Esta mañana en la Capilla del Palacio del Gobernatorato,
con la celebración de la Santa Misa presidida por el Cardenal secretario
de Estado Tarcisio Bertone quedó inaugurado el octogésimo tercer Año
Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, al que
siguió la relación del Promotor de Justicia Prof. Abogado Nicola
Picardi, en el Aula de las Audiencias en el Palacio de los Tribunales
En la introducción se destaca que el año que se cierra, el 2011 ha estado marcado por algunas novedades destinadas probablemente a representar un punto de retorno en la historia de la justicia vaticana, más en general, en la historia del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se recuerda que el origen del sistema jurisdiccional vaticano queda tradicionalmente fijado el 11 de febrero de 1929 fecha de la estipulación de los Pactos Lateranenses y del nacimiento de la singular entidad a la que es reconocida la dignidad de Estado de la Ciudad del Vaticano.
En su homilía el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone invocó al Espíritu Santo, “dador de todo don perfecto”, para que no prevalezca en nosotros el sentimiento sino su benéfica acción necesaria y eficaz para ser capaces de discernir cada cuestión con paciencia y sabiduría, para que podamos juzgar, según la específica tarea, “con rectitud y en la verdad” .
Citando el Evangelio del día en el que se nos narra la historia de una elección que Jesús hace cuando llama a Mateo Leví a seguirlo de cerca, destacó que en los Evangelios son muchos los episodios que muestran un contraste entre Jesús y los fariseos que lo juzgan negativamente porque se sienta a la mesa junto con los publicanos y los otros pecadores. Asimismo destacó la actitud entre lo humanamente “justo” representado por los fariseos que pretenden medir a todos a partir de una posición de seguridad basada en la posesión y en la práctica de la ley de Dios; y la actitud de Jesús que encarna la justicia divina animada por el amor y la voluntad de buscar y salvar a quien ha perdido la recta vía.
“Cada uno de nosotros en la vida cotidiana – explicó en su homilía- está tentado a colocarse en una posición de separación ante los pecadores, tal vez no físicamente, sino asumiendo una actitud interior que nos impulsa a medir a los demás, como si tuviéramos la autoridad de juzgarlos” . En su homilía con motivo de la inauguración del Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Secretario de Estado destacó textualmente “Nosotros, en cambio, sabemos bien que estamos realmente justificados, pero no en base a nuestros méritos. Somos pecadores justificados gratuitamente; pecadores perdonados sin nuestro mérito, porque, como nos lo recuerda el pasaje evangélico, la salvación es un don de Dios, que ha mandado a Jesucristo como médico para los enfermos y redentor para los pecadores”.
“Con ocasión del inicio del nuevo Año Judicial que tenemos por delante, siguiendo la Palabra de Dios, en el surco trazado por Jesús en el episodio evangélico estamos nuevamente invitados a reflexionar sobre la relación entre la justicia divina y aquella humana; a dejar iluminar nuestras conciencias para que nuestro actuar corresponda lo más posible a la divina voluntad, a su diseño de amor por cada persona y por la comunidad de los hombres”.
Asimismo el Cardenal Bertone recordó la peculiar vocación de la Iglesia, comunidad de hombres, llamada a ser en el mundo, signo e instrumento del amor de Dios, y de su justicia que es siempre la expresión de su amor misericordioso. Añadió que esta misión de ejemplaridad, que interesa en primer lugar a las comunidades eclesiales, en sentido propio -es decir las familias, las parroquias y las diversas agregaciones de apostolado-, compete en modo particular también a aquella singular Institución que es el Estado de la Ciudad del Vaticano. “Consciente de este grave deber, dijo a los miembros del Tribunal, no debemos nunca dejar de pedir al Señor las gracias necesarias para poner en práctica y observar lo más perfectamente posible - la Doctrina social de la Iglesia así como nos ha sido entregada por el Magisterio de los Sumos Pontífices desde finales del Siglo XIX hasta las enseñanzas más recientes del Beato Juan Pablo II y del Santo Padre Benedicto XVI”.
Hacia el final de su homilía el Cardenal Secretario de Estado invocó que la Santa Misa celebrada en el marco del inicio del Año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano sea ocasión para sus miembros de colocarse ante ese espejo que la Iglesia con la sabiduría que le viene de la adhesión a la ley divina, ha elaborado como su doctrina social y que no deja de indicar en un orden en el cual los valores humanos fundamentales, los derechos y los deberes, constituyen los puntos de referencia irrenunciables para la elaboración de reglas de conducta personales y sociales.
Aludió a que la tarea de la Iglesia de proclamar y defender en todo lugar y en cada tiempo los derechos y los deberes fundamentales del hombre, la compromete a ser en cada una de sus instituciones, con la gracia de Dios, ejemplar también en este campo. Por ello, el servicio de cuantos están llamados a administrar la justicia en el Estado Vaticano, coopera a esta finalidad, y en amplio sentido, forma parte de la misión de testimonio de la Iglesia en el mundo.
(PLJR - RV)
En la introducción se destaca que el año que se cierra, el 2011 ha estado marcado por algunas novedades destinadas probablemente a representar un punto de retorno en la historia de la justicia vaticana, más en general, en la historia del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se recuerda que el origen del sistema jurisdiccional vaticano queda tradicionalmente fijado el 11 de febrero de 1929 fecha de la estipulación de los Pactos Lateranenses y del nacimiento de la singular entidad a la que es reconocida la dignidad de Estado de la Ciudad del Vaticano.
En su homilía el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone invocó al Espíritu Santo, “dador de todo don perfecto”, para que no prevalezca en nosotros el sentimiento sino su benéfica acción necesaria y eficaz para ser capaces de discernir cada cuestión con paciencia y sabiduría, para que podamos juzgar, según la específica tarea, “con rectitud y en la verdad” .
Citando el Evangelio del día en el que se nos narra la historia de una elección que Jesús hace cuando llama a Mateo Leví a seguirlo de cerca, destacó que en los Evangelios son muchos los episodios que muestran un contraste entre Jesús y los fariseos que lo juzgan negativamente porque se sienta a la mesa junto con los publicanos y los otros pecadores. Asimismo destacó la actitud entre lo humanamente “justo” representado por los fariseos que pretenden medir a todos a partir de una posición de seguridad basada en la posesión y en la práctica de la ley de Dios; y la actitud de Jesús que encarna la justicia divina animada por el amor y la voluntad de buscar y salvar a quien ha perdido la recta vía.
“Cada uno de nosotros en la vida cotidiana – explicó en su homilía- está tentado a colocarse en una posición de separación ante los pecadores, tal vez no físicamente, sino asumiendo una actitud interior que nos impulsa a medir a los demás, como si tuviéramos la autoridad de juzgarlos” . En su homilía con motivo de la inauguración del Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Secretario de Estado destacó textualmente “Nosotros, en cambio, sabemos bien que estamos realmente justificados, pero no en base a nuestros méritos. Somos pecadores justificados gratuitamente; pecadores perdonados sin nuestro mérito, porque, como nos lo recuerda el pasaje evangélico, la salvación es un don de Dios, que ha mandado a Jesucristo como médico para los enfermos y redentor para los pecadores”.
“Con ocasión del inicio del nuevo Año Judicial que tenemos por delante, siguiendo la Palabra de Dios, en el surco trazado por Jesús en el episodio evangélico estamos nuevamente invitados a reflexionar sobre la relación entre la justicia divina y aquella humana; a dejar iluminar nuestras conciencias para que nuestro actuar corresponda lo más posible a la divina voluntad, a su diseño de amor por cada persona y por la comunidad de los hombres”.
Asimismo el Cardenal Bertone recordó la peculiar vocación de la Iglesia, comunidad de hombres, llamada a ser en el mundo, signo e instrumento del amor de Dios, y de su justicia que es siempre la expresión de su amor misericordioso. Añadió que esta misión de ejemplaridad, que interesa en primer lugar a las comunidades eclesiales, en sentido propio -es decir las familias, las parroquias y las diversas agregaciones de apostolado-, compete en modo particular también a aquella singular Institución que es el Estado de la Ciudad del Vaticano. “Consciente de este grave deber, dijo a los miembros del Tribunal, no debemos nunca dejar de pedir al Señor las gracias necesarias para poner en práctica y observar lo más perfectamente posible - la Doctrina social de la Iglesia así como nos ha sido entregada por el Magisterio de los Sumos Pontífices desde finales del Siglo XIX hasta las enseñanzas más recientes del Beato Juan Pablo II y del Santo Padre Benedicto XVI”.
Hacia el final de su homilía el Cardenal Secretario de Estado invocó que la Santa Misa celebrada en el marco del inicio del Año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano sea ocasión para sus miembros de colocarse ante ese espejo que la Iglesia con la sabiduría que le viene de la adhesión a la ley divina, ha elaborado como su doctrina social y que no deja de indicar en un orden en el cual los valores humanos fundamentales, los derechos y los deberes, constituyen los puntos de referencia irrenunciables para la elaboración de reglas de conducta personales y sociales.
Aludió a que la tarea de la Iglesia de proclamar y defender en todo lugar y en cada tiempo los derechos y los deberes fundamentales del hombre, la compromete a ser en cada una de sus instituciones, con la gracia de Dios, ejemplar también en este campo. Por ello, el servicio de cuantos están llamados a administrar la justicia en el Estado Vaticano, coopera a esta finalidad, y en amplio sentido, forma parte de la misión de testimonio de la Iglesia en el mundo.
(PLJR - RV)
radiovaticana.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario