Al presidir este
mediodía (hora local) el rezo de la oración mariana del Ángelus, el Papa Benedicto XVI
resaltó que el amor de Dios, el amor a los hermanos que brota de Él, es el
verdadero remedio que cura todas las heridas humanas.
En su reflexión
ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre se refirió al
Evangelio de hoy en el que San Mateo propone las palabras del Señor Jesús:
"vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré
descanso. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave
y mi carga ligera".
El Papa dijo que
esa mirada de Cristo se extiende hasta hoy y se posa sobre mucha gente oprimida
por condiciones de vida difíciles,
"pero también desprovista de puntos válidos de referencia para encontrar
un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas que se encuentran
en los países más pobres, probadas por la indigencia; y también en los países
más ricos son muchos los hombres y las mujeres insatisfechos, incluso enfermos
de depresión".
Según informa la
nota de Radio Vaticana, el Santo Padre explicó que a todos, sin excepción,
Jesús anima a tomar "’mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde
de corazón’. ¿Qué es este ‘yugo’, que en lugar de pesar, aligera, y en lugar de
aplastar, levanta?".
"El ‘yugo’
de Cristo –dijo Benedicto
XVI– es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos.
El verdadero remedio para las heridas de la humanidad, tanto materiales, como
el hambre y las injusticias; así como para las psicológicas y morales, causadas
por un falso bienestar, es una regla de vida basada en el amor fraterno, que
tiene su fuente en el amor de Dios".
"Por esto
es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada
para procurarse posiciones cada vez de mayor poder, para asegurarse el éxito a
toda costa. También en referencia al medio ambiente es necesario renunciar al
estilo agresivo que ha dominado en los últimos siglos y adoptar una razonable
‘mansedumbre’".
Pero sobre todo,
subrayó el Papa, "en las relaciones humanas, interpersonales, sociales, la
regla del respeto y de la no violencia, es decir, la fuerza de la verdad contra
todo atropello, es la que puede asegurar un futuro digno del hombre".
Finalmente el
Pontífice alentó a que la Virgen María "nos ayude a ‘aprender’ de Jesús la
humildad verdadera, a tomar con decisión su yugo ligero, para experimentar la
paz interior y llegar a ser capaces, a nuestra vez, de consolar a otros
hermanos y hermanas que recorren con fatiga el camino de la vida".
En su saludo en
español el Papa hizo votos para que las palabras de Cristo en el Evangelio de
hoy resuenen "con claridad en el corazón de todos, de modo que,
presentando al Señor nuestros afanes y sufrimientos, encontremos en Él la
fuerza para afrontar la vida con alegría y serenidad de espíritu, siendo
testigos de su amor y fuente de esperanza para los necesitados. Gracias por
vuestra presencia y vuestras oraciones. Feliz domingo".
Fuente: www.aciprensa.com
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