Queridos hermanos y hermanas:
Le doy las gracias por su acogida. Y les agradezco por el testimonio de esperanza, que escuché en las palabras de su representante. También en el saludo de la Directora me llamó la atención esta palabra: esperanza. Éste es el desafío, como dije hace dos semanas en el penitenciario de Castrovillari: el reto de la reinserción social. Y para ello necesitamos un itinerario, un camino, fuera de la cárcel, en la sociedad, y también a nivel interno, en la conciencia, en el corazón.
Lo importante es no quedarse quieto - el agua estancada se pudre - sino caminar, dar un paso cada día, con la ayuda del Señor. Dios es Padre, es misericordia, nos ama siempre. Si le buscamos, Él nos acoge y nos perdona. "Nunca se cansa de perdonar" es el lema de esta visita. Él nos levanta de nuevo y nos devuelve nuestra plena dignidad. Dios no nos olvida. Hay un pasaje de la Biblia, del profeta Isaías, que dice: ¿Se olvida una madre de su criatura? - y es casi imposible - ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré! (cf. Is 49:15).
Con esta confianza, se puede caminar, día a día. Y con ese amor fiel que nos acompaña, la esperanza no decepciona. Podemos orar junto con María, nuestra Madre, para que nos ayude y nos proteja. Dios te salve, María...
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