Al presidir la multitudinaria Misa
de inauguración de la JMJ Madrid 2011 celebrada en la emblemática Plaza
de Cibeles, el Arzobispo anfitrión por segunda vez de este evento,
Cardenal Antonio María Rouco Varela, alentó a los peregrinos a
testimoniar con valor a Cristo a ejemplo del Beato Juan Pablo II.
En la Misa dedicada al Papa Wojtyla ante medio millón de jóvenes y
concelebrada por 800 obispos de todo el mundo y unos 8 mil sacerdotes,
el Cardenal resaltó las raíces católicas de España "que se constituye
animada por un proyecto histórico que es su identificación con el
cristianismo".
En un ambiente de fiesta de fe, el Purpurado dijo luego que todos en
España "abren la puerta de su corazón" a todos los peregrinos que han
venido a Madrid y destacó el testimonio de Juan Pablo II, como iniciador
de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
"Desde aquella convocatoria primera de la Jornada de 1985 en Roma
hasta esta Jornada de Madrid se ha ido desgranando una bella historia de
fe, esperanza y amor en tres generaciones de jóvenes católicos y no
católicos, que han visto cómo se transformaba su vida en Cristo y cómo surgían entre ellos innumerables vocaciones para el sacerdocio, la vida consagrada, el matrimonio cristiano y el apostolado".
La santidad personal de Juan Pablo II –prosiguió el Cardenal que
acogió en 1989 al Pontífice polaco para la JMJ de ese año en Santiago de
Compostela– "brilla con un atractivo singular precisamente en este
aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos. Nuestro
Santo Padre Benedicto XVI
no ha dudado en resaltar el amor a los jóvenes de Juan Pablo II en la
Homilía de su Beatificación el primero de Mayo en la Plaza de San
Pedro".
El Cardenal Rouco resaltó luego que "el secreto de esa luminosa
personalidad, moldeada en la perfección de la caridad, se desvela
fácilmente a la luz de la Palabra de Dios que ha sido proclamada. La
clave de explicación de toda su vida, consagrada al Señor, a la Iglesia y al hombre, no es otra que su encendido amor a Jesucristo, del que, como San Pablo, no quiso apartarse nunca".
"Juan Pablo II pasó también en su vida por la aflicción, por la
angustia, por la persecución, por las carencias más elementales en los
años de la II Guerra Mundial, de la ocupación implacable y cruel de su
patria, del despojo inhumano de los suyos… Sufrió el dolor de los
perseguidos por la causa de Cristo antes y después de su elección a la
Sede de Pedro: literalmente, hasta la sangre".
Juan Pablo II, dijo el Cardenal, fue un "testigo indomable de la
verdad y de la esperanza cristiana, vivió la verdad del "si Dios está
con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?", sin miedo a ninguna
oposición interna o externa a la Iglesia. ¡Fue un valiente de Cristo!
Nada pudo apartarle de su amor".
El amor total por Jesucristo fue lo que marcó la vida de este
Pontífice, dijo luego y recordó que "quien quiera que haya vivido las
Jornadas Mundiales de Buenos Aires, Santiago de Compostela, Czestochowa,
Denver, Manila, Paris, Roma, Toronto… habrá podido constatar que en la
forma de recibir al Papa, con aquella mezcla tan entrañable de júbilo y
respetuosa ternura, los jóvenes demostraban que le estaban reconociendo
como aquel que venía a su encuentro en el nombre del Señor".
El Cardenal Rouco Varela dijo luego que, en Colonia 2005, Sydney 2008 y ahora en Madrid 2011, el Papa Benedicto XVI comprende los nuevos retos de los jóvenes en un mundo globalizado.
"Vuestro sitio en la vida tiene sus peculiaridades. Vuestros
problemas y circunstancias vitales se han modificado. La globalización,
las nuevas tecnologías de la comunicación, la crisis económica, etc., os
condicionan para bien y, en muchas ocasiones, para mal".
"A los jóvenes de hoy, con raíces existenciales debilitadas por un rampante relativismo espiritual y moral,
encerrados por el poder dominante, y sin hallar sólidos fundamentos
para vuestras vidas en la cultura y la sociedad actuales, incluso, no
rara vez, en la propia familia…,
se os tienta poderosamente hasta los límites de haceros perder la
orientación en el camino de la vida: ¿Cómo no va a vacilar a veces
vuestra fe?", prosiguió.
Ante esta perspectiva, aseguró el Cardenal "la juventud del siglo XXI
necesita, tanto o más que las generaciones precedentes, encontrar al
Señor por la única vía que se ha demostrado espiritualmente eficaz: la
del peregrino humilde y sencillo que busca su rostro".
"El joven de hoy necesita ver a Jesucristo cuando Él le sale al encuentro en la Palabra, en los Sacramentos,
"también, muy especialmente, en la Eucaristía y en el Sacramento de la
Penitencia, en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en
dificultad y necesitan ayuda".
"Necesita verle y entrar en diálogo íntimo con Él, que le ama sin
pedirle nada a cambio, salvo la respuesta de su amor. La intención del
Papa, que tanto os quiere, va justamente en esta dirección: que
experimentéis en la Comunión Católica de la Iglesia la verdad y la
imperiosa urgencia de hacer vida vuestra el lema de la Jornada Mundial
de la Juventud 2011: "arraigados y edificados en Cristo, firmes en la
fe".
Finalmente el Cardenal elevó una oración a Juan Pablo II para que
"ruegue por nosotros, ¡ruega por los jóvenes de la JMJ 2011 para que
abran de par en par sus corazones a la gracia salvadora de Cristo, el
único Redentor del hombre, en estos extraordinarios días del Espíritu en
los que queremos contar las maravillas del Señor a todas las naciones!"
Aciprensa.com
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