Los Museos Vaticanos han superado los cinco millones de visitantes. En efecto, tal como lo afirma su director, Antonio Paolucci, el último día del año pasado resultaba que durante todo el 2011 5.078.004 personas los visitaron, lo que constituye un dato objetivamente “impresionante”, en comparación con otros importantes museos de Italia y de Europa. Si bien el director reafirma que es equivocado medir la importancia de una colección pública de arte en base al número de los visitantes, explica que existen poquísimos grandes museos en el mundo, no más de diez, entre los cuales se encuentran los Museos Vaticanos que funcionan como atracciones irrenunciables para el turismo llamado “cultural”, porque tal es su fama, ligada a los nombres míticos de Rafael o de Miguel Ángel, así como, en menor medida, al prestigio y a la sugestión que representa, por ejemplo, la Sede Apostólica, lo que justifica una afluencia anual que hoy se mide en más de cinco millones de personas. Un fenómeno que, además, plantea problemas logísticos y “políticos” de no fácil solución.
Cinco millones de visitantes –afirma también el Dr. Paolucci– quiere decir diez millones de manos que tocan o pueden tocar, diez millones de pies que cada día consuman los mosaicos arqueológicos más famosos del mundo. Cinco millones de personas llevan consigo un porcentaje desconocido, pero seguramente significativo de mitómanos o de gente tendencialmente peligrosa para sí misma, para los demás y también para las obras custodiadas en el museo. Cinco millones indican el límite más allá del cual la cuestión de la tutela debe necesariamente cambiar, por lo cual el servicio de custodia será cada vez más cualificado, actualizado y profesional, porque la vigilancia humana ha sido siempre, y hoy lo más que nunca, insustituible. Al, mismo tiempo -explica el director los Museos Vaticanos- se utilizará cada vez más y mejor las más avanzadas tecnologías digitales y telemáticas a fin de garantizar el máximo nivel de eficacia en la protección del patrimonio.
Por otra parte, también los servicios de acogida, como la cafetería, la restauración, los puntos de venta de libros y souvenir, deberán ser capaces de servir de la mejor manera a un pueblo tan vasto y diferenciado de usuarios. Porque como afirma el director de los Museos Vaticanos, los visitantes que proceden de todo el mundo, de todas la culturas y religiones o de ninguna religión, deben comprender lo que ven. De ahí que el ofrecimiento didáctico es fundamental. Y por esto han tratado de potenciarlo y cualificarlo en los últimos años dotando los recorridos cognoscitivos dirigidos también a las categorías más difíciles de la minusvalidez, como quienes tienen problemas de vista y oído. Mientras está en fase de conclusión la nueva señalética con aparatos de buena calidad y de fácil comprensión que ilustran los recorridos, pero que indican también el carácter histórico del núcleo de la colección y las excelencias artísticas que conserva. (MFB – RV).
radiovaticana.org
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