "activo"; está constituida por miembros voluntarios, aunque en algunos casos, después de ciertas etapas tienen exigencias de permanencia para conservar sus "secretos".

Ellos se consideran "santos"; los demás son mundanos, pecadores. Han de estar dispuestos al sacrificio y a seguir fuertes normas éticas.

Exclusivismo
Para ellos no es importante la formación sino, el carisma, la vivencia, la entrega al ideal del grupo.

El carácter exclusivista del medio en que vive el individuo hace que abandone el estudio, amigos, incluso familia, dedicando todo su tiempo a la secta. No quieren contaminarse con el mundo al que califican lugar de tinieblas.

Temor y Moralismo
A menudo sucede que los hombres actúan por temor más que por amor. Está presente la amenaza de la condenación, de que el fin está próximo. Los métodos para inculcar temor aparecen con facilidad en los escritos y palabras de los fieles sectarios.

Autoritarismo y Obediencia
El grupo secta debe funcionar perfectamente. Para ello, nada mejor que una autoridad que mande con decisión. Esta viene del maestro que ha tenido una "experiencia" peculiar o "revelación". Por lo mismo lo que viene del maestro o líder no se discute, sino que se acepta "obedeciendo ciegamente", aún si está de por medio la propia vida. Así hay una entrega total a la secta y el cerrarse y protegerse dentro de ella. Como recompensa consoladora el grupo sectario le hace creer al fiel que él es de los "dignos" de pertenecer a la secta, es elegido, es salvado.

Perfeccionamiento Individualista
Más que ante las masas, las sectas se presentan ante el individuo prometiéndole la perfección. Ellos dicen ofrecerles una salvación inmediata y atrayente. Para ello rompen el contacto con el mundo, porque es perverso y está condenado.

Todo lo que proporciona placer es malo, hay que despreciarlo. Lo que importa es el futuro y una conducta incontaminada.

Acomodación Bíblica
Las sectas caen en una simplificación bíblica. Muchas de ellas le dan mucha importancia a la Biblia, que orientan y motivan a leerla, que es algo familiar para todos sus fieles. Pero el problema es que la enfrentan con una postura de secta, que la adaptan a sus planes, que la utilizan como una estrategia para atacar y confundir a las personas débiles o sin formación. Sus libros preferidos son Daniel y el Apocalipsis. Caen en un reduccionismo y subjetivismo. Además quitan, por no convenirles así, siete libros del Antiguo Testamento que son: Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, y Baruc.

Aunque toman en cuenta la Biblia la separan de la Iglesia y la Tradición, olvidando que la Iglesia y la Biblia son inseparables

Tarea Proselitista
Esta es la única actividad que tienen muchas sectas, hacia el mundo y la sociedad. Para esta tarea proselitista usan la Biblia y publicaciones propias. Ejemplo de esto son los Mormones y Testigos de Jehová. La Biblia es una buena táctica para despertar la atención y animar a unirse al grupo. La usan como medio. Dicen enseñar a leer y a entender la Biblia, aunque a veces la falsifican.

Usan técnicas estudiadas de comunicación en las visitas a las casas, en las plazas, estadios, radio, televisión. Son especialistas en propaganda.

Tienen un estilo proselitista amable, receptivo alegre, son atentos con las necesidades, en los problemas y aparecen como serviciales y amistosos.

La idea más importante de la predicación es la conversión. Se pide un cambio de vida, la ruptura con el pasado marcado por el pecado, el mal, el vicio, el error.

Algunas Sectas No Son Cristianas
Muchas de las sectas se dicen cristianas sin embargo analizándolas concluimos que no lo son, ya que fallan en cuanto a uno, varios o todos los elementos de la fe básica cristiana.

En cuanto a Cristo existen sectas que defienden que Jesús es un maestro, un líder, un ser con poderes y conocimientos especiales. También hay sectas que dicen que Cristo es inferior al Dios eterno de la Biblia, que no existió como Dios desde toda la eternidad. Los Testigos de Jehová afirman que fue la primera criatura de Jehová.


¿Qué les falta a las sectas?

Tomando en cuenta únicamente la Biblia, lo que les falta a los seguidores de las sectas es:

Valor de los Sacramentos: aparte del Bautismo, interpretado a veces como simple señal de arrepentimiento, a todas las sectas les falta la Gracia de los Sacramentos, o tienen un sentido distinto del que encontramos en la Biblia.

El verdadero sentido de los sacramentos establecidos por Cristo, lo encontramos en:
- Confirmación: Hechos 8, 14-17
- Penitencia: San Juan 20.23
- Eucaristía: 1 Corintios 11,27
- Unción de los enfermos: Santiago 5,14
- Matrimonio: San Mateo 5,32;19,6.
- Orden Sacerdotal: San Lucas 22,20

Primacía de Pedro: la Iglesia Católica le atribuye a Pedro y a sus sucesores el primer lugar de honor y mando. Es decir, nuestro jefe es y será el Papa y los sacerdotes y obispos que estén unidos a él.

Tradición: la tradición de la Iglesia nos trasmitió la lista de los libros inspirados, entre los muchos que se escribieron al principio de la Iglesia. Aceptar solamente lo que se encuentra escrito textualmente en la Biblia es un error. También Dios nos habla a través de la tradición de los pueblos y es la Iglesia Católica la que interpreta esa tradición.

María, la Madre de Jesús: los hermanos separados, al rechazar el papel tan especial de María en la Historia de la Salvación, se oponen a la Biblia, que tanto aseguran apreciar. Los católicos amamos a María, con pleno fundamento bíblico. María es la más grande entre las creaturas, siendo la Madre de Jesús.

Culto a la verdad: la Iglesia católica es muy cuidadosa con todo lo relacionado a la Verdad. Los hermanos protestantes, en cambio, parece que lo aceptan con toda tranquilidad. Ejemplos: fin del mundo, atraen a los pobres con dinero, medicinas; se aprenden de memoria "partes" de la Biblia, dejando a un lado su verdadero significado, superficialidad de vida espiritual, etc.

Igualdad de razas: para la Iglesia Católica, todos los hombres son iguales. Con facilidad, los protestantes se han dejado llevar por el concepto equivocado de "superioridad de la raza blanca con relación a las demás razas". Esto sucede especialmente con sectas que nacieron en Estados Unidos y Sudáfrica.

Celibato: para los católicos, el celibato -no casarse para atender las cosas de Dios- se trata de un valor claramente presente en la Biblia. En la Iglesia Católica, este valor se ha vivido desde un principio. Esto no se da en la mayoría de las sectas, pues muchos de sus ministros o pastores están casados, no una ¡sino hasta varias veces!

Interpretación auténtica de la Biblia: no existe nada más falso que el principio protestante de la "libre interpretación de la Biblia". Este principio ha sido para el protestantismo la raíz de todos sus males, pues cada uno interpreta lo que quiere de la Biblia y sin ningún problema, funda su propia "iglesia". La Iglesia Católica, en cambio, siempre se ha mantenido unida gracias a que la interpretación de los textos sagrados es una.



¿Qué dice la Iglesia sobre la Biblia?

Jesús no escribió ningún libro. Si hubiera querido que la fe viniera por sólo por la lectura, nos hubiera dejado todo por escrito. Además, no hay que olvidar que en el principio del cristianismo el 80% de las personas no sabían leer, por tanto, no podía ser requisito para la salvación el leer. El mandato de Cristo fue predicar la Buena Nueva, no escribir.

Aunque toman muchas de las sectas toman en cuenta la Biblia, la separan de la Iglesia y la Tradición. Los primeros miembros de la Iglesia, quienes personalmente conocieron a los Apóstoles, (o sea los padres de la Iglesia) y fueron sus discípulos, enseñaron doctrinas definitivamente católicas.

El Espíritu Santo inspiró a Pablo y a los demás autores del Nuevo Testamento a escribir para el bien de la Iglesia. Así empezó el proceso de la formación del canon.
En este tiempo, había muchos escritos falsos como por ej. el Evangelio de Tomás (promovido por los gnósticos), el Evangelio de María Magdalena, cartas de San Pablo no escritas verdaderamente por él.

En el Concilio Romano, bajo la autoridad del Papa Dámaso (366-389 d.C.) aparece la primera lista de la Iglesia Universal. (Católica). Fueron los concilios de Laodicea (363 d.C.), Hipona (393 d.C.) y Cartago (397) los que determinaron los 27 libros que componen el Nuevo Testamento.

Así se desarrolló el conjunto de la Biblia, no fue un invento de algunos hombres, sino que requirió de muchos estudios de los hombres guiados por el Espíritu Santo.

Los que piensan que antes de Martín Lutero no existían traducciones de la Biblia están equivocados. Antes de que él tradujera la Biblia en alemán, la Iglesia tenía la Biblia en 26 diferentes lenguas europeas y en ruso.

Viendo el proceso del desarrollo del canon de la Biblia, se puede constatar que fue la Biblia la que salió de la Iglesia y no la Iglesia de la Biblia. Por eso, verdaderamente no hay separación entre Biblia y Tradición. La Biblia forma parte de la Tradición de la Iglesia Católica.

Además, no olvidemos lo que dice San Juan al final de su Evangelio: “Este es el discípulo que da testimonio de esto, que lo escribió, y sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús, que si se escribiesen una por una, creo que este mundo no podría contener los libros”. Jn 21, 24-25
Fuente: Catholic.net

domingo, 1 de abril de 2012

La «mayor concentración de ateos de la historia» pinchó: querían ser 30.000 y se quedaron en 8.000

El Reason Rally de Washington empató con la marcha anticatólica de Berlín de 2011. La URSS sigue sin batir. La grosería es la misma. Mientras tanto, en México, 3,4 millones de personas participaban en los actos del Papa.

Les preocupaban los números, mucho. El objetivo del "Reason Rally" ("Marcha de la Razón") del pasado 24 de marzo en Washington era demostrar que los ateos son muchos. Lo dijeron una y otra vez en la prensa: que son muchos, que son influyentes, que los políticos deberían tenerles más en cuenta, que son "una base para que los políticos se planten ante la derecha religiosa" (Paul Provenza, comediante en el escenario).

"Números récord a favor de la racionalidad esta primavera", aseguraba la nota de prensa previa. Para lograrlos, sumaban de todo: ateos con agnósticos con no-religiosos con simples anticlericales. Citaban a la encuesta ARIS 2008 para afirmar que "los no creyentes somos un 16%" en EEUU. En realidad, quien analiza el estudio ARIS ve que la mitad de ese 16% no son ni ateos ni agnósticos, sino que creen firmemente en Dios o en "un poder superior", aunque se declaran "no religiosos" por no estar afiliados en ninguna iglesia o congregación. "Reason rally expect 30.000" se anunciaba en la prensa (quedan los rastros en Google). Incluso en la nota de prensa se afirmaba que sería "el mayor evento secular en la historia del mundo". 

8.000, según la prensa amiga
Al final, la cosa quedó en unas 8.000 personas, muy lejos de las 30.000 esperadas, según un medio tan favorable a ellos como The Huffington Post. Al menos, fueron más que en la marcha de 2002, cuando juntaron 2.000 personas según Wikipedia. Ocho mil asistentes es más o menos la misma cifra que según la Policía alemana participó en la marcha anticatólica de Berlín del 2011, aprovechando la visita del Papa. Y, por supuesto, queda muy lejos de los auténticos récords de concentraciones de ateos: las convocadas por la URSS, el Partido Comunista Chino, o los de Corea del Norte. Hay que decir en en esas mismas fechas, 3,4 millones de mexicanos participaron en los actos con Benedicto XVI, según el gobernador de Guanajuato.

Ateos que ignoran al ateísmo pro-vida
En Washington, lo que se presentaba como una "celebración de la razón", como de costumbre en estos casos,se convirtió en una simple ocasión para ridiculizar a los creyentes, especialmente a los cristianos y católicos. Y ya de paso a los provida. Esto es algo que molestó especialmente a los ateos pro-vida de Secular Pro-Life.

Justo el día después de la manifestación, cuando se celebraba la Convención Atea Americana en Washington, la directora de la Fundación Richard Dawkins, Elizabeth Cornwell, predicó: "hay una guerra en los úteros, una guerra basada en el dogma, en la ignorancia, en el ansia de poder. Los religiosos radicales quieren envolver a las mujeres en un burka invisible, quieren quitar a las mujeres el control de su cuerpo. No se trata de declarar que el blastocisto es un ser humano. No. Se trata de erradicar el lugar de la mujer en la sociedad".

"Como pro-vida secular creo que mi postura es sólida desde la ciencia y la filosofía", protestaban en el blog de Secular Pro-Life. "La ciencia admite que la vida humana empieza en la fertilización, por lo que el aborto es discriminación por razón de edad contra un miembro de nuestra especie basada en características fuera de su control. Escuché a un orador llamar a todos los pro-vida ´fanáticos religiosos que esclavizan mujeres y colonizan vaginas´ y me preocupó que desechase la postura pro-vida junto con los dogmas religiosos", afirma un asistente a la convención.

Poli bueno, poli malo... todo sirve
Sobre el lenguaje grosero e insultante hay en el movimiento ateo militante americano dos tendencias. Una es la del "poli bueno", el ateo amable, que no es grosero, se muestra cordial con los creyentes y no les desprecia. En teoría, está representada por el bloguero Hemant Mehta. Propone algo que dice que ha hecho el lobby gay: ser simpáticos, hacerse querer, hacer amigos.

La otra corriente, grosera, insultante, despreciativa, la del "poli malo", está representada por Richard Dawkins y, a nivel americano, por la periodista y activista lesbiana Greta Christina, autora de "Por qué los ateos están tan enfadados". El tema sexual hace que Greta (escritora de novela erótica y autora de varios artículos a favor del "sexo casual" o "con cualquiera, por diversión") desprecie a los cristianos, y específicamente a los católicos, con más fuerza. Greta Christina es de las groseras. Dice que todos los movimientos sociales modernos (derechos de los negros, feminismo, "derechos gays") han vivido las dos tendencias "y necesitan de ambas". De hecho, su libro sobre ateos enfadados es alabado y recomendado por el "poli bueno" Mehta.

El sida explicado por Greta
Greta Christina proclamó en el mítin (no es difícil encontrarlo en YouTube) que "soy una atea enfadada porque el sida se extiende en África por culpa de la Iglesia Católica, que dice que cada vez que se usa condón el Niño Jesús llora". Es evidente que Greta no explica honestamente la postura católica sobre el tema y es evidente también que hay ateos y no creyentes (como el epidemiólogo Edward Green) que apoyan la postura de la Iglesia en la lucha contra el sida. Pero ¿qué más da si se trata de "celebrar la razón"? ¿Qué más da si doblan o triplican el número de ateos incluyendo a él a gente que es creyente?

Otros récords laicistas
Las visitas papales suelen agitar a los laicistas europeos, pero tampoco consiguen cifras impresionantes: la de Benedicto XVI a Barcelona congregó a 2.500 personas en su contra; el "pope" del ateísmo grosero, Richard Dawkins, consiguió reunir unas 3.000 personas en Londres (cifras de la Policía londinense, para una región metropolitana de 20 millones de habitantes). Y la manifestación anti-JMJ de Madrid en agosto de 2011 consiguió reunir 5.000 personas. El laicismo europeo no da más de sí.

La forma poco racional de contar ateos
Como ya explicamos, el comunicado del "Reason Rally" hace trampas con los números de "no creyentes" en EEUU. La encuesta ARIS 2008 no afirma que haya un "grupo" de un 16% que usen varios "términos descriptivos para expresar rechazo a la creencia en Dios".

La pregunta de ARIS era: “¿cuál es su identidad religiosa?”. Y la respuesta de ese 15% de encuestados (16% si se redondea hacia arriba) fue: “ninguna”.

Pero luego, cuando a esos mismos "sin identidad religiosa" se le preguntaba si creían en Dios o en un poder superior... ¡la mitad de ellos sí creían! Sólo un 7% sobre ese 15% se definía como ateo. El resto, básicamente, evitan la disciplina de una comunidad de fe o un sistema de creencias definido. Por ejemplo, entre las mujeres "sin religión", más de un tercio cree que “definitivamente, hay un Dios personal”. Entre los hombres, eso cree una quinta parte de los “sin religión”.

Además, uno de cada cuatro hombres “sin religión” admite que “hay algún tipo de Poder Superior, pero no un Dios personal”. Eso creen el 22% de las mujeres “sin religión”. Es decir, según ARIS, sumando ambos grupos, el 51% de los "sin identidad religiosa" cree en Dios o “un Poder Superior”. 
Pablo J. Ginés/
religionenlibertad.com

Homilía de Benedicto XVI en el Domingo de Ramos

Texto y audio completo de la homilía del Santo Padre (Audio) RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas!

El Domingo de Ramos es el gran pórtico que nos lleva a la Semana Santa, la semana en la que el Señor Jesús se dirige hacia la culminación de su vida terrena. Él va a Jerusalén para cumplir las Escrituras y para ser colgado en la cruz, el trono desde el cual reinará por los siglos, atrayendo a sí a la humanidad de todos los tiempos y ofrecer a todos el don de la redención. Sabemos por los evangelios que Jesús se había encaminado hacia Jerusalén con los doce, y que poco a poco se había ido sumado a ellos una multitud creciente de peregrinos. San Marcos nos dice que ya al salir de Jericó había una «gran muchedumbre» que seguía a Jesús (cf. 10,46).

En la última parte del trayecto se produce un acontecimiento particular, que aumenta la expectativa sobre lo que está por suceder y hace que la atención se centre todavía más en Jesús. A lo largo del camino, al salir de Jericó, está sentado un mendigo ciego, llamado Bartimeo. Apenas oye decir que Jesús de Nazaret está llegando, comienza a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,47). Tratan de acallarlo, pero en vano, hasta que Jesús lo manda llamar y le invita a acercarse. «¿Qué quieres que te haga?», le pregunta. Y él contesta: «Rabbuní, que vea» (v. 51). Jesús le dice: «Anda, tu fe te ha salvado». Bartimeo recobró la vista y se puso a seguir a Jesús en el camino (cf. v. 52). Y he aquí que, tras este signo prodigioso, acompañado por aquella invocación: «Hijo de David», un estremecimiento de esperanza atraviesa la multitud, suscitando en muchos una pregunta: ¿Este Jesús que marchaba delante de ellos a Jerusalén, no sería quizás el Mesías, el nuevo David? Y, con su ya inminente entrada en la ciudad santa, ¿no habría llegado tal vez el momento en el que Dios restauraría finalmente el reino de David?

También la preparación del ingreso de Jesús con sus discípulos contribuye a aumentar esta esperanza. Como hemos escuchado en el Evangelio de hoy (cf. Mc 11,1-10), Jesús llegó a Jerusalén desde Betfagé y el monte de los Olivos, es decir, la vía por la que había de venir el Mesías. Desde allí, envía por delante a dos discípulos, mandándoles que le trajeran un pollino de asna que encontrarían a lo largo del camino. Encuentran efectivamente el pollino, lo desatan y lo llevan a Jesús. A este punto, el ánimo de los discípulos y los otros peregrinos se deja ganar por el entusiasmo: toman sus mantos y los echan encima del pollino; otros alfombran con ellos el camino de Jesús a medida que avanza a grupas del asno. Después cortan ramas de los árboles y comienzan a gritar las palabras del Salmo 118, las antiguas palabras de bendición de los peregrinos que, en este contexto, se convierten en una proclamación mesiánica: «¡Hosanna!, bendito el que viene en el nombre del Señor. ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (vv. 9-10). Esta alegría festiva, transmitida por los cuatro evangelistas, es un grito de bendición, un himno de júbilo: expresa la convicción unánime de que, en Jesús, Dios ha visitado su pueblo y ha llegado por fin el Mesías deseado. Y todo el mundo está allí, con creciente expectación por lo que Cristo hará una vez que entre en su ciudad.

Pero, ¿cuál es el contenido, la resonancia más profunda de este grito de júbilo? La respuesta está en toda la Escritura, que nos recuerda cómo el Mesías lleva a cumplimiento la promesa de la bendición de Dios, la promesa originaria que Dios había hecho a Abraham, el padre de todos los creyentes: «Haré de ti una gran nación, te bendeciré… y en ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gn 12,2-3). Es la promesa que Israel siempre había tenido presente en la oración, especialmente en la oración de los Salmos. Por eso, el que es aclamado por la muchedumbre como bendito es al mismo tiempo aquel en el cual será bendecida toda la humanidad. Así, a la luz de Cristo, la humanidad se reconoce profundamente unida y cubierta por el manto de la bendición divina, una bendición que todo lo penetra, todo lo sostiene, lo redime, lo santifica.

Podemos descubrir aquí un primer gran mensaje que nos trae la festividad de hoy: la invitación a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones. La mirada que el creyente recibe de Cristo es una mirada de bendición: una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger la belleza del mundo y de compartir su fragilidad. En esta mirada se transparenta la mirada misma de Dios sobre los hombres que él ama y sobre la creación, obra de sus manos. En el Libro de la Sabiduría, leemos: «Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste;… Tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida» (Sb 11,23-24.26).

Volvamos al texto del Evangelio de hoy y preguntémonos: ¿Qué late realmente en el corazón de los que aclaman a Cristo como Rey de Israel? Ciertamente tenían su idea del Mesías, una idea de cómo debía actuar el Rey prometido por los profetas y esperado por tanto tiempo. No es de extrañar que, pocos días después, la muchedumbre de Jerusalén, en vez de aclamar a Jesús, gritaran a Pilato: «¡Crucifícalo!». Y que los mismos discípulos, como también otros que le habían visto y oído, permanecieran mudos y desconcertados. En efecto, la mayor parte estaban desilusionados por el modo en que Jesús había decidido presentarse como Mesías y Rey de Israel. Este es precisamente el núcleo de la fiesta de hoy también para nosotros. ¿Quién es para nosotros Jesús de Nazaret? ¿Qué idea tenemos del Mesías, qué idea tenemos de Dios? Esta es una cuestión crucial que no podemos eludir, sobre todo en esta semana en la que estamos llamados a seguir a nuestro Rey, que elige como trono la cruz; estamos llamados a seguir a un Mesías que no nos asegura una felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna bienaventuranza de Dios. Ahora, hemos de preguntarnos: ¿Cuáles son nuestras verdaderas expectativas? ¿Cuáles son los deseos más profundos que nos han traído hoy aquí para celebrar el Domingo de Ramos e iniciar la Semana Santa?

Queridos jóvenes que os habéis reunido aquí. Esta es de modo particular vuestra Jornada en todo lugar del mundo donde la Iglesia está presente. Por eso os saludo con gran afecto. Que el Domingo de Ramos sea para vosotros el día de la decisión, la decisión de acoger al Señor y de seguirlo hasta el final, la decisión de hacer de su Pascua de muerte y resurrección el sentido mismo de vuestra vida de cristianos. Como he querido recordar en el mensaje a los jóvenes para esta Jornada – «alegraos siempre en el Señor» (Flp 4,4) –, esta es la decisión que conduce a la verdadera alegría, como sucedió con santa Clara de Asís que, hace ochocientos años, fascinada por el ejemplo de san Francisco y de sus primeros compañeros, dejó la casa paterna precisamente el Domingo de Ramos para consagrarse totalmente al Señor: tenía 18 años, y tuvo el valor de la fe y del amor de optar por Cristo, encontrando en él la alegría y la paz.

Queridos hermanos y hermanas, que reinen particularmente en este día dos sentimientos: la alabanza, como hicieron aquellos que acogieron a Jesús en Jerusalén con su «hosanna»; y el agradecimiento, porque en esta Semana Santa el Señor Jesús renovará el don más grande que se puede imaginar, nos entregará su vida, su cuerpo y su sangre, su amor. Pero a un don tan grande debemos corresponder de modo adecuado, o sea, con el don de nosotros mismos, de nuestro tiempo, de nuestra oración, de nuestro estar en comunión profunda de amor con Cristo que sufre, muere y resucita por nosotros. Los antiguos Padres de la Iglesia han visto un símbolo de todo esto en el gesto de la gente que seguía a Jesús en su ingreso a Jerusalén, el gesto de tender los mantos delante del Señor. Ante Cristo – decían los Padres –, debemos deponer nuestra vida, nuestra persona, en actitud de gratitud y adoración. En conclusión, escuchemos de nuevo la voz de uno de estos antiguos Padres, la de san Andrés, obispo de Creta: «Así es como nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia, es decir, de él mismo... Así debemos ponernos a sus pies como si fuéramos unas túnicas... Ofrezcamos ahora al vencedor de la muerte no ya ramas de palma, sino trofeos de victoria. Repitamos cada día aquella sagrada exclamación que los niños cantaban, mientras agitamos los ramos espirituales del alma: “Bendito el que viene, como rey, en nombre del Señor”» (PG 97, 994). Amén.

Clara de Asís: implorar el privilegio de la pobreza


“El secreto de la verdadera alegría es confiarse en Dios”. Lo afirma Benedicto XVI en el mensaje con motivo del Año de Santa Clara, que celebra el octavo centenario de la consagración y conversión de la Santa de Asís. El mensaje del Papa fue leído anoche en la Catedral de San Rufino, por el obispo de Asís-Nocera Umbra, Mons. Domenico Sorrentino, durante la celebración de las Primeras Vísperas del Domingo de Ramos.

Dice el Papa en su mensaje, que se centra en la actualidad franciscana, que San Francisco y Santa Clara todavía hoy hablan a los corazones de los jóvenes. "¿Cómo no proponer tanto a Clara, como a Francisco, a la atención de los jóvenes de hoy", se preguntó el Santo Padre, que escribe que "el tiempo que nos separa de estos dos santos “no ha disminuido su atractivo". Por el contrario, señala, "se puede ver la actual confrontación con las ilusiones y desilusiones que a menudo marcan la condición de los jóvenes de hoy." Nunca, advierte Benedicto XVI "una época como la actual ha hecho soñar tanto la imaginación de dos jóvenes, con miles de atractivos de una vida donde todo parece posible y lícito". Y Aún así, "cuánta insatisfacción que hay, ¿cuántas veces la búsqueda de la felicidad, acaba tomando caminos que conducen a paraísos artificiales, como los de las drogas y la sensualidad desenfrenada."

El Papa también se detiene en su mensaje sobre la "situación actual con la dificultad de encontrar un trabajo digno y poder formar una familia unida y feliz, que añade nubarrones en el horizonte" de la juventud. Sin embargo, el Santo Padre afirma con esperanza que "no faltan jóvenes", incluso en nuestros días, que recogen la invitación de confiarse a Cristo para afrontar con valentía, responsabilidad y esperanza el camino de la vida, incluso eligiendo la opción de dejarlo todo para seguirlo en el total servicio a Él y a los hermanos". Por esto indica el Papa la historia de Clara y Francisco, "es una invitación a reflexionar sobre el significado de la existencia y buscar a Dios en el secreto de la verdadera alegría." Y añade el Papa Benedicto: esto "evidencia que quien cumple la voluntad del Señor y confía en Él, no sólo no pierde nada, sino que encuentra el verdadero tesoro capaz de dar sentido a todo."

El Papa reitera que la "conversión" de Clara, que se produjo en los días previos a la Pascua de Resurrección, es una "conversión del corazón." Como Francisco, recuerda el Papa, "Clara ya no tendrá ropa fina de la nobleza de Asís, pero sí la elegancia de un alma que se enciende en la alabanza a Dios y el don de sí misma." Clara por lo tanto, "se hace segura intérprete del ideal franciscano" implorando el "privilegio de la pobreza", que "dejó largo tiempo perplejo al mismo Sumo Pontífice, quien finalmente se rindió al heroísmo de su santidad."

El mensaje de Benedicto XVI también recuerda el "rasgo eclesial" de la historia de Clara y Francisco, asistidos por el obispo de Asís, a pesar de que muchos quisieron entonces impedir su elección. "Institución y carisma - escribe Benedicto XVI – interactúan perfectamente. El amor y la obediencia a la Iglesia, tan marcados en la espiritualidad franciscana y de las Clarisas tienen sus raíces en esta hermosa experiencia de la comunidad cristiana de Asís", que acompañó en el camino de la santidad a Clara y a Francisco. El Papa concluyó su mensaje con un pensamiento a las Clarisas, que "muestran todos los días la belleza y la fecundidad de la vida contemplativa, para ayudar en el viaje a todo el Pueblo de Dios"; y a los franciscanos de todo el mundo como "tantos jóvenes a la búsqueda y necesarios de luz". El Papa termina su mensaje con la esperanza que los niños de hoy puedan "descubrir cada vez más estas dos figuras luminosas del firmamento de la Iglesia." (ER-RV)
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