No sólo responsabilidad nacional y mundial, sino también con el futuro
A BORDO DEL VUELO PAPAL, jueves 18 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la actual crisis económica deja una clara lección: responsabilidad.
En
una conversación con los periodistas que le acompañaban en el vuelo
Roma-Madrid en la mañana de este jueves, el pontífice aclaró que esta
responsabilidad económica no sólo es nacional, sino que es también
mundial y con el mismo futuro.
En estos momentos, reconoció, “se confirma en la crisis actual
económica lo que ya se ha visto en la gran crisis precedente: la
dimensión ética no es algo exterior a los problemas económicos, sino una
dimensión interior y fundamental”.
La economía necesita una razón ética
Según explicó en la tradicional rueda de prensa con motivo de sus
viajes internacionales, “la economía no funciona sólo con una
auto-reglamentación mercantil, sino que tiene necesidad de una razón
ética para funcionar para el hombre”.
El papa reconoció que se ha demostrado la sabiduría de la propuesta
de la primera encíclica social Juan Pablo II: “el hombre debe ponerse
en el centro de la economía y la economía no debe medirse según el
máximo beneficio, sino según el bien de todos”.
La economía “funciona verdaderamente bien sólo si funciona de una
manera humana, en el respeto del otro, en sus diferentes dimensiones:
responsabilidad con la propia nación, y no sólo consigno mismo,
responsabilidad con el mundo”.
Tres dimensiones de la responsabilidad
“La nación no está aislada, ni siquiera Europa está aislada, sino que
es responsable de toda la humanidad y debe pensar siempre en afrontar
los problemas económicos con esta clave de responsabilidad, en
particular con las demás partes del mundo, con las que sufren, tienen
sed y hambre, y no tienen futuro”.
Esta responsabilidad implica también al futuro, subrayó. “Si los
jóvenes de hoy no encuentran perspectivas en su vida también nuestro hoy
está equivocado, está mal”.
Por tanto, aclaró, “la Iglesia con su doctrina social, con su
doctrina sobre la responsabilidad ante Dios, abre la capacidad a
renunciar al máximo beneficio y a ver en las realidades la dimensión
humanística y religiosa, es decir, estamos hechos el uno para el otro”.
“Esto es fundamental para nuestro futuro”, remachó.
zenit.org
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