“Lo más grande de una mujer, de una mamá, es su feminidad, ella aporta una fortaleza que permanece ante el dolor y frente la dificultad, es muchas veces el soporte que permite que el matrimonio se mantenga unido y lucha por sacar adelante a la casa”, expresó el Cardenal Juan Luis Cipriani en el programa Diálogo de Fe del sábado 12 de mayo.
El Arzobispo de Lima envió una bendición especial a todas las madres, quienes mañana celebrarán su día y recordó que este año coincide con la Fiesta de la Virgen de Fátima.
“Tengo en mis ojos y en mi mente a nuestra madre la Virgen María. Les envío a todas las madres mi especial cariño, bendición, poniéndolas a todas bajo la protección de la Virgen María, Nuestra Señora de Fátima, y pedirle a Dios que fortalezca esa identidad de la mujer que tanta falta nos hace”, reflexionó.
Mencionó que la mamá tiene el deber de amar, comprender, escuchar y acompañar a sus hijos; pero del mismo modo, el hijo tiene el deber de nunca ser indiferente con su madre, tenerle paciencia, visitarla, comprenderla y ayudarla; ya que este es el mandato de Cristo.
“La madre no se rinde nunca ante el deber y el llamado de su hijo o hija. Es una relación no sociológica ni política; no maltratemos la grandeza de una mujer, es mucho más profundo que eso. Es su misma manera de ser y estar en el mundo lo que la lleva permanentemente a buscar el perdón y buscar un nivel de exigencia único”, señaló.
“La mamá es ternura, perdón, sufrimiento, serenidad y al mismo tiempo genio. Digo todo esto contemplando a la Virgen María, recordando con tanto agradecimiento a mi mamá y a tantas otras mujeres y madres”, continuó.
Destacó que estamos en tiempos en los que el mundo necesita más que nunca de la feminidad y la presencia de la mujer, ya sean mamás, abuelas, casadas o solteras, entregadas a Dios o entregadas a una familia; ya que son ellas quienes tiene el don de la fortaleza y el cariño.
“Tenemos que pedirle a Dios que ayude a las mujeres para que ellas mismas se valoren en esa dimensión interior que le da luz y una visión a la vida tan necesaria. No me imagino el mundo sin mujeres, no me imagino la Iglesia sin la presencia de la mujer. Esa complementariedad del hombre y la mujer, los dos hechos a imagen y semejanza de Dios. Ese complemento hace una armonía de alegría y gozo, que hoy en el mundo se está perdiendo”, manifestó.
Comentó también que en la actualidad muchos de nosotros vivimos con una intensidad por lo inmediato y nos olvidamos que el ritmo del amor, de la fe y de la familia es un ritmo más estable para nuestras vidas.
“El que vive ese inmediatismo, que es una enfermedad contemporánea, va perdiendo muchos valores importantes. La relación humana, el amor entre padres e hijos, el amor entre gobernantes y gobernados, el amor en una empresa, el amor en la vida diaria de las calles se queda en una relación conflictiva porque lo permanente no existe”, afirmó.
“Hay que empapar todo lo que hacemos en un poco más de serenidad y permanencia, no estar sumidos en lo de cada instante, ya que el mejor regalo para una mamá es un buen cariño, una palabra de afecto y estar permanentemente con ella”, añadió.
“El tema de la PUCP es entre la Santa Sede y ellos”
En otro momento, el Cardenal Cipriani se refirió al tema de las conversaciones entre la Universidad Católica afirmando que ese tema ya no le compete.
“El tema está entre la Santa Sede y la Católica, no es conmigo el diálogo, lo sabe bastante bien la Universidad y toda la población. Quieren convertirlo en un tema de Cipriani. La Secretaría de Estado, en nombre del Santo Padre, le ha comunicado al rector que adecúe sus estatutos y tendrá que dar fe de lo que está haciendo”.
Cuestionó los agravios innecesarios de parte de las autoridades de la PUCP al hacer pública una carta enviada a la Secretaría de la Santa Sede en la cual piden que el Cardenal Cipriani deje de ser intermediario entre ambas instituciones.
“Ese tema para mí ya se acabó. Es la Católica la que tiene que definir esa adecuación de sus estatutos. Por lo tanto, todo lo que dice ahí tiene gran parte de mentira, me parece que esa carta tiene otras finalidades que no conozco. Primera vez en la historia que veo una carta dirigida al secretario de Estado publicada en un diario a los pocos días de haber sido entregada. No creo que sea el modo de conversar entre dos personas amigas”.
Manifestó también que su intervención y la del Nuncio nunca fue una indicación de la Santa Sede, solo fue una intervención para ayudar a la Universidad en el cumplimiento de la adecuación de sus estatutos.
“Marcial Rubio tendrá que ver si ser católico y ser rector coinciden en esa obediencia a la Santa Sede. Por cierto, la Iglesia tiene una enorme autonomía de sus propias instituciones. Muchas veces se habla de tolerancia, pero no pueden tolerar que la Iglesia tenga unas normas, no pueden tolerar que la Iglesia proponga un proyecto de educación plural y abierta en el que se pueda discutir ampliamente. El señor rector puede decir si alguna vez he intervenido en algún aspecto de sus currículos o sus enseñanzas. Pero tengo todo el derecho de conducir la Iglesia conforme a sus normas, lo otro es campaña”, concluyó.
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