Pablo González Díaz, delegado diocesano de Cáritas Madrid considera que este mito surgió en los años 60 ó 70.
"Los 60.000 voluntarios de Cáritas no surgen por generación espontánea, sino movidos por la fe y la Iglesia". Este es el discurso que ha repetido una y otra vez Fernando Giménez Barriocanal, el gerente de la Conferencia Episcopal Española.
Y sin embargo, mucha gente parece pensar que la sociedad genera personas altruistas en gran cantidad que deciden apuntarse a servir en Cáritas, sin que la fe importe mucho. Existe la sensación de que gran parte de los voluntarios de Cáritas en España son jóvenes no creyentes, que se apuntan por mera generosidad.
Así, en la web anticlerical Público un articulista escribía: "Caritas es sus voluntarios, son las aportaciones de tantísimas personas creyentes o no que colaboran".
Pero ¿cuántas de esas personas que son voluntarias en Cáritas son creyentes?
Una encuesta en Asturias
Sólo hay un estudio que lo investigó: 500 cuestionarios que abarcaban a un 27% del voluntariado de Cáritas en Asturias, recogidos entre noviembre de 2009 y Junio de 2011. Resultado: sólo un 3,8 se declaraba "no creyente". Y es lógico: la edad media de los voluntarios en el Principado es de 60 años.
Pese a los datos, el mito del voluntariado no creyente en Cáritas es fuerte. La mismísima coordinadora de Cáritas en Oviedo se cree el mito y así decía en una entrevista enEl Comercio: "Puede sorprender, pero en el voluntariado de Cáritas hay mucha gente que no es creyente".
Según la encuesta asturiana, esa "mucha gente" serían menos de 40 personas sobre más de 2000 voluntarios.
Un mito de los años 70
No hay más estudios ni encuestas que sepamos. Pero Pablo González Díaz, el delegado episcopal de Cáritas Madrid, buen conocedor de la diócesis de la capital, se muestra rotundo: “Eso de que muchos voluntarios de Cáritas no son gente de fe no es cierto, es un mito, quizá viene de los años 60 o 70. Diría que el 97% de nuestros 7.100 voluntarios, o incluso más, son católicos de parroquia; los voluntarios que no son practicantes son una cantidad irrelevante. En los últimos años, ya antes de la crisis, la identidad católica de nuestro voluntariado se reforzó mucho".
El patrón sociológico parece bastante claro: el voluntario de Cáritas es alguien que tiene mucha relación con la parroquia y acaba ayudando en ella, en la Cáritas Parroquial, de donde puede saltar a implicarse en campañas diocesanas, por ejemplo. No sólo creyente sino practicante: está en misa, implicado en la parroquia. Y, por desgracia, pocas veces es joven.
No se da mucho la persona que sale de su casa buscando una ONG en la que servir a los demás. Más bien se da la creación de una comunidad cristiana, con su culto... y de allí brota un servicio de Cáritas. Pablo González pone un ejemplo: "En el Ensanche de Vallecas, en Madrid, está el centro Santa María de Nazareth, que ni siquiera es aún parroquia, porque no tiene ni párroco, pero sin embargo ya tienen un servicio de Cáritas con muchas ayudas directas".
La red parroquial es clave
El padre Pablo quiere resaltar la importancia de la red parroquial. Así, cuando Cáritas Diocesana de Madrid dice que en 2011 tuvo un presupuesto de 23 millones de euros (cifras sólo de la diócesis de Madrid; las de Alcalá y Getafe tienen su propia contabilidad), no está incluyendo los 5,6 millones de euros que recogieron las parroquias madrileñas ese año entre las colectas del primer domingo de mes y las huchas o cepillo de Cáritas parroquial. Ese dinero se gastó en los pobres de las mismas parroquias.
“Y en las cifras de Cáritas Diocesana tampoco incluyen ni los roperos parroquiales, ni las colectas de alimentos en las parroquias, algo que hacen muchísimas, ni el coste de los locales que usa Cáritas", detalla el delegado episcopal de Cáritas Madrid.
170 millones de euros en horas
¿Y cuánto vale el trabajo de esos voluntarios, que como decimos suele ser gente ya madura que va a misa con regularidad? Según Julio Beamonte Mayayo, el director de Cáritas Madrid, si se le atribuye a cada uno de los 7.100 voluntarios madrileños una media de dos o tres horas semanales de trabajo y se le asignara un pago económico, costaría unos 18 o 22 millones al año. Extendido a los 60.000 voluntarios de toda España, unos 170 millones de euros.
Pablo J. Ginés/ReL
Fuente: religionenlibertad.com
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